En Cuba, pobres pero honrados
Tomado de El blog de Yohandry
Por: María Elena Balán Saínz (AIN)
Un viejo proverbio apunta que quien vive con honradez nunca se arrepentirá de nada. Mientras otro, más popular y contemporáneo, señala que quien actúa de forma honrada puede, cada noche, poner tranquilo la cabeza sobre la almohada y dormir con placidez.
Es uno de los valores éticos que debe fomentar la familia desde los primeros años de vida. A veces, ocurren casos de niños que van a jugar a la casa del amiguito y traen de regreso juguetes que no les pertenecen y los padres aceptan que se queden con ellos.
Así en la medida en que van creciendo, cuando asisten a la escuela, prosiguen con el reprobable hábito de sustraer gomas, lápices y otros artículos que de antemano sus progenitores saben que no fueron obsequiados por sus compañeros.
Y se va formando una cadena de malas acciones, las cuales en la adultez resulta ya un lastre. Entonces en el centro de trabajo, en la comunidad en que viven o a cualquier sitio que vayan se sienten con el derecho de coger lo que no es suyo.
En estos tiempos que corren hay personas que piensan que apropiarse de lo que es de su empresa, de su taller, del lugar donde construyen un edificio o del sitio donde laboran no es malo, porque son bienes del Estado y total, los suministros vuelven a suplir eso que “se perdió”.
Lo peor es que muchos lucran con todo aquello que se llevan del trabajo y cuando alguien les dice que es una ilegalidad, se ofenden. Quieren ganar más dinero que quienes en realidad dan su aporte a la sociedad y estudiaron y se superaron para desempeñar su profesión.
Mucho tenía que trabajar el hombre de campo y también el de ciudad en otras épocas, cuando veían salir el sol estando ya en sus faenas y regresaban a casa cuando casi anochecía. Hacían todo bajo la premisa familiar de que se podía ser pobre, pero honrados.
La honradez como estado natural de la conciencia viene de la cuna, de los buenos hechos que transmite la familia o de la palabra del maestro cuando nos habla de los principios éticos.
Por eso no puede entenderse que algunas personas, aduciendo necesidades personales, se lleven a sus viviendas lo que es propiedad del Estado y también la de los ciudadanos que viven en su comunidad.
Son conductas reprobables y existe un código penal que las sanciona. No se puede admitir que quede impune quien atente contra los bienes sociales o de las personas.
Honrado no es sólo el que devuelve lo que no es de él. Es aquel que vive con el resultado de su propio esfuerzo, sin apropiarse o valerse de logros ajenos.
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