Hace unos días presencié una escena que bien vale la pena, como dice nuestro colega Manuel Calviño, cuando termina su programa televisivo, comentar con ustedes. Se trataba de una abuelita, que, en una guagua con destino a Santiago de Cuba, y frente a la mirada inquisidora de quienes la rodeaban ante la malacrianza del nieto, prefirió darle el asiento al pequeño de seis años aproximadamente, para “que se quedara tranquilo”.
En ese momento, con gran indignación, me pregunté hasta qué punto los padres del niño le enseñan los modales de educación formal. El brindarle el asiento en el ómnibus a una anciana, un impedido físico, una mujer embarazada..., son hechos que se repiten con periodicidad en la mayoría de los jóvenes y no tan jóvenes. Sin embargo, lamentablemente esta afirmación no es tan así, pues todavía prevalecen ciertos ademanes negativos en la conducta social de algunos ciudadanos.
¿En cuántas ocasiones usted no ha presenciado actos que denotan falta de educación formal? Es el caso de jóvenes que a altas horas de la noche vociferan, rompen botellas en el medio de la calle después de disfrutar de una fiesta, te interrumpen el paso sin antes pedir permiso, y hasta los que se hacen los dormidos para no ceder el asiento en una guagua a personas que, por problemas de salud, edad avanzada o cualquier otra razón limitante merecen este acto de cortesía.
También estoy segura de que en varias ocasiones has pedido permiso entre un grupo de personas que conversan, o has dado las gracias al bajarte de un carro que te dio una ayuda para llegar temprano al trabajo y el "es suyo" o el “ por nada”, no han aparecido por ningún lugar. Al parecer el saludo, la retribución de un favor está fuera de moda para algunas personas, y, por ende, consideran anacrónicas expresiones como: " gracias", " con permiso", “para servirte”, " ¿me disculpas, por favor ".
El idioma español es rico en locuciones y frases de muy buen gusto para agradecer un elogio o un favor. De manera que, si no las usamos en el momento preciso y en su forma correcta, podríamos correr el riesgo de que desaparezcan del Diccionario de la Lengua Española, cuando menos lo imaginemos. Por lo tanto, es oportuno utilizar las armas que nos impone la lengua de Cervantes.
Los buenos hábitos deben primar en las relaciones interpersonales, ellos perduran en la medida en que volvamos nuestras miradas hacia las buenas costumbres. El cubano es portador de una increíble simpatía, de buen sentido del humor, compañerismo..., cualidades que, acompañadas de buenos modales, son imprescindibles en las relaciones humanas.
Y soy optimista cuando pienso en que estos ademanes están ahí, cerquita de nosotros, pero en ocasiones nos cuesta trabajo sacarlos a relucir. Es cierto que entre compañeros hay acomodo y nos adaptamos a no agradecer por que simplemente compartimos todos los días, pero esto no justifica el utilizar las reglas de las buenas costumbres para que no se nos vayan como agua de entre las manos.
Sólo basta una mirada o una sonrisa para agradecer el detalle. El saludo en la mañana, pedir permiso entre personas que conversan en la acera, apartar el asiento para que nuestra compañera se coloque primero, son simples detalles que siempre se agradecen.
Seguro coincidimos en que no hacen falta tantos halagos, ni sendas palabras de agradecimientos, con un simple “muchas gracias”, retribuimos la cortesía. El compañerismo, la caballerosidad, el respeto... deben de prevalecer entre los individuos. No permitamos que la insensibilidad y la descortesía hieran los sentimientos de las personas. Las “gracias”, “los con permiso”, no deben jamás caer en saco rotoen saco roto?
Hace unos días presencié una escena que bien vale la pena, como dice nuestro colega Manuel Calviño, cuando termina su programa televisivo, comentar con ustedes. Se trataba de una abuelita, que, en una guagua con destino a Santiago de Cuba, y frente a la mirada inquisidora de quienes la rodeaban ante la malacrianza del nieto, prefirió darle el asiento al pequeño de seis años aproximadamente, para “que se quedara tranquilo”.
En ese momento, con gran indignación, me pregunté hasta qué punto los padres del niño le enseñan los modales de educación formal. El brindarle el asiento en el ómnibus a una anciana, un impedido físico, una mujer embarazada..., son hechos que se repiten con periodicidad en la mayoría de los jóvenes y no tan jóvenes. Sin embargo, lamentablemente esta afirmación no es tan así, pues todavía prevalecen ciertos ademanes negativos en la conducta social de algunos ciudadanos.
¿En cuántas ocasiones usted no ha presenciado actos que denotan falta de educación formal? Es el caso de jóvenes que a altas horas de la noche vociferan, rompen botellas en el medio de la calle después de disfrutar de una fiesta, te interrumpen el paso sin antes pedir permiso, y hasta los que se hacen los dormidos para no ceder el asiento en una guagua a personas que, por problemas de salud, edad avanzada o cualquier otra razón limitante merecen este acto de cortesía.
