“Yo no me dejo coger vivo”, fueron las últimas palabras que se le escucharon al líder de Joven Cuba. Y allí, entre aquellas paredes, quedaron los cuerpos aniquilados. Una bala de rifle le rompía el corazón a Antonio Guiteras Holmes, aquel joven de 29 años y en breve, la metralla extinguía además, la vida del venezolano Carlos Aponte.
Antonio Guiteras Holmes, de enérgica figura y lo más puro del movimiento nacional revolucionario cubano, había nacido en Filadelfia en 1906, pero su familia se establece en la primera década del siglo XX en la ciudad de Pinar del Río y años después, ingresa en la Facultad de Farmacia de la Universidad de La Habana.
De sus padres, recibió una educación que luego influyó en el desempeño de su vida política en el país. Elocuente fue su participación en el Directorio Estudiantil Revolucionario, contra la prórroga de poderes para frenar el aplazamiento del brutal régimen de Gerardo Machado.
También participó en la preparación de otro levantamiento y la creación de la Unión Revolucionaria, sitio desde donde proclama su “Manifiesto al pueblo de Cuba” y sentencia: “Solo la fuerza incontrastable, producto de la unión de los hombres honrados (…) puede lograr que este movimiento sea una verdadera revolución”.
Destronada la dictadura Machadista, el 12 de agosto de 1933, Antonio Guiteras asume la Secretaría de Gobernación en el llamado Gobierno de los 100 días. Se convertiría el altivo joven en el exponente más radical del heterogéneo gabinete al proclamar un conjunto de leyes y disposiciones de gran impacto social,entre ellas, el establecimiento de salarios fijos, la aplicación de la jornada de ocho horas en la industria azucarera, la rebaja del precio de artículos de primera necesidad y la legalización de los sindicatos.
La más elemental de aquellas disposiciones, fue la intervención el 14 de enero de la mal llamada Compañía Cubana de Electricidad y la reducción del 45 por ciento en el precio de sus tarifas. Claro, tal providencia no simpatizó a los yanquis pues lesionaba directamente sus bolsillos.
El clandestinaje fue inevitable para Guiteras, se imponía su directa participación en actividades revolucionarias en contra de la dictadura. Entonces fundó la Joven Cuba, cuya estructura estaba diseñada para llevar a cabo la lucha guerrillera y de células en las ciudades y donde esbozó un programa de reformas dirigido a beneficiar a la mayoría de la población.
Los valerosos hombres, paradigmas de América latina, buscaron refugio en El Morrillo. Allí esperaban la llegada del yate Amelia para salir rumbo a México, con el objetivo de organizar en esa nación una expedición para reemprender la lucha contra el gobierno reaccionario y entreguista existente en Cuba.
Y fueron justamente entre aquellas paredes de El Morrillo, donde se escuchó por última vez hace 80 años al líder de la Joven Cuba cuando expresó: "Yo no me dejo coger vivo", y en respuesta al caraqueño: "Compay, antes de rendirnos, nos morimos".