El domingo 15 es el Día de los niños en Cuba, y momento para reflexionar en lo que significa la fecha para los que saben querer. Ser un niño privilegiado es algo poco común en muchas partes del mundo, pero en Cuba, hoy esa condición es un privilegio que le garantiza a todos sus derechos más elementales desde su nacimiento.
En Cuba, las niñas y los niños celebran este día con la alegría de saberse el tesoro más preciado al beneficiarse, sin distinción alguna, de escuelas, juegos, recreación sana y atención médica esmerada.
Participar libremente en la vida cultural, recibir antes y después del nacimiento todos los cuidados, estar protegidos de 13 enfermedades peligrosas, expresar sus opiniones en foros, dirigirse en los congresos y en sus organizaciones los distingue respecto a sus semejantes en otros países.
Los informes de Naciones Unidas confirman las cifras escalofriantes de que cada minuto mueren en el mundo 16 infantes por hambre y falta de asistencia médica.
En contraste, Cuba exhibe una de las tasas de mortalidad infantil más baja del mundo, 5,3 por cada mil nacidos vivos, a pesar de que este pequeño país ha sido objeto del bloqueo económico, financiero y comercial de Estados Unidos durante casi medio siglo.
Muy lejos están los infantes cubanos de la explotación laboral, la prostitución, mendicidad, el tráfico de personas u otros actos de violencia muy comunes en otras sociedades donde impera la economía de mercado.
Los niños cubanos viven un mundo donde existe la belleza, la paz y la bondad para que ellos mismos, cuando les llegue el momento de hacerlo, cuiden ese legado y todo lo valioso que ha creado el ser humano para los que saben querer.
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