También estoy segura de que en varias ocasiones has pedido permiso entre un grupo de personas que conversan, o has dado las gracias al bajarte de un carro que te dio una ayuda para llegar temprano al trabajo y el "es suyo" o el “ por nada”, no han aparecido por ningún lugar. Al parecer el saludo, la retribución de un favor está fuera de moda para algunas personas, y, por ende, consideran anacrónicas expresiones como: " gracias", " con permiso", “para servirte”, " ¿me disculpas, por favor ".
El idioma español es rico en locuciones y frases de muy buen gusto para agradecer un elogio o un favor. De manera que, si no las usamos en el momento preciso y en su forma correcta, podríamos correr el riesgo de que desaparezcan del Diccionario de la Lengua Española, cuando menos lo imaginemos. Por lo tanto, es oportuno utilizar las armas que nos impone la lengua de Cervantes.
Los buenos hábitos deben primar en las relaciones interpersonales, ellos perduran en la medida en que volvamos nuestras miradas hacia las buenas costumbres. El cubano es portador de una increíble simpatía, de buen sentido del humor, compañerismo..., cualidades que, acompañadas de buenos modales, son imprescindibles en las relaciones humanas.
Y soy optimista cuando pienso en que estos ademanes están ahí, cerquita de nosotros, pero en ocasiones nos cuesta trabajo sacarlos a relucir. Es cierto que entre compañeros hay acomodo y nos adaptamos a no agradecer por que simplemente compartimos todos los días, pero esto no justifica el utilizar las reglas de las buenas costumbres para que no se nos vayan como agua de entre las manos.
Sólo basta una mirada o una sonrisa para agradecer el detalle. El saludo en la mañana, pedir permiso entre personas que conversan en la acera, apartar el asiento para que nuestra compañera se coloque primero, son simples detalles que siempre se agradecen.
Seguro coincidimos en que no hacen falta tantos halagos, ni sendas palabras de agradecimientos, con un simple “muchas gracias”, retribuimos la cortesía. El compañerismo, la caballerosidad, el respeto... deben de prevalecer entre los individuos. No permitamos que la insensibilidad y la descortesía hieran los sentimientos de las personas. Las “gracias”, “los con permiso”, no deben jamás caer en saco roto
Patria: Un soldado
Un día como hoy 14 de marzo pero de 1892, hace 115 años, vio la luz el primer número del periódico Patria cuando José Martí, y un grupo de cubanos emigrados en Nueva York, robándole horas al descanso, después de la ruda labor diaria para ganar el sustento de su familia, se reunían a confeccionar el periódico.
Nace Patria, por la voluntad y con los recursos de los cubanos y puertorriqueños independientes de New York, para contribuir, sin premura y sin descanso, a la organización de los hombres libres de Cuba y Puerto Rico. Surge, además, para mantener la amistad entrañable que une, y debe unir, a las agrupaciones independientes entre sí, para explicar y fijar las fuerzas vivas y reales del país y para fomentar y proclamar la virtud donde quiera que se la encuentre. Para juntar y amar, y para vivir en la pasión de la verdad, nace este periódico.
Así, con estas palabras, José Martí define lo que para él debe ser la ética de un periodista y manifiesta: "El periódico es una espada y su empuñadura la razón. Solo deben esgrimirla los buenos, y no ha de ser par para el exterminio de los hombres, sino para el triunfo necesario sobre los que se oponen a su libertad y progreso".
Es en el artículo "Sobre periodismo", publicado en Patria en 1892, es el sitio oportuno donde nuestro José Martí expone la misión del periodista y dice: ?que no haya una manifestación de la vida, cuyos diarios accidente no sorprendan al diarista: eso es hacer un buen diario. Decir lo que a todos conviene y no dejar de decir nada que a alguien pueda convenir.
Que todos encuentren en el diario lo que pueden necesitar saberlo, pero decirlo con un lenguaje especial para cada especie, decía el Maestro, que un periódico sea literario quiere decir que se vierta en él mucha literatura, sino que se escriba literariamente todo. El periódico debe estar siempre como los correos antiguos, con el caballo enjaezado, la fusta en la mano, y la espuela en el tacón.
Y al referirse a la Prensa en sentido general, nuestro Martí expresó: Debe ser coqueta para seducir, catedrático para explicar, filósofo para mejorar, pilluelo para penetrar, guerrero para combatir. Debe ser útil, sano, elegante, oportuno, saliente. Eso es Patria en la prensa: Un soldado. No hay cetro mejor que un buen periódico, como tampoco hay monarca como un periodista honrado.
Lugar sagrado para guardar el tiempo
Visitar el museo 11 de abril en el poblado de Playitas de Cajobabo, municipio de Imías en Guantánamo, es aferrarse a un pedazo de historia que comenzó en al año 1985 cuando nuestro héroe nacional José martí, puso pie en tierra cubana.
Llego al reciento y a la entrada me recibe, a lo alto de la pared frontal, un retrato realizado por el artista de la plástica Jorge Arguelles, de Salustiano Leyva, el niño que conoció a Martí cuando el desembarco. Es una fotografía prototipo del campesino cubano, viste ropa apropiada a su condición, luce un sombrerote yarey, alpargata y en la cintura un machete, símbolo de cubanía.
