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Celia: eternamente una Flor



El 9 de mayo de 1920, llega al mundo en Media Luna, Granma, nuestra Celia Sánchez Manduley. De su padre, heredó la fortaleza de carácter, la tenacidad la pureza de intenciones; la sensibilidad patriótica y política, en tanto de su madre, tomó la extrema delicadeza.
 
Latido perenne en el quehacer incesante del pueblo y revolucionaria cabal, Celia Sánchez, la combatiente del llano y de la Sierra, fue la principal promotora de la creación del pelotón femenino "Mariana Grajales" y por siempre reclamó su lugar con dulzura, confianza y lealtad hacia Cuba y Fidel.
 

Participó en los preparativos del desembarco del Granma en la provincia de Oriente y organizó a los campesinos de la zona para que le ofrecieran apoyo a los expedicionarios. Basta citar las palabras de Armando Hart Dávalos para medir la dimensión de esta intachable mujer, cuando expresó que será imposible escribir la historia de Fidel Castro, sin reflejar a la vez la vida de Celia. 

Fue una de las primeras mujeres en empuñar las armas y fue por esos principios que, bajo los seudónimos de Norma, Carmen, Liliana y Caridad, integró el Movimiento 26 de Julio y contribuyó a las acciones revolucionarias contra Fulgencio Batista y sus esbirros. Era, al decir de Armando Hart Dávalos " la fibra más íntima y querida de la Revolución Cubana.
 
El aroma de aquella flor silvestre, el arrojo y belleza natural, definían los rasgos de su personalidad. Era además, intolerante ante el menor rasgo de debilidad, hacendosa como una hormiga y poseía una inmensa capacidad para dormir poco y despertar con total energía para seguir adelante.


Celia, hoy hubieras cumplido 95 años y es tan fuerte su presencia que parece estarla viándola por todas partes con su caminar inquieto, su dulce sonrisa, su modestia, su exigencia implacable, su humanismo tan dulce y sobre todo, su lealtad ilimitada hacia Fidel y en la defensa de los principios éticos e ideológicos de nuestra Revolución, su Revolución. 

Celia: Delizadeza a flor de piel


El 9 de mayo de 1920, en Media Luna, Granma, abre los ojos al mundo Celia Sánchez Manduley, mujer a quien definiera Armando Hart como " la fibra más íntima y querida de la Revolución Cubana. De su padre, adquirió la fortaleza de carácter, la tenacidad la pureza de intenciones; la sensibilidad patriótica y política, de su madre, la extrema delicadeza, cualidad que la acompañó durante toda su vida.

Más que la heroína, era enormemente humana, sufría desilusiones amorosas y fumaba mucho, empataba un cigarro con otro y tomaba bastante café, si a esto se le denomina defectos, entonces ella los tenía. Sin embargo, sus virtudes hicieron que éstos, no salieran a la luz, por que lo que sí hay que acentuar es su gran amor a la Revolución e infinita lealtad a Fidel.

Quienes jamás la conocieron, podían suponerla una mujer frágil, pero al revelarla, se percataron de su intrepidez, sus nobles sentimientos, valor y audacia. Todo ello hubiera alcanzado para concebir la imagen de la heroína que jamás abandonó su gracia y acento campesinos de gente humilde.

Para medir la dimensión de esta intachable mujer, basta citar las palabras de Armando Hart Dávalos, cuando expresó que será imposible escribir la historia de Fidel Castro, sin reflejar a la vez la vida de Celia Sánchez Manduley, a quien la calificó como "La más hermosa y autóctona flor de la Revolución".

El aroma de aquella flor silvestre, el arrojo y belleza natural, eran los rasgos inherentes de su personalidad. Intolerante ante el menor rasgo de debilidad; era además, hacendosa como una hormiga y poseía una inmensa capacidad para dormir poco y despertar con total energía para seguir adelante.

Hoy la presencia de Celia es tan fuerte que nos parece estarla viendo todavía con su caminar inquieto, su dulce sonrisa, su modestia, su exigencia implacable, su humanismo dulce, su lealtad ilimitada hacia Fidel. Expresa, en suma, lo autóctono de la mujer delicada, bromista, sencilla, comprometida e intransigente con las ideas de justicia e igualdad social.

Celia: Delicadeza, amor, intransigencia...


No importa que hayan pasado 30 años de su desaparición física. Fue aquel mediodía del 11 de enero de 1980 cuando todas las emisoras radiales y televisivas de Cuba daban la noticia: Celia Sánchez Manduley – la Celia de todos los cubanos - había fallecido.

