Tomado de Prensa Latina
El Gobierno cubano denunció hoy que Estados Unidos deniega
reiteradamente los accesos consulares a René González, uno de los cinco
antiterroristas de la isla condenados en el país norteño.
René ha sido objeto de una nueva arbitrariedad por parte del Gobierno
de Estados Unidos, que endurece las condiciones de su libertad
supervisada y hace que estas se asemejen cada vez más a las de una
prisión, precisa la Cancillería en una nota.
El Ministerio de
Relaciones Exteriores advierte que el propósito de Washington es seguir
castigando al antiterrorista, quien fue detenido en 1998 junto a Gerardo
Hernández, Antonio Guerrero, Ramón Labañino y Fernando González por su
seguimiento a grupos violentos que desde Miami actúan con impunidad
contra Cuba.
Desde septiembre de 2012, el Departamento de Estado
ha denegado todas las solicitudes de la Sección de Intereses de Cuba en
Washington para que los funcionarios diplomáticos realicen las visitas
consulares, las cuales había autorizado de manera permanente durante los
13 años que estuvo encerrado, agrega.
René salió de la cárcel
en octubre de 2011 y desde entonces fue obligado a permanecer en Estados
Unidos bajo el régimen de libertad supervisada por tres años, lo que
activistas y defensores de los derechos humanos consideran una sanción
adicional.
La Cancillería cubana denuncia que la conducta del
Gobierno norteamericano constituye una violación flagrante de sus
obligaciones de la Convención de Viena sobre Relaciones Consulares de
1963.
Esa norma internacional ampara el derecho del
antiterrorista a comunicarse libremente con los funcionarios de la
Sección de Intereses de la isla caribeña en territorio estadounidense.
A través del texto divulgado hoy, La Habana responsabiliza a Washington por la seguridad e integridad física de René.
Junto al Gobierno cubano; juristas, cientos de organizaciones,
intelectuales, más de una decena de premios Nobel y ciudadanos de
decenas de países demandan a la Casa Blanca el regreso a su país de los
antiterroristas, quienes estaban en suelo norteño para impedir actos
como los que han dejado en la isla cerca de tres mil 400 muertos.