La
adolescencia, etapa comprendida entre los 10 y 15 años aproximadamente es aquella donde el niño ya dejó de serlo para convertirse en alguien necesitado de atención, comprensión, de aceptación y sobre todo muy necesitados de que los escuchen, para superar este cambio
en su vida. Por ello, ser
padre de un adolescente es un reto que enfrentan no sólo ellos, sino también la familia con quienes conviven.
Desde
el punto de vista biológico y físico, en el adolescente dejó atrás al niño que
fue hasta ayer. De igual manera, en la autoconciencia se hacen nuevas interrogantes: ¿quién soy?, ¿Cómo he
cambiado tanto?, ¿Cómo me visto?…que poco a poco él mismo se responderá, a
medida que acepte la realidad que desafía.
Ya
"ellos" y "ellas" no se comportan como niños, porque
sencillamente no lo son, tampoco pueden hacerlo como adultos. Se visten de otra
manera, los varones quieren ponerse aretes, fumar, cambiar de amistades, en fin, ser
diferentes... Y esto en alguna medida aunque no venga mal el consejo de los adultos, hay que aceptarlo porque tienen necesidad de que se les
ayude y entienda.
En la adolescencia, la
relación afectiva con el grupo ocupa un lugar primordial, y por ello, la familia pasa a un segundo plano. Entiéndase que no es por falta de cariño hacia los padres y familiares, sino
porque su relación con los amigos determina e influye sobremanera en sus hábitos de vestir,
forma de hablar, gustos, preferencias y hasta en el nuevo comportamiento que
exhiben en ese momento.
Por ello es importante que la familia atraiga a los miembros del grupo de sus hijos, acercarse a ellos en la escuela, actividades culturales, y recreativas
en aras de propiciar las relaciones interpersonales y afectivas, como vía para
contribuir a la formación de la personalidad de cada uno de ellos.
Para
los adolescentes son absurdas y fatales las prohibiciones, los gritos, las
incomprensiones, el autoritarismo, métodos que conducen, en muchos casos, a una
actitud conformista o a una rebeldía que entorpece el desarrollo armónico de la
personalidad.
Escucharlos y respetar sus criterios, es lo esencial para los adolescentes. Y antes de decir que
"no", si es necesario, pensar bien qué responderles, darles una
explicación portadora de los elementos
necesarios para su convencimiento. Así comprenderán el
porqué ellos deben de respetar las normas y principios de la familia, máxima
responsable de prepararlos para la vida.