Llego al reciento y a la entrada me recibe, a lo alto de la pared frontal, un retrato realizado por el artista de la plástica Jorge Arguelles, de Salustiano Leyva, el niño que conoció a Martí cuando el desembarco. Es una fotografía prototipo del campesino cubano, viste ropa apropiada a su condición, luce un sombrerote yarey, alpargata y en la cintura un machete, símbolo de cubanía.
“Mira, periodista - dice el retrato, que me acompaña durante el recorrido-, en este balance todavía guardo mi sombrero, aquí el Comandante en jefe Fidel Castro Ruz me hizo una entrevista para el documental realizado por Santiago Álvarez “Mi hermano Fidel”.
Estoy en la habitación de Salustiano, hoy una de las salas del museo, desde su fallecimiento el 17 de septiembre de 1981. “Aquí, - explica - todavía se conservan mis objetos personales, puedes ver la cama, el escaparate, la silla de ruedas que utilicé los últimos días de mi vida y el radio que me regaló el Comandante Fidel Castro cuando me visitó en el año 1976.
“Mis objetos personales, están dentro de esa vitrina, espejuelos, brocha de afeitar, una cajita porta cuchillas, el pijama de dormir, la chequera y un busto de José Martí, donado por la CTC, y en la cocina, se conservan los utensilios que usaba, mira el empinao para colar café, los calderos, el fogón, y el juego de comedor”.
En mi recorrido constaté encima de la mesa, una exposición con una réplica en miniatura del Monumento de Martí, en Dos Ríos, lugar donde cayera en combate, y el de Playitas de Cajobabo”, fotos del Comandante en jefe cuando vino para homenajear el centenario del desembarco de Martí y otros combatientes el 11 de abril de 1895 y un escrito de Eusebio leal, donde catalogó el sitial de Playitas de Cajobabo como “Rincón Sagrado de la Patria.
“El 14 de noviembre de 1983, - prosigue explicándome el anfitrión -, se le agregan al Museo las salas aborigen y colonial, la primera, muestra objetos encontrados en la parte baja del municipio, hay un sumergidor de red de pescar, cuenta de collar de oliva, palto de concha y fotos de aborígenes fumando tabaco y bailando el areito”.
Resulta interesante conocer que el en municipio habitó un grupo de agro alfareros, que se dedicaban a la caza, pesca, recolección y a la agricultura, además de gran concentración de Taínos, razón por la cual presencié un hacha petaloide ceremonial, fragmentos de cazuelas y fotos de culto de indígenas al ídolo del tabaco.
“Ven, aquí hay otra sala, - refiere Salustino, la colonial, en ella hay fotos de Pedro Agustín Pérez, Calixto García, José Martí, Máximo Gómez, y prendas personales de este incansable patriota, (un cordón de sombrero mambí, una canana de veterano, una réplica de su revolver donado por el Comandante de la Revolución Juan Almeida Bosque), también una foto del Monumento a Playitas de Cajobabo, de la Ruta Martiana, y un mapa con el recorrido del Apóstol, desde Nueva York hasta Playitas en 1895”.
La sala Logros del municipio, última del museo, constata fotos del combatiente imiense Roel Pérez Laffita, de Ciro Frías, banderas alegóricas a fechas históricas, documentación que asevera la ley de reforma agraria, la Campaña de alfabetización, la cantidad de escuelas del municipio, la estadística de los éxitos de la salud y una foto de Amado Romero Noa, primer internacionalista del municipio que cayó en Granada.
“Pero todo no queda ahí, - alega el anfitrión -, las especialistas que laboran aquí trabajan con tres círculos de interés, Guía de museo, Conservación de piezas museables y Guardianes de la Naturaleza, este último vinculado al Bosque Martiano, pero de esta otra maravilla puedo hablarte en tu próxima visita”.
Casi dos horas no bastan para guardar toda la historia encerrada en este museo. De regreso, el adiós y el agradecimiento al retrato que me acompañara durante el recorrido por las salas y a las compañeras que nos atendieron, quienes albergan la esperanza de exhibir, en breve tiempo y en la parte frontal de la Casa Museo, una tarja que identifique el sitio como lugar sagrado para guardar el tiempo.
¿Ver la paja en el ojo ajeno?
Por diversas razones, he oído a varios adultos emitir criterios a cerca de los adolescentes y jóvenes con los que conviven: “unos se muestran rebeldes en el hogar, se atropellan a la entrada del ómnibus, utilizan un lenguaje callejero en la comunicación en cualquier lugar, a otros les ha dado por tatuarse, ponerse un piercing en alguna parte del cuerpo o simplemente raparse la cabeza…”
“Cada joven se parece más a su tiempo”, esta frase que escuchamos frecuentemente encierra una gran verdad. Si desenvolvamos 15 almanaques, nos percataríamos de que de ninguna manera un estudiante universitario u obrero se dibujaba el cuerpo y mucho menos, se dejaba la cabeza cual bola de billar por la sencilla razón de que la moda por aquellos tiempos para uno y otro sexo era la de llevar el pelo largo.
