Por: M. H. Lagarde
Nacido desde el más profundo y orgulloso oficialismo revolucionario para contrarrestar a un supuesto periodismo ciudadano sustentado en premios injustificados o en encuentros organizados por torturadores y criminales de reconocido prestigio internacional, el blog Cambios en Cuba podría definirse como un blog de batalla.
Sin embargo está claro que, tras las revelaciones hechas por Wikileaks de algunos cables fechados en la SINA, o el testimonio fotográfico publicado en sus páginas del servilismo imperial de los mercenarios insulares, no queda ya mucho que descubrir.
Desarmados de argumentos y verdades que defender, para colmo, el enemigo ha optado por la cínica estrategia de descubrirse así mismo. Por lo que no resulta nada extraño que los jefes en Washington saquen la cara públicamente por algunas de las marionetas en las que han invertido nadie sabe, a ciencia cierta, cuántos cientos de millones de dólares.
Como ya he dicho en otras ocasiones, el ataque hacia Cuba a través de los blogs no es nada nuevo. Una variación, a tono a los tiempos que corren, de la campaña mediática que se inició a pocos días del triunfo de la Revolución usando como pretexto el fusilamiento de los esbirros y asesinos de Batista. De la Operación Verdad emprendida entonces por el gobierno revolucionario hasta hoy, puede decirse que si algo ha cambiado son los medios tecnológicos utilizados para difamar y satanizar a Cuba.
El trabajo sucio que entonces, además de las agencias de prensa internacionales, realizó Radio Swan y hasta no hace mucho la mal llamada Radio Martí, ahora se ha intentado traspolar al último grito de las comunicaciones: Internet.
Se trata de hacer creer que supuestos “testigos” o presuntos periodistas ciudadanos en la Isla, denuncian, gracias a la “magia” instantánea de las nuevas tecnologías, la represión existente en el régimen “dictatorial y totalitario” cubano.
Ya sabemos, como se hizo público recientemente durante las elecciones en Irán o en el caso de la toma de una plaza en Libia, cuán “instantáneas” y “ciudadanas” resultan ser dichas redes sociales cuando las verdades se montan en escenografías emplazadas a miles de kilómetros de donde en realidad ocurren los hechos.
El experimento de las infalibles redes sociales, que puede haber resultado en otras latitudes que nada tienen que ver con la geografía social cubana, no creo que tenga el menor éxito en nuestro país, a pesar de la fascinación, real e inventada, que tratan algunos teóricos de endilgarle a las llamadas redes, las cuales en realidad, la mayoría de las veces, no son más que redes ficticias.
Por otro lado, tratar de engañar a los cubanos con trucos propagandísticos baratos no solo ha resultado bien difícil hasta ahora, sino que lo será en el futuro. No se debe olvidar que el Maine explotó el 15 de febrero de 1898, a las 9 y 40 de la noche, en la rada habanera y que su explosión desató la primera campaña mediática del imperio, si es que el imperialismo, como dijo Lenin, apareció en su más actualizada versión por esos días.
Yo, que hace unos años, me entretuve en escribir una novela sobre el tema, sé que no hay mucha diferencia entre los métodos utilizados por Hearst durante la llamada guerra hispano-cubano-americana y los utilizados recientemente en guerras como la de Irak u otros conflictos internacionales más recientes.
Ayer como hoy, la mentira y la tergiversación de los hechos a favor de los intereses de los propietarios de los grandes medios de difusión -que no son otros que los dueños y señores del capital mundial-, sigue siendo el eje central de la política editorial de la llamada prensa libre occidental.
Si algo ha cambiado, como ya dije, ha sido la tecnología a través de la cual esa dictadura del engaño fabrica e impone al resto de la ciudadanía mundial sus mensajes.
Si hoy un moderno Remington le reprochara, via sms, a los nuevos Hearst la falta de hechos que contar, estos últimos le responderían: “Tú saca el celular, que nosotros pondremos la represión y la guerra”.
Volviendo al blog, con sus altas y bajas, durante algo más de tres años, Cambios en Cuba ha tratado de poner al descubierto el nada original accionar de los mercenarios y sus amos que, por lo visto, son los únicos, en Cuba, que se empeñan en no cambiar.
El blog nunca hubiera sido posible sin la colaboración de muchos amigos, entre los que se destacan el fallecido caricaturista, Tomás Rodríguez Sayas, Tomy, el preguntón Hatuey, los caricaturistas de Palante, José Luis y Lacoste, o ese valiente y excelente periodista cubano, radicado en Miami, llamado Edmundo García.
Con la ilusión de que el enemigo consiga reclutar mercenarios mejores capacitados, con la suficiente ética para no trastocar piedras en balas e inventar asesinatos de diplomáticos en las calles habaneras, o de hacer creer que unas analfabetas funcionales organizan cada cierto tiempo nada menos que “tés literarios”, Cambios en Cuba mantendrá, como hasta ahora, sus entradas abiertas.
En cuanto a los cambios en Cuba, los reales, esos que ocurren todos los días y que son muchos y sin dudas seguirán siendo, los lectores, como han hecho hasta ahora, podrán seguirlos perfectamente ya sea por el periódico Granma o, desde una perspectiva más intimista y humana, en las bitácoras de muchos de los blogueros aquí presentes.