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El XVII Festival: Una ola de amor por Cuba
Encontré a Miguel Reyes Mendoza, periodista de la televisora local Primadavisión, de Baracoa, Guantánamo en el Chat de Facebook, red social que congrega a millones de personas del mundo. Y desde su perspectiva como delegado al XVII Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, que se celebra en Pretoria, le pedí para el blog La Guantanamera, sus impresiones sobre la cita Juvenil.
El logro de la Paz mundial, el acceso público y gratuito a la educación, a la cultura, la ciencia, la problemática de los cambios climáticos y la batalla de los cubanos en Cuito Cuanavale, son algunos de los temas que se debaten en el Festival - nos dice Miguelito- como cariñosamente le llamamos.
Es curioso apreciar - prosigue - cómo algunos delegados de otros países se nos acercan para saber cuan efectivo es el proceso educacional en Cuba, cómo está estructurado y la situación de los estudiantes, e indagan sobre el funcionamiento de nuestro único Partido. Admirable es apreciar también cómo hablan del Che, incluso en muchos afiches, fotos y pancartas lo encontramos junto a Fidel y Mandela. Es realmente impresionante, precisa el joven.
Este Festival deviene una ola de amor por Cuba. Jamás imaginé que la gente amará tanto a mi país y eso me enorgullece – expresa el joven de 24 años – y continúa: Aquí los delegados nos piden que le hablemos del sistema de salud, la colaboración médica y deportiva y de nuestro invicto Comandante en jefe Fidel Castro, quien junto a Nelson Mandela y el Che, constituyen las figuras más mencionadas por todos los presentes en la cita estival.
Respecto al caso de los Cinco cubanos prisioneros en los Estados Unidos, Miguelito nos dice: Cuba y la solidaridad con los Cinco se ha hecho evidente en todos los escenarios durante el XVII festival. Aquí hay más de 15 mil jóvenes de más de 109 países, pero no es difícil aseverar por qué todos aman a mi Patria. Esto es un gesto lindo de solidaridad hacia nuestro país y su lucha por lograr la integración entre todos los pueblos del mundo y la Paz mundial.
Fidel es el padre de la humanidad, – expresa Reyes Mendoza - . Lo asevero por que he tenido momentos emocionantes aquí en Pretoria. Uno de ellos fue ver cómo los delegados de otras latitudes casi me arrancan de la mano una gigantografía de Fidel para hacerse fotos con él. Eso me sucedió con los chinos, los árabes y los sudafricanos. Fue el día de la inauguración y sabes?, para mi fue genial, una vez más reafirmé que también fuera de nuestras fronteras, se ama a Cuba.
También los periodistas tuvimos un intercambio durante las sesiones de trabajo del XVII Festival. Entonces tuve la oportunidad de expresar cómo eran los medios de Comunicación Masivas en Cuba, decir cómo en ellos aparecen representados los sectores de la sociedad y cómo la gente de pueblo se mira en ellos. Los medios de prensa en Cuba, les expliqué, no son medios de lucros, sino que responden a una política editorial y cada uno de ellos, tiene una línea editorial y lo más importante: pertenecen al pueblo.
Estoy muy feliz. Jamás imaginé que el amor por Cuba fuera tan inmenso. El XVII Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, es una oportunidad más para que los jóvenes cubanos sigamos ganando amigos en el mundo, y un momento eficaz para exponer nuestra verdad y llamar a fortalecer la lucha por la Paz, la solidaridad internacional y la justicia.
Mensaje a los participantes en el XVII Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes en Sudáfrica
Compañeras y compañeros:
Es muy grato para mí y un gran honor acceder a la solicitud que me hicieron llegar de transmitirles un mensaje con motivo del XVII Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes que tiene lugar en la Patria de Nelson Mandela, símbolo viviente de la lucha contra el odioso sistema del apartheid.
Cuba fue sede de dos festivales mundiales: el XI, en 1978; y el XIV, en 1997.
Por primera vez el Festival dejaba de realizarse en Europa para hacerlo en un país de este hemisferio.
La decisión fue tomada por la IX Asamblea de la Federación Mundial de Juventudes Democráticas que tuvo lugar en Varna, Bulgaria, a fines del año 1974.
