Por Yamilka Alvarez Ramos
Estas son agunas reflexiones que comparte la periodista Yamilka Alvarez Ramos, a partir de lo que algunos han empezado a amplificar sobre la supuesta detención de ciertos periodistas en Baracoa..
En las últimas horas, y como era de esperar, comenzaron a subir de nivel en ciertos sitios web y redes sociales de Internet, los comentarios relacionados con la supuesta detención en Baracoa, una de las zonas más terriblemente castigadas por el Huracán Matthew, de un grupo de personas de un proyecto privado de prensa radicado en Cuba, nombrado Periodismo de Barrio.
Algunos de los implicados directos, entiéndase los presuntos detenidos, se han encargado de atizar el fuego a su favor en el papel de víctimas y otros, especialmente aquellos que están pendientes de incidentes de este tipo para satanizar al gobierno cubano, se ocupan de amplificarlo al mundo como ejemplo de intolerancia, censura, falta de libertad de expresión, entre otros calificativos previamente diseñados para estos casos.
Si buscamos en cualquier diccionario, el uso más habitual del concepto arresto se asocia a la detención y a la privación de la libertad de un individuo. Y eso no fue lo que sucedió. sas personas se trasladaron por su cuenta hasta el escenario de los más devastados lugares por el Huracán, Maisí y Baracoa.
Allí comenzaron a trabajar en sus intereses informativos, entrevistaron a damnificados sin estar acreditados para ello, lo que llamó la atención de algunos habitantes por no reconocerlos como periodistas de los medios locales, o nacionales y extranjeros que han hecho su labor también allí y en consecuencia, alertaron de eso a quien correspondía.
Una vez interceptados, recibieron atenciones, nunca maltratos, ni fueron esposados, encarcelados y mucho menos incomunicados.
Aunque se les dijo que no podían continuar en esos territorios por no contar con permisos, ni acreditación, se les permitió dormir en la casa de alquiler que habían pagado en Baracoa, probablemente con parte del dinero que solicitaron como donativo para emprender esta aventura, y al día siguiente, los condujeron en un transporte hasta la ciudad de Guantánamo.
Fueron entrevistados individualmente como corresponde en situaciones así, alertados de lo que no podían hacer, pero ello no significa detención, arresto y mucho menos privación de libertad. Inmediatamente después, se les indicó la vía para salir de la provincia, la misma por la que llegaron, por sus propios medios.
Contrasta sobremanera que mientras muchos de los periodistas guantanameros que dan cobertura a los daños del Huracán lo hicieron y hacen en condiciones aún muy difíciles, a pie, algunos muy afectados en lo personal y hasta sin casa, sin un lugar propio al que volver después de cumplir con su deber, otros presuman del dinero recibido por donaciones para poder pagar comodidades en medio del desastre y la devastación, entre ellas carro y casa de alquiler.
Otra arista del asunto que no debemos desdeñar, es que a tenor con la Ley 75 de Defensa Nacional, el desastre natural ocurrido clasifica entre las condiciones excepcionales, en tanto afecta el normal funcionamiento de la sociedad, no por gusto los Consejos de Defensa territoriales están activados con sus atribuciones, y adopta las medidas que considere necesarias en pos de asegurar el orden interior y la seguridad.
Así que las presuntas víctimas en esta historia nunca lo han sido. Llegaron entre risas a Guantánamo, y de eso dejaron constancia gráfica, con dinero recaudado para hacer su trabajo, mientras otros periodistas ya cumplían el suyo ejemplarmente sin pedir un centavo a cambio: para shows y manipulaciones aquí no hay tiempo, el que tenemos es para recuperarnos del desastre, ellos, a otro con ese cuento.
Estas son agunas reflexiones que comparte la periodista Yamilka Alvarez Ramos, a partir de lo que algunos han empezado a amplificar sobre la supuesta detención de ciertos periodistas en Baracoa..
En las últimas horas, y como era de esperar, comenzaron a subir de nivel en ciertos sitios web y redes sociales de Internet, los comentarios relacionados con la supuesta detención en Baracoa, una de las zonas más terriblemente castigadas por el Huracán Matthew, de un grupo de personas de un proyecto privado de prensa radicado en Cuba, nombrado Periodismo de Barrio.
Algunos de los implicados directos, entiéndase los presuntos detenidos, se han encargado de atizar el fuego a su favor en el papel de víctimas y otros, especialmente aquellos que están pendientes de incidentes de este tipo para satanizar al gobierno cubano, se ocupan de amplificarlo al mundo como ejemplo de intolerancia, censura, falta de libertad de expresión, entre otros calificativos previamente diseñados para estos casos.
Si buscamos en cualquier diccionario, el uso más habitual del concepto arresto se asocia a la detención y a la privación de la libertad de un individuo. Y eso no fue lo que sucedió. sas personas se trasladaron por su cuenta hasta el escenario de los más devastados lugares por el Huracán, Maisí y Baracoa.
Allí comenzaron a trabajar en sus intereses informativos, entrevistaron a damnificados sin estar acreditados para ello, lo que llamó la atención de algunos habitantes por no reconocerlos como periodistas de los medios locales, o nacionales y extranjeros que han hecho su labor también allí y en consecuencia, alertaron de eso a quien correspondía.
Una vez interceptados, recibieron atenciones, nunca maltratos, ni fueron esposados, encarcelados y mucho menos incomunicados.
Aunque se les dijo que no podían continuar en esos territorios por no contar con permisos, ni acreditación, se les permitió dormir en la casa de alquiler que habían pagado en Baracoa, probablemente con parte del dinero que solicitaron como donativo para emprender esta aventura, y al día siguiente, los condujeron en un transporte hasta la ciudad de Guantánamo.
Fueron entrevistados individualmente como corresponde en situaciones así, alertados de lo que no podían hacer, pero ello no significa detención, arresto y mucho menos privación de libertad. Inmediatamente después, se les indicó la vía para salir de la provincia, la misma por la que llegaron, por sus propios medios.
Contrasta sobremanera que mientras muchos de los periodistas guantanameros que dan cobertura a los daños del Huracán lo hicieron y hacen en condiciones aún muy difíciles, a pie, algunos muy afectados en lo personal y hasta sin casa, sin un lugar propio al que volver después de cumplir con su deber, otros presuman del dinero recibido por donaciones para poder pagar comodidades en medio del desastre y la devastación, entre ellas carro y casa de alquiler.
Otra arista del asunto que no debemos desdeñar, es que a tenor con la Ley 75 de Defensa Nacional, el desastre natural ocurrido clasifica entre las condiciones excepcionales, en tanto afecta el normal funcionamiento de la sociedad, no por gusto los Consejos de Defensa territoriales están activados con sus atribuciones, y adopta las medidas que considere necesarias en pos de asegurar el orden interior y la seguridad.
Así que las presuntas víctimas en esta historia nunca lo han sido. Llegaron entre risas a Guantánamo, y de eso dejaron constancia gráfica, con dinero recaudado para hacer su trabajo, mientras otros periodistas ya cumplían el suyo ejemplarmente sin pedir un centavo a cambio: para shows y manipulaciones aquí no hay tiempo, el que tenemos es para recuperarnos del desastre, ellos, a otro con ese cuento.
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