Yoani Sánchez hace aguas


En la foto: Yoani Sánchez (blusa verde, ¿su color preferido?) en funciones de Dama de Apoyo

Por Ernesto Pérez Castillo

La nave insignia de la opo$ición cubana hace aguas… Pese al anuncio de que ahora sus parrafadas también pueden leerse en persa –lo cual la convierte en la primera mujer del mundo traducida simultáneamente a diecinueve idiomas–, son pocas las alegrías de esta nueva hija de Darío.

Después que Salim Lamrani, investigador y profesor de la Universidad Descartes en París, diera a conocer la entrevista que Yoani le concediera en el vestíbulo del Hotel Plaza, y de la cual ella salió tan mal parada, solo atina a justificar el rosario de torpezas que allí verbalizó con la acusación de que es una manipulación, que sus palabras fueron mutiladas.

Esa defensa, además de torpe, es fútil. Porque en todo caso ahí está la web, donde ella vive como pez en pecera, con casi una veintena de idiomas a su disposición, y el ejército personal de traductores que se gasta la bloguera, donde podría dar a la luz su versión de lo ocurrido. Y además, están los Cds, los DVDs, las memorias flash –que tanto cita ella como armas de contrainformación– para hacer correr por toda esta Isla su verdad, si la tuviera. El caso es que los días pasan, y ella no ha agregado ni una coma a lo publicado por Lamrani.

Si alguien ha gozado de libertad de expresión en este país, para decir lo que dice que piensa, es Yoani Sanchez, que suma a sus pots el megáfono de la prensa mundial, y cualquier cosa que diga va a llegar de inmediato a los cuatro vientos. Entonces, ¿por qué calla ahora? ¿Ha olvidado acaso que el que calla otorga?

Yoani calla porque si una cosa sabe es que no tener nada que decir es el motivo ideal para mantener la boca cerrada, y es que tras su protesta de haber sido manipulada, el periodista italiano Gianni Minà ha tenido a bien recordarle que “sus respuestas fueron grabadas por un moderno IPhone”. Y eso fue suficiente, pues también sabe Yoani que guerra avisada no mata soldado.

Tras el descalabro, en un tweet del 25 de abril, alardeaba de haber “recuperado la energía después de una par de días en baja”, con lo cual no hizo sino reconocer el gran totazo que recibió, para un día después azuzar al coco twitteando: “Vienen tiempos difíciles para mí, me advierten todos los amigos. Preparo el alma y el cuerpo para lo peor.”

Al parecer, Yoani Sánchez padece de una mala muy mala memoria. Es bueno recordarle entonces que hace exactamente un año atrás, también en 25 de abril pero de 2009, posteaba, bajo un título marcadamente fascistoide –La corta noche de los cuchillos largos– un párrafo que transcribo integro, para no darle pie a que me acuse a mí de manipularla o mutilarla: “Gente esperando, con el palo o la navaja bajo la cama para un día poder usarlos. Odios enquistados contra aquel que los delató, les impidió que tuvieran un mejor empleo o hizo que el hijo más pequeño no pudiera estudiar en la universidad. Hay tantos aguardando por un posible caos que les dé el tiempo necesario para la venganza, que desearía no haber nacido en esta época, donde solo se puede ser víctima o victimario, donde tantos añoran la noche de los cuchillos largos.”

Semejante llamado a la violencia, tan bilioso como escurridizo en su final, contradice, otra vez, su reiterada pose de civilizada, de mujer pacífica. En entrevista reciente ha declarado: “Jamás he usado la violencia verbal en mis escritos, no he insultado ni agredido a nadie, nunca he utilizado adjetivos incendiarios”, algo que también dijo a Salim Lamrani.

Y es que su filiación, o al menos su cercanía al pensamiento fascista, se le salta de las manos, pues el título de ese pots, “La corta noche de los cuchillos largos” lo ha tomado de lo que en Alemania se conoce como “Nacht der langen Messer” –la matanza que Hitler organizó para purgar y eliminar a los críticos con su régimen, entre el 30 de junio y el 2 de julio de 1934.

Pero no es esa la primera vez que toma algo prestado a los nazis, porque ya desde su perfil, en su blog personal, Yoanis apunta: “Al terminar la Universidad había comprendido dos cosas: la primera, que el mundo de la intelectualidad y la alta cultura me repugnaba y la más dolorosa, que ya no quería ser filóloga.”¿A alguien más le suena conocido eso de: “el mundo de la intelectualidad y la alta cultura me repugnaba”? No hay que esforzarse mucho para escuchar, tras esa declaración de principios, aquel exabrupto tan conocido: “Cuando escucho la palabra cultura, echo mano a mi pistola”, soltado por el nazi Paul Joseph Goebbels, ni más ni menos que el mismísimo ministro de propaganda del régimen hitleriano.Y no solo eso ha heredado Yoani, sino que también ha echado mano de los métodos de propaganda nazi, muy atenta a la sentencia de Goebbels, que aseguraba: “Una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad”.

Ella aplica a pie juntillas la frasecita, y por eso el gran revuelo que orquestó sobre su detención el pasado 6 de noviembre, de la cual contó a Salim Lamrani en la citada entrevista: “Recibí golpes. Logré quitarle un papel que uno de ellos tenía en el bolsillo y lo puse en mi boca. Uno puso su rodilla sobre mi pecho y el otro, desde el asiento delantero me daba en la zona de los riñones y me golpeaba la cabeza”.

Lamrani le pregunta si tiene pruebas fotográficas del incidente, y Yoani asegura que sí, pero cuando el entrevistador le cuestiona el no haberlas publicado para desmentir la acusación de que se ha inventado todo, ella contesta: “Prefiero guardarlas por el momento y no publicarlas. Quiero presentarlas ante un tribunal un día para que esos tres hombres sean juzgados”.

Ello la monta de una vez en el carro del nuevo proyecto anticubano, llamado “Cuba, represión ID”, que con ayuda del Canal 41 AméricaTevé, transmite imágenes del repudio a las marchas de las Damas de Blanco, e invita a los televidentes a identificar a quienes aparezcan en pantalla, prometiendo un ajuste de cuentas post revolución: la vendetta de la noche de cuchillos largos anunciada por Yoani.

Vale recordar que antes, en el momento de su detención, ninguno de los corresponsales que la visitó tras el incidente pudo acreditar los moretones que Yoani afirmó tener a causa de la supuesta paliza recibida, aunque ella repitiera una y mil veces que sí, que fue golpeada.

Y es que, pese a su fe en la doctrina goebbeliana, Yoani nunca aprendió que, a la hora de la verdad, una mentira que se repite mil veces solo consigue convertirse en una mentira mil veces mayor.

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