Es alarmante la situación en Guantánamo. Hoy esta provincia ocupa el primer lugar con 122 casos de Covid – 19 en los últimos 15 días. Es una dura realidad, sin embargo, si nos ponemos la mano en el corazón, aseveramos que la culpa del contagio evidentemente, no cae en saco roto.
Duele saber de jóvenes que acuden a bares y paladares en busca de una diversión, que, a la postre, por solo unas horas, puede ser letal. Sin embargo, retan el peligro usando incorrectamente el nasobuco o simplemente, llevándolos en el bolsillo, bebiendo de copa en copa, hablando unos encimas de los otros…
Y no son solo ellos, otras personas permanecen en las calles hacen largas colas o caminan de un lado a otro de la ciudad innecesariamente, restando importancia al peligro de esta terrible enfermedad y a su fácil transmisión. Indudablemente ignoran la magnitud de sus consecuencias.
Hay que pasar obligatoriamente a otra etapa y poner un PARE definitivo a esta realidad. Se acabó el pañito tibio de apelar a la conciencia, ya es irracional hablar de baja percepción de riesgo, llamemos las cosas por su nombre: la indisciplina es el detonante principal del retroceso en el control de la pandemia.
Se impone poner mano dura a quienes incumplen con las medidas higiénicas para evitar la propagación del virus, elevar el rigor en los controles, aplicar las multas necesarias, tenemos que ser responsables comenzando por nosotros mismos.
¿Hasta cuándo hay que esperar que el Estado sea quien cargue con todas las culpas? ¿Qué más tiene que suceder para que entendamos que esta enfermedad sin rostro ha quitado la vida a tantas y tantas personas? Ya esto es un asunto de autorresponsabilidad.
Guantánamo tiene una situación muy compleja, con más casos que al inicio de la pandemia, por ello el vuelco debe ser total y cada uno tiene que hacer lo que debe: cuidarse. No es el problema del otro, es el suyo, el mío, el de todos, no solo de los guantanameros o de santiagueros, matanceros, es un asunto de todos, un mal que azota el mundo.
Indudablemente, hoy cuando el mundo grita y la naturaleza no sabe qué hacer, el reto es aprender a vivir con la pandemia, pero sin resistencia, sino con cordura. Es una pena que por algunos irresponsables se eche por tierra todo el sacrificio y esfuerzo que ha hecho el gobierno cubano y el personal de Salud Pública.
No podemos bajar la guardia ni un segundo, la disciplina trae orden y el orden, el control. Con nuestra actitud, no demos la espalda a un enemigo que está tan cerca de nosotros.
Cuidar de tu vida y la de los demás, no es un sacrificio, sino un orgullo y una muestra de cariño y protección. Por ello, usar el correctamente el nasobuco, mantener el distanciamiento social y la higiene personal, resulta la trilogía perfecta para ganarle la batalla a la Covid – 19.