Por tal razón, Fidel Castro Ruz tras los sucesos del 26 de julio de 1953 expresaría: “Parecía que el Apóstol iba a morir en el año de su centenario, que su memoria se extinguiría para siempre, ¡tanta era la afrenta! Pero vive, no ha muerto, su pueblo es rebelde, su pueblo es digno, su pueblo su fiel a su recuerdo...¡Cuba, qué sería de ti si hubieras dejado morir a tu Apóstol!
La presencia decisiva del Héroe Nacional en los combatientes moncadistas era una realidad tangible. Tan grande fue el sentido ético de José Martí que bajo esa hermosa frase de "Patria es Humanidad", nos legó una divisa realmente solidaria y justiciera. Sin dudas él, dotado de una inteligencia soberana, siempre usó ese don para hacer de los pueblos de América independientes y libres.
El intento de tomar los cuarteles resultó fallida y costó mucha sangre a decenas de cubanos humildes, asesinados por orden de la dictadura batistiana, sin embargo, la acción constituyó el comienzo de la lucha armada, que concluyó posteriormente, con el triunfo de las armas del pueblo el 1ro de enero de 1959.
La presión popular había impuesto a la tiranía Batistiana la amnistía los jóvenes de la Generación del Centenario, encabezado por el joven abogado Fidel Castro. En medio de la persecución constante y las limitaciones materiales, se imponía el entrenamiento y el acopio de recursos, además de la decisión de cumplir la máxima del líder revolucionario cuando expresó: "En el 56 seremos libres o seremos mártires."
José Martí y el Moncada son la armazón dialéctica del camino ético y revolucionario de una nación y sus luchas por la libertad. El Moncada mostró a Cuba el curso que seguiría la Generación del Centenario: la estrategia de lucha armada, sus bases ideológicas, sus metas, su moral revolucionaria y sus principios políticos.
El Moncada fue obra martiana llevada a cabo por la Generación del Centenario aquel 26 de julio de 1953. Y no ha pasado a la historia como un hecho aislado, sino como un enlace histórico, un vínculo de nuestro pasado con el presente de dura lucha y con el futuro promisorio de victoria. En el Moncada vivió el Apóstol, en el Moncada se eternizó su memoria y se rescató para siempre la dignidad nacional.