Cuando en diciembre del año pasado escuchábamos hablar de la Covid – 19 y sus estragos en la lejana China, nos parecía algo raro. No imaginábamos en aquel momento que, tras su propagación a nivel mundial y su catastrófico desenlace para la vida de cientos de miles de seres humanos, llegara a esta pequeña Isla.
Es innegable que en sus inicios, muchos ignorábamos la magnitud de sus consecuencias. Sin embargo, ha pasado seis meses desde que el 11 de marzo saliera a la luz en nuestro país esta pandemia que, a pesar de los ingentes esfuerzos e inteligencia del Estado Cubano, ya ha cobrado la vida hasta hoy, a 106 personas.
Letal, lento, silencioso, microscópico, la pandemia que azota al mundo y cada día cobra nuevas vidas, ataca a cualquiera, no importa la edad, el sexo, el país, credo o la ideología que se profese. Fue cuando aparecieron los primeros mensajes de cumplimiento con las medidas higiénico-sanitarias, el aislamiento y distanciamiento social además de otras preventivas para contrarrestar el contagio.
Fue difícil asimilar el posponer los besos, abrazos, apretones de manos y todo el derroche de cariño que nos caracteriza. Sin embargo, el momento imponía mostrar el cariño de otras maneras y la frase #QuedateEnCasa llegó para quedarse, al menos por ahora y se disolvió como pólvora por doquier.
Así inició en Cuba esta campaña que, más que marcar tendencia en Twitter y otras redes sociales, es un mensaje de sensibilidad y amor por la humanidad. La expresión, en solo tres palabras, sintetiza la importancia de protegernos, de ser solidarios, de brindar más tiempo a la familia y con ello, de abrazar juntos el anhelo de salir airosos de esta situación peligrosa.
Quedarse en casa es sinónimo de respeto a la vida y sobre todo, la mejor manera de proteger a los seres queridos y a nosotros mismos. Es un acto de amor al prójimo, de solidaridad y gratitud. Quedarse en el hogar es reconocer la labor de quienes están en el primer frente de batalla de la COVID-19 dentro y fuera de Cuba y que luchan por la salud de personas que no conocen, pero que defienden a toda costa.
Duele ver la situación existente en la capital cubana y otras provincias fundamentalmente en Ciego de Ávila, sin embargo, si nos ponemos la mano en el corazón, aseveramos que la culpa del contagio no cae en saco roto. A diario veíamos imágenes diarias de personas que, retando el peligro, transitaban por las calles, otros en largas colas o usando incorrectamente el nasobuco. Personas que, naturalmente, no reparan en el peligro de esta enfermedad y mucho menos en su fácil transmisión.
Ahora el llamado es a la unidad, la solidaridad y la disciplina para ganar esta batalla, sin embargo, para vencerla, debemos de actuar con responsabilidad. Con nuestra actitud, no demos la espalda a un enemigo que está ahí, bien cerca de nosotros. Cuidar de tu vida y la de los demás, no es un sacrificio, sino un orgullo y una muestra de cariño y protección.
La COVID-19 se nos presentó como un gran reto, pero también llegó para probar nuestras fortalezas. Y aunque día tras día esperamos la noticia del fin de la pandemia, la realidad es que este enemigo increíblemente astuto, nos vigila el mal paso. Por eso, #QuedateEnCasa es la única manera de ganarle la batalla a la Covid-19.