El 19 de julio de 1964 se abría otro capítulo de la historia de las agresiones desde el territorio ilegalmente ocupado para la Base Naval de Guantánamo Ese día, disparos procedentes del enclave militar quitaron la vida al joven soldado guardafronteras Ramón López Peña, mientras cumplía con su deber, en la posta 44 de la Brigada de la Frontera.
El pretexto era invadir a Cuba. Sin embargo, la maniobra fue frustrada por la actitud imperturbable de los soldados que custodian la línea del frente, frontera artificial impuesta por el Imperio. El hecho, llenó de indignación al pueblo y de luto a una humilde familia cubana.
Quienes estuvieron allí...
Según testimonios ofrecidos en el libro A escasos metros del enemigo, de las investigadoras Felipa Suarez y Pilar Quesada, Genaro Rodríguez Cruz, uno de los compañeros de Ramón, asevera que: “minutos antes de las 6 de la tarde, fueron juntos a otros colegas hacia la posta tres del destacamento”.Ese día, a las 5:37 p.m., desde la posta norteamericana los marines yanquis ofendían verbalmente y en tono amenazador a los guardafronteras, rastrillaban sus armas y apuntaban hacia las postas cubanas. A las 7:07 p.m., mientras se producía el cambio de guardia en la posta cubana, los marines norteamericanos disparan una ráfaga contra los soldados de la Brigada de la Frontera Héctor Pupo Sucarno y Ramón López Peña.
“Desde nuestra llegada a la posición fuimos objeto de continuas provocaciones: los marines tiraban piedras, hacían gestos ofensivos y gritaban palabras obscenas. Como era domingo, desde temprano estaban emborrachándose. A nuestro lado, el cabo Rolando, jefe de la escuadra, informaba por teléfono todo cuanto iba sucediendo”, recalca Rodríguez Cruz.
“Yo llevaba una cantimplora llena de café y jocosamente, porque tenia una sonrisa en el rostro, López Peña dijo: 'Vamos a tomar café que esta gente está jodiendo mucho, hoy va a haber jodedera'. Unos minutos mas tarde vimos a dos marines tirarse al suelo y disparar hacia nosotros. Las dos primeras ráfagas hicieron un surco delante de los pies de López Peña y del soldado Héctor Pupo.
”De inmediato, el cabo Rolando nos manda a entrar a la trinchera. Vamos entrando uno a uno, pero siguen los disparos y oigo a mi espalda a uno de los compañeros de guardia que dice: Hirieron a uno. Me viro y grito: ¿A quién? y es el propio López Peña quien me responde: A mi, yo estoy herido…
”Venía tambaleándose hacia el sitio seguro de la trinchera cuando se desploma y, ya en el suelo, dice: 'marines, hijos de puta, me han matado'. Fueron sus últimas palabras. Vimos la gravedad de sus heridas, incluyendo la del proyectil q le atravesó el cuello, y lo acomodamos en el piso, su máscara antigás se la pusimos de almohada. En esas condiciones duró apenas unos minutos”, culminó Rodríguez Cruz.
Cuentan que esa noche nadie durmió en el destacamento. Los soldados de la Brigada de la Frontera eran muy unidos y derramaron lágrimas de dolor e indignación por el crimen. Entonces ante la indignación, hubo que hablarles fuerte a todos los soldados y explicarles que no podían actuar sin órdenes de los superiores.
¿Quién fue Ramón lópez Peña?
Ramón López Peña había nacido el 15 de diciembre de 1946 en Puerto Padre, actual provincia de Las Tunas. Desde temprana edad se incorporó a labores agrícolas, razón por la que solo cursó hasta el cuarto grado la educación primaria.Más tarde llegó hasta el sexto grado de escolaridad, pues la situación económica familiar no le permitió continuar sus estudios y tuvo que trabajar tempranamente en el corte de caña.
Con solo 15 años cumplidos, Ramón ingresó en las Milicias Nacionales Revolucionarias y poco después en las Fuerzas Armadas Revolucionarias(FAR). En 1962 ya era miembro activo del Ejército Regular y formaba parte de la División No. 59 de Las Tunas, con la cual participó en la lucha contra bandidos en la zona de Manatí.
Posteriormente, por sus méritos y disciplina, fue destinado al Batallón de la Frontera. En dicha unidad participa en la preparación combativa y política, la superación cultural y en tres zafras del pueblo. Habían pasado 17 meses cuando López Peña era distinguido como ejemplar durante el proceso de incorporación de los soldados a la Unión de Jóvenes Comunistas en las FAR.
El ejemplo...
Con el asesinato de Ramón López Peña, se demostró una vez más que los combatientes de la Frontera tenían que ser muy firmes y revolucionarios para soportar con calma, aunque con indignación, cualquier hecho. El pavoroso crimen engrosaba entonces la extensa lista de ignominias del imperialismo norteamericano contra Cuba.Durante el sepelio de Ramón López Peña más de 50 000 pobladores enunciaron su rechazo ante el brutal asesinato. En la ceremonia fúnebre el General de Ejército Raúl Castro Ruz entregaba a Andrés, padre de Ramón, el carné que lo reconocía como el primer militante de la Unión de Jóvenes Comunistas en las FAR , mientras sentenciaba en su acalorado discurso: “¡Que viva la paz, pero con los fusiles, cañones y tanques bien engrasados”!