Frank País: el revolucionario más buscado de Santiago de Cuba

Frank País García
Hoy Santiago de Cuba atesora sus restos. Esa misma ciudad donde nació y a la que dio su vida por una causa justa. Frank País García era su nombre y solo tenía 23 años cuando fue ametrallado en el Callejón del Muro, en la Ciudad héroe, junto a su compañero de lucha Raúl Pujols.

En homenaje a su memoria y la del resto de los héroes caídos en defensa de la Patria, incluido René Ramos Latour, Daniel, asesinado un año después en igual fecha y quien tras la muerte de Frank lo sustituyera como Jefe de Acción y Sabotaje del M-26-7, un Consejo de Ministros simbólico acordó declarar el 30 de Julio “ Día de los mártires de la Revolución Cubana».

Amante de la música y la poesía, Frank País García, el jefe de Acción y Sabotaje del Movimiento 26 de Julio en la clandestinidad, se refugiaba en estas manifestaciones del arte para intentar aliviar el dolor punzante por la pérdida de un amigo, o de un hermano. Fue un hombre que ante cualquier circunstancia  actuó sereno con la responsabilidad que exigía el cargo que poseía, fue el revolucionario más buscado de Santiago de Cuba.

Muchas opiniones versan sobre Frank, quien además organizó el Alzamiento del 30 de Noviembre en la Ciudad Héroe. Fidel Castro Ruz, al enterarse de su muerte escribe una carta a Celia Sánchez, donde lo calificó como “el más valioso, el más útil, el más extraordinario de nuestros combatientes", y en la propia misiva enfatizó: "…  No sospecha siquiera el pueblo de Cuba quien era Frank País, lo que había en él de grande y prometedor".

David fue uno entre tantos seudónimos clandestinos que tenía y que trascendió más allá de asesinato por los cuerpos represivos. De este joven maestro con rostro de adolescente, Ernesto Che Guevara expresó: “Sus ojos mostraban enseguida al hombre poseído por una causa, con fe en la misma y además, que ese hombre era un ser superior. Hoy se llama, el inolvidable Frank País; para mí que lo vi una sola vez, es así”.

 “Era uno de estos hombres que se imponen en la primera entrevista, dijo, su semblante era más o menos parecido a lo que muestran las fotos actuales, pero tenía unos ojos de una profundidad extraordinaria […] mostraban enseguida al hombre poseído por una causa, con fe en la misma y además, que ese hombre es un ser superior”.
Bibliografía de la época testifica que Nilda Ferrer, amiga y compañera de lucha de Frank, dice: Hay un momento en que Frank mira a América con una dulzura, una expresión. Era tranquilidad, confianza, felicidad, paz. Todo estaba resumido ahí”. Mientras, su novia América Domitro, en el momento de su muerte expresó refiriéndose a sus asesinos:  “A Frank lo mataron ustedes, pero aun después de muerto ustedes le tienen miedo, cobardes”.


“Sí sé que para él las palabras disciplina, organización, civismo, libertad tenían un valor sagrado, conjugándose en su mente y en su acción, guardando un magnífico equilibrio… en él hicieron síntesis todas las virtudes revolucionarias.” Así dijo  Armando Hart Dávalos, en torno a la personalidad de Frank País.

Los héroes no escogen el momento de entregar la vida por la Patria. Por eso  hoy 30 de julio, Día de los mártires, recordamos a hombres como Frank País García, líder eterno de la lucha clandestina y a otros que con su ejemplo, llevarán en lo alto las antorchas de la historia.

En el Moncada vivió José Martí y eternizó su memoria

En el Moncada vivió José Martí y eternizó su memoria
El pensamiento martiano ha trascendido los límites del tiempo y hoy constituyen fuente inagotable de valores patrióticos, de justicia y de dignidad humana. Y esta es la base fundamental que sustenta la  Batalla de Ideas que libra el pueblo cubano en su afán por defender las conquistas de la Revolución.

