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Los CDR: una organización que nació para ser eterna



La noche del 28 de septiembre de 1960 en un acto público frente al antiguo Palacio Presidencial, hoy Museo de la Revolución y  respuesta a varios petardos que la contrarrevolución hiciera estallar, mientras miles de habaneros escuchaban al máximo líder revolucionario. Fidel Castro llegaba de hacer una trascendental intervención durante el XV Periodo de Sesiones en la sede de la Organización de Naciones Unidas, en Nueva York.

Quienes se congregaban en el lugar, en ese momento respondieron con Vivas a la Revolución y posteriormente, entonaron las notas del Himno Nacional.  "Vamos a establecer un sistema de vigilancia revolucionaria colectiva, apuntó Fidel y añadió: ...  Están jugando con el pueblo y no saben todavía quién es el pueblo; están jugando con el pueblo y no saben la tremenda fuerza revolucionaria que hay en el pueblo".  

Así dijo Fidel Castro en dicha  concentración. Y con esta efervescencia revolucionara,  nacen los primeros Comités de Defensa de la Revolución (CDR) que este 28 de septiembre llega a sus 55 años y su activo papel frente a los planes de quienes desean truncar el proceso revolucionario cubano, lo ha caracterizado. 

La iniciativa, la voluntad, el desinterés, la solidaridad, el humanismo y la combatividad, son ingredientes que también los acompañan pues están diseminados en cada cuadra, barrio, en cualquier punto de la geografía cubana. Suman la activa participación en la Campaña de vacunación y la defensa de las conquistas de la Revolución, como otras de las tareas que empuja los CDR. 

Ante cada obra planteada por la Revolución, está el entusiasmo y la rapidez que caracteriza a cada cederista cubano, quienes también se destacan en el enfrentamiento a las indisciplinas sociales e ilegalidades y la lucha contra el delito,  y a través de los Destacamentos Mirando al Mar. A esto se suma la recogida de materias primas, el embellecimiento de los barrios, la activa ayuda en la campaña antivectorial y en la noble misión de las donaciones voluntarias de sangre.


Portadores de alegría, optimismo que se han entregado en cuerpo y alma junto al pueblo, su principal garante y protector, los cederistas tienen el orgullo de ser  una organización que nació para ser eterna.