Estaba consciente del peligro que había en la calle. Sin embargo, ese día antes de salir le dijo a su mamá: «Julio Antonio Mella ha muerto por la Revolución y mi deber es ir al entierro aunque me maten». Entonces marchó con un cartel donde se leía «¡Abajo el imperialismo!».
Francisco González Cueto, Paquito, había nacido el 19 de octubre de 1919 en Pueblo Nuevo, La Habana. Era un buen estudiante, inquieto, generoso, de carácter jovial, siempre de buen humor; además, le gustaba el cine, jugaba a la pelota y era muy aficionado a los animales.
Independientemente de poseer un carácter alegre y compartir con los niños de su edad, tuvo una formación ideológica prematura. Era sorprendente verlo conversar con personas mayores sobre temas de actualidad, específicamente de las luchas revolucionarias.
El 29 de septiembre de 1933, la calle Reina, en la capital cubana, le dio paso al pueblo con las cenizas de Julio Antonio Mella en sus brazos. La brutalidad y el miedo abrieron fuego y la metralla alcanzó a Paquito. Su cuerpo fue abatido en medio de la muchedumbre. Caía el primer mártir de los pioneros cubanos.
La historia quiso que Paquito, ejemplo de responsabilidad y bandera de lucha para los pioneros cubanos, subiera al podio de los mártires de la mano de Mella, este día. Iniciaba la lucha por la unidad de los pioneros y los jóvenes comunistas cubanos, consolidada el 4 de Abril de 1959, cuando aquellas tradiciones nacidas al calor de la batalla, florecieron por el arrebato y la firmeza de la naciente Revolución.