Este 2012, el Comité Internacional por la Libertad de los Cinco,invita a comenzar el año con una acción colectiva sencilla por los Cinco cubanos presos en Estados Unidos. Y será mucho más efectiva si la realizamos el mismo día y desde todas partes del mundo.
El llamado a todos los países del mundo que luchan por la justicia precisa que cada día cinco, se envíe un fax, un correo electrónico, se haga una llamada telefónica, se envíen cinco tweets o un telegrama desde cualquier lugar donde se encuentre, a @BarackObama para exigirle que libere a los patriotas cubanos y permita el inmediato regreso de René a Cuba.
Sobresale darle un mayor uso de las redes sociales para romper el muro del silencio impuesto por los grandes medios en el caso de los antiterroristas, fundamentalmente en Facebook y Twitter. De hecho, sino está registrado en la red social, puede hacerle llegar un correo electrónico, fax o llamar por teléfono al Presidente de EEUU para exigirle que inmediatamente ponga en libertad a Gerardo, Ramón, Antonio y Fernando y que permita a René regresar a Cuba junto a su esposa e hijas.
La batalla por el regreso de los Cinco tiene que ser todos los días, por ello, hay que hacer de cada día cinco, una jornada de libertad y justicia. Nos corresponde a nosotros, personas de buena voluntad exigir al presidente Obama que, haciendo uso de las facultades que le confiere la Constitución de su país, como abogado, padre, hijo, esposo, Premio Nobel de la Paz, que ponga fin a esta injusticia, libere a los antiterroristas cubanos de inmediato e indique el regreso de René a Cuba.
Sólo Obama puede y tiene que ponerle fin a 13 años de injusticia. Con ello, podrá ganarse el respeto de la comunidad internacional que está esperando su gesto humanitario que permita el inmediato regreso de los Cinco a Cuba, junto a sus familiares y su pueblo. En sus manos está hacerlo ahora mismo y sin condiciones. La batalla por la liberación de los Cinco tiene que ser una lucha colectiva
DIFERENTES FORMAS DE COMUNICARSE CON LA CASA BLANCA
Por teléfono: 202-456-1111
Si llama desde fuera de los EEUU, marque el Código Internacional del respectivo país + 1 (Código de EEUU) 202.456.1111
Por fax: 202 456-2461
Si envía un fax desde fuera de los EEUU, marque el Código Internacional del respectivo país + 1 (Código de EEUU) 202-456.2461
Por correo electrónico:
Por correo electrónico ESCRIBA AL PRESIDENTE OBAMA
Instrucciones para las personas que no leen Ingles para enviar un correo electrónico al Presidente Obama
Solo debe llenar las preguntas que contienen un asterisco (*)
Donde dice First Name escriba su nombre
Donde dice Last Name escriba su apellido
Donde dice E-mail escriba su correo electrónico
IMPORTANTE: “Type” no tiene asterisco pero DEBE hacer clic en “Internacional” para poder continuar.
Donde dice Country escriba su País
Donde dice Subject: elija “Foreign Policy”
Donde dice Message escriba su mensaje pero no sobrepase los 2.500 caracteres.
Al final escriba textualmente la frase que aparece en la pantallita donde dice “type the two words” dejando un espacio entre las dos palabras.
Todo amor Por una sonrisa a la vida
Cuando el 13 de mayo de 2010 surge el sub proyecto Por una sonrisa, Erelis Rojas Vázquez, representante del grupo guantanamero Los Ángeles de la Creación no imaginó que lo que fueran las actividades que prepararan para niños discapacitados y con enfermedades oncológicas en Guantánamo, se convertiría en un espacio habitual en busca de la satisfacción espiritual de estas personitas que saben querer.
La idea estaba preconcebida, por ello un grupo de artistas guantanameros se reunieron para materializar el proyecto y crear a través de conciertos de música infantil, cumpleaños colectivos, excursiones entre otras actividades, un espacio de sano esparcimiento de estos niños enfermos y donde intervienen también sus padres.
Agrupaciones como Los Angeles de la Creación, La Real Familia, además de otros proyectos infantiles de Guantánamo, están involucrados en este espacio que da vida y amor a estos pequeños, apoyado por el Centro Provincial de la Música, el Sectorial Provincial de Cultura, la Unión de Jóvenes Comunistas y la Organización de Pioneros José Martí.
Por una sonrisa, es un sub proyecto del Proyecto Madre, Unidos por la Vida y tiene como gestor a Osmel Díaz Boloy, director del grupo La Real Familia y a Erelis Rojas, quienes junto a la Ludoteca Infantil de Guantánamo, promotora de todas las actividades, además de los médicos, enfermeras y trabajadores sociales, que dan a estos niños Todo amor Por una sonrisa a la vida.
El 1ro de enero de 1959: Una hermosa página en la historia de Cuba
Tras largos años de lucha, quiso la casualidad que el Triunfo de la Revolución en Cuba tuviera lugar un Primero de enero. Ese día se abría una nueva y hermosa página en la historia de Cuba. A partir de ese momento, el primer día del año, significaría para los cubanos, el advenimiento de una nueva vida.