Y quiero se me entienda, un tatuaje, piercing, un hombre con pelo largo o con un rapado de cabeza no definen la personalidad de una muchacha o un joven, por la sencilla razón de que son tendencias de moda y en su mayoría sucumben ante sus mandatos. Por tanto, apariencia física a un lado, ellos se distinguen por los valores y la cultura que asimilan en el curso de la vida, y es aquí el momento donde la familia desempaña un rol fundamental.
La familia, como célula comunitaria en cualquier tipo de sociedad, es la primera referencia para cualquier ser humano. Siempre fue así históricamente, pues antes de existir las clases sociales, aparecieran las naciones, y se concibiera cualquier tipo vínculo humano, ya el hombre necesitaba vivir en comunidad.
Las primeras normas de conductas vinculadas a un comportamiento moralmente bueno y una adecuada relación de respeto, se adquieren en el seno familiar, máxima formadora de las primeras nociones culturales y estéticas, valores que se asumen en una primera etapa como un proceso lógico y natural de identificación con su medio social inmediato.
En muchas ocasiones los padres y madres no tienen plena conciencia de la responsabilidad que recae sobre ellos en cuanto a la educación de valores de sus hijos o, simplemente, sienten no están lo suficientemente preparados para asumirla y es entonces cuando la educación de nuestros descendientes se nos va como agua de entre las manos.
La realidad social del individuo cambia y evoluciona sin cesar, ello también posibilita variaciones en su mundo interno. Lo importante es que el sujeto no sea un ente pasivo sometido a dictados valorativos externos, sino alguien capaz de asumir actitudes personales y diferenciadas en relación con los valores morales formativos de la individualidad.
La familia es un referente obligado en la formación integral de la personalidad y un excelente medidor en el esencial papel de las actitudes asumidas por el hogar en los marcos de la sociedad. De manera que , no es casual que en un momento determinado el adolescente o el joven se cuestione algunos valores arraigados desde su seno familiar, por ello, lo primero que debemos hacer es mirarnos por dentro y no ver la paja en el ojo ajeno.
“Cada joven se parece más a su tiempo”, esta frase que escuchamos frecuentemente encierra una gran verdad. Si desenvolvamos 15 almanaques, nos percataríamos de que de ninguna manera un estudiante universitario u obrero se dibujaba el cuerpo y mucho menos, se dejaba la cabeza cual bola de billar por la sencilla razón de que la moda por aquellos tiempos para uno y otro sexo era la de llevar el pelo largo.
Y quiero se me entienda, un tatuaje, piercing, un hombre con pelo largo o con un rapado de cabeza no definen la personalidad de una muchacha o un joven, por la sencilla razón de que son tendencias de moda y en su mayoría sucumben ante sus mandatos. Por tanto, apariencia física a un lado, ellos se distinguen por los valores y la cultura que asimilan en el curso de la vida, y es aquí el momento donde la familia desempaña un rol fundamental.
La familia, como célula comunitaria en cualquier tipo de sociedad, es la primera referencia para cualquier ser humano. Siempre fue así históricamente, pues antes de existir las clases sociales, aparecieran las naciones, y se concibiera cualquier tipo vínculo humano, ya el hombre necesitaba vivir en comunidad.
Las primeras normas de conductas vinculadas a un comportamiento moralmente bueno y una adecuada relación de respeto, se adquieren en el seno familiar, máxima formadora de las primeras nociones culturales y estéticas, valores que se asumen en una primera etapa como un proceso lógico y natural de identificación con su medio social inmediato.
En muchas ocasiones los padres y madres no tienen plena conciencia de la responsabilidad que recae sobre ellos en cuanto a la educación de valores de sus hijos o, simplemente, sienten no están lo suficientemente preparados para asumirla y es entonces cuando la educación de nuestros descendientes se nos va como agua de entre las manos.
La realidad social del individuo cambia y evoluciona sin cesar, ello también posibilita variaciones en su mundo interno. Lo importante es que el sujeto no sea un ente pasivo sometido a dictados valorativos externos, sino alguien capaz de asumir actitudes personales y diferenciadas en relación con los valores morales formativos de la individualidad.
La familia es un referente obligado en la formación integral de la personalidad y un excelente medidor en el esencial papel de las actitudes asumidas por el hogar en los marcos de la sociedad. De manera que , no es casual que en un momento determinado el adolescente o el joven se cuestione algunos valores arraigados desde su seno familiar, por ello, lo primero que debemos hacer es mirarnos por dentro y no ver la paja en el ojo ajeno.
Los piropos y el amor
¿A qué mujer u hombre no le gusta que la halaguen de la manera más creativa posible, que los piropeen? Sin embargo, en ciertas ocasiones, esas frases se tornan algo agresivas y terminan por exasperar a la “víctima”. Pero bien… ¿Qué piropos aceptan y no las mujeres y los hombres? ¿Cuáles son los mejores?
Según el diccionario de la Real Academia Española… El piropo es una lisonja, alabanza dicha a una persona, especialmente un cumplido halagador dirigido a una mujer. No es más que una expresión popular cuasi-poética, empleada para resaltar la belleza, de la mujer o del hombre y aunque en algunos casos pueden resultar ofensivos y francamente vulgares, no dejan de tener picardía, ingenio y hasta una chispa de poesía innata, pero su fin es halagar, conquistar, ofender, provocar, causar placer o disgusto.