El sufrimiento y la incertidumbre se apoderaron de muchos. Lógica tenacidad de quienes veían apagarse a la mujer portadora del nombre que encontramos hoy en hospitales, museos, escuelas, en niñas que juegan en los parques, o en aguerridas mujeres que recuerdan a la Norma de la clandestinidad, pero a la que su pueblo eternizó como Celia.

Con la mariposa, su flor favorita engalanando su cabello, la manzanillera se nos presenta delicada y tierna. Fue la primera mujer guerrillera en la Sierra Maestra, portadora de un fuerte carácter, una mezcla de intranquilidad y ternura, razones que necesariamente la convirtieron en una de las personalidades más fascinantes de la historia de Cuba.

Latido perenne en el quehacer incesante del pueblo, revolucionaria cabal, Celia Sánchez, la combatiente del llano y de la Sierra, fue la principal promotora de la creación del pelotón femenino "Mariana Grajales" y siempre reclamó su lugar con la dulzura que caracterizaba a aquella mujer de inquieto caminar.

Más que la heroína, era enormemente humana, sufría desilusiones amorosas y fumaba mucho, empataba un cigarro con otro y tomaba bastante café, si a esto se le denomina defectos, entonces ella los tenía. Sin embargo, sus virtudes hicieron que éstos, no salieran a la luz, por que lo que sí hay que acentuar es su gran amor a la Revolución e infinita lealtad a Fidel.

Quienes jamás la conocieron, podían suponerla una mujer frágil, pero al revelarla, se percataron de su intrepidez, sus nobles sentimientos, valor y audacia. Celia participó en los preparativos del desembarco del Granma en la provincia de Oriente y allí organizó a los campesinos de la zona en busca de apoyo para los expedicionarios.

Su modestia e implacable exigencia, decían de su nobleza hacia Fidel y a la defensa de los principios éticos e ideológicos de nuestra Revolución, su Revolución. Todo ello hubiera alcanzado para concebir la imagen de la quien jamás abandonó su gracia y acento campesinos de gente humilde.

Para medir la dimensión de esta intachable mujer, bastan las palabras de Armando Hart Dávalos, cuando dijo: “ Será imposible escribir la historia de Fidel Castro, sin reflejar a la vez la vida de Celia Sánchez Manduley, a quien la calificó como "La más hermosa y autóctona flor de la Revolución"

Ha pasado más de tres décadas y la heroína de la Sierra y del Llano sigue entre nosotros, el aroma de aquella flor silvestre, hacendosa como una hormiga, no dejamos de verla en todas las mujeres cubanas, artistas, diputadas, periodistas, doctoras, contructoras..., porque expresa lo autóctono de la mujer delicada, bromista, sencilla, comprometida e intransigente con las ideas de justicia e igualdad social.

Autóctona, revolucionaria y perenne flor silvestre: Celia


Fue pasado el mediodía del 11 de enero de 1980 cuando todas las emisoras radiales y televisivas de Cuba daban la noticia: Celia Sánchez Manduley – la Celia de todos los cubanos - había fallecido. El sufrimiento y la incertidumbre se apoderaron de muchos. Lógica tenacidad de quienes veían apagarse a la flor más autóctona de la Revolución.

Había nacido el 9 de mayo de 1920, en Media Luna, Granma. De niña siempre la acompañaban una tez blanca y hermosos ojos negros. Así la descubren los retratos que tuviera de la época. De su padre adquirió la fortaleza de carácter, la tenacidad la pureza de intenciones, la sensibilidad patriótica y política; de su madre, la extrema delicadeza.

Latido perenne en el quehacer incesante del pueblo, revolucionaria cabal, Celia Sánchez, la combatiente del llano y de la Sierra, fue la principal promotora de la creación del pelotón femenino "Mariana Grajales" y siempre reclamó su lugar con la dulzura que caracterizaba a aquella mujer de inquieto caminar.

Intolerante ante el menor rasgo de debilidad; Celia participó en los preparativos del desembarco del Granma en la provincia de Oriente y allí organizó a los campesinos de la zona en busca de apoyo para los expedicionarios. Su modestia e implacable exigencia, decían de su nobleza hacia Fidel y a la defensa de los principios éticos e ideológicos de nuestra Revolución, su Revolución.

Para medir la dimensión de esta intachable mujer, basta citar las palabras de Armando Hart Dávalos, cuando expresó: “ Será imposible escribir la historia de Fidel Castro, sin reflejar a la vez la vida de Celia Sánchez Manduley, a quien la calificó como "La más hermosa y autóctona flor de la Revolución".

