Cuando queremos justificar lo injustificado, aparece
cualquier declaración, de eso, no cabe la menor duda. Ahora el ciudadano español Ángel Francisco Carromero Barrios, acusado de haber provocado un
accidente en julio de 2012, en la provincia de Granma, y que
provocara la muerte de dos cubanos, entre ellos la de Oswaldo Payá Sardiña, afirmó a “The Washington Post”, “que el origen del siniestro fue
provocado por otro coche, que lo seguía y que embistió de forma intencionada su
vehículo..
“Tenía miedo, pero Oswaldo me dijo que no me
detuviera si no nos lo indicaban o nos obligaban a hacerlo. Conduje con
cuidado. La última vez que miré por el retrovisor, me di cuenta de que el coche
se había acercado demasiado y de pronto sentí un fuerte impacto por detrás”,
relató Carromero en entrevista con el diario estadounidense.
En el diálogo, el
ciudadano español negó el hecho de que conducía exceso de velocidad. Sin
embargo, tras asegurar que no quiere causarle "más problemas"
a las autoridades españolas, manifestó
al rotativo estadounidense su esperanza de que la "injusta situación"
que vive pese a ser
"inocente", no dure
"demasiado tiempo más".
Todo parece indicar que el mentado rotativo es el “elegido” para cambiar el testimonio de Carromero en torno al terrible accidente. Y para ello, apelaron a este medio norteamericano en busca de credibilidad a declaraciones supuestamente imputadas al culpable del accidente, y trascritas en algunos sitios de la contrarrevolución afines a la política norteamericana contra Cuba.
Aliados de Washington en España, procuran presentar un “caso” contra Cuba desde sectores de la ultraderecha española, empecinados en satanizar a Cuba en el tema de los derechos humanos, por ejemplo, ante el Examen Periódico Universal (EPU), nuevo mecanismo del Consejo de Derechos Humanos que sesionará en el mes de mayo en Ginebra.
Por su parte, el periódico El País, portador de una política editorial bien definida contra Cuba, se apartó inteligentemente de esta “historia”, y en torno a ello reprodujo las declaraciones de José Manuel García - Margallo, canciller del país ibérico. “La única constancia que se tiene de lo ocurrido, afirmó García - Margallo, son los telegramas que la embajada española en Cuba recibió y el memorándum que firmó el cónsul con las autoridades de La Habana”.
Ese documento, al decir del canciller español, se escribió "con el consentimiento del señor Carromero y totalmente de acuerdo con sus declaraciones. En el mismo no se refleja la “circunstancia" que presenta el diario norteamericano y que concuerda absolutamente con la versión que defiende la familia de Payá en torno al accidente.
El juicio contra Ángel Carromero fue "limpio, abierto y procesalmente impecable", sí lo calificó cónsul de España en Cuba, Tomas Rodríguez, quien acompañara al acusado junto a un abogado enviado desde España por su familia para y quien alegó además: “Se han respetado todas las normas del proceso”.
Por su parte, la fiscalía demostró abiertamente que el accidente fue total responsabilidad del ciudadano español por su imprudencia y falta de habilidad al conducir. Para ello, contó con el apoyo del peritaje y la presencia de médico forense que refirió y expuso fotos del estado en que quedó el líder disidente Oswaldo Payá tras el accidente.
En el juicio de Carromero Barrios, la oposición y la familia armaron la tesis de que el automóvil fue empujado fuera de la carretera por otro vehículo. Sin embargo, éste lo desmintió al asegurar que en ese momento, sólo vio venir un tractor en sentido contrario y a más de 200 metros. Y si éste fue su testimonio, entonces cómo se explica que ahora él mismo legitime al “The Washington Post”, “que el siniestro fue provocado por otro coche, que lo seguía y que embistió de forma intencionada su vehículo.
No hay dudas de que detrás de este telón, que caerá en algún momento, hay voceros de la ultraderecha cubana en Miami, que pretenden que el joven repita lo que ellos quieren escuchar. Sin embargo, la verdad es una sola: Carromero es culpable. Sin embargo, como él mismo no ha dicho con todas las letras lo que se le pide que diga, entonces, han decidido hablar por él.