Los piropos por lo regular son patrimonio de los hombres, al fin y al cabo somos más acosadores. La mujer por su delicadeza casi no los emplea, sin embargo toda regla tiene su excepción.
Decir piropos o piropear a una muchacha o a un muchacho es muy bonito, máxime si para ello existen varios tipos y para diferentes momentos.
Por ejemplo: Si la idea es hacerlos sonreír podrías decirle:
- ¿Cuántos años tardaron tus padres para hacerte tan hermosa mujer?
- No camines por el lado del sol, porque los bombones se derriten.
- ¿Acaba de salir el sol?, o ¿me has sonreído? Díganme, no están hechos para decir al paso de una linda mujer o de un atractivo hombre? Tienen todos los ingredientes para un buen piropo: brevedad, imaginación e intenciones subyacentes…
Los piropos suelen ser tiernos, picarescos, vulgares, poéticos, ofensivos de mal gusto o encantadores. Los hay además sublimes o burdos, pero siempre tienen un fin... conquistar. ¿Sabías que por un piropo han nacido grandes amistades, grandes amores? También se han consumado matrimonios, creado amistades y hasta enemistades.
Por eso, al decir un piropo debemos saber cuándo, dónde y a quién se le dice, por que aunque no lo creas, es un arma de doble filo. Piensa que a todos nos gusta que nos halaguen y las mujeres son especialmente propensas a la vanidad, que crece con la belleza.
El decir piropos puede ser lindo, agradable, feo…claro, depende de la gracia, el estilo y la elegancia de quien lo dice. Para gustos se han hecho los colores, sin embargo, no se puede reconfortante de un buen piropo para exaltar la belleza natural o simplemente para levantar el ánimo del día. Nada, que a lo hermoso hay que decirle que es hermoso, pero utilizando las mejores frases del idioma español…
No en balde el Almirante Cristóbal Colón, a su llegada a Cuba expresó lo que fuera el primer piropo a nuestro país cuando expresó: “Esta es la tierra más hermosa que ojos humanos vieran”.
Según el diccionario de la Real Academia Española… El piropo es una lisonja, alabanza dicha a una persona, especialmente un cumplido halagador dirigido a una mujer. No es más que una expresión popular cuasi-poética, empleada para resaltar la belleza, de la mujer o del hombre y aunque en algunos casos pueden resultar ofensivos y francamente vulgares, no dejan de tener picardía, ingenio y hasta una chispa de poesía innata, pero su fin es halagar, conquistar, ofender, provocar, causar placer o disgusto.
Los piropos por lo regular son patrimonio de los hombres, al fin y al cabo somos más acosadores. La mujer por su delicadeza casi no los emplea, sin embargo toda regla tiene su excepción.
Decir piropos o piropear a una muchacha o a un muchacho es muy bonito, máxime si para ello existen varios tipos y para diferentes momentos.
Por ejemplo: Si la idea es hacerlos sonreír podrías decirle:
- ¿Cuántos años tardaron tus padres para hacerte tan hermosa mujer?
- No camines por el lado del sol, porque los bombones se derriten.
- ¿Acaba de salir el sol?, o ¿me has sonreído? Díganme, no están hechos para decir al paso de una linda mujer o de un atractivo hombre? Tienen todos los ingredientes para un buen piropo: brevedad, imaginación e intenciones subyacentes…
Los piropos suelen ser tiernos, picarescos, vulgares, poéticos, ofensivos de mal gusto o encantadores. Los hay además sublimes o burdos, pero siempre tienen un fin... conquistar. ¿Sabías que por un piropo han nacido grandes amistades, grandes amores? También se han consumado matrimonios, creado amistades y hasta enemistades.
Por eso, al decir un piropo debemos saber cuándo, dónde y a quién se le dice, por que aunque no lo creas, es un arma de doble filo. Piensa que a todos nos gusta que nos halaguen y las mujeres son especialmente propensas a la vanidad, que crece con la belleza.
El decir piropos puede ser lindo, agradable, feo…claro, depende de la gracia, el estilo y la elegancia de quien lo dice. Para gustos se han hecho los colores, sin embargo, no se puede reconfortante de un buen piropo para exaltar la belleza natural o simplemente para levantar el ánimo del día. Nada, que a lo hermoso hay que decirle que es hermoso, pero utilizando las mejores frases del idioma español…
No en balde el Almirante Cristóbal Colón, a su llegada a Cuba expresó lo que fuera el primer piropo a nuestro país cuando expresó: “Esta es la tierra más hermosa que ojos humanos vieran”.
¿Quinceañeras o vedettes?
Tras la mirada, nos reconocimos enseguida. Ya somos mujeres, no las adolescentes de hace 20 años. El abrazo y el intercambio hicieron que el recuento trazara pautas de lo que el destino arrastró por caminos diferentes: “¿Dónde has estado estos años?” “¿Te casaste?” “¿Dónde trabajas?”, “¿Tienes hijos?”… Entonces abrió la cartera y me enseñó el álbum de fotos de “los quince” de su hija.
