Recordar es volver a vivir

Mis compañeros de la adolescencia, los de hace 20 años, pidieron nos encontráramos. No niego recibí tremendo alegrón, muchos recuerdos viajaron por mi mente: los amplios y brillosos pasillos de la secundaria y del preuniversitario donde estudiamos los seis cursos, el olor a tierra mojada de los campos que rodeaban el centro escolar, las primeras ilusiones amorosas, las fiestas de 15, las alborotadas risas en los dormitorios a la hora del descanso donde además, compartimos los buenos y malos momentos.

Ante la incertidumbre del reencuentro, albergué algunas dudas, no sabía en realidad a quienes encontraría en la cita. Fue en el céntrico parque Martí, lugar donde hace casi 20 años nos reuníamos para juntos ir a alguna “descarguita”. Para sorpresa mía, no pude pronosticar la alegría sentida al ver los rostros, todavía alegres, de mis condiscípulos.

Allí estaban los que pudieron ser avisados pues de boca en boca regamos la pólvora del encuentro. Verlos sonreír, escuchar sus anécdotas, era vernos en el espejo que caracteriza a la juventud cubana aguerrida, independientemente de las situaciones que en el campo de lo económico y social, cambió el rumbo nuestro allá por los años 90. Sin embargo, el encuentro fue como examinarnos por dentro.

Los que allí estábamos, habíamos encontrado nuestro propio camino después de 20 años, en su mayoría gozamos la dicha de la maternidad o la paternidad, del amor, el desamor, y hasta la desdicha de haber perdido a un ser querido, fue entonces cuando nos percatamos que el pasado y la nostalgia formaba parte de un presente imposible de deshacer.

En la cita supe que Fernando es ingeniero, labora en la EPCOMA del municipio de Caimanera, y lo acompaña la alegría y el deseo de servir a los demás, características que lo acompañó desde la adolescencia. Arianne, licenciada en inglés, ahora labora en el Tele punto de ETECSA, e Irán en La Sucursal, ambos compañeros en la vida, iniciaron sus amores en los bancos de la escuela… ¡Cuántos recuerdos!

Supimos también que Morvelis mantiene la dulzura de siempre, es laboratorista y tiene dos hijos, Odalis es una excelente técnica en farmacia, en tanto Mireyita es Licenciada en Farmacia y labora en Homeopatía y Terapia floral, a ella todavía la acompaña la seriedad ante la toma de decisiones.

María Rosa me sorprendió, ella, mulata alegre, sigue con el mismo espíritu que la caracterizó siempre, es ama de casa y junto a su esposo cuidan de la educación de sus hijos. Razón tenían mis compañeros cuando hablaban de Felipe, él, al igual que en sus años mozos, mantiene un buen sentido del humor para compartir con sus colegas de la Empresa de Farmacias y Ópticas, donde labora actualmente.

¿Y Jadilly?, la morita que recordamos con su largo pelo rizado, y a quien Pedro Luis y Leonel mortificaban sin cesar, entre sus niñas correteando a su alrededor, mantiene la alegría en su rostro y atiende extranjería en la Facultad de Medicina, mientras Bernardo es inversionista de Educación Municipal.

En la cita hablamos de los seis años juntos en la escuela, de la universidad, la familia, de Francisco, ese buen amigo enfermero que ya no está con nosotros y de Angel, Adrián, Alexis Bernardo, Vivian, Jesús Pacheco, Digna, José…., de ellos, unos no asistieron por que viven fuera de la provincia, o colaboran en tierras venezolanas y africanas. En fin, los que allí nos encontramos, nos hemos hecho hombres y mujeres de buenos sentimientos, independientemente de los avatares de la vida.

Doy gracias a Irán y a Felipe la idea de este encuentro, mirarnos nuevamente me hizo recordar la letra de aquella canción “que 20 años no es nada…”, sólo que ahora 20 años son lustros llenos de esperanzas y cosas por contar. Invito a otros grupos a que se encuentren nuevamente con su pasado, les garantizo es una experiencia inolvidable.

¿Cuánto cambié?, no sé, algunos dijeron que había madurado y ahora tomo las cosas con más seriedad, otros, que me acompaña la misma tranquilidad de siempre. Nada, ojalá se repita el encuentro, es la oportunidad que tenemos para saber qué hicimos con el tiempo que pasó, porque recordar es volver a vivir.

El palacio de mi ciudad

Corría el año 1919 y Guantánamo, tierra entre ríos, sólo contaba con 14 mil 762 habitantes. Para entonces se materializa la idea de erigir en pleno corazón de la ciudad lo que hoy constituye el palacio Salcines, majestuosa edificación al estilo ecléctico, en la que su autor, el ingeniero civil e hidráulico José Lecticio Salcines Morlotte, recrea su buen gusto por la arquitectura y escultura cubanas.

El inmueble fue concebido como vivienda, y constaba de tres niveles: el primero constituía una planta libre, en la que se asentaba un local para el estudio profesional de Salcines, mientras el segundo y el tercero contenían los objetos personales de los moradores.

El sistema constructivo de la edificación, en su conjunto, está basado en columnas y vigas de hormigón armado, con puertas donde sobresalen líneas curvas y excelsas esculturas, que logran extrema independencia planimétrica. Pertenece al eclecticismo mayor, en suma, el edificio marcó un hito en las construcciones que Salcines diseñó en la ciudad.

La arquitectura de esta construcción, marcó un despegue en la incipiente urbe, caracterizada por sus calles rectas y bajas construcciones coloniales, razones que sitúa a este edificio dentro de un nuevo estilo, lujoso, con predominio de imágenes de alto y bajorrelieve en las esquinas y la presencia de persianas francesas.

El espacio interior del palacio Salcines está bien definido: los salones se conectan entre sí por un área poseedora de vitrales característicos de la época, así se lograría la necesaria iluminación del inmueble. En las paredes aún prevalecen las cenefas y pinturas murales, realizadas por el catalán Buenaventura Morando y realizadas en varios estilos, además de las cenefas consideradas por especialistas del Arte como una de las más sobresalientes de la región oriental.

En la parte alta del Palacio está situada la impresionante cúpula, pieza diseñada al estilo neoclásico y constituye el elemento de mayor significación formal en el edificio, funciona como un mirador. Sobre ella se erige La Fama, pieza esculpida por el italiano Américo Chini y que desde el año 1995 devino Símbolo de la ciudad, razón por la cual su réplica se entrega cada año a personalidades distinguidas de la provincia y el país.

La Fama representa la figura femenina de una deidad, elemento mitológico que a través de una corneta anuncia las buenas y malas noticias, y está situada justamente frente al sitio por donde primero sale el Sol, en esta la provincia más oriental de Cuba.