El nacimiento de una Cuba libre se materializaba para los cubanos. Entonces se hacían realidad los sueños de justicia de quienes entregaron sus vidas a lo largo de más de 100 años de lucha, por obtener la verdadera independencia de la nación.
No es posible olvidar los días que le precedieron a aquel día de enero. Se luchaba duro en toda Cuba y mientras en las ciudades con incorrompible valentía, los combatientes de la clandestinidad desafiaban la muerte y el Ejército Rebelde con tres mil aguerridos e infatigables combatientes, se batía sin descanso.
Con el triunfo del 1ro de enero, no sólo se defendía la integridad de la Patria, sino que se defendía con firmeza inconmovible la integridad de las ideas, de la dignidad del hombre, del derecho a vivir en un país socialista donde el principal protagonista es el pueblo. Hoy somos dueños absolutos de nuestras riquezas naturales y nuestros recursos, los que podemos organizar, planificar y dirigir...
Por primera vez un país latino hizo frente a la soberbia, la arrogancia y la prepotencia del gobierno de los Estados Unidos. Por primera vez la expansión, las medidas económicas y las acciones militares fueron paradas en seco. Por primera vez, un gobierno nació contra la voluntad soberana del Imperio y se ha fructificado ahí en sus propias narices. Entonces el desprecio se trocó en odio, el odio en agresión, la agresión en derrota y la derrota en respeto.
Como cada año, cada mes, cada día, cada minuto, los cubanos nos sentimos muy felices de llegar a otro aniversario de Revolución. Y esto sucede porque conocemos y estamos muy orgullosos de la obra de infinito amor que hoy representa para la Revolución Cubana como paradigma inspirador para miles de países en el mundo.
La alegría de ser cubano
(Tomado de Somos Jóvenes)
Fotos: Kaloian
No sé a usted, pero a mí me gusta lo cubano. Cuando alguien pronuncia Cuba, a mí se me eriza el alma, se me emociona el cuerpo y me brilla la mirada. Cuba me enciende. Cuba me motiva. Cuba me alegra.No sé a usted, pero a mí ser cubano me da un alegrón tremendo. Ser cubano es una fiesta, poco importa si “la cosa está buena o mala”. Mi alegría de ser cubano no cree en rachas ni en malos tiempos.
Ser cubano es alegría, es jolgorio. Vaya, que ser cubano es un vacilón.No sé a usted, pero a mí esta Isla me encanta. Me fascina esa simetría en la cual no importa hacia dónde andes (este-oeste-norte-sur) siempre llegas al mar. Y a mí me fascina el mar, sentarme a escuchar las olas, a mirar las olas, a disfrutar de las olas.
Me encanta esta Isla porque, no importa hacia dónde andes (este-oeste-norte-sur), siempre te encuentras un cubano. Y a mÍ me fascina lo cubano, sentarme a escuchar a los cubanos, a mirar a los cubanos, a disfrutar de lo cubano. Porque lo cubano es único. Es como una tempestad calmada, una felicidad de carnaval a toda hora. ¡Ay, mi amigo! Estoy seguro de que a usted también le encantan las fiestas. Y eso es Cuba. Ser cubano es una fiesta.
No sé a usted, pero a mí me ha ocurrido que he llegado, sin previo aviso, a casa de un pariente y enseguida se ha corrido la voz y, como por arte de magia, en un santiamén “¡por que esto hay que celebrarlo, cará…!” se ha abierto un hueco en la tierra, se atizan unos carbones, se arma una púa y a cocinar dándole vueltas lentamente y entre tragos de ron no tan lentos, un puerco entero. Nadie puede prever de dónde salió la gente, el puerco o el ron.
Nadie lo sabe a ciencia cierta porque esta Isla es mágica. Aquí todo puede ocurrirte. ¡Todo eso sin ni siquiera desempacar las maletas o sacar los regalitos que mandó tu familia de allá a la gente de acá! Así somos los cubanos, siempre acordándonos de los que no vemos y a veces ni llamamos, pero todos sabemos presentes, unidos por ese lazo aun más fuerte de haber nacido en esta tierra, el de la familia cubana.Dígame si eso no se disfruta.
Todos reunidos cantando “bolerones para cortarse las venas”, hablando, riéndonos de las mismas historias (porque aquí las historias pueden contarse mil veces y siempre parecen nuevas), “pescando masitas” de los sitios mejor cocinados, disfrutando el olor de la grasa que se escurre y se evapora entre las brazas. No hay quien mantenga la línea con tanta hospitalidad.
¡Triglicéridos! ¡Colesterol! ¡¿Qué es eso?! Olvídate de tanta locura y goza que por ahí viene su yuquita con mojo, los plátanos chatinos y el arroz congrí que no puede faltar. Toma tu buen pedazo de puerco. ¡Y no te midas! Sírvete más. Y no me carezcas. Y “!DALE QUE TODAVÍA TE CABE UN POQUITO MÁS!”.
