Más allá de La Farola, del sol, ríos y playas, se erige Nuestra Señora de la Asunción de Baracoa, primera villa fundada el 15 de Agosto de 1511 por Diego Velázquez, donde fija su residencia y la convierte en la capital política y eclesiástica de Cuba muy demandada por los visitantes de la Isla.
La historia de Baracoa, primera capital y obispado de la mayor de las Antillas, comienza con la llegada de Cristóbal Colón, el 27 de noviembre de 1492, quien, admirado por su natural belleza, escribe en su Diario: la más hermosa cosa del mundo [...] Andando por ella fue cosa maravillosa ver las arboledas y frescuras, y el agua clarísima [...] que dice que le pareció que no quisiera salir de allí.
De aquel suceso histórico, existe la Cruz de la Parra colocada por el Almirante, única que existe de las 29 colocadas por Cristóbal Colón durante su viaje por América y que se encuentra en la iglesia parroquial de Baracoa, primera capital de la Isla Grande, está situada al noroeste de la provincia de Guantánamo, entre las bahías de Baracoa y Miel.
Su nombre, de origen Arauco, significa existencia del mar. El acceso por tierra se realiza a través del serpenteante viaducto La Farola, una de las siete maravillas de la ingeniería civil cubana. Entre sus atractivos está El Yunque, Monumento Nacional de la Naturaleza y Símbolo de esta Ciudad.
Macizos montañosos dotados de una vigorosa vegetación de bosques vírgenes, pletóricos de flora y fauna endémicas, ríos cristalinos y playas rodeadas de uva caleta, almendros y cocoteros; hacen de Baracoa, la Ciudad Paisaje, una ciudad peculiar con relación a otros destinos naturalistas del país.
El centro histórico constituye Monumento Nacional. En la ciudad, aún se atesoran las evidencias del sólido sistema de fortalezas coloniales que la defendían del asedio de piratas y corsarios; entre ellas, los fuertes Matachín, sede del Museo Municipal; La Punta y Seboruco, los torreones de Joa y Caguase, y el Castillo de la villa, devenido en confortable hotel.
Resulta sorprendente el exotismo paisajístico de Baracoa, complementado con 82 kilómetros de costas con 14 de playas, los tibaracones, barras acumulativas de arena en la desembocadura de los ríos, entre ellos el Toa - más caudaloso de la Isla - , el Yumurí, que dio origen a uno de los cañones fluviales más hermosos del planeta y el Miel, en cuyas corrientes se entreteje la leyenda de que: " Quien se baña en sus aguas se queda por siempre en esa mágica ciudad".
Llega a sus 499 añosy aún la ciudad de Baracoa mantiene su trazado urbano original y la arquitectura de madera sello peculiar de la primera villa, además de la belleza inigualable que descubriera Colón: la dulzura y sencillez de sus pobladores y la rara hermosura de una urbe entre montañas, ríos y una exuberante vegetación.
Fidel Castro Ruz: 84 años altivo y enérgico como un Caguairán
Hace 22 años te conocí y aún te recuerdo montado en aquel ómnibus paseando entre los niños y jóvenes cubanos y de otros países del mundo, por la entonces Ciudad de Pioneros José Martí en La Habana, a propósito de la celebración del XI festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes.
Este 13 de agosto cumples 84 años de edad, Fidel Castro Ruz, imperecedero joven rebelde de la Sierra Maestra, sin embargo, no descansas, tu pensamiento sigue en tu pueblo, en la lucha contra el terrorismo, por avizorar el peligro nuclear y por la liberación de los cinco héroes prisioneros cubanos injustamente en los Estados Unidos.
Ha pasado el tiempo y ya no te pienso como niña ante tu estatura de gigante verde olivo, sino como artífice de la Revolución Cubana y estadista brillante, portador de una imponente personalidad y una sabiduría que perdurará en todos los hombres de Cuba, Latinoamérica y del mundo.
Tu figura gallarda la guardé por siempre en mi memoria. Por eso, estás en todas partes: en el aire, en el agua, en el fuego, en el amor. Con tu ejemplo, iluminas el rostro de todos los cubanos, para acrecentar la valía de un hombre como tú, despojado de linaje alguno, razón por la que no dejarás de ser nuestro eterno guerrero Comandante de las ideas.
Hoy tu voz, cual bastión inquebrantable, nos prepara para desafiar las realidades que se presenten en cualquier momento. Y es que ya no te perteneces, Comandante: dejaste de ser de ti mismo para ser de tu pueblo y ese, es un mérito que no podrán quitarte jamás.
Seguirás combatiendo como lo que eres, Fidel: el eterno soldado de las ideas, una de las figuras más importantes del siglo XX y parte del XXI, el líder de la Revolución Cubana, el acérrimo luchador por la liberación de los pobres del mundo. Así llegas a tu cumpleaños 84: altivo y enérgico como un Caguairán.
Fidel: Luz, épica y canción
Pocas veces se tiene la oportunidad de compartir con un líder de tan alta estatura moral y ética como la del Comandante en jefe Fidel Castro Ruz. Sin embargo, este es un privilegio que tenemos los cubanos, orgullosos de sabernos queridos y cercanos a uno de los grandes de la historia, a un hombre que por su experiencia como estratega político, bien podría orientar el destino no sólo de nuestro pequeño país, sino hasta del continente más grande del mundo.
Y es que estás en todas partes, Fidel: a punta de pluma, escribiendo alguna reflexión, siempre avisando al soldado donde poner la mira, visitando lugares de interés de Cuba, intercambiando con los cubanos todos… ¡Bendita tu reaparición, tu pueblo te esperaba! Te sigue acompañando tu nobleza y gallarda figura.