Eran tiempos diferentes: el mundo se enfrentaba a problemas serios, pero menos dramáticos. Los jóvenes más progresistas luchaban por el derecho de todos los seres humanos a una vida digna; el viejo sueño de los mayores pensadores de nuestra especie cuando era evidente que la ciencia, la tecnología, la productividad del trabajo y el desarrollo de la conciencia lo hacían posible.
En un breve lapso de tiempo la globalización se aceleró, las comunicaciones alcanzaron niveles insospechados, los medios para promover la educación, la salud y la cultura se multiplicaron. Nuestros sueños no eran infundados. En ese espíritu se llevó a cabo el XI Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, en el que participó también nuestro pueblo.
En el Consejo General de la Federación Mundial de Juventudes Democráticas, celebrado precisamente en la heroica Sudáfrica a principios de octubre de 1995, se aprobó la realización en La Habana del XIV Festival, en el que participaron más de 12 mil delegados de 132 países. Nuestro país llevaba entonces casi 37 años librando la batalla política e ideológica contra el imperio y su brutal bloqueo económico.
Hasta la década de 1980 no solo existían la República Popular China, la República Popular Democrática de Corea, Vietnam, Laos y Kampuchea, que habían soportado guerras genocidas y los crímenes de los yankis, sino también el campo socialista de Europa y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, un enorme Estado multinacional de 22 millones 402 mil 200 kilómetros cuadrados, con enormes recursos de tierra agrícola, bosques, petróleo, gas, minerales y otros. Frente a la superpotencia imperialista, con más de 800 bases militares desplegadas por todo el planeta, se erguía la superpotencia socialista.
La disolución de la URSS, fuesen cuales fueran los errores en uno u otro momento de la historia, constituyó un duro golpe al movimiento progresista del mundo.
Los yankis se movieron rápidamente y extendieron las bases militares y el uso de instalaciones construidas por la URSS para cercar más estrechamente con su maquinaria de guerra a la Federación Rusa, que aún continúa siendo una gran potencia.
El aventurerismo militar de Estados Unidos y sus aliados de la OTAN se incrementó en Europa y Asia. Desataron la guerra de Kosovo y desintegraron a Serbia.
En el ámbito de nuestro hemisferio, aún antes de la desintegración de la URSS, invadieron en el año 1965 a la República Dominicana; bombardearon e intervinieron con fuerzas mercenarias a Nicaragua; invadieron con sus tropas regulares a Granada, Panamá y Haití; promovieron sangrientos golpes militares en Chile, Argentina y Uruguay y dieron apoyo a la brutal represión de Stroessner en Paraguay.
Crearon la Escuela de las Américas, donde no solo entrenaban a miles de oficiales latinoamericanos en conspiraciones y golpes de Estado, sino también familiarizaron a muchos con doctrinas de odio y prácticas sofisticadas de torturas, mientras se presentaban ante el mundo como paladines de “los derechos humanos y la democracia”.
En la primera década de este siglo, la superpotencia imperialista parece desbordarse de su propio cauce.
Los sangrientos sucesos del 11 de septiembre de 2001, en que fueron destruidas las Torres Gemelas de Nueva York -un episodio dramático en el que perdieron la vida alrededor de 3 000 personas-, y el ataque posterior al Pentágono, vino como anillo al dedo al inescrupuloso aventurero George W. Bush para instrumentar la llamada guerra contra el terror, que constituye, simplemente, una peligrosa escalada en la brutal política que Estados Unidos venía aplicando en nuestro planeta.
Está más que demostrada la bochornosa complicidad de los países de la OTAN con tan repudiable guerra. Esa organización bélica acaba de proclamar su propósito de intervenir en cualquier país del mundo donde considere que sus intereses, es decir, los de Estados Unidos, estén amenazados.
El monopolio de los medios masivos de información, en manos de las grandes transnacionales capitalistas, ha sido utilizado por el imperialismo para sembrar mentiras, crear reflejos condicionados y desarrollar instintos egoístas.
