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Fabio: el joven italiano deportista y amante de Cuba


No se puede pensar en él sin temblar, sin recordar a quienes han sido en Cuba víctimas del terrorismo por parte del gobierno de los Estados Unidos. Era 4 de septiembre de 1997 y el hecho ahí, latente en el alma de todos los cubanos. 

Ese día, el odio de quienes no perdonan que esta Isla se levante y eche a andar  soberana e independiente, apagó la vida de Fabio Di Celmo, el joven italiano deportista y amante de Cuba de apenas 32 años, cuando una bomba le estalló  en el lobby bar del Hotel Copacabana, en primera y 44, en Miramar.  


¿Sus asesinos? Imperecederos enemigos de la Revolución Cubana anidados en la extrema derecha de Miami de la mano de Raúl Ernesto Cruz León, mercenario salvadoreño que confesó haber actuado bajo las órdenes de Francisco Chávez Abarca, compinche de Luís Posada Carriles, garante de la voladura del avión de Cubana de Aviación el 6 de octubre de 1976 y  por demás, un “héroe” para la CIA.


Aunque para sus asesinos Fabio Di Celmo  “estaba en el lugar y en el momento equivocados”, no era justificación para acometer el vandálico hecho. Este joven, nacido en Génova, el primero de junio de 1965 y amante de la lectura y al fútbol, llevaba casi dos meses en La Habana, en asuntos de negocios donde anhelaba establecerse como residente permanente en esa ciudad. Fabio no merecía como otros, pertenecer a la lista de víctimas del Terrorismo.



Y esta es una de las razones por las que Cuba exige justicia ante este crimen y otros cometidos por el gobierno de los Estados Unidos. Sin embargo, año tras año, la administración de Barack Obama hace caso omiso a este reclamo y continúa acogiendo en su territorio al autor intelectual de este y otros crímenes perpetrados desde La Florida.


“Tal barbarie imperialista no puede impedir que el pueblo de Cuba y la familia del deporte nacional te recuerde, Fabio”. Así reza  la tarja que nos recuerda el repudiable crimen que, como todo acto terrorista, no deparó en ingenuidades y colocó a un turista italiano en la mira de sus acciones anticubanas.


Sin embargo, hoy Fabio Di Celmo se multiplica en los miles de jóvenes en el mundo que se aproximan a esta Isla caribeña con la ilusión de quererla. Jóvenes que como él, estarían en la primera línea en la lucha por la Paz, la unidad, el amor y la justicia de los pueblos, porque estas son las razones poderosas por las que el mundo podría sobrevivir.

Giustino Di Celmo: "Ningún dolor puede ser más grande que la muerte de un hijo"


La Habana, 4 de septiembre de 2012
Declaración de Giustino Di Celmo

Ningún dolor puede ser más grande que la muerte de un hijo y más aún cuando es causada por un hecho violento y cruel…

Hace 15 años, el 4 de septiembre de 1997, una bomba asesina colocada en el lobby del Hotel Copacabana, apagó la vida de Fabio Di Celmo, mi hijo, mi Fabiucho, un joven que apenas había vivido 32 años cuando fue víctima inocente de una acción terrorista que sumió en la desesperación y el dolor a toda mi familia…

Recientemente, el 1 de junio de 2012, fecha en la que Fabio hubiera arribado a los 47 años de vida, murió su mamá, Ora Bassi, mi compañera por más de sesenta años, mi esposa, mi amor. Ora, compartió conmigo la pena de haber perdido a Fabio, el más pequeño de nuestros hijos. Ella murió sin el consuelo de saber que el organizador y mayor responsable de ese acto terrorista, fuese juzgado por su crimen. Eso no es justo.

Luis Posada Carriles fue el organizador del acto terrorista que mató a mi hijo. No podré olvidar jamás las declaraciones de este criminal, publicadas por The New York Times los días 12 y el 13 de julio de 1998, cuando tras reconocer que había pagado la mano asesina del mercenario salvadoreño que puso la bomba en el Copacabana, sin ningún pudor confesó a la periodista que no le preocupaba la muerte de Fabio y que él dormía como un bebé porque: " El italiano estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado".

