El 26 de julio de 1953 un grupo de jóvenes revolucionarios cubanos
liderados por Fidel Castro Ruz, asaltaron los cuarteles Moncada, en
Santiago de Cuba y Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo, iluminados por
las ideas de nuestro José Martí.
No era de extrañar entonces que justo en el Año del Centenario, momento
glorioso y de redención, fuera el escogido para materializar el aviso. Se imponía despertar conciencias adormecidas, llamar al combate,
refundar una Cuba necesitada de hombres y mujeres fuertes para llevar
hacia adelante la Revolución.
Procesado por aquellos sucesos, el entonces joven abogado Fidel Castro expresó: “Parecía que el Apóstol iba a morir en
el año de su centenario, que su memoria se extinguiría para siempre,
¡tanta era la afrenta! Pero vive, no ha muerto, su pueblo es rebelde, su
pueblo es digno, su pueblo su fiel a su recuerdo...¡Cuba, qué sería de
ti si hubieras dejado morir a tu Apóstol! Y no podía ser de otra manera. La musa estaba y se mantiene hasta hoy, en el pensamiento futurista,
revolucionario y antiimperialista de José Martí.
Para los
jóvenes de la Generación del Centenario existía una razón muy poderosa,
eran sencillamente, cubanos. Y ese día, se lanzaron al ataque de la
segunda fortaleza del país, independientemente de que muchos tildaron a
Fidel de loco porque decía que el autor intelectual de esa acción era
José Martí, caído en combate por la independencia de Cuba el 19 de mayo
de 1895.
El pensamiento martiano ha trascendido los límites del
tiempo y hoy constituyen fuente inagotable de valores patrióticos, de
justicia y dignidad humana. Por ello, su presencia entre los
combatientes moncadistas era una realidad tangible, como lo había sido
antes en Julio Antonio Mella, Rubén Martínez Villena y otros líderes de
las luchas revolucionarias. Entonces Fidel Castro,
tomó en sus manos la antorcha libertaria y trazó la estrategia correcta
que nos llevó a la victoria definitiva.
Basta leer su alegato de
defensa La Historia me absolverá, para percatarse de que como en todo
el pensamiento y la acción de Fidel, hay una identidad sorprendente con
el pensamiento político de nuestro Héroe Nacional. Se trata de la
posición inclaudicable contra toda forma de tiranía, el patriotismo
revolucionario, el latinoamericanismo y el internacionalismo, el
optimismo ante los reveses y sobre todo la defensa de las clases
humildes.
El Moncada fue obra martiana llevada materializada por la Generación del Centenario aquel 26 de julio de 1953. No es
una obra que ha pasado a la historia como un hecho aislado, sino como un
enlace histórico, un vínculo de nuestro pasado con el presente de dura
lucha y con el futuro promisorio de victoria. Por eso no cabe dudas de que nuestro José Martí vivió en el Moncada, histórico lugar que eternizó su memoria y donde se rescató para siempre la dignidad nacional.
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