Porque así somos los cubanos. Tan hospitalarios que podemos hacer que la dicha se te desborde por los oídos, la boca, los ojos.Dígame si usted no disfrutas eso. Dígame que no desea de esa “hospitalidad a bocajarro” aunque uno esté cansado, o haya pasado las de Caín en un viaje, o venga desde el fin del mundo. Se agradecen tantas atenciones, tanto cariño “a lo cubano”.
Porque no sé si usted lo ha notado, pero los cubanos nos saltamos bien rápido del protocolo. Tenemos esa facilidad de hacerte sentir en familia sin demasiado preámbulo. Muchas personas se dan la mano. Aquí “venga un abrazo”, “dame unos besos, mi niño” (aunque uno pase de los 30 seguirá siendo un “niño”); porque así somos nosotros: niños grandes. Felices, buena gente, sanos para el cariño, campechanos de pura cepa.No sé usted, pero yo disfruto de esa maestría para “romper el hielo”". De ese respeto tan pegado y tan dicharachero y tan bromista porque “si uno no se divierte, de qué sirve la vida entonces”.
Filosofía tan cubana que es capaz de tirar a “choteo” hasta las experiencias más terribles. Uno se pone de ejemplo y allá van las historias tremebundas y a reírnos de lo lindo.
Porque el cubano exagera “de lo lindo”, porque no tenemos límites, no creemos en imposibles.Y nada tiene que ver tanto calor humano con el clima y sí con la pasión que nos une. Con el tipo de gente que somos porque “el cubano es el más hospitalario del mundo”. Aunque el título nos lo endilguemos nosotros mismos (como tantas otras cosas).
Pero al cubano hay que permitirle todo esto, pues si hubiese un instrumento que midiese esta temperatura, le aseguro, mi hermano, que nosotros romperíamos el termómetro.Y no piense nadie que no nos tomamos las cosas en serio. Podemos ser alegres, festivos, jaraneros, pero somos justos.
Los cubanos podemos andar con una sonrisa “de oreja a oreja” y realizar hazañas que muy pocos pueden siquiera concebir. Ejemplos, mi hermano, hay de sobra: Cuito Cuanavale, Indonesia con sus terremotos, médicos en las montañas, maestras en la selva amazónica… Los cubanos no tenemos límites.
Por muy difícil que sean las condiciones allá vamos con nuestra “cubana” a prodigar la solidaridad, a aportar nuestra semillita para hacer del mundo un sitio mejor y más justo para todos. Porque los cubanos no creemos en fatalismos. Creemos en el hombre, en lo mejor de la humanidad y, “”para que no haya inventos”, lo demostramos con nuestro ejemplo.
No sé usted, pero yo disfruto ser cubano. A mí me gusta todo lo cubano. Me encanta el olor de esta isla que se te impregna y que nunca puedes olvidar, es algo que llevas contigo a donde quiera que vayas. Somos parte de esta Isla como ella es parte de nosotros.
Me embarga el perfume que desprende esta tierra después de un buen aguacero, el aroma de las frutas maduras por doquier, el cielo límpido y azul de las mañanas de verano (que son casi todas las del año), el sonido de los ríos que corren por las montañas, las estrellas que desde la noche nos miran.
No sé para usted, pero para mí ser cubano es una fascinación. Disfruto desde lo más profundo de mí el que no creamos en diferencias raciales. Da igual ser blanco, amarillo, negro o verde porque aquí “el que no tiene de congo, tiene de karabalí”. Somos un pueblo mestizo, criollo rellollo, que (¡y que alguien diga lo contrario!) ha aportado al mundo uno de los mejores y más sabrosos inventos de todos los tiempos: ¡la mulata cubana!
Me regocija ser cubano, haber nacido en este sitio donde se ha cocinado lo indio, lo chino, lo español y lo africano para hacer un ajiaco tremendo y alejarnos definitivamente de todo falso puritanismo, de todo ideal de superioridad para considerar a los hombres, a todos los hombres, como iguales.
Gozo de esta riquísima caldosa de “Kike y Marina”, la saboreo y me enorgullezco porque entre sus condimentos tenemos la sabiduría de Martí, la valentía de Maceo, la visión de Céspedes, el coraje de Camilo, la fuerza de Mella, el ahínco de Guiteras, la moral de Echeverría, las enseñanzas de Varela, los pantalones de Frank, la fuerza de Celia, el corazón de Mariana, la estirpe del Moncada.
Porque de esa olla han emergido miles de héroes (tierra fecunda esta), emergen aún y continuará haciéndolo porque condimentos, que somos los cubanos, hay de sobra.No sé que opinará usted, pero a mí la música cubana me encanta. Puedo escuchar canciones en cualquier idioma, de cualquier nacionalidad o ritmo, pero nada me enciende más el alma que un buen son o un suave bolero; nada me “desorbita” más que una movida rueda de casino al paso de los Van Van o Bamboleo, o una conga santiaguera con su trompeta china anunciando que ya rompió la fiesta.