Por tal razón, Fidel Castro Ruz tras los sucesos del 26 de julio de 1953 expresaría: “Parecía que el Apóstol iba a morir en el año de su centenario, que su memoria se extinguiría para siempre, ¡tanta era la afrenta! Pero vive, no ha muerto, su pueblo es rebelde, su pueblo es digno, su pueblo su fiel a su recuerdo...¡Cuba, qué sería de ti si hubieras dejado morir a tu Apóstol!

La presencia decisiva del Héroe Nacional en los combatientes moncadistas era una realidad tangible. Tan grande fue el sentido ético de José Martí que bajo esa hermosa frase de "Patria es Humanidad", nos legó una divisa realmente solidaria y justiciera. Sin dudas él, dotado de una inteligencia soberana, siempre usó ese don para hacer de los pueblos de América independientes y libres.

El  intento de tomar los cuarteles resultó fallida y costó mucha sangre a decenas de cubanos humildes, asesinados por orden de la dictadura batistiana, sin embargo, la acción constituyó el comienzo de la lucha armada, que concluyó posteriormente, con el triunfo de las armas del pueblo el 1ro de enero de 1959.   

La presión popular había impuesto a la tiranía Batistiana la amnistía los jóvenes de la Generación del Centenario, encabezado por el joven abogado Fidel Castro. En medio de la persecución constante y las limitaciones materiales, se imponía el entrenamiento y el acopio de recursos, además de la decisión de cumplir la máxima del líder revolucionario cuando expresó: "En el 56 seremos libres o seremos mártires."

José Martí y el Moncada son la armazón dialéctica del camino ético y revolucionario de una nación y sus luchas por la libertad. El Moncada mostró a Cuba el curso que seguiría la Generación del Centenario: la estrategia de lucha armada, sus bases ideológicas, sus metas, su moral revolucionaria y sus principios políticos.

El Moncada fue obra martiana llevada a cabo por la Generación del Centenario aquel 26 de julio de 1953. Y no ha pasado a la historia como un hecho aislado, sino como un enlace histórico, un vínculo de nuestro pasado con el presente de dura lucha y con el futuro promisorio de victoria. En el Moncada vivió el Apóstol, en el Moncada se eternizó su memoria y se rescató para siempre la dignidad nacional.

Ramón López Peña: ejemplar entre ejemplares

Ramón López Peña, primer mártir de esa unidad de las Fuerzas Armadas Revolucionarias
Guantánamo es la primera trinchera antiimperialista de Cuba en la lucha contra el imperialismo que pretende dirigir el destino de los pueblos. Y es justo en esta trinchera donde está la Brigada de la Frontera Orden Antonio Maceo, unidad que guarda en su interior, hombres y mujeres dotados de heroísmo, serenidad e inclaudicable firmeza.

Desde el triunfo de la Revolución Cubana, la base naval estadounidense ubicada en el sudeste de Guantánamo, con sus más de 117 kilómetros cuadrados de área, ha sido eje de discordia entre Cuba y Estados Unidos. De hecho, desde hace más de 60 años exigimos al imperio su devolución, pues desde el punto de vista del derecho internacional es una zona ocupada.

El 19 de julio de 1964 se abría otro capítulo en la historia de las agresiones hacia Cuba desde el territorio ilegalmente ocupado. Ese día, disparos procedentes del enclave cegaron la vida al soldado Ramón López Peña, mientras cumplía su deber en la posta 44 de la Brigada de la Frontera.

El horrendo crimen formaba parte de la extensa lista de infamias del imperialismo norteamericano contra nuestro país. A partir de este momento, el joven López Peña se convertía en el primer mártir de esa unidad de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), vanguardia del sistema defensivo cubano.

¿CÓMO FUE AQUEL 19 DE JULIO 1964?

En el libro A escasos metros del enemigo, de las investigadoras Felipa Suárez y Pilar Quesada, uno de los compañeros de Ramón, Genaro Rodríguez Cruz, testimonió que: “Desde que llegamos fuimos objeto de continuas provocaciones: los marines tiraban piedras, hacían gestos ofensivos y gritaban palabras obscenas.

