Alentada por la
novedad, en la calle, centros de trabajo, escuelas, las personas conversan
sobre el tema con entusiasmo. Comentan entre sí, se preguntan sobre uno u otro artículo y además, se responden acerca
de las novedades más probadas.
Y es en este
sentimiento donde estamos involucrados todos los cubanos que habitamos en la Isla y en el exterior,
sencillamente por ser un acto de
creación colectiva. Sin dudas, el indiscutible camino por el cual, como
humanidad, hemos decidido recorrer.
Desde el momento en
que acudimos a las unidades de Correo y otros puntos de venta para recibir el
tabloide, ya estábamos comprometidos con la responsabilidad que se desprende del
Proyecto. Se trata de
una Constitución precisa y muy atemperada a los momentos actuales y futuros de nuestra Revolución.
Por ello nadie puede
quedarse con dudas, hay que leer bien los artículos, tachar, subrayar, nutrirse
de los criterios con el fin de mejorarla, por ello, cada opinión debe ser
escuchada y respetada. Hay que aprovechar la inteligencia colectiva, y cada espacio
para plantear asuntos principales, porque esta es una Constitución que regirá
la vida de los cubanos de las actuales y futuras generaciones.
Con la consulta
popular sobre el proyecto de nueva Constitución de Cuba, se pone a prueba una vez más la madurez
política de nuestro pueblo. Por eso, hasta
el 15 de noviembre estaremos ante un ejercicio de responsabilidad con el
objetivo de construir una Ley de Leyes atemperada
a los nuevos tiempos que vivimos, con la finalidad de cambiar todo lo que deba
ser cambiado y escalar otro peldaño como nación, sociedad y como pueblo.
Este proyecto es una
visión moderna y actualizada con la que se aspira a un mejor socialismo y a un
mejor país para todos los cubanos, sin renunciar a los principios que definen a
Cuba como nación libre, soberana e independiente. Es un proceso de todos, con todos y para todos, que
posee como premisa el apotegma martiano de que «Yo quiero que la ley
primera de la República,
sea el culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre».
Hoy se discute el
futuro de Cuba a través del
instrumento jurídico-político más significativo de cualquier nación. De ahí el reto de lograr una Ley de leyes que
legará a las generaciones presentes y futuras de una alta conciencia ciudadana
y cívica, para empujar a un país que necesita de sus hijos, protagonistas hoy, de
uno de los hechos de mayor trascendencia para la Revolución.
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