De igual manera te disfrutamos cuando ofreciste la entrevista a periodistas venezolanos. Nadie como tú para abordar las amenazas de guerra contra Irán, el peligro nuclear, la situación entre Colombia y Venezuela y los retos medioambientales, el caso de los Cinco héroes cubanos presos en los Estados Unidos, la batalla en el campo de las ideas, las lecciones de la Historia, temas tan importantes para la construcción del mundo nuevo.
"Es un hombre incansable, estudioso y reflexivo, expresó el Guerrillero Heroico al referirse a Fidel. Sus valores morales son inestimables, es un gran amigo, incapaz de abandonar a un compañero, aun en las peores circunstancias. Su pensamiento constante es la Revolución''.
A ti, mi Comandante guerrillero y amigo de todos los pobres del mundo, va este mensaje. A tí, ejemplo imperecedero de quienes defienden la paz mundial, a quien evoca la humanidad y a quien le aprieta las manos, tu pueblo te abraza. Eres, Fidel, verbo constante del padre nuestro latinoamericano. Inconformidad y perseverancia. Precepto y principio. Eres Luz, épica y canción.
Entrevistan a Fidel periodistas venezolanos: “Tenemos que persuadir a Obama de que evite la guerra nuclear”
Es una entrevista a varias manos, dice Vanessa Davies, directora del diario Correo del Orinoco y periodista de Venezolana de Televisión (VTV), que presenta el tema de este encuentro especial con el líder de la Revolución cubana. Fidel “ha hecho algunas advertencias sobre la posibilidad de un holocausto mundial”, y todo es poco para ayudar a la persuasión de quien puede evitar tal catástrofe, el Presidente Barack Obama.
Acompañan a Vanessa, Andres Izarra, presidente de TeleSur; Walter Martínez, director y conductor del programa Dossier, transmitido por Venezolana de Televisión y la televisora multiestatal, y Mario Silva, conductor del programa La Hojilla, de VTV. Ella será la primera en preguntar, y luego, por un espacio de una hora y 33 minutos, el diálogo fluye a un ritmo vertiginoso.
La entrevista transcurrió en la mañana del domingo 8 de agosto. Cubadebate les ofrece un resumen de los principales conceptos del Comandante en Jefe, sacados directamente de la audición que se trasmite el lunes, simultáneamente, por TeleSur, VTV y dos cadenas cubanas, Cubavisión y Cubavisión Internacional.
AMÉRICA LATINA NO CORRE PELIGRO NUCLEAR
Yo no hablé (en la Asamblea Nacional) como un líder latinoamericano. Yo hablé como un representante de nuestro país, que ha estado insistiendo en ese problema, y sobre todo que ha estado meditando mucho, mucho, mucho sobre ese problema. Algo que quizás mi situación de persona que ha estado luchando por la salud, ha tenido oportunidad de hacer, que es muy difícil de hacer por un líder de cualquier país en funciones, que debe atender tantas cosas, pueda dedicar el tiempo que yo he dedicado a pensar. Sobre todo en este problema, que tiene la máxima prioridad.
Como expliqué en el Mensaje a la Asamblea, esto surgió hace un mes o dos -la gran preocupación por el conflicto nuclear -. Pero inicialmente era un poco más pesimista. A pesar de todo pensaba que existía alguna posibilidad de supervivencia. Y yo creía que la habría, especialmente en América Latina y el Caribe, que no amenazan a nadie, no poseen armas. Ni se supone que ahí estén proyectiles apuntando hacia Rusia o hacia China. Tienen algunas bases cerca de Venezuela -la de los Holandeses, en Aruba-.
(Las bases militares norteamericanas en Colombia) no tienen armas nucleares. No hay un portaaviones parqueado ahí. Cuando vaya a Cartagena un portaaviones, bueno… Puede correr un riesgo. Pero tendría que ser una casualidad. Y siempre habrá otros objetivos prioritarios, que es donde yo veo muy real el peligro de guerra nuclear. No creo que haya otra zona del mundo, con las mismas condiciones de poca peligrosidad como agresor que esta región del mundo.
HE VISTO POSIBILIDAD PARA EVITAR LA GUERRA NUCLEAR
Sí, antes era más pesimista. Seguí pensando y vi la posibilidad de que se salvara la paz, y se evitara la guerra nuclear. Que es lo importante. Tú puedes salvar la guerra nuclear hoy y dentro de un mes volver al peligro de guerra. Pero, me dije, ¿cuáles son los mecanismos mediante los cuales se desata esta guerra nuclear? Entonces es cuando comprendí que tiene que pasar por la decisión de Obama, cuyo poder es muy relativo. Por muchas razones. Hay un enorme aparato militar sin el cual no puede existir el Imperio.
Ese aparato militar ha ido cambiando. Allí (Estados Unidos) y en Rusia. En un momento dado, hace decenas de años y durante bastante tiempo, andaban con su maletín nuclear. Uno tiene derecho a preguntarse, bueno y para qué sirve ahora ese maletín nuclear. Se supone que el hombre razona bien, es inteligente, es brillante, no enloqueció, no bebió. Es un hombre austero, consagrado por entero, que anda con su maletín tirando una bombita, otra, una respuesta aquí…
EEUU POR POCO SE EQUIVOCA DURANTE LA CRISIS DE OCTUBRE
Desde luego, Estados Unidos por poco se equivoca en los días de la Crisis de Octubre. Desde luego en la circunstancia de Cuba, hay experiencia. No se trata de un grupo de aficionados que empiezan a hablar de problemas nucleares, sino que hablamos desde un país que estuvo a punto de ser blanco de no se sabe qué. Y estuvimos resignados, sin que por ello pretendamos ser más valientes que otros.