Puedo escuchar a Led Zeppelín y valorarlo, pero prefiero una guitarra y unas cuantas canciones de Silvio en el malecón a cualquier concierto.
Puedo deleitarme con Pavarotti, pero si me ponen al Benny, ahí sí que me pongo morado con Moré. Si suena un rumba o un cajón, a pesar de que pueda ser algo patón, allá se me activa la sangre y no me puedo contener en la silla, porque aquí no importa cómo se baile, sino bailar. A los cubanos, nuestra música nos conmueve y alegra. A nosotros, “que nos quiten lo baila´o”.
No sé usted, pero yo disfruto las ocurrencias de la gente de esta tierra. Ese “¡qué volá, asere!” me resulta inconfundible para localizar un cubano debajo de cualquier fachada. ¡Y qué decir de los dicharachos! Los cubanos somos “el pueblo elegido”, aunque nos hayamos elegido nosotros mismos. Y no hay “quien nos pase gato por liebre” o “nos coja de bobos”. Ni tenemos miedo, pues el que lo tenga “que se compre un perro”, o que “no se preocupe, que del suelo no pasa”, o “a mí, plan”, y “a mí si que me roncan los…” Porque así somos en está nación.
Los cubanos somos “candela”, los que inventamos el “manteca´o”, el “café con leche” y “descubrimos el agua tibia”. Los que no vivimos en una Isla, sino en “la Perla de las Antillas”, y no nos dan las noticias pues “eso lo sabíamos hace un siglo”; ni cerramos las puertas, pues las “trancamos”; ni nos morimos, sino que “estiramos la pata” o “cantamos el manisero”; y sabemos “la hora en que mataron a Lola”, y dormimos “como un lirón”, y comemos “como un animal”, y si una mujer tiene tremendo cuerpo es “un monstruo”; y, si no, “está de madre”, porque para nosotros cuando algo está bueno es “bárbaro” o “está salvaje” o “está escapa´o”.
Nosotros somos así. Nunca provocamos un enredo, sino “tremendo arroz con mango”.No sé a usted, pero a mi me encanta la naturaleza. Puedo admirar un baobab o una secuoya americana, pero si algo me conmueve es estar bajo la sombra de una ceiba o admirar una palma real.
No hay nada más dulce que colarme en un cañaveral y pelar ahí mismo esa “caña cubana” y endulzarme con su mela´o.Puedo ver un tucán o un canario, pero si me dan a escoger entre aves coloridas me quedo con el tocororo, y si de trinos se trata déjenme con un tomeguín del pinar o con el coraje del pitirre.
Si de montañas se trata, prefiero la Sierra, Topes de Collantes, los mogotes de Viñales. ¡Y qué decir de las playas! Denme un Varadero, una Bibijagua, una Guardalavaca. No sé usted, pero yo puedo ver cualquier película y valorarla y emocionarme con su estética, sus logros, sus actuaciones, su trama. Puedo disfrutar la cinematografía planetaria pero no cambiaría por nada mis “Memorias del subdesarrollo”, o “La muerte de un burócrata”, o “Fresa y Chocolate”; vaya, que para mí Titón tendría más de diez Oscars (si esta fuese la medida del éxito cinematográfico).
No sé a usted, pero a mí no hay nada que me emocione más, y debo decirlo con franqueza, que casi me “saque las lágrimas”, que ver a mi bandera ondear en lo alto de un podio olímpico. Ver los 110 metros con vallas, el lanzamiento de la jabalina, el martillo, el judo, la lucha, el béisbol (¡la pelota!), el voleibol, cualquier deporte donde estemos los cubanos, me hace borrar toda lógica y dejar que la pasión se me desborde.
Me gusta que Cuba gane. Aunque sea “a las escupidas” no puedo evitar inmiscuirme, seguirlo, gritar: ” ¡Cará… ganamos!” y gozar junto con todos aquellos cubanos que, igual que yo, se emocionan “de lo lindo” porque esta islita de 10 millones tiene “para dar y para llevar”.No sé usted, pero yo me siento orgulloso de que en esta nación uno no tenga que ser “creyente” para saberse protegido por San Lázaro, la Caridad del Cobre o Santa Bárbara. De escuchar un “bembé” en una esquina, un cajón en la siguiente y música sacra al doblar.
Mi Cubita es así.Nosotros los cubanos sentimos que Dios nos regaló el Paraíso terrenal. Ya lo dijo Cristóbal Colón cuando nos “descubría” y exclamaba: ” ¡Esta es la tierra más hermosa que ojos humanos hayan visto”! No se equivocaba el genovés.
Cuba es bella. Cuba es linda. Cuba es la tierra más hermosa, al menos para nosotros.No sé para usted, pero para mí es un gozo disfrutar de un buen tabaco cubano, “¡el mejor tabaco del mundo!”, con una tacita de café de esas “que levantan un muerto”. O irme a una fiesta y darme un traguito de ron cubano o tomarme un helado Coppelia o una malta “hecha en Cuba”.
