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Para recordar a Ignacio Agramonte y Loynaz: Día del Jurista en Cuba
Cada 8 de junio se celebra en Cuba el Día del Jurista para homenajear la fecha en que en el año 1865, Ignacio Agramante y Loynaz, hizo su tesis de Grado para recibirse como Licenciado en Derecho Civil y Canónico en la Universidad de La Habana.
El mayor, como se le conocía, fue un hombre de ideas avanzadas y una vasta cultura. Insigne patriota puso al servio de la libertad de la Patria sus conocimientos, participó en la redacción de la primera constitución de Cuba en Armas, la de Guáimaro y fue elegido secretario de la asamblea constituyente.
Ignacio Agramonte, tiene el mérito de haber escrito el primer texto de Derecho Constitucional en Latinoamérica, excelente material de consulta y a su vez, es portador de dos de los atributos que caracterizan a nuestros juristas: el honor y la Justicia.
Los juristas en Cuba, inspirados en el ejemplo de Ignacio Agramonte y defensores de la legalidad, se funden en un solo pensamiento, día a día combaten el delito, la corrupción y otras infracciones, porque desde los tribunales o la fiscalía, representan el escudo en la defensa de nuestra legalidad socialista.
Ignacio Agramonte: El Bayardo
Fue aquella mañana del 11 de mayo de 1873 cuando vieron por última vez a Ignacio Agramonte y Loynaz cuando se derrumbara de su caballo en el combate en los campos Jimaguayú. Entonces su cadáver fue ultrajado por las huestes españolas y sus cenizas dispersadas al viento, como para que se convirtieran en como expresó José Martí en «Sombra inmortal».
Había nacido el 23 de diciembre de 184l en Puerto Príncipe, hoy Camaguey, en un ambiente familiar de costumbres sociales muy rígidas. Y al decir de nuestro José Martí, era de cuerpo delgado y más fino que recio, aunque de mucha esbeltez. Era un ángel para defender, y un niño para acariciar.
Se graduó como abogado en l867 y luego de permanecer algún tiempo en La Habana, regresó a su ciudad natal donde estableció su bufete, aunque en el mismo, no permanece mucho tiempo cumpliendo las funciones legislativas que le fueron encomendadas.
A los 31 años, cuando fue nombrado Mayor General del Ejército Libertador y jefe de las fuerzas insurrectas de Camagüey, se convierte en el Bayardo. Sus dotes como dirigente político la demostró al oponerse a maniobras claudicantes que pretendían cobrar fuerza en el campo insurgente y protagonizó múltiples hazañas donde se evidenció su altruísmo y coraje, entre ellas, el rescate del Brigadier Julio Sanguily, el 8 de octubre de 1871.
Fue Ignacio Agramante el primer ideólogo y líder militar de la provincia de Camagüey durante la Guerra de los Diez Años, defendió con fuerza la unidad revolucionaria de los participantes en la llamada Asamblea de Guáimaro y estuvo entre los jóvenes de su generación, nacidos en cuna rico, influenciado por las corrientes del pensamiento liberal, el romanticismo y el irredentismo.
Muchos retratistas lo dibujaron de diversas maneras, pero fue nuestro José Martí quien le hizo el retrato más fiel que hubiera tenido el Mayor: “Por su modestia parecía orgulloso: la frente, en que el cabello encajaba como un casco, era de seda, blanca y tersa, como para que la besase la gloria… se sonrojaba cuando le ponderaban su mérito; se le humedecían los ojos cuando pensaba en el heroísmo…, o cuando el amor le besaba la mano… Ese era Ignacio Agramonte: El Bayardo.
Juristas cubanos: escudo en la defensa de nuestra legalidad socialista
Cada 8 de junio se celebra en Cuba el Día del Jurista para homenajear la fecha, que, 1865, el Mayor General de las guerras de independencia contra el colonialismo español, Ignacio Agramante y Loynaz desarrolló su tesis de Grado para recibirse como Licenciado en Derecho Civil y Canónico en la Universidad de La Habana.
El mayor, como también se le conocía a este insigne patriota puso al servio de la libertad de la Patria sus conocimientos, lo que le dio más fuerza a su propósito de servir a la Revolución. Participó en la redacción de la primera constitución de Cuba en Armas, la de Guáimaro y fue elegido secretario de la asamblea constituyente.
Ignacio Agramonte, portador de dos de los atributos que caracterizan a nuestros juristas, el honor y la Justicia y hombre de ideas avanzadas y una vasta cultura, posee el mérito de haber escrito el primer texto de Derecho Constitucional en Latinoamérica, excelente material de consulta.
Los juristas en Cuba, inspirados en el ejemplo de El Mayor y defensores de la legalidad, se funden en un solo pensamiento y cada día se enfrentan, junto a nuestro pueblo, a las manifestaciones de delito, corrupción y otras infracciones.
La dignidad con que laboran estos hombres y mujeres, que día a día combaten el delito y la corrupción, desde los tribunales o la fiscalía, representan el escudo en la defensa de nuestra legalidad socialista.
Ignacio Agramonte: Diamante con alma de beso
Fue aquella mañana de domingo 11 de mayo de 1873 la última vez que vieron a Ignacio Agramonte y Loynaz, cuando se derrumbara de su caballo en el combate en los campos Jimaguayú. Su cadáver fue ultrajado por las huestes españolas y sus cenizas dispersadas al viento, como para que se convirtieran por siempre en «Sombra inmortal», en como expresó José Martí.
El mayor, como también se le conocía, había nacido el 23 de diciembre de 184l en Puerto Príncipe, Camaguey, en un ambiente familiar de costumbres sociales muy rígidas. Se graduó como abogado en l867, permaneció algún tiempo en La Habana y luego regresó a su ciudad natal donde estableció su bufete.
A los 31 años, Agramonte el primer ideólogo y líder militar de la provincia de Camagüey durante la Guerra de los Diez Años, fue nombrado Mayor General del Ejército Libertador y jefe de las fuerzas insurrectas de Camagüey, así se convierte en el Bayardo, uno de los puntales políticos de las luchas por la independencia.
Sus dotes como dirigente político las demostró al oponerse a maniobras claudicantes que pretendían cobrar fuerza en el campo insurgente y al protagonizar múltiples hazañas que evidenciaran su altruismo y coraje, entre ellas, el rescate del Brigadier Julio Sanguily, el 8 de octubre de 1871.
Manuel Sanguily, compañero de ideales y de armas del patriota dijo de Ignacio Agramante: “Fue amigo tierno y leal, buen hijo, buen hermano, buen padre, esposo modelo, (…) un hombre impecable y, en cuanto lo consiente la flaqueza ingénita de nuestra pobre humanidad, un ser perfecto, fogoso y apasionado como Bolívar, grave, puro, austero como Washington.”
Nuestro José Martí con su verbo le hacía el retrato más fiel que hubiera tenido el Mayor: “Por su modestia parecía orgulloso: la frente, en que el cabello encajaba como un casco, era de seda, blanca y tersa… se sonrojaba cuando le ponderaban su mérito y se le humedecían los ojos cuando pensaba en el heroísmo…, o cuando el amor le besaba la mano… Era un ángel para defender, y un niño para acariciar. Era un diamante con alma de beso.
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