Este
26 de noviembre, más de ocho millones y medio de cubanas y cubanos estaremos
frente a las urnas para elegir a los delegados a las Asambleas Municipales del
Poder Popular. Ese día, los que estamos acostumbrados a este ejercicio y
quienes lo hacen por vez primera a 16 años, percibiremos una vez más, porqué en
Cuba el proceso eleccionario es un ejercicio de democracia.
En
Cuba, cada ciudadano mayor de 16 años de edad, tiene derecho a ejercer el
sufragio, a proponer, a nominar, a ser propuesto, a ser nominado... También
tienen que haber residido en el país por dos años continuados y gozar de
capacidad jurídica y mental, además de presentar el documento de identidad.
Cualquiera
puede elegir a su candidato desde sus barrios y comunidades, en asambleas
públicas. Sólo basta levantar la mano y exponer las razones por las
cuales lo selecciona su candidato. Para ser nominado no es requisito
indispensable integrar las filas del Partido, ni de la juventud, tampoco media
la tenencia de dinero, ni de propiedades particulares, sino el mérito.
Un
candidato a delegado tiene que tener sobre todo, las virtudes, la capacidad y
el compromiso de representar a su pueblo en un proceso de total transparencia.
Tienen como misión además, apoyar la participación de sus conciudadanos en los
procesos de dirección de la sociedad, y como deber, rendir cuenta
periódicamente a sus electores sobre los resultados de su encargo. Deben de
convertir estos encuentros en un espacio de comunicación.
En Cuba
el sistema electoral es el que decide la mayoría de los cubanos porque es el
pueblo el verdadero dueño del proceso. Y esto sucede porque somos y
seremos un pueblo que gobierna y conduce su destino, un pueblo en
Revolución. Por eso, el voto que ejercerán los más de ocho millones y medio de
cubanos por su candidato, vale.
Las
elecciones en Cuba, no es más que la ocasión para escalar otro paso más en el
pleno ejercicio del derecho ciudadano. Es además, una mejor manera de hacer
competente nuestro sistema político, nuestra democracia y, por ende,
nuestro sistema social y económico.
El
voto es libre y secreto, es un deber cívico, no como una obligación
jurídica, cuyo incumplimiento derive responsabilidad. Por lo tanto,
frente a las urnas, marcaremos con una X a nuestro candidato con la mayor
responsabilidad y lo porque con ello decidimos el presente y el futuro
del barrio, de la provincia y del país. Con nuestro voto, demostremos una vez
más, que las elecciones en Cuba es un proceso del Pueblo.