Porque los cubanos somos así y nos gusta lo nuestro, extrañamos lo nuestro, disfrutamos de la dulzura de esta tierra y de lo que nace de ella. Es tan así que un amigo, refiriéndose al helado tropical (¿lo recuerdas?), exclamó que en Cuba era “el único sitio donde el frío tiene sabor”.Los cubanos no creemos en adversidades.
Tiempos difíciles hemos tenido de sobra pero, no sé qué pensará usted, ninguno ha conseguido doblegar la alegría de los cubanos. Nos hemos visto “con el agua al cuello”, pero nunca hemos dejado de reírnos o de tender la mano a quien más lo necesita. Así somos, no podemos evitarlo. Un poquito por aquí, otro por allá, y así seguimos “luchando”, saliendo adelante a pesar de que nadie lo espere. Y a mí eso me hace feliz, pues no hay nada que valore más que la capacidad del hombre para crecerse, de levantarse si tropieza.
Y de eso, los cubanos tenemos de sobra.Yo no sé para usted, pero para mí ser cubano es mucho más que una nacionalidad, un deber o una obligación, un derecho por haber nacido aquí. Para mí ser cubano es llevar en la sangre la pasión que nos une a esta tierra, a todos los hombres que han vivido y muerto por ella. Llevar con nosotros un Grito de Yara, la Protesta de Baraguá, Girón, el Escambray, la Sierra.
Cargar con nuestra Isla en peso (como decía Virgilio) y llevarla en nuestro corazón a cuanto rincón nos marchemos. Desperdigar lo que aquí tenemos, la amistad, la solidaridad, el amor hacia los hombres.
Ser cubano es un orgullo. Uno es cubano por siempre. Se es cubano se viva donde se viva. Es una hermandad que va más allá de cualquier frontera geográfica, es nuestra identidad, nuestra razón y nuestra pasión. No sé para usted, pero para mí es así. Yo me siento orgulloso de ser “cubano ciento por ciento”.
Fotos: Kaloian
No sé a usted, pero a mí me gusta lo cubano. Cuando alguien pronuncia Cuba, a mí se me eriza el alma, se me emociona el cuerpo y me brilla la mirada. Cuba me enciende. Cuba me motiva. Cuba me alegra.No sé a usted, pero a mí ser cubano me da un alegrón tremendo. Ser cubano es una fiesta, poco importa si “la cosa está buena o mala”. Mi alegría de ser cubano no cree en rachas ni en malos tiempos.
Ser cubano es alegría, es jolgorio. Vaya, que ser cubano es un vacilón.No sé a usted, pero a mí esta Isla me encanta. Me fascina esa simetría en la cual no importa hacia dónde andes (este-oeste-norte-sur) siempre llegas al mar. Y a mí me fascina el mar, sentarme a escuchar las olas, a mirar las olas, a disfrutar de las olas.
Me encanta esta Isla porque, no importa hacia dónde andes (este-oeste-norte-sur), siempre te encuentras un cubano. Y a mÍ me fascina lo cubano, sentarme a escuchar a los cubanos, a mirar a los cubanos, a disfrutar de lo cubano. Porque lo cubano es único. Es como una tempestad calmada, una felicidad de carnaval a toda hora. ¡Ay, mi amigo! Estoy seguro de que a usted también le encantan las fiestas. Y eso es Cuba. Ser cubano es una fiesta.
No sé a usted, pero a mí me ha ocurrido que he llegado, sin previo aviso, a casa de un pariente y enseguida se ha corrido la voz y, como por arte de magia, en un santiamén “¡por que esto hay que celebrarlo, cará…!” se ha abierto un hueco en la tierra, se atizan unos carbones, se arma una púa y a cocinar dándole vueltas lentamente y entre tragos de ron no tan lentos, un puerco entero. Nadie puede prever de dónde salió la gente, el puerco o el ron.
Nadie lo sabe a ciencia cierta porque esta Isla es mágica. Aquí todo puede ocurrirte. ¡Todo eso sin ni siquiera desempacar las maletas o sacar los regalitos que mandó tu familia de allá a la gente de acá! Así somos los cubanos, siempre acordándonos de los que no vemos y a veces ni llamamos, pero todos sabemos presentes, unidos por ese lazo aun más fuerte de haber nacido en esta tierra, el de la familia cubana.Dígame si eso no se disfruta.
Todos reunidos cantando “bolerones para cortarse las venas”, hablando, riéndonos de las mismas historias (porque aquí las historias pueden contarse mil veces y siempre parecen nuevas), “pescando masitas” de los sitios mejor cocinados, disfrutando el olor de la grasa que se escurre y se evapora entre las brazas. No hay quien mantenga la línea con tanta hospitalidad.
¡Triglicéridos! ¡Colesterol! ¡¿Qué es eso?! Olvídate de tanta locura y goza que por ahí viene su yuquita con mojo, los plátanos chatinos y el arroz congrí que no puede faltar. Toma tu buen pedazo de puerco. ¡Y no te midas! Sírvete más. Y no me carezcas. Y “!DALE QUE TODAVÍA TE CABE UN POQUITO MÁS!”.