”Como era domingo, desde temprano estaban emborrachándose. A nuestro lado, el cabo Rolando, jefe de la escuadra, informaba por teléfono todo cuanto iba sucediendo. Yo llevaba una cantimplora llena de café y, jocosamente, porque tenía una sonrisa en el rostro, López Peña dijo: 'Vamos a tomar café que esta gente está jodiendo mucho, hoy va a haber jodedera'.

”Unos minutos más tarde vimos a dos marines tirarse al suelo y disparar hacia nosotros. Las dos primeras ráfagas hicieron un surco delante de los pies de López Peña y del soldado Héctor Pupo. De inmediato, el cabo Rolando nos manda a entrar a la trinchera. Vamos entrando uno a uno, pero siguen los disparos y oigo a mi espalda a uno de los compañeros de guardia que dice: 'Hirieron a uno' , me viro y grito: '¿A quién? ' , y es el propio López Peña quien me responde: 'A mí, yo estoy herido'.

”Venía tambaleándose hacia el sitio seguro de la trinchera cuando se desploma y, ya en el suelo, dice: 'Marines, hijos de puta, me han matado'. Fueron sus últimas palabras. Vimos la gravedad de sus heridas, incluyendo la del proyectil que le atravesó el cuello, y lo acomodamos en el piso, su máscara antigás se la pusimos de almohada. Poco después llegó un sanitario corriendo a campo traviesa y un médico en una ambulancia, pero ya era tarde. Allí mismo el médico reconoció el cuerpo y certificó la muerte de Ramón de López Peña”, culminó Rodríguez Cruz.

Mario Pagés Pérez, otro de los compañeros de Ramón, atestiguó en A escasos metros del enemigo: “Esa noche nadie durmió en el destacamento. Ellos eran muy unidos y derramaron muchas lágrimas de dolor e indignación por el crimen. Hubo que hablarles, explicarles que no podíamos actuar sin órdenes superiores. Estaban que si se les decía: Vamos para allá... no sé qué habría pasado”.

RAMÓN LÓPEZ PEÑA, EL JOVEN SOLDADO

Ramón López Peña era natural de Puerto Padre, Las Tunas, allí residía con su familia. Había nacido en 1946 y desde temprana edad trabajaba en el campo. Estudió solo hasta el sexto grado, debido a que la situación económica familiar era tan difícil que no le permitió continuar sus estudios. Era el mayor de los hermanos de esta humilde familia carbonera.

A los 15 años Ramón se incorpora a las Milicias Nacionales Revolucionarias y poco después ingresa en las FAR. Posteriormente, y debido a su excelente proceder en la División 50, en Mangos de Baraguá, es trasladado a la Brigada de la Frontera, en Guantánamo.

En la unidad, el joven soldado conservó una honorable actitud, participaba en la preparación combativa y en la superación cultural. Era íntegro. Solo había pasado 17 meses y ya era distinguido como ejemplar durante el proceso de ingreso de los soldados a la Unión de Jóvenes Comunistas en las FAR, que comenzó el 15 de julio, cuatro días antes del vil crimen.

EL SEPELIO DEL MÁRTIR

El sepelio de Ramón López Peña estuvo encabezado por el ministro de las FAR, fue una de las más grandes expresiones de duelo popular en Guantánamo. Más de 50 000 ciudadanos expresaron su rechazo y furia ante el atroz crimen que engrosaría la larga lista de ignominias del imperialismo norteamericano contra Cuba.

Eunomia Peña, madre de Ramón y mujer de la estirpe de Mariana Grajales, en el funeral, grabó en la agenda de una reportera de la agencia Prensa Latina: “Yo como madre cubana que he perdido un hijo asesinado por los yanquis pido a las demás madres que sigan la lucha, que no desmayen, que ante un dolor como ese, el enemigo no vea muestra de lágrimas, sino que ocupemos el lugar de nuestro hijo caído, y si es necesario dar la vida por defender la Revolución, la daremos”.

