Anoche pocos guantanameros o me atrevo a afirmar que ninguno, pudo dormir ante las lluvias y los vientos que asociados al huracán Sandy, llegaron durante la madrugada a la provincia de Guantánamo. Todos lo esperábamos, sabíamos que inevitablemente este evento meteorológico tocaría nuestras puertas.
Cerca de las 3 y media de la madrugada la ventolera era terrible. Era un rugido que asustaba hasta al más valiente.
LLovía intensamente, algo similar, al decir de muchos guantanameros, no
se había visto jamás. En todo Guantánamo no había fluido eléctrico.
Desde temprano en la mañana y junto a la lluvia, entraron varias llamadas a mi casa de personas preocupadas por nuestra situación. Eran llamadas de La Habana, de Holguín, de Baracoa, de Maisí, de
Santiago de Cuba, de un amigo que con dolor, me dijo: Se me derrumbó
parte de la casa... Y esto duele, mucho, sin embargo, es bueno apreciar
hasta dónde llega el grado de solidaridad de los amigos, amigas y familiares.
Agradezco
a quienes me llamaron para saber qué nos había ocurrido, también a los
montones de amigos que en la red social Twitter, se han preocupado por
la situación en Guantánamo. Esta, amigos míos, es la fuerza de este sentimiento tan
noble que es la amistad. No es más que la muestra de que aunque Sandy nos dejara
lluvias, desprendimientos, desastres dantescos por donde pasó, no pudo llevarse esa gran virtud que es la solidaridad humana.