Sin embargo, a pesar de las múltiples denuncias, Luis Posada Carriles, terrorista comprobado y confeso, camina libremente por las calles de Miami y recibe reconocimientos y honores de parte de la mafia cubano americana y la extrema derecha de los Estados Unidos de América. La farsa de su juicio en El Paso, Texas, colmó la copa… Solo se le juzgó por mentiroso, aunque quedó demostrado que había sido el mandante de la muerte de Fabio...

Yo les pregunto:

¿Cómo es posible que un país que dice condenar el terrorismo albergue a este terrorista con una larga hoja de crímenes que incluyen la voladura del avión de CUBANA en Barbados, el asesinato de cientos de venezolanos y la muerte de mi hijo?

¿Cómo es posible que el Gobierno de Estados Unidos, incluya a Cuba en una lista de países terroristas, cuando Cuba solo ha sido víctima de las acciones terroristas organizadas por criminales que ellos han protegido y pagado?

¿Por qué los grandes medios de difusión no hablan de que Cinco antiterroristas cubanos guardan prisión en cárceles norteamericanas por tratar de evitar hechos terroristas en Cuba, mientras los terroristas viven libremente en Estados Unidos?

¿Cómo es posible que los grandes medios de prensa mantengan el silencio ante tamaña injusticia y nieguen al pueblo norteamericano la oportunidad de conocer la verdad?

Podría hacer muchas preguntas que harían interminable mi declaración. Las respuestas confirmarían la doble moral del Gobierno norteamericano y de la gran prensa ante el terrorismo.

Solo quiero decir a todos que soy un hombre de paz y de trabajo. Un hombre de 92 años, que a pesar de su dolor, no anida mezquinos sentimientos de venganza. Desde que Fabio murió juré no descansar hasta que se hiciera justicia, así me quedé en Cuba. Quiero participar en toda la lucha que hace este país por la justicia.

Yo juré quedarme en Cuba hasta el último instante de mi vida porque, como ya he dicho muchas veces, yo veo a Fabio todos los días por las calles de La Habana: en la cancha donde él jugaba fútbol; en el restaurante que él había soñado y que hoy lleva su nombre. Paso todos los días por la casa donde Fabio vivía, y siento que así puedo cuidarlo, porque un buen padre nunca abandona a sus hijos

Agradezco mucho todas las personas me han dado una frase de aliento; a quienes no me han abandonado en esta lucha por la verdad y la justicia, a quienes trabajan por romper el muro de silencio sobre las acciones de terrorismo contra Cuba; a los Cinco cubanos que infiltrados en grupúsculos de la mafia miamense expusieron su vida, su familia y su felicidad por tratar de evitar actos terroristas como el que tronchó la vida de mi hijo; agradezco al Gobierno y al Partido Comunista de Cuba, al Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos, a la Asociación de Amistad Italia Cuba, AsíCuba Umbria, a La Villeta, al Comitato Fabio Di Celmo y a todas las instituciones que en Cuba y en Italia me han apoyado en este empeño. Un agradecimiento muy especial al pueblo de Cuba, a cada una de esas personas que me encuentro por las calles y me abrazan en nombre de Fabio. Todos me hacen sentir que los Di Celmo no estamos solos cuando seguimos clamando JUSTICIA por Fabio ante los oídos sordos del Gobierno que cobija al mandante…

Por último, quiero hacer a llegar mi agradecimiento y respeto al comandante Fidel Castro. Quiero que Fidel conozca que no cejaré en la lucha porque Luis Posada Carriles y todos los demás terroristas comparezcan ante la justicia. Siempre rechazaré la hipocresía y la doble moral del Gobierno de los Estados Unidos, no me cansaré de cumplir con mi decisión de luchar hasta el último momento de mi vida. Sueño, volver a abrazar a Fidel, como un día él nos abrazó a mí y a Ora y decirle: ¡Vio mi Comandante, se ha hecho justicia…los terroristas han sido juzgados… Nadie más llorará por sus crímenes, como lloramos Tiziana, Livio, mi mujer y yo…!

Pido a todos ustedes que me permitan cumplir este sueño. Juntos podremos lograrlo si denunciamos la injusticia y la doble moral de los imperialistas, si luchamos porque Luis Posada Carriles pueda ser extraditado a Venezuela para ser juzgado por sus crímenes; si luchamos por la libertad de los Cinco y por la paz en un mundo mejor para todos.

Muchas gracias,

Giustino Di Celmo