"La
injusta, arbitraria y anticubana distribución de la tierra era una de las
causas, por no decir la principal, de la pobreza generalizada en nuestros
campos, donde unos cientos de latifundistas cubanos y extranjeros eran los
dueños de la mayoría de las mejores tierras". Así ratificó José Ramón Machado Ventura
durante la clausura del Congreso de la ANAP celebrado el pasado año en
Cuba. Por ello, hay que volcarse al
trabajo con productividad y eficiencia, con responsabilidad para cumplir los
planes y cada compromiso contraído, sin asomos de mezquindad y actitudes
mercachifles, aseveró.
Antes del
triunfo revolucionario de enero de 1959, el desamparo frente al apetito de
latifundistas era uno de los mayores males sufridos por los agricultores
cubanos. Por ello, la posibilidad del desalojo por vías ilegales o la fuerza,
se evidenciaron en las luchas campesinas del Realengo
18 en Guantánamo y trajeron consigo un movimiento más fuerte en defensa
de la tierra en toda Cuba, a raíz del fracaso de la tiranía de Gerardo
Machado.
Para esa época, en Guantánamo, se erigía un nuevo escenario
de combate: El Vínculo, sitio cuyos terrenos colindantes estaban ocupados por
la Guantánamo Sugar Company, la Compañía Ermita, S.A, y el latifundista Lino
Mancebo Rosell, al cual llamaban sin distinción, El Tiburón o El Virrey de La Maya, poblado
ubicado en la actual provincia de Santiago de Cuba.
El Virrey de la Maya anhelaba los terrenos del realengo y
para ello, utilizaba diversos
subterfugios, entre ellos, el desalojo a
sus habitantes. Y es justo en este
escenario histórico, donde despunta Aniceto (Niceto) Pérez García, quien había
nacido en el municipio de Güira de Melena, en La Habana, el 27 de marzo de
1908, pero se establece en tierras guantanameras en la zona de Juan Jutía,
perteneciente al realengo el Vínculo.
Padre de cinco niños y miembro de la Asociación Campesina de
El Vínculo, Niceto Pérez, poseía ocho caroes de tierra que solo producía para
el subsisto familiar y que defendió con fuerte resistencia junto a otros campesinos,
ante la actitud criminal de Lino Mancebo,
administrador de la compañía.
Amenazas y muerte...
Acompañado por de una pareja de la guardia rural, Lino Mancebo envió a varios de sus hombres, a ver
al campesino con el objetivo de
atemorizarlo, sin embargo, las amenazas no surtieron los efectos que
deseaba el latifundista y la respuesta que recibió de Niceto fue tajante : “
Para quitarme la tierra hay que matarme”.
La réplica del pueblerino enfurecieron a Lino, quien, junto
a sus secuaces entraron al terreno del humilde campesino, destruyeron sus
cultivos y antes de marcharse, dejaron el mensaje: “Díganle a Niceto que lo
vamos a picotear como a sus viandas”.
Corría el 26 de abril de 1946 y Niceto
Pérez presentó una nueva acusación por las constantes amenazas de muerte que le
hicieran Lino Mancebo y sus esbirros. Sin embargo, la Guardia Rural hizo caso
omiso al líder agrario y como resultado, fue vilmente asesinado el 17 de mayo
de ese mismo año, mientras limpiaba de hierbas el platanal, en compañía de uno
de sus menores hijos, en su finca María Luisa, en El Vínculo.
En ese momento, el campesino escuchó que pronunciaban su
nombre y al levantar la cabeza recibió
un balazo en el pecho. La esposa de Niceto Pérez, al escuchar el disparo corrió
hacia el lugar y pudo ver cómo Lino Mancebo, en compañía de su hijo y dos
guardias rurales, tapaban sus armas mientras huían montados a caballo, pero antes de morir. Una hora después, moría
en brazos de su esposa pero antes le notificó que sus asesinos eran Lino Mancebo y los guardias rurales.
El
sepelio de Niceto Pérez García, el hombre que dio su vida por defender los derechos del campesino cubano, fue un
acto de rebeldía. Y su muerte, trajo
consigo que las luchas por defensa de la tierra continuaron no sólo en esta
zona, sino también en el Realengo 18, el
Valle de Caujerí y otras regiones del país.
Y se hizo realidad el programa del Moncada...
Y se hizo realidad el programa del Moncada...
Los
asesinos de Niceto Pérez estaban lejos de imaginar, que 13 años después de
aquel vil intento de borrar su ejemplo, llegaría el fin del latifundio, el
desalojo y la injusticia en los campos de Cuba. Más de cien mil familias
recibieron la tierra que trabajaban y, de excluidos en su propia Patria, se
convirtieron en verdaderos ciudadanos de un país donde se respeta la dignidad
plena de sus hijos.
El campesinado cubano nunca podrá olvidar el abandono en el
que sobrevivió durante tantos años y que,
sin dudas, pertenece al pasado, pero de ese pasado al que no puede
volver jamás. Hay que recordar
y tener presente siempre el valor del legado de los miles de campesinos que
como Niceto Pérez García entregaron a la
Revolución lo poco que tenían y hasta sus vidas, sin esperar jamás, nada a
cambio.
Esta fue una de las razones para que el 17 de mayo de 1959,
para recordar la muerte de este campesino cubano, el
Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, firmó en el poblado de La Plata, Comandancia del Ejército Rebelde la
primera Ley de Reforma Agraria, hecho de enorme trascendencia política,
económica y social, que entre otras medidas, abolió el latifundio en Cuba.
Con la estampilla de esta Ley, se perpetraba la firme
denuncia de los males de la República y sus culpables. Con ella se ratificaba
el único camino posible para eliminar tanta ignominia y que el hambre, las
enfermedades, el analfabetismo y el desempleo se desterraran de una vez en
nuestro país. Y
Como parte del proceso de transformación agraria dos años después, 17 de mayo de 1961 se constituye la
Asociación Nacional de Agricultores Pequeños, organización que representa los
intereses económicos, políticos y sociales de los más de 378 mil asociados y
sus familiares y que en el mes de mayo de 2015 celebró su XI Congreso
comprometidos con su Revolución y su pueblo.
Fue el triunfo de la Revolución aquel Primero de Enero de 1959,
el que trajo consigo que cuatro meses después, se convirtiera en realidad el
anhelo por el que entregaron la vida Niceto Pérez García, Sabino Pupo y otros
campesinos en su batalla por la justicia en los campos de Cuba. Fue ese día, el motor impulsor que convirtió
los sueños de los campesinos en realidad para producir más alimentos para el
pueblo y seguir sembrando ideas, porque así,
defendemos la Revolución.