Que importa hayan pasado los años, que ya suman 47, los hombres como él, marcan un hito en la historia y estarán presentes eternamente en la obra de su pueblo enfrentar día a día el peligro frente a los enemigos y el derecho a vivir dignos. Y es que Camilo Cienfuegos Gorriarán, el hombre de la eterna sonrisa, vive aquí, junto a nosotros, en la primera línea de combate.
"Camilo fue el compañero de cien batallas, - expresó Ernesto Guevara de la Serna- , el hombre de confianza de Fidel en los momentos difíciles de la guerra y el luchador abnegado que hizo siempre del sacrificio un instrumento para templar su carácter y forjar el de la tropa... Camilo era Camilo, señor de la vanguardia, guerrillero completo que se imponía por esa guerra con colorido que sabía hacer."
Es mito, leyenda y realidad. Una fiel combinación de lo subjetivo y lo objetivo. Tenía dos corazones: uno para la Patria y otro para el amor. Su pueblo, del cual salió para eternizarse, lo venera como ser humano. Era buen conocedor de sus hazañas militares, de su carácter campechano, la eterna sonrisa del Señor de la Vanguardia debajo del inseparable sombrero alón; también recuerda las historias de sus propios enemigos, quienes le temían tanto que llegaron a crear una aureola de misterio que lo hacía invencible en el combate.
Había nacido en una humilde barriada habanera, el 6 de febrero de 1932 en el seno de una familia humilde y revolucionaria, y creció en un ambiente de juegos, bromas y sanidad de espíritu. Nada vaticinaba al héroe, al menos en su estilo convencional. Mostró siempre un carácter rebelde, enemigo de la injusticia.
Estudió algo de escultura en la escuela de San Alejandro y no concluyó su aprendizaje. Su hermano mayor Osmany Cienfuegos llegó a la universidad, pero el futuro comandante debió trabajar en disímiles oficios, entre ellos el de tendero.
La economía cubana, en la década del 50, como siempre apretaba al pobre y llenaba el bolsillo al rico, trajo consigo que en 1953, el joven Camilo, con solo 21 años, decidiera viajar a Estados Unidos en busca de una supuesta bonanza económica, pero al chocar con la dura realidad de los emigrados en aquel país, regresó a la Patria al siguiente año para luchar por la verdadera libertad, e Incorporarse a la batalla de los estudiantes contra la dictadura de Batista.
Fichado por los cuerpos represivos tiene que regresar a Estados Unidos y es en Nueva York donde conoce de los planes de Fidel; entonces viaja a México y se convierte en el último de los 82 expedicionarios del Granma. Desde ese momento, su recia estatura guerrillera lo acompaña en las grandes batallas de la Sierra y el llano; en la histórica invasión a occidente al frente de la columna dos, Antonio Maceo que, junto a la ocho, Ciro Redondo, al mando del Che, su amigo y compañero entrañable; dieran el tiro de gracia a la dictadura.
Portador de buen carisma y calidad humana, el Héroe de Yaguajay, fue uno de los hombres más queridos entre las tropas y los pobladores. Poseía una convicción y poder seductor tan inmensos que atrapó en sus madejas, hasta a un argentino tan experimentado y serio como Ernesto Che Guevara y entre ellos surgió una amistad que con el tiempo se convirtió en una epopeya.
Después del triunfo de la Revolución, Camilo alcanzó una intensidad sorprendente. Cuando el desleal Hubert Matos atentó contra la Revolución y hubo de frenársele, viajó a Camagüey y completamente desarmado detuvo al traidor. Entonces habló al pueblo. Regresó a La Habana el 25 de octubre, y participó en el acto del día siguiente, para repudiar las acciones de los imperialistas y en apoyo a la Revolución, y el 27 viajó a Camagüey con la intención de retornar hacia la capital la tarde del 28, pero nunca llegó a su destino, su avión desapareció y nos dejó privados para siempre, del dueño de aquella sonrisa amplia y el sombrero alón.
La intensa vida revolucionaria de Camilo Cienfuegos Gorriarán, experimentaba un acelerado proceso de maduración, cuando la muerte súbita la tronchó prematuramente a los 27 años de edad, justo cuando la Revolución comenzaba la dura y decisiva etapa de su batalla frontal contra el imperialismo yanki y la contrarrevolución interna.
Era, sin dudas, nuestro Camilo, un revolucionario de pies a cabeza, modelo insuperable de combatiente y de vanguardia; hombre de pensamiento radical y antiimperialista; revolucionario surgido del pueblo donde latía aceleradamente un comunista cabal, de sentimientos y de corazón.
Nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro dijo de él que "no tenía la cultura de los libros, pero sí la inteligencia natural del pueblo". Para Vilma Espín era la historia pura. Sólo hay que leer su nombre: Camilo Cienfuegos. Fue un héroe de cien fuegos. Buscó el horizonte en el ánima del fusil y el beso en los ojos de las mujeres, como el que va a morir temprano. En otras palabras: Camilo se robó su propio nombre para dárselo a la Revolución.
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