Sencillamente era un sentimiento patriótico, de dignidad nacional, fortalecidos por una idea revolucionaria, por una lucha dura en la cual habíamos puesto todas nuestras energías. En una situación que fue muy consciente. Teníamos tales proyectiles aquí, nunca lo habríamos deseado, porque preferíamos mantener nuestra imagen de país que no era base militar de nadie y porque estimábamos que no hacía falta, para que se nos ofreciera una garantía. Y suscribimos aquel acuerdo únicamente por sentimiento internacionalista. No quisiera tener que repetir la historia de cómo se llegó a aquella situación.
Por aquellos días tampoco Israel era potencia nuclear. Eran potencias nucleares Gran Bretaña y Francia, aliados de Estados Unidos. Y la URSS. China ni siquiera estaba reconocida… Entre aquellas potencias había una rivalidad muy grande, nacida de las dos bombas que en días infaustos lanzaron, y se corresponde con fecha muy recientes. El día 6 (de agosto), nada menos, lanzaron la primera bomba nuclear sobre Hiroshima y había una terrible competencia aérea, en primer lugar. Tenían completa superioridad los Estados Pero además, el arma nuclear se volvió “arma termonuclear”, que multiplicó su potencial destructivo. Y cuando los ingleses, apoyando a Israel, atacaron a Egipto que estaba bajo la dirección de Nasser. Él había nacionalizado el Canal de Suez. Los británicos, que habían sido los dueños de todo aquel territorio, no lo admitían. Francia solo había tenido al Líbano. Reino Unido o Gran Bretaña, como quieran llamarlo, tenía todo lo demás, incluido Iraq.
La historia se conoce. Los romanos expulsaron a los judíos, como los llamaban. Y estuvieron como 2 000 años errantes, como consecuencia de las demandas, entre ellas de Rusia. Estaban buscando un hogar. Pero en 2000 años allí se había establecido otra población. Bueno, aquí en nuestro país, desgraciadamente la población no es la indígena. Es la española que se estableció hace 500 años.
SOY OPTIMISTA RESPECTO A OBAMA
Soy optimista. Un hombre tiene que tomar la decisión, y ese hombre no es un Nixon, que era cínico. No es un ignorante terrible, como lo era Reagan. No es un imbécil loco como el señor Bush. No era un hipócrita como este caballero… Yo podría citarlos a casi todos. Desde luego no es un Roosevelt, ni un Carter, dos hombre muy diferentes. Pero desde luego es uno mejor que los dos juntos en un sentido -no estoy hablando de un sentido ético-, sino en el sentido de un caso de excepción: un hombre negro que llega a la Presidencia de Estados Unidos. Algo nunca visto, ni previsto. Siempre se consideró que tenía que ser un blanco, inteligente. Los otros eran descendientes de esclavos. Eran africanos, con otras religiones. Tenían que ser blancos y cristianos. Sin excepción. Obama es cristiano, pero de origen africano, de padre nacido en un pueblo musulmán.
Se han unido una serie de características en este hombre: de origen negro, de padre musulmán, y ha llegado a la Presidencia de los Estados Unidos como consecuencia de una crisis económica colosal, de una guerra estúpida. No hacen más que llegar cadáveres de Iraq, montones, ya se sabe cómo fue aquella guerra. Las mentiras. Con el hombre aquel en el portaaviones hablando de “Misión Cumplida”. Todo eso lo conoce el mundo. Y en virtud de todos esos factores, llega a la Presidencia Obama.
Si llega a estar otro… Dio la casualidad de que la otra (por los Republicanos, John McCain), pensé en medio de la contienda que llegaría Obama a la Presidencia. Hablaba ahorita del maletín nuclear. ¿Para qué sirve el maletín nuclear ahora? Está de más. El hombre puede tomar la primera decisión. Nadie la podría tomar por él, y es él. Pero es un hombre que indiscutiblemente no es un asesino. No es un individuo que le está deseando el mal a los demás. Es un político. Estudió. Tiene una cultura. Contó con mucha simpatía -está perdiendo ahora el apoyo de la opinión pública-. Y es el que tendría que tomar ahora la decisión: es decir, apretar el gatillo.
LO QUE DECIDA OBAMA SERÁ
Lo que él decida será. Nadie puede apretar el gatillo por su cuenta. Él es el que tiene el dedo en el gatillo por una vez. Entonces, él tiene que pensar, porque no es un asesino, ni mucho menos. Y hay síntomas evidentes ya que empiezan a percibirse, por parte de sus asesores. Él todavía no se ha dado cuenta de eso, pero uno lo conoce. Yo leí el libro Los sueños de mi padre-, completo. Lo leí porque quería saber cómo era ese hombre.
No había ningún problema de esto (cuando leí el libro), pero era un adversario. Y yo quería saber cómo era el adversario, y lo estudié bien, hasta donde uno puede estudiar una persona. No tenía ninguna de esas características que lo hicieran un asesino, un tipo que sintiera placer, una especie de Nerón. Entonces las actuales circunstancias parecería que lo obligan a convertirse en un Nerón, que prende fuego a Roma y ponerla a arden. Y el tendría que poner el mundo a arder. Tendría que decidir la muerte de cientos de millones de personas. Podrían ser más, pero yo dije cientos para no parecer exagerado. Y además, las primeras bajas serían los tripulantes de los portaaviones: los hundirían todos.
NO HAY POSIBILIDADES DE UNA GUERRA DE EEUU EN AMÉRICA LATINA
La guerra se acaba antes de que llegue. La guerra se acaba antes. Lo que va a contar son los proyectiles nucleares que se lancen uno a otro. ¿Para qué se van lanzar aquí? ¿Qué sentido tendría una guerra para ocupar Brasil? Desaparece el poder ese, desaparece el orden, desaparece todo.
Si lanzan un avión, ¿cuántas horas necesitarían, por rápido que vaya, para desembarcar, tomar posiciones? Únicamente en la situación actual tiene algún sentido. Allí se vuelve nuclear la guerra. Desaparecen las condiciones que originan las intervenciones que conocemos.
