El joven revolucionario Frank País García, debido al grado de organización del el Movimiento 26 de Julio en Guantánamo y la preparación de sus militantes, visitó en varias oportunidades el oriental territorio considerado fundamental en los planes elaborados para esta acción.
En esos momentos, los rebeldes en Guantánamo liderados por el combatiente Julio Camacho Aguilera, realizaron diversas actividades, entre ellas, tomar una importante guarnición de la tiranía, realizar sabotajes a redes telegráficas, cortar líneas telefónicas, descarrilar un tren de carga y obstruir las vías de comunicación con Santiago de Cuba.
El central Ermita era sitio de referencia en estas operaciones para evitar que desde esta ciudad, se enviaran refuerzos al ejército de la dictadura batistiana, por el hecho de que por ahí pasa el ferrocarril que enlaza a Guantánamo con Santiago de Cuba. Y esta fue la razón por lo que descarrilaron un tren de carga bloqueando así la vía férrea.
También ocuparon el cuartel de la guardia rural y tomaron el pequeño campo de aviación que existía en el mentado lugar con una avioneta, y detuvieron a su personal con el fin de evitar intentos de salida de la localidad.
Estas acciones, unidas a tiroteos a inmuebles de propietarios vinculados al régimen de Fulgencio Batista, coincidieron con una huelga obrera general que tomó fuerza en el sector ferroviario durante varios días y trajo consigo la paralización de la mayor parte de la actividad económica y comercial de la ciudad de Guantánamo.
Algunos de los combatientes del 30 de noviembre en Guantánamo, formaron parte de las tropas del Segundo Frente Oriental “Frank País” , en tanto, otros se mantuvieron en la clandestinidad y siguieron la lucha en las ciudades. Cuando concluyeron las acciones, Julio Camacho y otros pocos hombres se encaminaron hacia la finca de Los Raposo para ocultar las armas y luego retornó a la ciudad de Guantánamo en aras de continuar en la organización de los futuros planes en la región.
De inmediato, las tropas de la tiranía detienen a Luis Raposo, quien es torturado cruelmente y muere el 6 de diciembre sin delatar a sus compañeros. Otro de los jóvenes que participó en los hechos de esa jornada gloriosa, fue Arnaldo García González, también capturado y asesinado el 9 de enero de 1957.
Aunque el alzamiento del 30 de Noviembre de 1956 no cumple su propósito, demostró la continuidad histórica del pueblo cubano, la fortaleza de la clandestinidad en varios territorios y constituyó el detonante fundamental que abrió la ofensiva definitiva contra la dictadura batistiana.