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Apertura de embajadas en Estados Unidos y Cuba: un paso decisivo que deja atrás más de medio siglo de discordia



Este 20 de julio es un día histórico e importante en la vida política de Estados Unidos y Cuba. Hoy se restablecieron las relaciones diplomáticas entre ambos países, con la reapertura de sus embajadas en Washington y La Habana, luego de más de 50 años del cierre de las mismas.

Desde hoy, se dará un paso necesario y definitivo entre Estados Unidos y Cuba, que marca un nuevo capítulo en el devenir de ambas naciones, unidas tanto por la geografía como por la historia. Se deja atrás más de medio siglo de discordia, pero también, se abre una nueva página en los libros de Historia del siglo XXI.

Iniciará, al decir del presidente cubano Raúl Castro, " una nueva etapa, larga y compleja, en el camino hacia la normalización de las relaciones, que requerirá voluntad para encontrar soluciones a los problemas que se han acumulado en más de cinco décadas y afectan los vínculos entre nuestros países y pueblos"...
Ya ondean las banderas en las embajadas de ambos países. Sin embargo, en este complicado paso hacia la normalización de las relaciones de Cuba con los Estados Unidos, es esencial que Washington pase lista a algunas asignaturas que aún están pendientes.

Una de ellas, es el fin del bloqueo que Washington aplica contra la Cuba desde 1962, que solo el Congreso de Estados Unidos puede eliminar por constituir legal, pero que el presidente Barack Obama puede contribuir a desmantelar mediante el uso de sus prerrogativas.

También es indispensable que se devuelva el territorio ocupado ilegalmente por la base naval en la bahía de Guantánamo, que, aunque no se contempla entre los asuntos a discutir, según declaración de la secretaria de Estado para el Departamento de Asuntos del Hemisferio Occidental, Roberta Jacobson, “el problema de Guantánamo no está sobre la mesa en estas conversaciones”.


Otros asuntos a enmendar lo son el cese de las transmisiones radiales y televisivas ilegales hacia Cuba y la eliminación de los programas para promover la subversión. En este último, es significativo señalar que el presidente estadounidense, aún aprueba el dinero para este fin, sin embargo, él no está obligado a mantener estos niveles de financiamiento.


La desestabilización interna y los resarcimientos por los daños humanos y económicos que han provocado las políticas de Washington, son otros temas a solventar como parte del proceso hacia la normalización de las relaciones. Esto es una muestra de que mientras estemos abiertos a las diferencias, precisamos de la unidad nacional y del discurso.


La política de Estados Unidos hacia Cuba es de continuidad histórica y un ejemplo de ello es que asuntos antes mencionados como el bloqueo, la ilegal base naval yanqui, las señales de Tv y los programas para promover la subversión, aún están ahí, servidos sobre la mesa.


Ante el hecho consumado, la política necesita del discurso coherente en la dinámica de la sociedad actual, por lo tanto, Cuba está abierta al dialogo con una nueva dimensión comunicativa. Tenemos que sumar voluntades y platicar juiciosamente en aras de construir una relación, cimentadas en el respeto y la autodeterminación entre ambas naciones.