16 de abril: Cuando Cuba se vistió de verde olivo para siempre
El 16 de abril todos los cubanos se visten de verde olivo o llevan los colores de la Patria en el corazón. La fecha marca un hito en nuestra historia: Se conmemora el aniversario 51 de la proclamación pública del Carácter Socialista de la Revolución por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, en las propias narices del Imperio.
Al mediodía de ese día, en el sepelio a los caídos en los bombardeos de los aeropuertos militares de Ciudad Libertad, San Antonio de los Baños y el Antonio Maceo de Santiago de Cuba, a lo largo de la calle 23 del Vedado, La Habana, Fidel Castro hizo pública una declaración histórica: la del carácter socialista de la Revolución Cubana.
Una ola humana siguió el cortejo. Desde los balcones, las banderas cubanas, los rostros serios y las flores lanzadas al paso de los siete coches fúnebres impregnaban un aire solemne a la silenciosa marcha. Y allí, ante la masa enardecida, el Comandante en jefe afirmó: "Porque lo que no pueden perdonarnos los imperialistas, es que estemos aquí, lo que no pueden perdonarnos los imperialistas es la dignidad, la entereza, el valor, la firmeza ideológica, el espíritu de sacrificio y el espíritu revolucionario del pueblo de Cuba”.
"Eso es lo que no pueden perdonarnos, que estemos ahí en sus narices, ¡y que hayamos hecho una Revolución Socialista, en las propias narices de los Estados Unidos!" El genio previsor y político de Fidel Castro proclamaba el carácter socialista de la Revolución Cubana y emplazaba a la unidad de todo el pueblo para protegerla hasta la última gota de sangre.
En ese momento estaba claro que la autonomía, la soberanía y el derecho a conquistar su propio destino, era inseparables. Reconocía Fidel Castro que únicamente la liberación social sería capaz, en el contexto de Cuba, de garantizar la emancipación nacional y eso lo podía ser la obra de una Revolución "de los humildes, con los humildes y para los humildes”
Aquel anuncio se convirtió en una fuerza política sorprendente que conmovió de pasión combativa a todo el pueblo. Las armas levantadas en las manos milicianas, fue una escena inolvidable. Allí nace la convicción ineludible de soberanía que hoy nos salva, acrecienta y une frente a cada nueva agresión enemiga.
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