El Ministro de las FAR Raúl Castro Ruz, en el cortejo fúnebre, entregó a Andrés, padre de Ramón, el carné que reconocía a Ramón López Peña como el primer militante de la Unión de Jóvenes Comunistas en las FAR, mientras decretaba en su apasionado discurso: “¡Que viva la paz, pero con los fusiles, cañones y tanques bien engrasados!”.

Seleccionado en Guantánamo cartel y música del Carnaval 2017

Cartel Carnaval Guantánamo 2017
La conga del familión, de Pastor Ortiz Imbert, trabajador del hotel Guantánamo y el cartel de George Pérez González, artista de la plástica y miembro de la UNEAC, presidirán el Carnaval que del 10 al 13 de agosto de 2017, se celebrará en este territorio oriental.

Presidido por el maestro y arreglista Conrado Monier Riveaux,  el jurado valoró unas 29 piezas muiscales y eligió entre ellas, La conga del familión. Para dicho veredicto, la junta,  integrada además por el músico Adonis Fernández Mulen y el escritor José Ramón Sánchez, valoró la calidad, frescura y la alegría conque se refleja  la identidad del guantanamero.
 

Para seleccionar el cartel  del Carnaval Guantánamo 2017,  se presentaron 15 obras de 6 autores diferentes. El jurado, integrado por el artista de la plástica Oscar Nelson Álvarez  en calidad de presidente e integrado además, por Leonardo Borruel Ramírez, métodologo del Consejo provincial de Casas de Cultura, falló por la obra de Pérez González, quien además, llevo al certamen 4 propuestas.

La pancarta seleccionada para presidir las fiestas populares, exhibe la alegría, la policromía y varios elementos identitarios de las fiestas populares. Ello, fusionado al acertado uso de la tipografía, entregan una obra donde se impone La Fama, símbolo de la ciudad de Guantánamo, situada en la cúspide del Palacio Salcines, joya de la arquitectura del oriental territorio.
 
La convocatoria para el Cartel y la música para estas fiestas populares,  fue promovida por la Comisión Carnaval Guantánamo 2017, la Dirección municipal de Cultura y el Consejo provincial de las Artes Plásticas en el territorio oriental.

¿Es posible unir lo mejor del capitalismo y el socialismo?


Cuando el mundo era bipolar, alguien dijo lo que suena a obviedad: “juntemos lo mejor del capitalismo y el socialismo en un solo sistema“. Si cada uno tiene sus defectos y virtudes por qué no desechar lo inútil. La idea es atractiva, sería algo así como la sociedad idílica. Pero qué impide realizarla ¿Por qué se sigue hablando de capitalismo y socialismo? Detrás de aquella obviedad habita otra: no puedes sacar lo mejor del capitalismo como si se tratara de una fruta que se dañó al caer del árbol. Las virtudes de ese sistema se sustentan en sus defectos.

Al parecer la idea no era lo que prometía y continúan las mismas opciones: o mantienes el modo de vida que daña cada rincón de este planeta o buscas una alternativa que solucione los problemas desde la raíz.
En la política, como en la vida, estar en el centro resulta complicado. Sin embargo, existe el funambulismo.

Cubadebate conversó sobre el Centrismo Político con el intelectual cubano, Enrique Ubieta, quien a preguntas sencillas respondió con disertaciones sobre la historia, vigencia y posible aplicación en Cuba de la llamada Tercera Vía.

–¿Es posible que el centrismo represente lo mejor del capitalismo y el socialismo?

–El capitalismo no es una suma de aspectos negativos y positivos, de elementos que pueden ser rescatados o desechados: es un sistema, que en algún momento fue revolucionario y hoy no lo es. Lo engloba y lo encadena todo: la alta tecnología, la más sofisticada riqueza y la miseria más absoluta. 

Los elementos que contribuyen a una mayor efectividad en la producción son los mismos que enajenan el trabajo humano. Los que generan riqueza para unos pocos, producen pobreza para las mayorías, a nivel nacional e internacional. Me parece una falacia establecer semejante meta: no existe “lo mejor del capitalismo”, como si este pudiera ser depurado, como si un capitalismo bueno fuese factible. Hay versiones muy malas, como el neoliberalismo o el fascismo, pero no conozco ninguna buena. El capitalismo siempre es salvaje.