Porque así somos los cubanos. Tan hospitalarios que podemos hacer que la dicha se te desborde por los oídos, la boca, los ojos.Dígame si usted no disfrutas eso. Dígame que no desea de esa “hospitalidad a bocajarro” aunque uno esté cansado, o haya pasado las de Caín en un viaje, o venga desde el fin del mundo. Se agradecen tantas atenciones, tanto cariño “a lo cubano”.
Porque no sé si usted lo ha notado, pero los cubanos nos saltamos bien rápido del protocolo. Tenemos esa facilidad de hacerte sentir en familia sin demasiado preámbulo. Muchas personas se dan la mano. Aquí “venga un abrazo”, “dame unos besos, mi niño” (aunque uno pase de los 30 seguirá siendo un “niño”); porque así somos nosotros: niños grandes. Felices, buena gente, sanos para el cariño, campechanos de pura cepa.No sé usted, pero yo disfruto de esa maestría para “romper el hielo”". De ese respeto tan pegado y tan dicharachero y tan bromista porque “si uno no se divierte, de qué sirve la vida entonces”.
Filosofía tan cubana que es capaz de tirar a “choteo” hasta las experiencias más terribles. Uno se pone de ejemplo y allá van las historias tremebundas y a reírnos de lo lindo.
Porque el cubano exagera “de lo lindo”, porque no tenemos límites, no creemos en imposibles.Y nada tiene que ver tanto calor humano con el clima y sí con la pasión que nos une. Con el tipo de gente que somos porque “el cubano es el más hospitalario del mundo”. Aunque el título nos lo endilguemos nosotros mismos (como tantas otras cosas).
Pero al cubano hay que permitirle todo esto, pues si hubiese un instrumento que midiese esta temperatura, le aseguro, mi hermano, que nosotros romperíamos el termómetro.Y no piense nadie que no nos tomamos las cosas en serio. Podemos ser alegres, festivos, jaraneros, pero somos justos.
Los cubanos podemos andar con una sonrisa “de oreja a oreja” y realizar hazañas que muy pocos pueden siquiera concebir. Ejemplos, mi hermano, hay de sobra: Cuito Cuanavale, Indonesia con sus terremotos, médicos en las montañas, maestras en la selva amazónica… Los cubanos no tenemos límites.
Por muy difícil que sean las condiciones allá vamos con nuestra “cubana” a prodigar la solidaridad, a aportar nuestra semillita para hacer del mundo un sitio mejor y más justo para todos. Porque los cubanos no creemos en fatalismos. Creemos en el hombre, en lo mejor de la humanidad y, “”para que no haya inventos”, lo demostramos con nuestro ejemplo.
No sé usted, pero yo disfruto ser cubano. A mí me gusta todo lo cubano. Me encanta el olor de esta isla que se te impregna y que nunca puedes olvidar, es algo que llevas contigo a donde quiera que vayas. Somos parte de esta Isla como ella es parte de nosotros.
Me embarga el perfume que desprende esta tierra después de un buen aguacero, el aroma de las frutas maduras por doquier, el cielo límpido y azul de las mañanas de verano (que son casi todas las del año), el sonido de los ríos que corren por las montañas, las estrellas que desde la noche nos miran.
No sé para usted, pero para mí ser cubano es una fascinación. Disfruto desde lo más profundo de mí el que no creamos en diferencias raciales. Da igual ser blanco, amarillo, negro o verde porque aquí “el que no tiene de congo, tiene de karabalí”. Somos un pueblo mestizo, criollo rellollo, que (¡y que alguien diga lo contrario!) ha aportado al mundo uno de los mejores y más sabrosos inventos de todos los tiempos: ¡la mulata cubana!
Me regocija ser cubano, haber nacido en este sitio donde se ha cocinado lo indio, lo chino, lo español y lo africano para hacer un ajiaco tremendo y alejarnos definitivamente de todo falso puritanismo, de todo ideal de superioridad para considerar a los hombres, a todos los hombres, como iguales.
Gozo de esta riquísima caldosa de “Kike y Marina”, la saboreo y me enorgullezco porque entre sus condimentos tenemos la sabiduría de Martí, la valentía de Maceo, la visión de Céspedes, el coraje de Camilo, la fuerza de Mella, el ahínco de Guiteras, la moral de Echeverría, las enseñanzas de Varela, los pantalones de Frank, la fuerza de Celia, el corazón de Mariana, la estirpe del Moncada.
Porque de esa olla han emergido miles de héroes (tierra fecunda esta), emergen aún y continuará haciéndolo porque condimentos, que somos los cubanos, hay de sobra.No sé que opinará usted, pero a mí la música cubana me encanta. Puedo escuchar canciones en cualquier idioma, de cualquier nacionalidad o ritmo, pero nada me enciende más el alma que un buen son o un suave bolero; nada me “desorbita” más que una movida rueda de casino al paso de los Van Van o Bamboleo, o una conga santiaguera con su trompeta china anunciando que ya rompió la fiesta.
