En su intervención, al leer el Informe Central del 7mo Congreso del
Partido, Raúl afirmó que en los últimos años se han superado procesos y
estilos de trabajo que propiciaban la suplantación e interferencia de
las funciones que corresponden al Estado, el Gobierno e instituciones
administrativas. Se ha desarrollado, con sistematicidad, un mejor
ejercicio de la dirección y el control partidista, dijo.
Destacó que la autoridad moral del Partido exige ejemplaridad,
combatividad y preparación, así como demostradas cualidades éticas,
políticas y permanente vínculo con las masas. El Partido ha seguido
promoviendo la participación de los colectivos de trabajo en la
concepción y ejecución de las políticas y medidas de Actualización del
modelo económico, a partir de nutrirse, de modo sistemático, de las
opiniones de las masas. Resaltó que este tiene que ser un Partido muy
democrático, en el que se pueda discutir con entera libertad cualquier
problema.
Se ha alcanzado mayor vínculo a la UJC y los movimientos juveniles,
ponderó, lo que presupone una mayor independencia orgánica. Al mismo
tiempo, el Partido ha priorizado la atención de las organizaciones de
masas, que celebraron sus respectivos congresos, en los que tuvieron
lugar amplios debates, destacó.
Hemos constatado que ha continuado el estrechamiento del Partido con
las instituciones religiosas y asociaciones fraternales, lo que ha
contribuido a la unidad de los cubanos, creyentes o no, aseguró.
Dijo que en la medida en que se avance en la implementación de los
Lineamientos se configurará un escenario distinto, caracterizado por la
heterogeneidad de los sectores y grupos de la sociedad, que se origina
en la diferenciación de sus ingresos. Ello presupone preservar la
seguridad nacional, enfatizó.
Subrayó que en Cuba tenemos un Partido único, que representa y
garantiza la unidad, arma con la que se ha contado siempre para defender
la obra de la Revolución. Por ello, refirió, no es nada casual que se
nos ataque desde casi todas las partes del planeta para debilitarnos en
varios partidos en nombre de la democracia burguesa.
Si lograran fragmentarnos, sería ese el comienzo del fin de nuestra
Patria, la Revolución y el socialismo, forjados por la resistencia y el
sacrificio de varias generaciones de cubanos, algo que se remonta a
1868, significó.
La existencia de un Partido único presupone el más amplio sistema de
opiniones con la base y la población. Ese Partido está obligado a
perfeccionar nuestra democracia, para lo cual hay que superar la falsa
unanimidad, el formalismo y la simulación, y se debe garantizar cada vez
más una mayor participación de la ciudadanía en la sociedad. Solo la
discusión franca y honesta nos conducirá a las mejores decisiones,
destacó.
Señaló que no se ignora que en determinados sectores de la sociedad
hay falta de compromiso y desinterés sobre la vida política. Se ha
verificado un crecimiento de las acciones orientadas a fomentar valores
de la sociedad de consumo, la apatía, el desaliento, y así sembrar una
matriz de opinión que trata de mostrarnos como una sociedad sin futuro,
advirtió. Se hace necesario elevar la combatividad de los militantes y la labor
ideológica con las nuevas generaciones, y potenciar el insustituible
papel de la familia y la escuela, subrayó.
Si bien se ha avanzado en una cultura comunicacional, Raúl resaltó
que todavía se dan vacíos informativos a causa de que no es suficiente
la información que se brinda con respecto a la implementación de los
Lineamientos
Las complejidades del mundo en que vivimos, la introducción de
plataformas y programas de trabajo con enfoque neoliberal, que atentan
contra las creencias en nuestra identidad, nuestra cultura y nuestros
valores cubanos, así como los profundos cambios en los que estamos
inmersos, junto al nuevo escenario de las relaciones con los Estados
unidos; imponen hoy grandes desafíos al trabajo ideológico, enfatizó.
Hay programas muy bien enfocados hacia los sectores que el enemigo
ha identificado como los más vulnerables, especialmente los jóvenes, la
intelectualidad, los trabajadores de las formas no estatales y las
comunidades de mayores necesidades materiales y económicas. Por ello, se
hace imprescindible perfeccionar la labor ideológica diferenciada, con
prioridad hacia los jóvenes y la niñez, afirmó.
El desarrollo de la economía, junto a la lucha por la paz y el trabajo ideológico, constituyen la misión esencial del Partido. Con respecto a la política de Cuadros, Raúl dijo que también se
avanzó, aunque no se desconoce la influencia de factores subjetivos,
asociados a la pirámide invertida, lo que lleva a fluctuaciones de los
cuadros y a que personas sin compromiso y ética sean promovidos a cargos
importantes.
Destacó que en los últimos años más mujeres, negros y mestizos han
ocupado cargos de dirección. No obstante, no se está complacido porque
persisten viejos hábitos, por lo que es preciso trabajar con
sistematicidad, previsión e intencionalidad. La cantidad de mujeres en
cargos decisorios aumentó, pero la cifra no expresa el potencial del que
disponemos. Debe proseguirse elevando la promoción de nuestras
combativas féminas en cargos decisorios de la nación, indicó.
Por:
Que alguien nos lo recuerde, por favor. Han pasado 57
años y yo acababa de nacer. El Presidente Obama no había nacido. ¿Cuál
fue el punto de ruptura de Cuba y los Estados Unidos?, ¿por qué,
apenas un año después de iniciada la Revolución, en diciembre de 1960,
el Gobierno estadounidense suprimía la cuota azucarera que cada año
reservaba al principal producto cubano de exportación?, ¿acaso porque se
violaban los derechos humanos? No lo creo.