Es linda, dije mientras hojeaba el cuadernillo, sin embargo, entre las fotos no estaba la adolescente inquieta, estudiante que me había descrito y fuera mi alumna cuando cursaba el séptimo grado, sino una caricatura de corista con rasgos de dama antigua, o tal vez un modelo de revistas de vanidades.
Las fiestas de 15 en los hogares donde habita alguna adolescente constituye un tema ampliamente debatido en nuestro país, pues posee tela por donde cortar y aristas miles para polemizar. Mas quisiera a través de este comentario reflexionar en torno a las fotos de las quinceañeras.
Defensores de estas fiestas, abrazan el criterio de que las fotos constituyen el resultado final del intento de atrapar el momento en que las muchachas poseen una belleza natural, sin dudas, irrepetible. otras personas, por su parte, la consideran de mal gusto, ostentosas e incluso, alegan que la familia, en muchos casos, hace sacrificios increíbles para pagar el vestuario, alquiler de locaciones, salidas de la provincia, fotógrafos, videos…
Sin embargo,¿qué les enseñamos a las adolescentes, que están en tan importante momento de su vida, cuando las hacemos retratar envueltas en una toalla simulando la salida del baño, o al imitar a una vedette de los años cincuenta tratando de esconder su cuerpo con una pamela, grandes y rosadas plumas o mostrando el pecho semidesnudo apenas cubierto por algún atuendo?
De igual manera pienso en lo paradójico que resulta hablarles a las adolescentes acerca de la necesidad y la importancia del estudio, de acercarse al amor y a las relaciones de pareja con responsabilidad, temáticas tan importantes en esta etapa de la vida y al mismo tiempo, exhibirlas ante los amigos y familiares como “carne fresca “ en el mercado.
Soy del criterio de que esas fotos, poses donde encontramos a las muchachas encaramadas en un auto, al lado del artista de moda, o simulando algún desfile de una escuela de zamba, tan fuera de lugar en nuestro contexto, puede traer consigo que muchas de estas jovencitas, luego se avergüencen o sientan que han hecho el ridículo delante de todos lo que hojearon su cuadernillo.
Sé que en muchos lugares el álbum de fotografías de la quinceañera se ha convertido en una moda, y más que eso, en una competencia para saber cuál es o no el más voluminoso o el más lindo, también conozco de la influencia que ejerce el grupo sobre las conductas de los adolescentes. Sin embargo, las modas vienen, se van y las diseñan los hombres, por tanto están sujetas a cambios favorables por un sin número de razones.
Si es usted de los que defienden a capa y espada las fotos de 15, hable con su hija y proponga agarrar, a través del lente de la cámara, la satisfacción, la dicha y la pureza del cuerpo hermoso de una quinceañera, que para ser linda no tiene que parecerse a nadie y mucho menos exhibir disímiles vestidos pomposos.
Es linda, dije mientras hojeaba el cuadernillo, sin embargo, entre las fotos no estaba la adolescente inquieta, estudiante que me había descrito y fuera mi alumna cuando cursaba el séptimo grado, sino una caricatura de corista con rasgos de dama antigua, o tal vez un modelo de revistas de vanidades.
Las fiestas de 15 en los hogares donde habita alguna adolescente constituye un tema ampliamente debatido en nuestro país, pues posee tela por donde cortar y aristas miles para polemizar. Mas quisiera a través de este comentario reflexionar en torno a las fotos de las quinceañeras.
Defensores de estas fiestas, abrazan el criterio de que las fotos constituyen el resultado final del intento de atrapar el momento en que las muchachas poseen una belleza natural, sin dudas, irrepetible. otras personas, por su parte, la consideran de mal gusto, ostentosas e incluso, alegan que la familia, en muchos casos, hace sacrificios increíbles para pagar el vestuario, alquiler de locaciones, salidas de la provincia, fotógrafos, videos…
Sin embargo,¿qué les enseñamos a las adolescentes, que están en tan importante momento de su vida, cuando las hacemos retratar envueltas en una toalla simulando la salida del baño, o al imitar a una vedette de los años cincuenta tratando de esconder su cuerpo con una pamela, grandes y rosadas plumas o mostrando el pecho semidesnudo apenas cubierto por algún atuendo?
De igual manera pienso en lo paradójico que resulta hablarles a las adolescentes acerca de la necesidad y la importancia del estudio, de acercarse al amor y a las relaciones de pareja con responsabilidad, temáticas tan importantes en esta etapa de la vida y al mismo tiempo, exhibirlas ante los amigos y familiares como “carne fresca “ en el mercado.
Soy del criterio de que esas fotos, poses donde encontramos a las muchachas encaramadas en un auto, al lado del artista de moda, o simulando algún desfile de una escuela de zamba, tan fuera de lugar en nuestro contexto, puede traer consigo que muchas de estas jovencitas, luego se avergüencen o sientan que han hecho el ridículo delante de todos lo que hojearon su cuadernillo.
Sé que en muchos lugares el álbum de fotografías de la quinceañera se ha convertido en una moda, y más que eso, en una competencia para saber cuál es o no el más voluminoso o el más lindo, también conozco de la influencia que ejerce el grupo sobre las conductas de los adolescentes. Sin embargo, las modas vienen, se van y las diseñan los hombres, por tanto están sujetas a cambios favorables por un sin número de razones.