Puedo escuchar a Led Zeppelín y valorarlo, pero prefiero una guitarra y unas cuantas canciones de Silvio en el malecón a cualquier concierto.
Puedo deleitarme con Pavarotti, pero si me ponen al Benny, ahí sí que me pongo morado con Moré. Si suena un rumba o un cajón, a pesar de que pueda ser algo patón, allá se me activa la sangre y no me puedo contener en la silla, porque aquí no importa cómo se baile, sino bailar. A los cubanos, nuestra música nos conmueve y alegra. A nosotros, “que nos quiten lo baila´o”.
No sé usted, pero yo disfruto las ocurrencias de la gente de esta tierra. Ese “¡qué volá, asere!” me resulta inconfundible para localizar un cubano debajo de cualquier fachada. ¡Y qué decir de los dicharachos! Los cubanos somos “el pueblo elegido”, aunque nos hayamos elegido nosotros mismos. Y no hay “quien nos pase gato por liebre” o “nos coja de bobos”. Ni tenemos miedo, pues el que lo tenga “que se compre un perro”, o que “no se preocupe, que del suelo no pasa”, o “a mí, plan”, y “a mí si que me roncan los…” Porque así somos en está nación.
Los cubanos somos “candela”, los que inventamos el “manteca´o”, el “café con leche” y “descubrimos el agua tibia”. Los que no vivimos en una Isla, sino en “la Perla de las Antillas”, y no nos dan las noticias pues “eso lo sabíamos hace un siglo”; ni cerramos las puertas, pues las “trancamos”; ni nos morimos, sino que “estiramos la pata” o “cantamos el manisero”; y sabemos “la hora en que mataron a Lola”, y dormimos “como un lirón”, y comemos “como un animal”, y si una mujer tiene tremendo cuerpo es “un monstruo”; y, si no, “está de madre”, porque para nosotros cuando algo está bueno es “bárbaro” o “está salvaje” o “está escapa´o”.
Nosotros somos así. Nunca provocamos un enredo, sino “tremendo arroz con mango”.No sé a usted, pero a mi me encanta la naturaleza. Puedo admirar un baobab o una secuoya americana, pero si algo me conmueve es estar bajo la sombra de una ceiba o admirar una palma real.
No hay nada más dulce que colarme en un cañaveral y pelar ahí mismo esa “caña cubana” y endulzarme con su mela´o.Puedo ver un tucán o un canario, pero si me dan a escoger entre aves coloridas me quedo con el tocororo, y si de trinos se trata déjenme con un tomeguín del pinar o con el coraje del pitirre.
Si de montañas se trata, prefiero la Sierra, Topes de Collantes, los mogotes de Viñales. ¡Y qué decir de las playas! Denme un Varadero, una Bibijagua, una Guardalavaca. No sé usted, pero yo puedo ver cualquier película y valorarla y emocionarme con su estética, sus logros, sus actuaciones, su trama. Puedo disfrutar la cinematografía planetaria pero no cambiaría por nada mis “Memorias del subdesarrollo”, o “La muerte de un burócrata”, o “Fresa y Chocolate”; vaya, que para mí Titón tendría más de diez Oscars (si esta fuese la medida del éxito cinematográfico).
No sé a usted, pero a mí no hay nada que me emocione más, y debo decirlo con franqueza, que casi me “saque las lágrimas”, que ver a mi bandera ondear en lo alto de un podio olímpico. Ver los 110 metros con vallas, el lanzamiento de la jabalina, el martillo, el judo, la lucha, el béisbol (¡la pelota!), el voleibol, cualquier deporte donde estemos los cubanos, me hace borrar toda lógica y dejar que la pasión se me desborde.
Me gusta que Cuba gane. Aunque sea “a las escupidas” no puedo evitar inmiscuirme, seguirlo, gritar: ” ¡Cará… ganamos!” y gozar junto con todos aquellos cubanos que, igual que yo, se emocionan “de lo lindo” porque esta islita de 10 millones tiene “para dar y para llevar”.No sé usted, pero yo me siento orgulloso de que en esta nación uno no tenga que ser “creyente” para saberse protegido por San Lázaro, la Caridad del Cobre o Santa Bárbara. De escuchar un “bembé” en una esquina, un cajón en la siguiente y música sacra al doblar.
Mi Cubita es así.Nosotros los cubanos sentimos que Dios nos regaló el Paraíso terrenal. Ya lo dijo Cristóbal Colón cuando nos “descubría” y exclamaba: ” ¡Esta es la tierra más hermosa que ojos humanos hayan visto”! No se equivocaba el genovés.
Cuba es bella. Cuba es linda. Cuba es la tierra más hermosa, al menos para nosotros.No sé para usted, pero para mí es un gozo disfrutar de un buen tabaco cubano, “¡el mejor tabaco del mundo!”, con una tacita de café de esas “que levantan un muerto”. O irme a una fiesta y darme un traguito de ron cubano o tomarme un helado Coppelia o una malta “hecha en Cuba”.