Por otra parte, el socialismo, a diferencia del capitalismo, no es una totalidad orgánica, una realidad ya construida, sino un camino que no deja atrás de golpe al sistema que intenta superar. Probamos por aquí y por allá, adoptamos nuevas formas, avanzamos y retrocedemos, eliminamos lo que no resulta, rectificamos los errores una y otra vez; un camino hacia otro mundo, en medio de la selva, porque el capitalismo es el sistema hegemónico. Lo que lo caracteriza es su intención confesa, consciente, de superar al capitalismo.

¿Existe un centro? ¿Sobre qué bases se establece? En el sistema electoral capitalista supuestamente existe una izquierda y una derecha, pero esa izquierda, cuya matriz ideológica es la socialdemocracia, que en sus orígenes era marxista y pretendía reformar el capitalismo hasta hacerlo gradualmente desaparecer, hoy es funcional al sistema, y ha renegado del marxismo, y se diferencia de los partidos conservadores en sus políticas sociales y en su comprensión desprejuiciada de la diversidad.  

La fórmula centrista funciona al interior del sistema capitalista como un recurso electorero. El elector –que se maneja como un cliente porque las elecciones funcionan como si fueran un mercado– está harto de que los partidos de derecha y de izquierda se alternen y apliquen políticas similares, y el sistema construye entonces una falsa tercera vía.

Pero los polos reales no están dentro de un sistema, se contraponen: son el capitalismo y el socialismo. No existe un centro, un espacio neutro entre los dos sistemas. La socialdemocracia se ubica dentro del capitalismo, pero finge ser un centro, que intenta hacer lo que declaramos imposible: tomar lo mejor de uno y otro sistema. 

En realidad, provoca una alternatividad de métodos, no de esencias. Más allá de casos muy aislados, como pudo haber sido Olof Palme en Suecia, que vivía en un país muy rico, que aún sin haber tenido colonias, como parte del sistema capitalista, también se benefició del sistema colonial y neocolonial.

La socialdemocracia, que parecía ser la triunfadora, dejó de tener sentido cuando cayó la Unión Soviética y desapareció el Campo Socialista. Ni siquiera en Suecia pudo mantenerse (Olof Palme fue asesinado). A partir de entonces, el sistema ya no la necesitó y tiene que recomponerse. La Tercera Vía de Tony Blair es un centro que se ha corrido todavía más hacia la derecha: acepta e instrumenta una política neoliberal y se alía a las fuerzas imperialistas en sus guerras de conquista. La historia de la socialdemocracia es esencialmente europea.

¿Qué papel podrían tener las políticas de centro en Cuba?

En definitiva, ¿qué es ese centro? Es una orientación política que se apropia de elementos del discurso revolucionario, adopta una postura reformista y en última instancia frena, retarda u obstruye el desarrollo de una verdadera Revolución.

Y en otros casos, como el nuestro, intenta usar la cultura política de izquierda que existe en la sociedad cubana porque no puedes llegar aquí con un discurso de ultraderecha a tratar de ganar adeptos. Tienes que usar lo que la gente interpreta como justo y con ese discurso de izquierda empezar a introducir el capitalismo por la puerta de la cocina. Ese sería el papel que podría tener el centro dentro de una sociedad como la cubana.

Con diferentes terminologías y contextos, políticas similares al centrismo han estado presentes en la historia de Cuba desde que el Autonomismo intentara detener la Revolución independentista de 1895… ¿Por qué cree usted que hay una especie de resurgimiento del centrismo en Cuba en el contexto actual?

En la historia de Cuba está muy clara esa división de tendencias entre el espíritu reformista y el revolucionario. Es una vieja discusión en la historia del marxismo, pero solo voy a referirme a la tradición cubana.

El reformismo está representado por el autonomismo y por el anexionismo. Hay autores que insisten en decir que el anexionismo aspiraba a una solución radical, porque quería la separación de España. Aquí el término “radical” está mal usado, porque no se iba a la raíz del problema. 

