Por: Pablo Soroa Fernández
El 20 de mayo de 1902 siete años y un día
luego de que Cuba dejara morir al Apóstol de su Independencia, este
objetivo secular fue
institucionalmente frustrado después de 30 años de lucha, con la instauración de una “República” , que de haber
existido, podría haberse denominado falsa, orquestada, apócrifa,
mediatizada, impuesta, y digo “podría”,
porque el
calificativo precisa de un sustantivo para acompañarlo.
Pero ¿acaso era aquello una República, como se preguntó Fidel?
¿Qué República era aquélla cuyo primer presidente resultaba, comparado con Carlos Manuel de Céspedes (y no
por la estatura corporal, sino por la patriota) un liliputiense, y, por
añadidura portaba en su cartera las credenciales de ciudadano norteamericano y en el alma la falta de convicciones de los
revolucionarios conversos.
Se es siervo por necesidad, y servil por elección, escribió José
Ingenieros en su libro La simulación en
la lucha por la vida, un texto que debió ser de cabecera para Don Tomás
Estrada Palma, reeleccionista a la fuerza, solicitador de intervenciones
foráneas y asesino del General Quintín Banderas, ex compañero suyo de
cabalgadura en la manigua y cubano que
por más constituciones peleó. .
La naturaleza de la “República” de 1902 (las comillas aquí resuelven un
gran problema) la delatan la de sus apologetas: traidores de toda laya, torturadores, los que ahora en el exilio (y
sino ellos sus descendientes) disfrutan el dinero que le extirparon bajo la tutela
d doctores y generales, inconsecuentes con hoja de servicios a la libertad que
vino a materializarse, no por ellos, sino a pesar de ellos, el primero de enero
de 1959.
En mis años, he conocido una sola República la nacida en aquella
alborada, sin ceremonias, ni fuegos artificiales, abonada con la sangre de la
juventud del Centenario, encabezada por Fidel, y forjada en el Moncada, en Isla
de Pinos (el presidio), en México (el exilio), en el desembarco del Granma y la lucha en la
Sierra Maestra.
Si tuviera el privilegio de ser nonagenario, tampoco habría
conocido otra república que ésta, la única que en realidad en Cuba ha sido, la
que defendimos en Playa Girón, durante la crisis de los cohetes, en la Lucha
contra Bandidos, en nuestra gesta internacionalista en África, y en América
Latina.
Esa es la única República Cubana, no aquella, existente solo para los
terratenientes y burgueses, para sus
cachorros y cachorras, que si no aúllan la impotencia de carecer de patria, la
ladran, Sancho, señal de que la
República Única y Revolucionaria, cabalga hacia el futuro, hacia el futuro
socialista.
Un futuro sin la tutela de aquellas administraciones yanquis que protegieron, auparon y de milagro no situaron
en el sanctasanctórum a tantos malversadores y déspotas, los últimos en
escuchar y seguir al pie de la letra sus órdenes, no acatadas ya en Cuba,
Territorio Libre de América, Año 55 de la Revolución.
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