Todavía, para quienes no la conocen y transitan por primera vez por la carretera al poblado Siboney, les llama la atención la imagen de extremo cuidado de esa pequeña casita, pintada de blanco y adornada por la cerca de maderos rojos y rodeada de frondosos árboles frutales.
El lugar entró a la historia de la revolución Cubana cuando fue alquilado por aquellos jóvenes de la Generación del Centenario de José Martí para una supuesta cría de aves y entonces devino cuartel general para los preparativos finales, que con Fidel Castro al frente, dispusieron para el derrocamiento de la tiranía de Fulgencio Batista.
Todavía se mantiene intacto el pozo seco donde se guardaron las armas, situado a un costado de la vivienda, mientras que en su interior, se atesoran prendas personales, municiones bélicas, uniformes y muebles originales.
Tras el triunfo revolucionario de 1959, la granjita de Siboney , fue convertida en Museo, y recibe periódicamente a cientos de visitantes cubanos y de otras latitudes del mundo El heroico inmueble guarda el tesoro más preciado del devenir nacional y constituye un testimonio vivo de la acción más heroica erigida en nuestro país.
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