Ahí estás, presumida y seductora. Pareces detenida en el tiempo, sin embargo, tu belleza natural aún deslumbra a sus pobladores y visitantes. Hoy, mi Guantánamo, mi Villa Iris Amada cumple 150 años de fundada como Villa y sigue linda.
Para algunos, es una Aldea, otros, en cambio, la asimilan a la ilegal Base Naval norteamericana enclavada en la cercana bahía. Sin embargo, Guantánamo es más que un nombre, es mi Villa Iris amada, una ciudad asombrosa por la belleza de su arquitectura, su entorno y, sobre todo, por la gracia sus pobladores.
Rodeada de lomas, ríos que la fertilizan y erigida entre el mar y la montaña, Guantánamo, es un pedazo de tierra donde se matizan una mezcla catalana, francesa, india taína y africana. Una ciudad de rectilíneas calles que invitan al transeúnte a caminar de un extremo a otro por sus anchas aceras, privilegio este que no tienen otras localidades cubanas.
Esta ciudad surge en el siglo XIX con el empuje de los inmigrantes franco-haitianos. Entonces compran el hato Santa Catalina, territorio poco poblado pero dotado de tierras baratas, fértiles y montañosas, propicias para los cultivos del café y el algodón, sustituido a la postre por la caña de azúcar. Un lugar con las condiciones necesarias para erigirse como centro de una futura población.
Y fue este desarrollo agrícola el que trajo consigo hacia esta zona a cantidad de inmigrantes esencialmente de origen español. Aquí en El Saltadero, una de las laderas del río Guaso y primer nombre que adoptó la ciudad, hicieron sus vidas.
Linda y joven, esta urbe aún posee las casas más antiguas dotadas por horcones de madera rolliza, techos de zinc o tejas de barro y amplios portales. Detalles que recuerdan la época en que, por ordenanza de la corona española, irradiaban los negocios y con ello, el progreso de la Villa.
Para los guantanameros, no hay mayor sosiego que reunirnos alrededor del emblemático parque José Martí, para hablar de la serie de pelota, de la vida, del amor, de intereses personales… Y sucede así, porque a pesar de las adversidades, sus pobladores no han perdido la alegría de saberse herederos de un legado histórico- cultural cuanto más conocido, más interesante.
Aquí nació el Nengón y el Kiribá, esos sabrosos ritmos que llenaron de gozo los hogares campestres, acompañados del autóctono changüí y la conga oriental con su corneta china. Atesora, además, laTumba francesa Pompadour Santa Catalina de Riccis, Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad y la Loma del Chivo, barriada de ricas leyendas y tradiciones.
Abraza a esta ciudad, su inigualable belleza arquitectónica, con destaque entre otras, para el majestuoso palacio Salcines, la Estación Ferroviaria, la Plaza del Mercado, la iglesia La Milagrosa…, toda una gama de sitios que nos enorgullecen y nos hacen amantes de este pedacito de tierra.
Pequeña y galante, citadina y coqueta, auténtica y nuestra, es Guantánamo una ciudad rica en historias, arquitectura y tradiciones. Una dama altiva de 150 años de vida que, bañada por sus ríos, mantiene la fragancia y la hermosura de una criatura acabada de nacer, a la que debemos cuidar para que siga existiendo por siempre como nuestra Villa Iris Amada.