ISRAEL ES EL ÚNICO PAÍS QUE TRATARÍA DE NO PERSUADIR A OBAMA
Israel es el único que no trataría de persuadir a Obama de que aguantara la guerra, porque es demasiado soberbio. Es muy prepotente. Pero lo más probable que haga -si tiene tiempo, porque nadie sabe qué va a pasar ahí-, es como cuando Port Saíd, que junto a los franceses y los ingleses, atacaron a Nasser que había nacionalizado el Canal. A pesar de lo soberbio que son -y siempre lo fueron-. Son temerarios, pudiera decirse. Más de una vez lo hicieron. Fue en la época de Tito, 70 antes de Cristo, en que puso cerco a Jerusalén y expulsó a los judíos, como los llamaban.
Sin embargo, cuando el incidente de aquí y Krushov amenazó con los cohetes, no dijo nada, ni protestaron. Habrían destruido todo, hasta los aviones. Nosotros nunca tuvimos los aviones en hilera. Aprendimos de todo eso. Cuando atacaron en Girón, atacaron antes a nuestras bases, los aviones estaban desperdigados. Si los hubiéramos tenido en hilera ahí, ¡brrruuu!, habrían caído como una muralla de naipes y habrían destruido todos los aviones.
RUSIA DESEA LA PAZ
Rusia desea la paz, más que nadie, y están actuando. Mira, yo te voy a citar un ejemplo. Cuando se dice ahora que Rusia está sufriendo una catástrofe, nadie lo duda. Y están tomando un montón de medidas. Lo sé no solo por lo que dice este sitio web, Kaos en la Red, sino por cosas que sabemos en concreto de la situación allí, que tienen 50 grados de temperatura, que Moscú está irrespirable, que la consigna es abandonar la ciudad o no salir a la calle nadie.
Dice: “Esta catástrofe nos recuerda las consecuencias del cambio climático, que el autor del documental HOME, Yean Arthur-Bertrand, el más prestigioso especialista sobre el tema, mostró con el apoyo de los mejores especialistas del mundo en ese plano.”
Y nosotros sabemos qué cooperación podemos brindar. Tenemos las brigadas médicas. Si piden 100 médicos, si piden 300, se los podemos mandar, porque afortunadamente nuestro país cuenta con esa gente que se han preparado a lo largo de muchos años. Y sabemos lo que desean, por ejemplo. Han sacado documentales del fuego y de la asistencia de los aviones. Están enviando por grupos a los pilotos y a los que están haciendo los mayores esfuerzos, para que tengan algún descanso cuando puedan, y después irlos renovando. No les interesa, con toda razón, médicos.
Nosotros sabemos todo lo que está pasando allá, y resulta lógico lo que están haciendo. Imagínate que nosotros sepamos de cosas que piensan, de cosas que están haciendo, y es por ello que no tenemos necesidad de registrar los archivos de los líderes de esos países, para saber lo que están haciendo.
EEUU NO PUEDE CONTROLAR NI SUS SECRETOS
Nadie es justo, desde el momento en que un grupo de países tiene el arma nuclear, y Estados Unidos le prohíbe a los demás y no quieren que la tenga. Invocan una cosa muy importante, que no quieren que haya guerra nuclear. No quieren que los demás posean armas nucleares. Pero fabrican todas las que pueden, sin límites, al extremo de que ya tienen, entre Estados Unidos y Rusia, más de 18 000 armas nucleares. Entre las dos potencias.
Estoy dejando un margen para China, para Francia, para Gran Bretaña, para Pakistán y para la India. Asignándole como se conoce muy bien, y lo saben aquellos que en Noruega se dedican a estos temas, las armas nucleares que tiene Israel. Las desarrollaron, y Estados Unidos contento, aplaudiendo y suministrándole los aviones más modernos que existen, apoyándolo diplomáticamente, abasteciéndolo con miles de millones en armas. Porque es este el mercado que endulza la vida, hace feliz al Complejo Militar Industrial, que Eisenhower, inocentón, descubrió un día, cuando estaba próximo ya a abandonar la presidencia de la República. Muy “inocente”, pero preparó la invacionsita a Cuba, en Girón. “Y que nadie diga nada, jure todo el mundo que nadie diga nada”. Luego esos papeles los publicaron un día, porque no pueden controlar ni siquiera los secretos.
Y esta es otra situación, otro elemento más. No pueden controlar ni siquiera los secretos. Fíjate que un muchacho de la Inteligencia ha suministrado 240 000 documentos al grupo y ahora lo van a meter preso. Dicen que no puede publicar eso. Y él se ríe. Hoy mismo había un cable… Wikileaks dice que sí, que los van a publicar todos. Todo lo que saben lo van a publicar. Y el Pentágono gritando: “No es posible, porque la situación…” Ya no pueden controlar ni los secretos. Esa es la situación. Se le escapa del control todas las cosas que están haciendo.
LOS CINCO
Se preocupan si uno dice algo de lo que va a pasar, porque pareciera que uno está haciendo el papel de adivino, o algo así. Y no hay ninguna adivinanza en esto. Y por eso yo a la diputada le dije que una semana me parecía demasiado poco tiempo (para el regreso de los Cinco cubanos presos en Estados Unidos), pero que diciembre me parecía mucho tiempo, muchísimo tiempo. Podíamos decirle muchísimo tiempo. Bueno, casi tres veces del tiempo que se necesita. Deduzcan ustedes lo que eso significa.
LA PAZ EN COLOMBIA
Salí de una situación de mucha gravedad, no creía que iba a sobrevivir. Tuve un accidente, que casi tuve que volver a aprender a escribir. Por aquellos momentos escribí algunas cosas de Colombia, con gran esfuerzo, refiriéndose a La paz en Colombia.