Si es usted de los que defienden a capa y espada las fotos de 15, hable con su hija y proponga agarrar, a través del lente de la cámara, la satisfacción, la dicha y la pureza del cuerpo hermoso de una quinceañera, que para ser linda no tiene que parecerse a nadie y mucho menos exhibir disímiles vestidos pomposos.
Recordar es volver a vivir
Mis compañeros de la adolescencia, los de hace 20 años, pidieron nos encontráramos. No niego recibí tremendo alegrón, muchos recuerdos viajaron por mi mente: los amplios y brillosos pasillos de la secundaria y del preuniversitario donde estudiamos los seis cursos, el olor a tierra mojada de los campos que rodeaban el centro escolar, las primeras ilusiones amorosas, las fiestas de 15, las alborotadas risas en los dormitorios a la hora del descanso donde además, compartimos los buenos y malos momentos.
Ante la incertidumbre del reencuentro, albergué algunas dudas, no sabía en realidad a quienes encontraría en la cita. Fue en el céntrico parque Martí, lugar donde hace casi 20 años nos reuníamos para juntos ir a alguna “descarguita”. Para sorpresa mía, no pude pronosticar la alegría sentida al ver los rostros, todavía alegres, de mis condiscípulos.
Los que allí estábamos, habíamos encontrado nuestro propio camino después de 20 años, en su mayoría gozamos la dicha de la maternidad o la paternidad, del amor, el desamor, y hasta la desdicha de haber perdido a un ser querido, fue entonces cuando nos percatamos que el pasado y la nostalgia formaba parte de un presente imposible de deshacer.
En la cita hablamos de los seis años juntos en la escuela, de la universidad, la familia, de Francisco, ese buen amigo enfermero que ya no está con nosotros y de Angel, Adrián, Alexis Bernardo, Vivian, Jesús Pacheco, Digna, José…., de ellos, unos no asistieron por que viven fuera de la provincia, o colaboran en tierras venezolanas y africanas. En fin, los que allí nos encontramos, nos hemos hecho hombres y mujeres de buenos sentimientos, independientemente de los avatares de la vida.
Ante la incertidumbre del reencuentro, albergué algunas dudas, no sabía en realidad a quienes encontraría en la cita. Fue en el céntrico parque Martí, lugar donde hace casi 20 años nos reuníamos para juntos ir a alguna “descarguita”. Para sorpresa mía, no pude pronosticar la alegría sentida al ver los rostros, todavía alegres, de mis condiscípulos.
Allí estaban los que pudieron ser avisados pues de boca en boca regamos la pólvora del encuentro. Verlos sonreír, escuchar sus anécdotas, era vernos en el espejo que caracteriza a la juventud cubana aguerrida, independientemente de las situaciones que en el campo de lo económico y social, cambió el rumbo nuestro allá por los años 90. Sin embargo, el encuentro fue como examinarnos por dentro.
Los que allí estábamos, habíamos encontrado nuestro propio camino después de 20 años, en su mayoría gozamos la dicha de la maternidad o la paternidad, del amor, el desamor, y hasta la desdicha de haber perdido a un ser querido, fue entonces cuando nos percatamos que el pasado y la nostalgia formaba parte de un presente imposible de deshacer.
En la cita supe que Fernando es ingeniero, labora en la EPCOMA del municipio de Caimanera, y lo acompaña la alegría y el deseo de servir a los demás, características que lo acompañó desde la adolescencia. Arianne, licenciada en inglés, ahora labora en el Tele punto de ETECSA, e Irán en La Sucursal, ambos compañeros en la vida, iniciaron sus amores en los bancos de la escuela… ¡Cuántos recuerdos!
Supimos también que Morvelis mantiene la dulzura de siempre, es laboratorista y tiene dos hijos, Odalis es una excelente técnica en farmacia, en tanto Mireyita es Licenciada en Farmacia y labora en Homeopatía y Terapia floral, a ella todavía la acompaña la seriedad ante la toma de decisiones.
María Rosa me sorprendió, ella, mulata alegre, sigue con el mismo espíritu que la caracterizó siempre, es ama de casa y junto a su esposo cuidan de la educación de sus hijos. Razón tenían mis compañeros cuando hablaban de Felipe, él, al igual que en sus años mozos, mantiene un buen sentido del humor para compartir con sus colegas de la Empresa de Farmacias y Ópticas, donde labora actualmente.
¿Y Jadilly?, la morita que recordamos con su largo pelo rizado, y a quien Pedro Luis y Leonel mortificaban sin cesar, entre sus niñas correteando a su alrededor, mantiene la alegría en su rostro y atiende extranjería en la Facultad de Medicina, mientras Bernardo es inversionista de Educación Municipal.
En la cita hablamos de los seis años juntos en la escuela, de la universidad, la familia, de Francisco, ese buen amigo enfermero que ya no está con nosotros y de Angel, Adrián, Alexis Bernardo, Vivian, Jesús Pacheco, Digna, José…., de ellos, unos no asistieron por que viven fuera de la provincia, o colaboran en tierras venezolanas y africanas. En fin, los que allí nos encontramos, nos hemos hecho hombres y mujeres de buenos sentimientos, independientemente de los avatares de la vida.
