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Las huellas imperecederas de aquel horrendo crimen


"¡Sí, yo soy el maestro!". Y con la frase firmaba su sentencia el 26 de noviembre de 1961 cuando el joven alfabetizador Manuel Ascunse Doménech, fuera asesinado en Limones Cantero, en el Escambray, junto su alumno, Pedro Lantigua, por bandas contrarrevolucionarias, cuando apenas tenía 16 años de edad, comenzaba a vivir.

Aquella noche, los golpes apagaron el mutismo en el lugar; ofensas y gritos, patadas contra los cuerpos atropellados, vinieron después. Sobre la piel de uno, catorce punzonazos. !tamaña bestialidad! La sangre les provocaba una orgía de rabia. “La soga, ¿dónde está la soga?”, se preguntaban.

Reinaba el silencio. De las ramas del árbol pendía, a un lado, el cuerpo del alfabetizador Manuel Ascunce Domenech; del otro, ya inactivo, Pedro Lantigua Ortega, su alumno. Partía el corazón verlos alí, sin vida. Entonces sumaban a dos los muertos al archivo de crímenes, ejecutados por las bandas de alzados contrarrevolucionarios.

A 49 años de los sucesos de Limones Cantero y Manuel Ascunce y Pedro Lantigua, han pasado a integrar la dolorosa cifra de los 549 asesinados por los bandidos terroristas en el campo cubano. El hecho se registra hoy, entre los que el gobierno norteamericano encomendara a los alzados en zonas del Escambary para destruir a la Revolución y detener la Campaña de Alfabetización, que llevó a más de 700 mil cubanos la luz de la enseñanza.

Entre enero y marzo de 1961, se inició la Campaña que convocó a más de 34 772 maestros y profesores voluntarios, de ellos, 120 632 alfabetizadores populares, 13 016 obreros brigadistas Patria o Muerte y más de 100 mil jóvenes de las Brigadas Conrado Benítez, que contaron en todo momento y circunstancia con el apoyo del pueblo. Fue esta otra victoria más de Cuba.

La muerte de Manuel Ascunse Doménech y Pedro Lantigua, fue en vano. En solo unos meses 707 212 personas aprendieron a leer y escribir. Se había borrado para siempre el analfabetismo en el país. El 22 de diciembre de ese año, en la Plaza de la Revolución, el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, declaró a Cuba Territorio Libre de Analfabetismo. En Limones Cantero, quedaban marcadas para siempre, las huellas imperecederas del horrendo crimen.

Rodolfo Rosell Salas: Otra víctima del horror imperialista

El triunfo de la Revolución en Cuba en enero de 1959, trajo consigo varios cambios radicales en todo el país y Caimanera, municipio de la provincia de Guantánamo, se convirtió en un poblado dotado de todas las riquezas espirituales para la vida de sus habitantes.

En el mentado territorio, por sus condiciones marinas se constituyó entonces una cooperativa pesquera, en la que sus integrantes realizaban la captura de peces tanto dentro de la bahía, como en las aguas cercanas de la costa sur del territorio, variante con la que precisaban navegar por la entrada de la bahía de Guantánamo, zona ilegalmente ocupada por la Ilegal Base Naval Yanqui.

No es secreto para ningún cubano, las constantes amenazas que había de soportársele a los marines reaccionarios del enclave militar, quienes desbordados de rabia, ofendían a los pescadores y les aseguraban que todo el desagravio que tenían contra el gobierno cubano, lo tomarían contra ellos.

Era la mañana del12 de julio de 1962, cuando Rodolfo Rosell Salas, experimentado pescador radicado en Caimanera, alistó su bote, como de costumbre, hacia la salida de la bahía de Guantánamo para cumplir su esforzada labor.

Debía de retornar al día siguiente, sin embargo, el día 14, sus compañeros de la cooperativa pesquera donde laboraba y los guardacostas cubanos, después de buscarlo durante dos días, encontraron su cadáver boca arriba y en estado de descomposición, sobre la popa del bote Tres Hermanas, en la zona de Tres Piedras, área de la Ilegal Base Naval. ¿El motivo de la muerte?: Hemorragia intracraneana.

LA MUERTE

Los marines yanquis, se ensañaron con Rodolfo Rosell cual si fuera un animal, pues luego de provocarle varias heridas con punzones en el cuerpo, le golpearon el cráneo hasta provocarle la muerte.

El bote fue trasladado para Caimanera y en su interior, yacía inmóvil cuerpo del humilde pescador junto a su perro, inseparable amigo en su vida y en esta fatal desgracia, que ladraba enloquecido.

Ante tamaña acción, millones de cubanos repudiaron el crimen y protestaron por la política agresiva del imperio norteamericano, empeñado en mantener a la fuerza este pedazo de territorio cubano, al que el Comandante en Jefe Fidel Castro catalogó como: “Un puñal clavado en el corazón de Cuba”.

La estremecedora señal de duelo cedió ante la rabia de sus hermanos pescadores y del pueblo de Caimanera. Su entierro fue, sin dudas, como él lo hubiera deseado, una prueba de reafirmación revolucionaria y de condena al yanqui usurpador y criminal.

El sepelio de Rodolfo Rosell Salas, fue una estremecedora manifestación de duelo popular en Caimanera, además de un rotundo rechazo del pueblo cubano a la barbarie norteamericana. Su muerte respondió a una agresiva política de provocaciones ejecutadas por las fuerzas armadas norteamericanas, cuyo propósito fue buscar una respuesta cubana para justificar una agresión contra nuestro país.

Y no fue Rodolfo Rosell la única víctima legada por la Ilegal Base Naval Yanqui, también lo fueron el pescador Rubén López Sabariego, Ramón López Peña y Luis Ramírez López, combatientes del otrora Batallón Fronterizo, cuerpos ultimados por los marines imperialistas, quienes impotentes ante el triunfo y desarrollo de la Revolución, arremetieron con odio contra estos valerosos jóvenes cubanos.