Mientras los jóvenes y los estudiantes viajaban hacia Sudáfrica a luchar por un mundo de paz, dignidad y justicia, en Gran Bretaña los estudiantes universitarios y sus profesores libraban una batalla campal contra los fornidos y bien equipados cuerpos represivos que, sobre briosos caballos, los atacaban. Pocas veces y tal vez ninguna otra en la historia se vió un espectáculo semejante de la “democracia” capitalista. Los partidos neoliberales gobernantes ejerciendo su papel de gendarme de la oligarquía, traicionando sus promesas electorales, aprobaron medidas en el Parlamento que elevaban a 14 mil dólares anuales el costo de los estudios universitarios. Lo peor de todo fue el descaro con que los parlamentarios neoliberales afirmaron que el “mercado resolvía ese problema”. Solo los ricos tenían derecho a los títulos universitarios.
Hace pocos días, el actual Secretario de Defensa de Estados Unidos, Robert Gates, al comentar los secretos divulgados por Wikileaks declaró: “El hecho es que los gobiernos tratan con EE.UU. porque les interesa, no porque les gustemos, no porque confíen en nosotros, y no porque crean que podemos guardar secretos. Algunos gobiernos tratan con nosotros porque nos temen, algunos porque nos respetan, la mayoría porque nos necesita. Todavía somos esencialmente, como se ha dicho antes, la nación indispensable”.
No pocas de las personas inteligentes y bien informadas albergan la convicción de que el imperio yanki, como todos los que lo precedieron, ha entrado en la etapa final y que las señales son irrebatibles.
Un artículo publicado en el sitio Web TomDispatch, traducido del inglés por el sitio Rebelión, expone cuatro hipótesis del probable curso de los acontecimientos en Estados Unidos, y en todas ellas la guerra mundial figura como una de las posibilidades, aunque no excluye que pueda haber otra salida. Añade que definitivamente ese país perderá su papel dominante en las exportaciones globales de mercancías, y en menos de 15 años perdería su papel dominante en la innovación tecnológica y la función privilegiada del dólar como moneda de reserva. Cita que ya este año China alcanzó un 12% frente a Estados Unidos 11% en la exportación mundial de mercancías, y aludió a la presentación por el Ministro de Defensa de China en el mes de octubre de este año del superordenador Tianhe-1A, tan poderoso que, como expresó un experto estadounidense, “liquida la máquina Nº 1″ existente en Estados Unidos.
Nuestros queridos compatriotas, al llegar a Sudáfrica, entre las primeras actividades rindieron merecido tributo a los combatientes internacionalistas que dieron su vida luchando por África.
Desde hace 12 años en el vecino Haití nuestra misión médica presta su servicio al pueblo haitiano; hoy con la cooperación de médicos internacionalistas graduados en la ELAM (Escuela Latinoamericana de Medicina). Allí luchan también por África combatiendo la epidemia del cólera, que es la enfermedad de la pobreza, para impedir que se extienda a ese continente, donde al igual que en América Latina hay mucha pobreza. Con la experiencia adquirida, nuestros médicos han reducido extraordinariamente la tasa de letalidad. Muy cerca de Sudáfrica, en Zimbabwe, en agosto de 2008, de “forma explosiva” estalló esa epidemia según el diario “Herald” de Harare. Robert Mugabe acusó a los gobiernos de Estados Unidos y Gran Bretaña de introducir la enfermedad.
Como prueba de la total falta de escrúpulo yanki, es necesario recordar que el Gobierno de Estados Unidos entregó armas nucleares al régimen del apartheid, que los racistas estuvieron a punto de usar contra las tropas cubanas y angolanas, que después de la victoria de Cuito Cuanavale avanzaban en la dirección Sur, donde el mando cubano, sospechando ese peligro, adoptó las medidas y tácticas pertinentes que le daban el dominio total del aire. Si intentaban usar tales armas, no habrían obtenido la victoria. Pero es legítimo preguntarse: ¿qué habría ocurrido si los racistas sudafricanos hubiesen utilizado las armas nucleares contra fuerzas de Cuba y Angola? ¿Cuál habría sido la reacción internacional? ¿Cómo habría podido justificarse aquel acto de barbarie? ¿Cómo habría reaccionado la URSS? Son preguntas que debemos hacernos.
Cuando los racistas entregaron el gobierno a Nelson Mandela, no le dijeron una sola palabra, ni qué hicieron con aquellas armas. La investigación y denuncia de tales hechos sería en estos instantes un gran servicio al mundo. Los exhorto, queridos compatriotas, a presentar este tema en el Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes.
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
Fidel Castro Ruz
Diciembre 13 de 2010
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