Ha pasado 31 años, sin embargo, para quienes la conocieron, aún le parece sentir el aroma de aquella flor silvestre, quien hacendosa como una hormiga, poseía una inmensa capacidad para dormir poco y despertar con total energía para seguir adelante. Así era Celia, nuestra Celia de Cuba.

Autóctona , revolucionaria y flor silvestre : Celia


Cuando el 9 de mayo de 1920, Acacia Manduley Alsina, sintió los primeros dolores de parto, no imaginaba que en unos instantes tendría ante sí, a quien definiera Armando Hart como " la fibra más íntima y querida de la Revolución Cubana: Ese día nacía en Media Luna, Granma, Celia Sánchez Manduley.

De niña siempre fue linda, la acompañaban una tez blanca y hermosos ojos negros. Así la descubren los retratos que tuviera de la época. De su padre adquirió la fortaleza de carácter, la tenacidad la pureza de intenciones; la sensibilidad patriótica y política, de su madre, la extrema delicadeza.

Latido perenne en el quehacer incesante del pueblo, revolucionaria cabal, Celia Sánchez, la combatiente del llano y de la Sierra, fue la principal promotora de la creación del pelotón femenino "Mariana Grajales" y siempre reclamó su lugar con dulzura, confianza y lealtad hacia Cuba y Fidel.

Fue de las primeras mujeres en empuñar las armas. Participó en los preparativos del desembarco del Granma en la provincia de Oriente y allí organizó a los campesinos de la zona para que le ofrecieran apoyo a los expedicionarios.

Para medir la dimensión de esta intachable mujer, basta citar las palabras de Armando Hart Dávalos, cuando expresó que será imposible escribir la historia de Fidel Castro, sin reflejar a la vez la vida de Celia Sánchez Manduley, a quien la calificó como "La más hermosa y autóctona flor de la Revolución".

El aroma de aquella flor silvestre, el arrojo y belleza natural, eran los rasgos inherentes de su personalidad. Intolerante ante el menor rasgo de debilidad; era además, hacendosa como una hormiga y poseía una inmensa capacidad para dormir poco y despertar con total energía para seguir adelante.

Hoy hubieras cumplido 90 años, Celia, sin embargo, es tan fuerte su presencia que nos parece estarla viendo todavía con su caminar inquieto, su dulce sonrisa, su modestia, su exigencia implacable, su humanismo dulce, su lealtad ilimitada hacia Fidel y en la defensa de los principios éticos e ideológicos de nuestra Revolución, su Revolución.

Autóctona, revolucionaria y flor silvestre: Celia

No importa que hayan pasado 30 años de su desaparición física, aún su nombre lo encontramos en hospitales, museos, escuelas, en niñas que juegan en los parques, o en aguerridas mujeres que cada 11 de enero celebran su cumpleaños, recordando a la Norma de la clandestinidad, pero a la que su pueblo eternizó con el nombre de Celia Sánchez Manduley.

Con su flor favorita, la mariposa, engalanando su cabello, la manzanillera Celia se nos presenta delicada y tierna. Fue la primera mujer guerrillera en la Sierra Maestra, portadora de un fuerte carácter, una mezcla de intranquilidad y ternura, razones que necesariamente la convirtieron en una de las personalidades más fascinantes de la historia de Cuba.

Más que la heroína, era enormemente humana, sufría desilusiones amorosas y fumaba mucho, empataba un cigarro con otro y tomaba bastante café, si a esto se le denomina defectos, entonces ella los tenía. Sin embargo, sus virtudes hicieron que éstos, no salieran a la luz, por que lo que sí hay que acentuar es su gran amor a la Revolución e infinita lealtad a Fidel.

Quienes jamás la conocieron, podían suponerla una mujer frágil, pero al revelarla, se percataron de su intrepidez, sus nobles sentimientos, valor y audacia. Todo ello hubiera alcanzado para concebir la imagen de la heroína que jamás abandonó su gracia y acento campesinos de gente humilde.

Ha pasado tres décadas y la heroína de la Sierra y del Llano sigue entre nosotros. A Celia, la flor más autóctona de la Revolución, no dejamos de verla como diputada del Consejo de Estado o miembro del Comité Central, porque expresa, en suma, lo autóctono de la mujer delicada, bromista, sencilla, comprometida e intransigente con las ideas de justicia e igualdad social.