Nunca estuve de acuerdo con el secuestro de prisioneros. Estuve de acuerdo con las aspiraciones de Marulanda, que era un revolucionario que quería cambiar la situación de ese país. Es una historia que se conoce muy bien, contada por Arturo Alape, magnífico historiador… Defendiendo la paz, les mataron miles de cuadros, y Marulanda reacciona diciendo que más nunca más va a discutir con aquella oligarquía, era tiempo perdido. Y yo lo defendí, pero no podía estar de acuerdo con los prisioneros aquellos, ni que los tuvieran presos y estuvieran pidiendo rescate.
En el libro La victoria estratégica, se ve muy bien cuál era nuestra política de guerra, y nosotros ganamos la guerra por nuestra política, no por nuestra fuerza. Nuestra fuerza era insignificante, pero no se sabe lo que puede una fuerza insignificante apoyada en la moral y en la razón. Cuántas armas tenía Batista, 100 000, entre soldados, policías y marineros. ¿Quién les suministraba las armas? Estados Unidos. Armas modernas. ¿Qué teníamos nosotros? Unos pocos fusiles que fuimos recogiendo. Lo demás se lo íbamos quitando al enemigo, y al final, en menos de dos años, en 7 u 8 meses, derrocamos al régimen y nos apoderamos de las 100 000 armas. Totalmente, incluidos aviones. No solo por nuestra fuerza, sino por la moral.
No podíamos estar de acuerdo con esa política (de las FARC). Cuando tú matas a los prisioneros, te cuesta mucho más. ¿Qué soldado quiere caer prisionero? Era partidario de la paz en Colombia. Por eso se llama así el libro. Nuestras posiciones son inexpugnables. Son justas, son limpias. Teníamos la razón en desear la justicia y también, la paz. Y éramos partidarios de la lucha. Porque si usted no puede obtener la justicia por otras vías, tiene que ir a la vía de las armas. Pero llega un momento en que ni el Imperio ni los revolucionarios pueden llegar a obtener sus objetivos por la vía de las armas. Miren ustedes la conclusión: Ni el Imperio, ni los revolucionarios.
¿Qué sentido tiene buscar ahora un fusil? ¿Un fusil o una pequeña bomba nuclear? ¿Y qué vas a hacer? ¿Matando lo vas a conseguir? Si uno piensa con conceptos de antes, no saca estas conclusiones.
COLOMBIA NO ATACARÁ A VENEZUELA
No hay ni la más remota posibilidad de que Colombia ataque a Venezuela… Primero, porque no le interesa. Segundo, por que no puede. Tercero, porque no quiere. Cuarto, porque sabe que las consecuencias serían desastrosas. ¿Qué hace falta llevar a cabo la política de ocupar Colombia para atacar a Venezuela? ¿Qué necesitan? Tiempo, pero no lo van a tener. Nada, ni un 5 por ciento del tiempo que necesitaran para llevarlo a cabo. Supongamos una cosa: que la Revolución bolivariana fracase, que es uno de los objetivo que ellos buscan. Ellos piensan usar las armas como último recurso. ¿Cuál es la hora del último recurso, después de que hicieron todos los esfuerzos, como lo hicieron para derrocar al gobierno revolucionario en el 2001? Las posibilidades se reducen mucho.
Así hicieron en todas partes, en Iraq. En otros tiempos cuando no existían esas armas, así hicieron en Cuba, y nos impusieron la Enmienda Platt, y nos impusieron esa base. Así impusieron cientos de bases que tienen en todo el mundo, en todos los continentes, unidas a sus predecesores ingleses y a los suministradores ideológicos, los franceses.
De modo que todo es muy lógico y creo que las posiciones que tenemos no se apartan de esa lógica.
LAS NUEVAS ARMAS DE LOS REVOLUCIONARIOS
¿Cuales son las armas ahora para hacer Revolución? Divulgar la realidad de lo que va a ocurrir. Ustedes tienen armas nucleares ideológicas (la comunicación con el mundo), y si ganan esta batalla habrán derrotado al régimen y no hará falta Revoluciones. ¿Qué te parece?
Confío en la transmisión de una idea, porque ayudará a que nuestro hombre (Obama) no se equivoque. El poder de la comunicación estuvo en manos del Imperio, y abusó y abusó. Por todos los medios han fabricado el poder que tienen y pretendían conservarlo, pero no pudieron. Así que tienen que resignarse ahora.
HABRÁ QUE HACER UNAS CUANTA ESTATUAS
A propósito de un comentario de Mario Silva sobre las denuncias de wikileaks sobre los crímenes del imperio, Fidel sugirió hacerle una estatua, pero no solo al sitio digital. También a los periodistas que dialogaban con él:
Ustedes han estado martillando, apoyando a la Revolución, a una revolución que ha conmovido al hemisferio. Para nosotros significó mucho, en los momentos más difíciles del Periodo Especial, ¿de dónde vino una ayuda que le ahorró enormes sacrificios a nuestro pueblo que llevaba casi 50 años luchando? …Y ustedes han apuntalado todo eso, ¿no merecen una estatua? ¿Y todos los medios allí en manos de quién estaban? de la contrarrevolución. ¿Y quienes fueron los que defendieron las ideas revolucionarias? Ustedes, así que no exagero, no es un elogio que esté fabricando para ustedes…
En ese punto de la entrevista, Vanessa retomó las advertencias de Fidel sobre la necesidad de ideas nuevas y modos nuevos de ver e interpretar el mundo y le preguntó en qué se equivocaron las ideas revolucionarias y cuáles serían las nuevas ideas:
Las ideas no eran incorrectas. Lo que ya hoy se quedaron como ideas de otra época…
En cuanto a las ideas de esta época, afirmó:
La primera es evitar la guerra, las demás están por elaborar…cómo va ser la sociedad, cómo se van a administrar los bienes y servicios, cómo se va a desarrollar la energía renovable …
EL CAPITALISMO PERTENECE A LA PREHISTORIA
Insistiendo en esa línea, la directora del Correo del Orinoco, preguntó a Fidel cómo él se replantearía hoy las relaciones económicas, por ejemplo y entonces se inició un breve e interesantísimo intercambio entre el líder de la revolución y los colegas venezolanos:
Fidel: No puede ser capitalista, porque no vamos a reconstruir otra vez lo mismo ahora, con todos los conocimientos de que se dispone.