Doy gracias a Irán y a Felipe la idea de este encuentro, mirarnos nuevamente me hizo recordar la letra de aquella canción “que 20 años no es nada…”, sólo que ahora 20 años son lustros llenos de esperanzas y cosas por contar. Invito a otros grupos a que se encuentren nuevamente con su pasado, les garantizo es una experiencia inolvidable.
¿Cuánto cambié?, no sé, algunos dijeron que había madurado y ahora tomo las cosas con más seriedad, otros, que me acompaña la misma tranquilidad de siempre. Nada, ojalá se repita el encuentro, es la oportunidad que tenemos para saber qué hicimos con el tiempo que pasó, porque recordar es volver a vivir.
El palacio de mi ciudad
Corría el año 1919 y Guantánamo, tierra entre ríos, sólo contaba con 14 mil 762 habitantes. Para entonces se materializa la idea de erigir en pleno corazón de la ciudad lo que hoy constituye el palacio Salcines, majestuosa edificación al estilo ecléctico, en la que su autor, el ingeniero civil e hidráulico José Lecticio Salcines Morlotte, recrea su buen gusto por la arquitectura y escultura cubanas.
El inmueble fue concebido como vivienda, y constaba de tres niveles: el primero constituía una planta libre, en la que se asentaba un local para el estudio profesional de Salcines, mientras el segundo y el tercero contenían los objetos personales de los moradores.
El sistema constructivo de la edificación, en su conjunto, está basado en columnas y vigas de hormigón armado, con puertas donde sobresalen líneas curvas y excelsas esculturas, que logran extrema independencia planimétrica. Pertenece al eclecticismo mayor, en suma, el edificio marcó un hito en las construcciones que Salcines diseñó en la ciudad.
La arquitectura de esta construcción, marcó un despegue en la incipiente urbe, caracterizada por sus calles rectas y bajas construcciones coloniales, razones que sitúa a este edificio dentro de un nuevo estilo, lujoso, con predominio de imágenes de alto y bajorrelieve en las esquinas y la presencia de persianas francesas.
El espacio interior del palacio Salcines está bien definido: los salones se conectan entre sí por un área poseedora de vitrales característicos de la época, así se lograría la necesaria iluminación del inmueble. En las paredes aún prevalecen las cenefas y pinturas murales, realizadas por el catalán Buenaventura Morando y realizadas en varios estilos, además de las cenefas consideradas por especialistas del Arte como una de las más sobresalientes de la región oriental.
En la parte alta del Palacio está situada la impresionante cúpula, pieza diseñada al estilo neoclásico y constituye el elemento de mayor significación formal en el edificio, funciona como un mirador. Sobre ella se erige La Fama, pieza esculpida por el italiano Américo Chini y que desde el año 1995 devino Símbolo de la ciudad, razón por la cual su réplica se entrega cada año a personalidades distinguidas de la provincia y el país.
La Fama representa la figura femenina de una deidad, elemento mitológico que a través de una corneta anuncia las buenas y malas noticias, y está situada justamente frente al sitio por donde primero sale el Sol, en esta la provincia más oriental de Cuba.
El inmueble fue concebido como vivienda, y constaba de tres niveles: el primero constituía una planta libre, en la que se asentaba un local para el estudio profesional de Salcines, mientras el segundo y el tercero contenían los objetos personales de los moradores.
El sistema constructivo de la edificación, en su conjunto, está basado en columnas y vigas de hormigón armado, con puertas donde sobresalen líneas curvas y excelsas esculturas, que logran extrema independencia planimétrica. Pertenece al eclecticismo mayor, en suma, el edificio marcó un hito en las construcciones que Salcines diseñó en la ciudad.
La arquitectura de esta construcción, marcó un despegue en la incipiente urbe, caracterizada por sus calles rectas y bajas construcciones coloniales, razones que sitúa a este edificio dentro de un nuevo estilo, lujoso, con predominio de imágenes de alto y bajorrelieve en las esquinas y la presencia de persianas francesas.
El espacio interior del palacio Salcines está bien definido: los salones se conectan entre sí por un área poseedora de vitrales característicos de la época, así se lograría la necesaria iluminación del inmueble. En las paredes aún prevalecen las cenefas y pinturas murales, realizadas por el catalán Buenaventura Morando y realizadas en varios estilos, además de las cenefas consideradas por especialistas del Arte como una de las más sobresalientes de la región oriental.
En la parte alta del Palacio está situada la impresionante cúpula, pieza diseñada al estilo neoclásico y constituye el elemento de mayor significación formal en el edificio, funciona como un mirador. Sobre ella se erige La Fama, pieza esculpida por el italiano Américo Chini y que desde el año 1995 devino Símbolo de la ciudad, razón por la cual su réplica se entrega cada año a personalidades distinguidas de la provincia y el país.
La Fama representa la figura femenina de una deidad, elemento mitológico que a través de una corneta anuncia las buenas y malas noticias, y está situada justamente frente al sitio por donde primero sale el Sol, en esta la provincia más oriental de Cuba.
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