El día que tembló en Guantánamo

Hoy después de tres días de haber ocurrido el movimiento de tierra en Baconao, muy cerca de mi Guantánamo, comparto con los amigos, blogueros o no, mis experiencias, nada agradables por cierto, pero con una dosis de tranquilidad increíble.

Era sábado y como siempre esperaba la hora del mediodía para hacer la siesta. Estaba profundamente dormida, cuando un fuerte movimiento de la cama me hizo levantar súbitamente. Rápidamente me incorporé para unirme a mi familia que ya estaban sobre aviso y habían adoptado las medidas pertinentes: todos estaban fuera de la casa, al aire libre. Radio Reloj daba las 2 y 08 minutos de la tarde.

En mi vida había estado en una situación semejante y mira que he pasado cosas, ejemplos sobran…, solo que esta experiencia, única, fue totalmente inesperada, el sentir que todo se movía bajo los pies, es algo difícil de olvidar.

Si supieran que los nervios son del cará…, lo primero que hice al pasar el inesperado temblor fue decir: “Bien, si ya pasó, voy a seguir mi sueñito”. Estás loca, me respondió mi esposo, tienes que salir para la calle o para el patio”. Fue entonces cuando al decir del buen cubano: ”aterricé” en lo que sucedía realmente. Mira lo que es la vida, cuando vi a mis hijos y mi familia protegida, pensé en dormir, ¡qué cosas tiene la vida, con qué nos sorprende!, verdad?

Ya estaba muy nerviosa, al asomarme a la calle, todo estaba en calma, sí, con esa calma aparente que tenemos cuando sentimos el peligro. Mis vecinos, todos sentados en la acera comentaban la manera en que se sentían tras el temblor, Natalia, mi vecina no sabía qué hacer con su pequeño Ernesto. - Llévatelo para el patio- , le aconsejé, mientras miraba a David, su primito de solo 10 días, de nacido degustaba la rica leche del pecho de su madre.

Como siempre apelé a mis tabletas, claro, aunque tomo la dosis exacta de cada medicamento, lo hice tras un fuerte dolor de cabeza que me duró unas cuantas horas. - Voy a llamar a la AIN, Ariel y Pablo deben de saber algo- , le dije a mis familiares y vecinos. Intento fallido: No tenía comunicación telefónica, entonces esperé hasta poder comunicarme con mis colegas reporteros y entonces supe cuan fuerte había sido el evento sísmico.

Una vez restablecida la comunicación vía telefónica, llamé a mi madre, amis amigos, ami familia de Santiago de Cuba y hasta un vecino muy preocupado vino para hablar con su mamá que estaba en La Habana. Cuando Elayne me llamó, tenía un ataque de llanto terrible, sin embargo, no comprendo cómo es que siempre tuve aparente calma. Atiné a decirle: Hay que mantener la calma ante todo. Luego supe que ella, que es mi jefa en la redacción Digital había ido para el telecentro a actualizar la página para que los cibernautas de Cuba y el mundo se supiera lo que había pasado en realidad.

Muy atemorizada me llamó Elba Idania, mi amiga y suegra de mi hija, tenía mucho miedo y solita en medio del patio de su casa en el reparto Obrero, me hablaba dando gritos desde su teléfono celular. La llamada de Rebe fue entrada la noche pues en medio de tanto corre corre, y valga que estaba acompañada de su mami, pues llena de temor, no entró más a su casa hasta después de las 8 y 30 de la noche.

Si supieras que aún con la preocupación me acosté temprano, tranquilicé a mis hijos pero siempre con mucha tensión, con miedo a que otras réplicas se sintieran durante la madrugada. Pero bien, independientemente de los avatares de esta nueva experiencia, hubo disciplina, cooperación y ayuda de los amigos y vecinos que aunque lejos, daban su mano solidaria ante el fenómeno de tal magnitud.

1 comentario:

  1. En cualquier momento nos juntamos un grupo y hacemos una crónica colectiva: "el día del temblor" o algo así...Nuestras experiencias, la de los guantanameros, son muy similares, como también se reitera ese espíritu solidario nuestro que nos hace preocuparnos por el de al lado, la del frente...Aún así, ¡ojalá que no tengamos que compartir otra experiencia como esta!

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