Yo digo: no podemos reconstruir lo mismo, yo no podría decirte cómo lo van a hacer. Entre todos tenemos que hacerlo, pero esta es una Humanidad que sabe leer y escribir y que tiene no se sabe cuántos científicos, de modo que no se destruya todo eso, sino lograr que eso se preserve. Es de esperar que logremos…que las inteligencias trabajen. Si han trabajado para provocar la autodestrucción, la desgracia, la infelicidad, yo aquí mismo (revisa papeles), escribí que en el documental “50 años después de Hiroshima” se ven los cadáveres calcinados y casi transparentes de los niños que perecieron en los vientres de las madres, son imágenes horribles, ¿vamos a reproducir eso? Es imposible que la inteligencia del hombre se dedique a eso. No pueden sencillamente.
Mario: Ya el capitalismo no es viable…ni siquiera como arma…
Fidel: Pertenece a la prehistoria. Resulta que Marx tenía toda la razón.
Vanessa: Pero el socialismo pertenece a la prehistoria también, dicen sus adversarios…
Fidel: No. Es lo único… ¿Qué es socialismo? Es una pregunta que tenemos que hacernos.
Vanessa: ¿Qué es el socialismo para usted ahora, Siglo XXI?
Fidel: ¿Para mi? El comunismo, lo que el propio Marx definió como comunista, como el comunismo, de cada cual según sus posibilidades, a cada cual según sus necesidades. Claro, que estarán por definirse cuáles son las necesidades, no es la de un avión ni un barco para andar por el mundo pescando y gastando todo el combustible…
Andrés Izarra, que simultaneaba su participación en la entrevista y el intercambio con los usuarios de la red social Twitter, haciéndolos partícipes inmediatos del diálogo, pidió virar la conversación hacia el proceso de las próximas elecciones en Venezuela. Fidel sonrió preguntándose si podría darse el evento, tomando en consideración que por esos de septiembre vence el plazo del Consejo de Seguridad a Irán, pero enseguida aclaró:
Yo creo que lo están haciendo es absolutamente correcto: las campañas, las verdades, las explicaciones que da Chávez de lo que es el socialismo y lo que ha significado para millones de personas en todos los sentidos. Es lo que deben hacer, lo que tienen que hacer y seguirlo haciendo hasta el final. Bien, si ocurren cosas mejores, no hay que ponerse tristes por eso. A mí me hizo gracia porque como estábamos hablando de fechas y de cosas, yo dije va y coinciden las elecciones -¿el 23? El 26 le responden- si está en lo que, según un cálculo mío, es un período de tránsito, si viene algo mejor, espero que ustedes se sientan felices de que haya ocurrido algo mejor…
Vanessa: ¿Mejor cómo qué Comandante?
Fidel: A lo mejor que no haya ya ni siquiera imperialismo. Es duro, pero bueno, ¿qué vamos a hacer? - es muy pronto, apunta Vanessa- ¿por qué no me mandan a mi para un manicomio? Búsquenme un lugarcito allí.
Vanessa: Es muy pronto Comandante para decir que el imperialismo se va a caer en menos de un mes.
Fidel: ¿Y qué yo debo decir, que va durar un siglo, que va a durar diez años, que no va a haber guerra? ¿qué yo voy a decir? Porque se supone que el plazo que estableció la Resolución del Consejo de Seguridad vence el 7 de septiembre, 19 días antes de las elecciones que ustedes tienen anunciadas. Para que haya elecciones primero tiene que no haber guerra y si no hay guerra qué pasa. Vanessa, no te eches tú la culpa, échamela a mi, por favor, es lo que yo afirmo, pero no es un capricho, es un hilo de pensamiento.
Nuevamente terció el diálogo hacia el conflicto nuclear, empujado por los comentarios de Walter Martínez, en base a su experiencia como corresponsal de la guerra entre Iraq e Irán, lo que llevó a Fidel a recordar cuando todas las potencias competían por venderle armas a Iraq y los errores de política que tanto afectaron al Movimiento de Países No Alineados.
Anécdotas relacionadas con el papel de los soviéticos en aquel conflicto y las contradicciones entre el discurso político y las acciones posteriores de los líderes de la entonces URSS, completaron el acercamiento a aquel escenario que ha vuelto a tomar centralidad en los acontecimientos mundiales.
QUÉ PASA SI OBAMA NO APRIETA EL GATILLO
Fue entonces cuando el productor y conductor de Dossier, volvió a preguntarle a Fidel si creía que la guerra se desataría una vez que trate de inspeccionarse a las naves iraníes:
Fidel: Sí, y esa fecha no pueden dilatarla porque (lo otro sería) ya virar la espalda y en retirada…ese es un punto que se cumple o me voy: si se cumple es la guerra, si se va es la derrota. Pero no lo sería, ni la guerra ni la derrota, si está consciente de la decisión que va a tomar. Ese el quid de lo que estoy planteando.
Vanessa: Pero le correspondería a la ONU dar marcha atrás…
Fidel: La ONU no contará para nada. Desaparecerá la ONU también.
Vanessa: El Consejo de Seguridad…
Fidel: Nada de eso existirá, si no van a existir ni las armas, para qué sirven todos esos aparatos. Nadie sabe quién va a decir una palabra. Empezarán los hombres en el mundo nuevo. Va a ser así. Es de fantasía pero es así.
Vanesa: Ud. se mueve entre el optimismo y el pesimismo con respecto a este escenario.