La solución de anexar el país a los Estados Unidos era solo en apariencia radical porque pretendía conservar los privilegios de una clase social y evitarle además el desgaste económico de una guerra por la independencia, conservar el statu quo a través de la dominación de otro Poder que garantizara el orden.  Las dos tendencias, el anexionismo y el reformismo, tenían como base la absoluta desconfianza en el pueblo. El miedo a “la turba mulata”, como decían los autonomistas.

El reformismo entreguista ha permanecido a lo largo de la historia de Cuba hasta nuestros días, no se ha extinguido. La Revolución de 1959 lo barrió como opción política real, pero la lucha de clases no ha desaparecido. Si la burguesía o la que aspira a serlo, intenta retomar el poder en Cuba, tanto la que se ha formado fuera del país como la que pueda estar gestándose dentro, va a necesitar de una fuerza exterior que la respalde.

En Cuba no habría un capitalismo autónomo, no existe ya en ninguna parte del mundo, menos en un país pequeño y subdesarrollado. El capitalismo cubano, como en el pasado, solo puede ser neocolonial o semi-colonial. La única forma que tiene la burguesía de retomar y mantener el poder en Cuba, es a través de un poder externo; es la única opción para reproducir su capital, y ya sabemos que la Patria de la burguesía es el capital.

Hoy existe una situación que favorece este tipo de tácticas centristas, sembradas en Cuba desde el Norte. Termina su ciclo histórico-biológico la generación que hizo la Revolución. Alrededor del 80 por ciento de la sociedad cubana no vivió el capitalismo. Imagínate, Cuba es un país que intenta construir una sociedad diferente a otra que la gente no vivió. 

Hay una situación de cambio y se introducen nuevos elementos, antes rechazados, en la concepción del modelo económico-social. Es en ese contexto que las fuerzas procapitalistas construyen su discurso seudorevolucionario, solo en apariencia, enlazado a los cambios que se operan en el país.

¿La Actualización del Modelo Económico y Social Cubano tiene alguna semejanza con el Centrismo?

No la tiene. Apelo a conceptos que hallé en el filósofo argentino Arturo Andrés Roig. Es imprescindible diferenciar dos planos: discurso y direccionalidad discursiva, significado y sentido. Recuerdo que mientras estudiaba la década de 1920, observaba que Juan Marinello y Jorge Mañach decían casi lo mismo, manejaban conceptos muy similares, porque eran intelectuales que estaban en la vanguardia del pensamiento y el arte cubanos. Pero si sigues la trayectoria de ambos, comprenderás que aquellas palabras con significados similares tenían sentidos diferentes. 

Marinello se integró al Partido Comunista y Mañach fundó un partido de tendencia fascistoide. Uno peleaba por la justicia social y el socialismo, mientras que el otro deseaba tardíamente convertirse en el ideólogo de una burguesía nacional que ya no existía. No creo que esa ruptura sea solo el resultado de una evolución posterior: ya estaba implícita en la diferente direccionalidad histórica de sus discursos.

Es importantísima esa diferenciación de sentidos, hoy más que nunca, porque vivimos en un contexto lingüístico muy contaminado, promiscuo, en una sociedad global que ha asimilado el discurso e incluso los gestos tradicionales de la izquierda, sobre todo a partir de la Segunda Guerra Mundial. La lucha de clases se enmascara, y es preciso desentrañar a quienes sirven nuestros interlocutores.

¿Qué se proponen los Lineamientos? Buscar una vía propia, alternativa, para avanzar hacia el socialismo, ya que no existe ningún modelo universal y cada país y cada momento histórico son peculiares. Un socialismo cubano equivale a decir un camino cubano hacia una sociedad diferente a la capitalista, en un mundo hostil, desde la pobreza, el bloqueo implacable y la ausencia de recursos naturales, si exceptuamos el conocimiento de sus ciudadanos.