Porque los cubanos somos así y nos gusta lo nuestro, extrañamos lo nuestro, disfrutamos de la dulzura de esta tierra y de lo que nace de ella. Es tan así que un amigo, refiriéndose al helado tropical (¿lo recuerdas?), exclamó que en Cuba era “el único sitio donde el frío tiene sabor”.Los cubanos no creemos en adversidades.
Tiempos difíciles hemos tenido de sobra pero, no sé qué pensará usted, ninguno ha conseguido doblegar la alegría de los cubanos. Nos hemos visto “con el agua al cuello”, pero nunca hemos dejado de reírnos o de tender la mano a quien más lo necesita. Así somos, no podemos evitarlo. Un poquito por aquí, otro por allá, y así seguimos “luchando”, saliendo adelante a pesar de que nadie lo espere. Y a mí eso me hace feliz, pues no hay nada que valore más que la capacidad del hombre para crecerse, de levantarse si tropieza.
Y de eso, los cubanos tenemos de sobra.Yo no sé para usted, pero para mí ser cubano es mucho más que una nacionalidad, un deber o una obligación, un derecho por haber nacido aquí. Para mí ser cubano es llevar en la sangre la pasión que nos une a esta tierra, a todos los hombres que han vivido y muerto por ella. Llevar con nosotros un Grito de Yara, la Protesta de Baraguá, Girón, el Escambray, la Sierra.
Cargar con nuestra Isla en peso (como decía Virgilio) y llevarla en nuestro corazón a cuanto rincón nos marchemos. Desperdigar lo que aquí tenemos, la amistad, la solidaridad, el amor hacia los hombres.
Ser cubano es un orgullo. Uno es cubano por siempre. Se es cubano se viva donde se viva. Es una hermandad que va más allá de cualquier frontera geográfica, es nuestra identidad, nuestra razón y nuestra pasión. No sé para usted, pero para mí es así. Yo me siento orgulloso de ser “cubano ciento por ciento”.
En este 2012, amigos... amor, salud y felicidad en un mundo de Paz
Amigos míos:
Como pasa tiempo de rápido, ya estamos cerca del último día del año 2011. Comenzamos en unas horas el 2012, un año más de vida, un gran regalo. Un año nuevo es un momento para desear a nuestros amigos, familiares y compañeros de trabajo, un momento de paz, felicidad y prosperidad..
Este año que comienza será una oportunidad para convertir la vida, el hogar, el trabajo, la relación de pareja…en algo diferente, es también un momento para reflexionar sobre las experiencias pasadas, situaciones presentes y sobre todo, en el porvenir.
Si miramos hacia atrás, nos percataríamos que de alguna manera nuestras vidas no han cambiado. Sin embargo, con seguridad ya todos han preparado sus propósitos para el nuevo año. Unos se prometen perder algunas libras, o aseguran que van a organizarse mejor y otros, como algunas de mis amigos, pretenden encontrar su media naranja en este 2012.
Quién ese primer día del año, no diría…: “En mi hogar, seré un hombre o una mujer diferente, un mejor padre o madre, le daré más alegría a mi vida y le daré además, las gracias por existir… O diría: “Seré diferente en mi trabajo, le daré otro estilo a mi vida, otra forma de ser, le daré otro color a las cosas que me rodean. Nada, amigos, que cada año nos trazamos metas diferentes en todos los ámbitos de la vida.
No importa cuál sea su propósito, amigos míos, los más importante es que vivamos en armonía y unidos por el bien de todos. Ahora que comienza el 2012, es el momento para desear lo mejor en la vida a todos mis amigos y familiares. También para agradecer a quienes nos han ayudado en el camino de la vida, a quienes nos han querido, nos han comprendido… A todos, les deseo un año de mucho amor, salud y felicidad en un mundo de Paz.
El indultado del Presidente
Tomado del Blog de Yohandry
Como andaba algo ebrio, su voz resonaba lo suficientemente alta mientras conversaba con los amigos, a la vez que compraba viandas en un mercado de La Habana, para enterar a todos de que él era uno de los indultados por el Presidente.
Él andaba en el ajetreo de las compras, en un agromercado de la capital, y entre cebollas y yucas me le acerqué, pero no quiso dar su nombre. “Deje eso, no me busque problemas, compadre”. Sin embargo, también en voz demasiado elevada, me contestó: “Publique ahí que yo doy gracias a Raúl, a Dios y al Papa por poder pasar este fin de año con mis hijos, mi madre y mi familia, que es lo más grande que uno tiene”.
Le pregunté sobre sus deseos para el año venidero, y permaneció unos segundos con el mazo de cebolla suspendido en el aire y los ojos, enrojecidos, detenidos en quién sabe qué punto del porvenir o del pasado. Luego, puso su manaza sobre mi hombro, y con la solemnidad de quien hace un juramento, respondió con cuatro palabras, esta vez pronunciadas casi en susurro: “Ser un buen hombre”.
Yohandry Fontana
La Habana
Nota:
En la Gaceta Oficial de la República de Cuba, el Decreto del Consejo de Estado con todos los nombres de los liberados.
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