“No podemos decir que el dolor se comparte. El dolor se multiplica. Millones de cubanos lloramos hoy junto a los seres queridos de las víctimas del abominable crimen. ¡Y cuando un pueblo enérgico y viril llora, la injusticia tiembla! Fueron estas las palabras del Comandante en Jefe Fidel Castro, en la Plaza de la Revolución de La Habana el 15 de octubre, durante la despedida de duelo de las víctimas del Crimen de Barbados.
La historia del terrorismo de Estados Unidos contra Cuba llegó su punto más espantoso cuando terroristas de la peor calaña respaldados por el gobierno norteamericano, hicieron estallar en pleno vuelo el avión CUT 1201, de cubana que cayó al mar en las costas de Barbados.
Y como aquel 6 de octubre de 1976, hoy los corazones cubanos están detenidos. La tragedia golpeó a todo el Caribe. El crímen aún estremece las fibras más sensibles de cualquier ser humano porque basta solo un poco de nobleza moral, para solidarizarse con las víctimas y sus familiares.
Hay quienes no lo recuerdan o simplemente no vivieron ese día, sin embargo, aún duele el atentado terrorista causado por la explosión de dos bombas colocadas en el interior del vuelo 455 de Cubana de Aviación con destino a La Habana. Ha pasado 44 años, sin embargo, las familias lloran la pérdida de aquellas 73 vidas inocentes. Esperan Justicia.
En el atentado terrorista perdían la vida 73 personas, entre ellos, 57 cubanos. También 11 jóvenes guyaneses que estudiarían Medicina en Cuba, cuatro funcionarios de la República Popular Democrática de Corea y 16 esgrimistas del equipo juvenil, con sus entrenadores.
El equipo de deportistas, regresaban al país llenos de júbilo tras conquistar todas las medallas de oro del cuarto Campeonato Centroamericano y del Caribe de Esgrima, celebrado en Caracas, Venezuela. Los atletas dijeron adiós a la vida en plena flor de su juventud. La bomba segó sus vidas. Sus sueños juveniles quedaron truncos.
Una estocada por la espalda, un arañazo a traición, eso fue el alevoso crimen. Al poco tiempo se supo toda la verdad. El crimen había sido ideado por los terroristas de origen cubano Luis Posada Carriles y Orlando Bosch, en tanto, la ejecución, se puso en manos de los ciudadanos venezolanos Hernán Ricardo y Freddy Lugo.