Mario: Todo depende de Obama…
Fidel: De nosotros, de que lo persuadamos, haciendo que el máximo de personas en el mundo participen de este punto de vista y él se sienta fortalecido de que va a hacer el bien y no una cosa horrible. ¿Ustedes se imaginan a un Obama consciente decidiendo la muerte de cientos de millones de personas, que los niños aparezcan calcinados en los vientres de las madres? ¿ustedes conciben que un hombre, con un elemental sentido humano, va a hacer eso?
Vanessa: Pero hay muchos sectores empujándolo en esa dirección.
Fidel: ¿Y qué son todos esos sectores al lado del mundo? ¿Y si esos sectores tampoco quieren morir ni quieren que mueran sus familias, ni quieren que mueran sus hijos…? Esa es la realidad.
Otra vez Walter, vuelve para recordar las propias advertencias de Fidel sobre el poder de los sionistas y sus lobbys en Estados Unidos, para hacer lo que les da la gana y el riesgo de que lo hacen disponiendo de un armamento nuclear suministrado por los norteamericanos:
Fidel: Es verdad que los israelitas hacen lo que les da la gana. Sí lo tienen (armamento nuclear), pero están esperando que sea Estados Unidos el que dé la orden. Ellos creen que lo tienen todo conseguido, persuadidos, ellos han hecho todos sus acuerdos con Arabia Saudita, con los Emiratos Árabes, sobre a qué hora van a volar, tienen todos los aviones, van a ser oleadas de aviones que les han dado los yanquis, pero están esperando que sean los yanquis y que los yanquis no pueden decir que no. Ahora están esperando que alguien apriete el gatillo y ese es Obama. Y qué pasa si Obama no aprieta el gatillo. Tú puedes decir: lo aprietan ellos, pero si Obama no aprieta el gatillo porque hay una opinión mundial y todas las potencias exigiendo que no haya guerra, es cuando entonces estos señores israelitas no se decidirán a tirar un cohete por su cuenta.
Apelando a la experiencia de Cuba en la Guerra Fría, Vanessa quiso saber qué lecciones sacó la Isla de aquellos desafíos y cuáles deben sacar los latinoamericanos, a lo que Fidel respondió sencillamente:
De la Guerra Fría nos tocó soportar el bloqueo y sufrir todas las consecuencias, pero también se pudo demostrar que era posible resistir. Y los latinoamericanos deben pensar igual, que hay un potencial enorme en las masas, que es posible alcanzar, auspiciar la liberación real, verdadera. Eso es lo que puede derivarse de aquella experiencia que vivimos.
SI EL HOMBRE PUEDE CREAR CATÁSTROFES, PUEDE PROMOVER ENERGÍAS RENOVABLES
Venezuela regresó al diálogo con una pregunta de Mario sobre cómo ve el Comandante en Jefe a la hermana nación:
Fidel: Veo muy bien todo y no se olviden de una cosa, que lo que más necesita el hombre para vivir son los alimentos y esta es el área del mundo que más alimentos produce. Si Estados Unidos produce para dos mil millones de personas, América Latina tiene potencial para producir alimentos para ocho mil millones más o menos, aunque el futuro de la humanidad estará más controlado por el propio hombre…
Luego comentó que Venezuela es un lugar ideal para producirlos y eso es lo que está haciendo el gobierno, tratando de producirlos, si no los afectan ciclones…entonces retomó papeles que había revisado antes, relacionados con las denuncias más recientes sobre la manipulación del clima, mediante de campos de antenas y otros usos de la más avanzada tecnología. Y aclaró que no es ciencia ficción. “Es ciencia real.”
Apoyado en un artículo de Ría Nóvosti, Fidel citó:
“Estamos asistiendo a una guerra climática encubierta, un preludio de lo que podría ser una futura guerra mundial con un balance en pérdidas humanas y medioambientales sin parangón en la historia de la humanidad.”
Y luego leyó lo que personalmente había escrito al respecto:
Esta catástrofe nos muestra las consecuencias el cambio climático que el autor del documental HOME, Yean Arthur-Bertrand, el más prestigioso especialista sobre el tema nos mostró con el apoyo de los mejores especialistas del mundo en ese fin. Si no se evita la guerra nuclear, tampoco se podrían evitar otras iguales o peores. He pensado también, que si el hombre puede crear catástrofes, puede promover igualmente energías renovables a partir de fuentes diversas entre ellas algunas tan importantes como el agua y el viento. Entonces no hay que usar ni la nuclear.
QUÉ ES EL TIEMPO
De la mano de Izarra, entraron los tuiteros a la entrevista. Una de ellas preguntaba si los halcones de Washington no intentarán matar a Obama como en el pasado lo hicieron con Kennedy:
Fidel: Sí, por supuesto, el hecho de que no lo hayan asesinado es casi cosa de azar. El atentado contra Reagan lo hicieron con una pistolita y le dieron en el pulmón.
Vanessa: ¿Podrían asesinar a Obama?
Fidel: Sí, pero no creo que lo vayan a hacer ahora, de todas formas mejor que se cuide, que no confíe, porque pueden ocurrir cosas absurdas, irracionales. Él sabe cuidarse, él toma todas las medidas, se cuida y la gente que tienen seleccionadas para cuidarlo son profesionales de verdad, a esos no los soborna nadie.
Izarra: “Enriquecido”, un (tuitero), pregunta que cuando va Ud a visitar Venezuela y nos dice que ahora mismo en Aló Presidente, Chavéz enseña el libro que Usted le envió.
