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Cada tercer domingo de julio se celebra en Cuba el Día de los privilegiados de la sociedad cubana, los niños. Por tal motivo, deviene oportunidad para reflexionar, en torno a lo que significa la fecha para quienes tienen la alegría de saberse el tesoro más valioso.
La voluntad del gobierno cubano y de nuestro Fidel Castro Ruz respecto los niños y niñas desde la etapa perinatal, ha sido tema permanente. Esta niñez feliz, preparada, que sabe lo que quiere y cómo defender lo que tiene, no son sólo destinatarios principales de cada esfuerzo y conquistas, sino que se han ganado un espacio en la gran obra de construir el futuro.
Hoy las plazas, parques, instituciones culturales, centros de recreación, canchas deportivas, calles, avenidas y paseos, se visten de gala. En estos espacios, se recibir a los pequeños príncipes, confiados en que en de Cuba, no sólo se les garantiza la salud y la alimentación, sino la educación, seguridad, felicidad y sobre todo, a ocupar el lugar que les corresponde como infantes en la sociedad.
Los niños cubanos viven un mundo donde la belleza y la ternura están a flor de piel. Un mundo donde tienen el privilegio de tejer fantasías, participar libremente en la vida cultural, recibir antes y después del nacimiento todos los cuidados, de estar protegidos de más de diez enfermedades peligrosas. Y pueden, además, expresar sus opiniones en congresos, jugar, estudiar y crecer lejos de las penas y el dolor sufridos por otros niños en otras latitudes.
Informes del sitio digital de la UNICEF confirman que: “En todo el mundo existen alrededor de 158 millones de niños y niñas de entre cinco y 14 años que trabajan, lo que equivale a uno de cada seis niños y niñas… Y agrega que en África subsahariana, aproximadamente uno de cada tres niños y niñas trabajan, cifra que representa más de 69 millones de menores de edad”.
En Cuba nada hay más importante que un niño. Por tal motivo, el gobierno y la familia, poseen libertad de otorgar a los niños la alegría y satisfacción de abrazar su inocencia y lograr que sus rostros muestren la sonrisa que produce el ser como decía nuestro José Martí: “ El tesoro más valioso”.