Esa es la situación real de Cuba. Nos proponemos mantener y profundizar la justicia social alcanzada, y para ello debemos dinamizar las fuerzas productivas. Por eso establecemos límites a la acumulación de riquezas y propiedades, y nos preocupamos por los mecanismos de control de esos límites. En sentido inverso, los centristas, con lenguaje parecido al nuestro, sugieren que hemos abandonado el ideal de justicia social, pero exigen una profundización de esos cambios que conduciría al desmantelamiento de lo mínimamente conseguido en términos de justicia. 

La “profundización” que exigen los centristas, tanto desde el punto de vista económico como político, es una vuelta al capitalismo. Pueden y deben ser escuchadas las opiniones críticas y divergentes en nuestra sociedad, pero todas deben apuntar hacia un mismo horizonte de sentido.

Cuando alguien dice que el socialismo no ha logrado erradicar la corrupción o la prostitución, yo me entristezco porque sé que es verdad. Pero al mismo tiempo habría que preguntar: “¿el capitalismo qué haría con eso?” Lo multiplicaría. Cuando la acusación no conlleva un camino hacia el afianzamiento del sistema que tenemos en el país –el único que puede subsanar sus defectos, insuficiencias y errores–, sino hacia su destrucción, la crítica es contrarrevolucionaria.

Porque no todo lo que hagamos estará bien; nos vamos a equivocar, eso es seguro. El que camina se equivoca. Lo importante es tener la capacidad para rectificar y tener claro el sentido de lo que estamos haciendo, para qué lo hacemos. Si en algún momento perdemos el rumbo, habrá que consultar la brújula que marca el sentido. Que todo lo que podamos hacer ahora, y lo que discutamos, esté marcado por la clarificación de qué queremos y hacia dónde vamos.

¿Se puede ser centrista y revolucionario al mismo tiempo?
No, en absoluto. Un reformista no es un revolucionario. Lo que no significa que un revolucionario no pueda hacer reformas. Los revolucionarios hicimos la Reforma Agraria, la Urbana… Ser reformista es otra cosa.

El reformista confía en las estadísticas y en descripciones exhaustivas de su entorno que terminan haciéndolo incompresible. Una descripción minimalista de las paredes de esta habitación no nos permitiría entender dónde estamos, porque este cuarto está en un edificio, en una ciudad, en un país, es decir, la descripción, para ser útil, presupone una comprensión mayor. Hay que alzarse en vuelo de cóndor para ser revolucionario, que es lo que Martí exigía.

El reformista es descriptivo –cree que la realidad se agota en lo que ve y toca–, por eso se confunde y falla. En la política, el reformista solo puede sumar los cuatro elementos visibles del entorno social. El revolucionario añade un quinto elemento subjetivo no detectable a simple vista. Un elemento que el reformista no toma en cuenta, porque no confía en el pueblo. 

Podemos resumir ese quinto elemento en el histórico reencuentro en Cinco Palmas de los ocho sobrevivientes del desembarco del Granma, dicho en palabras de Raúl: “Me dio un abrazo y lo primero que hizo fue preguntarme cuántos fusiles tenía, de ahí la famosa frase: ‘Cinco, más dos que tengo yo, siete. ¡Ahora sí ganamos la guerra!’. Es el salto sobre el abismo que pedía Martí. Eso es lo que diferencia a un revolucionario de un reformista. Y un centrista es algo peor que un reformista, porque de alguna manera es un simulador.

En la tradición europea toda esa trama conceptual, teórica, política que se fue urdiendo desde el siglo XIX le otorga cierta espesura a los debates. En Cuba esos debates manifiestan su trasfondo de forma mucho más evidente. Y toda esa palabrería de juntar capitalismo con socialismo, de quedarte en un plano discursivo revolucionario, pero en la práctica contrarrevolucionario, de alguna manera, a mi modo de ver, también evidencia cierto nivel de cobardía, cierta incapacidad para liderar un proyecto en el cual crees. Esas personas creen en un proyecto que es opuesto al nuestro, pero no tienen la fuerza política ni la valentía suficiente para enarbolarlo abiertamente.

En video, fragmento de la entrevista con Ubieta