Puentes Grandes, en el poblado de La Habana, vio nacer el 10 de
septiembre del año 1883 a Dulce María Borrero y Piedra, poetisa y
notable pedagoga cubana cuyo nombre se encumbra entre los escritores
que marcan un hito en la Literatura Cubana.
Hija de Esteban Borerro, desde niña fue educada entre las letras. En 1895 fue a vivir con su familia a Key West y allí, publicó sus primeros versos en la Revista de Cayo Hueso. Posteriormente viajó con su padre a Costa Rica y regresó a Cuba en 1899 después de concluida la guerra de independencia.
Dulce María, fue miembro de número de la Academia Nacional de Artes y Letras desde su fundación en 1910 y codirectora, junto a Miguel Ángel Carbonell, de Anales. Por sus virtudes, ocupó en 1935 la Dirección de Cultura del Ministerio de Educación y dos años después, fundó la Asociación Bibliográfica de Cuba.
Defensora de los derechos de la mujer, fue Dulce María, una admirable dibujante y sus escritos sobre Arte, Educación, Literatura y Cívica, llenaron las hojas Cuba Contemporánea, Revista Cubana, Revista Bimestre Cubana, El Fígaro, importantes publicaciones de la época. Era además, una buena comunicadora y excelente bibliógrafa.
Entre sus obras se encuentran, Horas de mi vida, La poesía a través del color y El matrimonio en Cuba. Suman además, El magisterio de la Mujer: su actual significado y La mujer como factor de la paz, en las cuales defendió el criterio de que sus contemporáneas tuvieran acceso a la educación y la cultura. Por ello fue merecedora de múltiples premios y reconocimientos.
Hoy hablan sus libros, esos que varias generaciones consultan en librerías de Cuba y el mundo. Ellos hablan del alma creadora de Dulce María Borrero, una mujer cuyo prestigio personal trascendió las fronteras de su hogar, para convertirse en defensora de la historia y gestora de la celebración en Cuba del Día de los Padres el tercer domingo de junio.
Hija de Esteban Borerro, desde niña fue educada entre las letras. En 1895 fue a vivir con su familia a Key West y allí, publicó sus primeros versos en la Revista de Cayo Hueso. Posteriormente viajó con su padre a Costa Rica y regresó a Cuba en 1899 después de concluida la guerra de independencia.
Dulce María, fue miembro de número de la Academia Nacional de Artes y Letras desde su fundación en 1910 y codirectora, junto a Miguel Ángel Carbonell, de Anales. Por sus virtudes, ocupó en 1935 la Dirección de Cultura del Ministerio de Educación y dos años después, fundó la Asociación Bibliográfica de Cuba.
Defensora de los derechos de la mujer, fue Dulce María, una admirable dibujante y sus escritos sobre Arte, Educación, Literatura y Cívica, llenaron las hojas Cuba Contemporánea, Revista Cubana, Revista Bimestre Cubana, El Fígaro, importantes publicaciones de la época. Era además, una buena comunicadora y excelente bibliógrafa.
Entre sus obras se encuentran, Horas de mi vida, La poesía a través del color y El matrimonio en Cuba. Suman además, El magisterio de la Mujer: su actual significado y La mujer como factor de la paz, en las cuales defendió el criterio de que sus contemporáneas tuvieran acceso a la educación y la cultura. Por ello fue merecedora de múltiples premios y reconocimientos.
Hoy hablan sus libros, esos que varias generaciones consultan en librerías de Cuba y el mundo. Ellos hablan del alma creadora de Dulce María Borrero, una mujer cuyo prestigio personal trascendió las fronteras de su hogar, para convertirse en defensora de la historia y gestora de la celebración en Cuba del Día de los Padres el tercer domingo de junio.