La Revolución había
derribado una dictadura que los violaba impunemente, que asesinaba a los
jóvenes en las calles. Aquel ejército asesino y corrupto combatía a los
insurgentes en las montañas orientales, con armas estadounidenses. ¿Por
qué, si no habían roto con Batista, rompían con el recién estrenado
gobierno revolucionario? Ah, la doctrina imperial de seguridad
nacional: el país no termina donde termina, se extiende hasta las torres
de petróleo del Medio Oriente o de Venezuela, hasta cualquier lugar
donde operen o pretendan operar las trasnacionales.
Se le impuso el
bloqueo económico, comercial y financiero a una semicolonia que se
insubordinaba; algo que, ciertamente, afectaba sus intereses económicos
trasnacionales.
Nuestro Presidente ha propuesto al Gobierno de los Estados Unidos
una convivencia civilizada que acepte y respete las diferencias. Pero
cuando el Presidente Obama habla de que el bloqueo no produjo los
resultados esperados y que ha decidido por ello cambiar de estrategia
(no de fin), dudo. ¿Será posible?, ¿querrán, de verdad, ellos? ¿No será
que el multipartidismo que exigen y el desarrollo de la propiedad
privada que desean se asocia no a la Carta de los Derechos Humanos, sino
al Decálogo de una soñada Reconquista económica y política?
Creo que la visita de Obama es un paso positivo. Es un hombre
carismático. Con su sonrisa y su inteligencia natural, conquista
corazones. Nosotros, quiero decir, los cubanos de las últimas décadas,
conocimos a otro tipo de líder. El candidato a un cargo político en
aquella sociedad debe ser un producto apetecible para el potencial
consumidor: debe saber reír con los humoristas de turno, y si es
posible, hasta bailar. Los electores-consumidores lo tendrán en cuenta
—se supone—, si es simpático, y parece seguro de sí.
Su programa de
gobierno recogerá dos o tres tópicos de gran demanda para el sector que
representa y mantendrá el orden establecido. Yo agradezco que venga, y
que intente capturar mis sentimientos. Pero los cubanos hemos estudiado,
y eso sirve de algo: las medidas que ha tomado para desestructurar el
bloqueo, en lo posible, eluden la colaboración con el Estado, que es por
cierto quien asegura la salud y la educación gratuita de todos los
cubanos, y la seguridad social de niños, ancianos y desvalidos. Su
propósito, insiste en ello, es estimular el éxito de los llamados
“emprendedores”, los pequeños y medianos propietarios. Cree que ellos
abrirán el camino hacia el capitalismo cubano.
El capitalismo cubano,
desde luego, no sería muy cubano. Y aquí está la bola escondida; porque
si las trasnacionales regresan y se apoderan del país como antes, los
pequeños y medianos propietarios serían barridos. Resulta que,
paradójicamente, los cuentapropistas cubanos serán exitosos mientras
vivan en una sociedad socialista.
A pesar de estas cavilaciones incómodas, me sentí satisfecho cuando
dijo: “el destino de Cuba no va a ser decidido ni por Estados Unidos ni
por otra nación, el futuro de Cuba —es soberana y tiene todo el derecho
de tener el orgullo que tiene— será decidido por los cubanos y por nadie
más.” ¿Entenderá lo que para nosotros significa, en términos de soberanía
nacional, que ocupen ilegalmente por más de cien años parte de nuestro
territorio en Guantánamo?
Si la idea es que nuestros pueblos se encuentren y compartan con
libertad sus criterios, aceptamos el reto. Nosotros también tenemos
cosas que aportar y criterios que defender; no es gratuito el interés
mutuo por desarrollar investigaciones médicas conjuntas, y por colaborar
en el control de epidemias que afectan por igual a todos los pueblos
del mundo, como las del cólera en Haití, el ébola en África o el zika,
más recientemente. Entonces, no entiendo por qué Obama, si elogia la
actitud de Cuba en África, mantiene el programa que estimula la
deserción de los médicos y enfermeros que colaboran en otras naciones.
La lógica de la convivencia civilizada conduce a la eliminación
incondicional del bloqueo. Y descarta frases como esta: “hay mayor
interés en el Congreso para eliminar el embargo. Como dije
anteriormente, la rapidez con que ello suceda, en parte va a depender de
que podamos solventar ciertas diferencias sobre asuntos relacionados
con derechos humanos.” La no aceptación del sistema político cubano,
digámoslo de una vez, nada tiene que ver con principios o convicciones
humanistas, sino con intereses económicos imperialistas.
Fidel y Raúl
—tanto como Camilo y el Che, entre otros— conquistaron el corazón de los
cubanos en 1959, no por un estudiado carisma eleccionario, sino porque
primero pusieron en juego el suyo propio, porque más que con palabras —y
no se puede decir que hablaran poco— hablaron con hechos. Es el tipo
de líder al que se acostumbraron los cubanos.
Obama no pudo resistir la
tentación de fotografiarse con la silueta del Che a sus espaldas; él
nada tuvo que ver con su muerte, desde luego, pero es el Presidente del
imperio que la decretó. ¿Intentaba apoderarse del símbolo o solo se
llevaba a casa un souvenir? La apropiación y la manipulación de los
símbolos podría ser tema de otro artículo.
Que acepten nuestro socialismo pacífico no es un grave problema, Cuba
no es una amenaza para los Estados Unidos. Pero si el imperialismo no
se contiene, por naturaleza, en sus fronteras, ¿qué hacemos? Esta visita
ya es histórica. Hacía 88 años que no venía un Presidente de ese país;
antes del 59, la colonia se administraba desde la Embajada. El puente
de la confianza debe construirse desde las dos orillas.