Las “gracias” ¿ en saco roto?

Hace unos días presencié una escena que bien vale la pena, como dice nuestro colega Manuel Calviño, cuando termina su programa televisivo, comentar con ustedes. Se trataba de una abuelita, que, en una guagua con destino a Santiago de Cuba, y frente a la mirada inquisidora de quienes la rodeaban ante la malacrianza del nieto, prefirió darle el asiento al pequeño de seis años aproximadamente, para “que se quedara tranquilo”.

En ese momento, con gran indignación, me pregunté hasta qué punto los padres del niño le enseñan los modales de educación formal. El brindarle el asiento en el ómnibus a una anciana, un impedido físico, una mujer embarazada..., son hechos que se repiten con periodicidad en la mayoría de los jóvenes y no tan jóvenes. Sin embargo, lamentablemente esta afirmación no es tan así, pues todavía prevalecen ciertos ademanes negativos en la conducta social de algunos ciudadanos.

¿En cuántas ocasiones usted no ha presenciado actos que denotan falta de educación formal? Es el caso de jóvenes que a altas horas de la noche vociferan, rompen botellas en el medio de la calle después de disfrutar de una fiesta, te interrumpen el paso sin antes pedir permiso, y hasta los que se hacen los dormidos para no ceder el asiento en una guagua a personas que, por problemas de salud, edad avanzada o cualquier otra razón limitante merecen este acto de cortesía.

También estoy segura de que en varias ocasiones has pedido permiso entre un grupo de personas que conversan, o has dado las gracias al bajarte de un carro que te dio una ayuda para llegar temprano al trabajo y el "es suyo" o el “ por nada”, no han aparecido por ningún lugar. Al parecer el saludo, la retribución de un favor está fuera de moda para algunas personas, y, por ende, consideran anacrónicas expresiones como: " gracias", " con permiso", “para servirte”, " ¿me disculpas, por favor ".

El idioma español es rico en locuciones y frases de muy buen gusto para agradecer un elogio o un favor. De manera que, si no las usamos en el momento preciso y en su forma correcta, podríamos correr el riesgo de que desaparezcan del Diccionario de la Lengua Española, cuando menos lo imaginemos. Por lo tanto, es oportuno utilizar las armas que nos impone la lengua de Cervantes.

Los buenos hábitos deben primar en las relaciones interpersonales, ellos perduran en la medida en que volvamos nuestras miradas hacia las buenas costumbres. El cubano es portador de una increíble simpatía, de buen sentido del humor, compañerismo..., cualidades que, acompañadas de buenos modales, son imprescindibles en las relaciones humanas.

Y soy optimista cuando pienso en que estos ademanes están ahí, cerquita de nosotros, pero en ocasiones nos cuesta trabajo sacarlos a relucir. Es cierto que entre compañeros hay acomodo y nos adaptamos a no agradecer por que simplemente compartimos todos los días, pero esto no justifica el utilizar las reglas de las buenas costumbres para que no se nos vayan como agua de entre las manos.

Sólo basta una mirada o una sonrisa para agradecer el detalle. El saludo en la mañana, pedir permiso entre personas que conversan en la acera, apartar el asiento para que nuestra compañera se coloque primero, son simples detalles que siempre se agradecen.

Seguro coincidimos en que no hacen falta tantos halagos, ni sendas palabras de agradecimientos, con un simple “muchas gracias”, retribuimos la cortesía. El compañerismo, la caballerosidad, el respeto... deben de prevalecer entre los individuos. No permitamos que la insensibilidad y la descortesía hieran los sentimientos de las personas. Las “gracias”, “los con permiso”, no deben jamás caer en saco rotoen saco roto?

Hace unos días presencié una escena que bien vale la pena, como dice nuestro colega Manuel Calviño, cuando termina su programa televisivo, comentar con ustedes. Se trataba de una abuelita, que, en una guagua con destino a Santiago de Cuba, y frente a la mirada inquisidora de quienes la rodeaban ante la malacrianza del nieto, prefirió darle el asiento al pequeño de seis años aproximadamente, para “que se quedara tranquilo”.

En ese momento, con gran indignación, me pregunté hasta qué punto los padres del niño le enseñan los modales de educación formal. El brindarle el asiento en el ómnibus a una anciana, un impedido físico, una mujer embarazada..., son hechos que se repiten con periodicidad en la mayoría de los jóvenes y no tan jóvenes. Sin embargo, lamentablemente esta afirmación no es tan así, pues todavía prevalecen ciertos ademanes negativos en la conducta social de algunos ciudadanos.

¿En cuántas ocasiones usted no ha presenciado actos que denotan falta de educación formal? Es el caso de jóvenes que a altas horas de la noche vociferan, rompen botellas en el medio de la calle después de disfrutar de una fiesta, te interrumpen el paso sin antes pedir permiso, y hasta los que se hacen los dormidos para no ceder el asiento en una guagua a personas que, por problemas de salud, edad avanzada o cualquier otra razón limitante merecen este acto de cortesía.

También estoy segura de que en varias ocasiones has pedido permiso entre un grupo de personas que conversan, o has dado las gracias al bajarte de un carro que te dio una ayuda para llegar temprano al trabajo y el "es suyo" o el “ por nada”, no han aparecido por ningún lugar. Al parecer el saludo, la retribución de un favor está fuera de moda para algunas personas, y, por ende, consideran anacrónicas expresiones como: " gracias", " con permiso", “para servirte”, " ¿me disculpas, por favor ".

El idioma español es rico en locuciones y frases de muy buen gusto para agradecer un elogio o un favor. De manera que, si no las usamos en el momento preciso y en su forma correcta, podríamos correr el riesgo de que desaparezcan del Diccionario de la Lengua Española, cuando menos lo imaginemos. Por lo tanto, es oportuno utilizar las armas que nos impone la lengua de Cervantes.

Los buenos hábitos deben primar en las relaciones interpersonales, ellos perduran en la medida en que volvamos nuestras miradas hacia las buenas costumbres. El cubano es portador de una increíble simpatía, de buen sentido del humor, compañerismo..., cualidades que, acompañadas de buenos modales, son imprescindibles en las relaciones humanas.

Y soy optimista cuando pienso en que estos ademanes están ahí, cerquita de nosotros, pero en ocasiones nos cuesta trabajo sacarlos a relucir. Es cierto que entre compañeros hay acomodo y nos adaptamos a no agradecer por que simplemente compartimos todos los días, pero esto no justifica el utilizar las reglas de las buenas costumbres para que no se nos vayan como agua de entre las manos.

Sólo basta una mirada o una sonrisa para agradecer el detalle. El saludo en la mañana, pedir permiso entre personas que conversan en la acera, apartar el asiento para que nuestra compañera se coloque primero, son simples detalles que siempre se agradecen.

Seguro coincidimos en que no hacen falta tantos halagos, ni sendas palabras de agradecimientos, con un simple “muchas gracias”, retribuimos la cortesía. El compañerismo, la caballerosidad, el respeto... deben de prevalecer entre los individuos. No permitamos que la insensibilidad y la descortesía hieran los sentimientos de las personas. Las “gracias”, “los con permiso”, no deben jamás caer en saco roto