Fidel: ¿Qué falta hago allí yo? Sí, se lo envié (libro) y le puse, “muy fraternalmente”. No es una tarea que me haya planteado (ir a Venezuela) ni creo que sea imprescindible (…)
Hay mucho tiempo por delante, se lo puedes decir a tus lectores. El problema mío: yo tengo realmente que reunirme con algún físico para que me explique el concepto del tiempo. Tal como lo dije: qué es el tiempo. Miren una cosa que subrayé sobre el tiempo. Digo: la evolución comenzó en la tierra con los primeros gérmenes de vida, eso es conocido por todos y por los teólogos, eso no les quita a ellos espacio para tratar de buscar interpretaciones, pero hasta la noción del tiempo desaparece. Qué es el tiempo, porque el tiempo es una invención del hombre, es el espacio que media entre sucesos diferentes, así se inventó el tiempo, pero ¿cuándo comenzó el tiempo? Hay que explicarse eso. Es todo muy complicado. Yo realmente quisiera conversar con un físico que me explique qué es el tiempo. Tengo esas grandes dudas y espero que me ayuden.
Antes había recordado que ya anunció un próximo encuentro con la Asamblea Nacional de Cuba y que ya está listo prácticamente el libro La contraofensiva estratégica. Luego de sus preguntas sobre el tiempo, Walter advirtió lo que esto significa en televisión y de cierto modo, puso fin al diálogo, lo que Fidel redondeó con una sonrisa, un saludo afectuoso y tres palabras: Para dolor mío.
Mensaje de Fidel Castro a la Asamblea Nacional
El líder cubano, Fidel Castro Ruz, inauguró la Sesión extraordinaria de la Asamblea Nacional del Poder Popular, convocada para analizar diversos temas de interés de la situación internacional, con la lectura de un mensaje a los diputados, donde alerta nuevamente sobre el inminente peligro de una guerra nuclear en el Golfo Arábigo-Pérsico. ( En video )
«Al principio, hace solo ocho semanas, pensé que el peligro inminente de guerra no tenía solución posible», señaló Fidel en el inicio de su mensaje. Más tarde, dijo, me percaté de que aún queda una esperanza; sin embargo alertó que pese a ello se están creando las condiciones para una situación ni siquiera soñada hasta hace muy poco.
«Un hombre tendrá que tomar la decisión en solitario, el presidente de los Estados Unidos. Con seguridad, por sus múltiples ocupaciones, no se ha dado cuenta todavía, pero sus asesores, sí empiezan a comprender», agregó.
El Comandante en Jefe también se refirió a la situación de Gerardo Hernández, preso en los Estados Unidos por combatir el terrorismo junto a otros cuatro patriotas cubanos. Señaló que el cese de las torturas a Gerardo fue un hecho importante; algo que «no se había producido en 12 años de implacable odio del sistema contra Cuba y contra él».
Al respecto pronosticó que el próximo paso podría ser la autorización a Adriana, su esposa, para visitarlo, o la liberación inmediata de este, o ambas cosas.
Volviendo al tema de la guerra que se prepara contra Irán, Fidel señaló que Teherán no cederá un ápice frente a las exigencias de Estados Unidos e Israel, por lo que estos tendrían que realizar el ataque tan pronto venza el plazo dado por el Consejo de Seguridad.
En este caso crítico, señaló, el presidente Obama es el que tendrá que dar la orden del tan anunciado y pregonado ataque.
La autobiografía de Fidel en "La victoria estratégica"
Introducción
Dudé sobre el nombre que le pondría a esta narración, no sabía si llamarla "La última ofensiva de Batista" o "Cómo 300 derrotaron a 10 000″, que parece un cuento de Las mil y una noches. Me veo obligado, por ello, a incluir una pequeña autobiografía de la primera etapa de mi vida, sin la cual no se comprendería su sentido. No deseaba esperar que se publicaran un día las respuestas a incontables preguntas que me hicieran sobre la niñez, la adolescencia y la juventud, etapas que me convirtieron en revolucionario y combatiente armado.
Nací el 13 de agosto de 1926. El asalto al cuartel Moncada de Santiago de Cuba, el 26 de julio de 1953, se produjo tres años después que me gradué en la Universidad de La Habana. Fue nuestro primer enfrentamiento militar con el Ejército de Cuba, al servicio de la tiranía del general Fulgencio Batista.
La institución armada en Cuba, creada por los Estados Unidos después de su intervención en la isla durante la segunda Guerra de Independencia, iniciada por José Martí en 1895, era un instrumento de las empresas norteamericanas, y la alta burguesía cubana.
La gran crisis económica desatada en los Estados Unidos, durante los primeros años de la década de 1930, implicó altos niveles de sacrificio para nuestro país, al que los acuerdos comerciales impuestos por aquella potencia hicieron totalmente dependiente de los productos de su industria y de su agricultura desarrolladas. La capacidad adquisitiva del azúcar se había reducido casi a cero. No éramos independientes ni teníamos derecho al desarrollo. Difícilmente podían darse peores condiciones en un país de América Latina.
A medida que el poder del imperio crecía hasta convertirse en la más poderosa potencia mundial, hacer una Revolución en Cuba se tornaba una tarea bien difícil. Unos pocos hombres fuimos capaces de soñarla, pero nadie podría atribuirse méritos individuales en una proeza que fue mezcla de ideas, hechos y sacrificios de muchas personas, a lo largo de muchos años, en muchas partes del mundo.
Con esos ingredientes se pudo conquistar la independencia plena de Cuba, y una revolución social que ha resistido con honor más de 50 años de agresiones y el bloqueo de los Estados Unidos.
En mi caso concreto, sin duda por puro azar, a esta altura de la vida puedo ofrecer testimonio de hechos que, si tiene algún valor para las nuevas generaciones, se debe al esfuerzo de investigadores rigurosos y serios, cuyo trabajo durante decenas de años, reunió datos que me ayudaron a reconstruir gran parte del contenido de este libro, al que decidí poner el título La Victoria Estratégica.
Las circunstancias que me llevaron a tales acciones bélicas las guardo imborrablemente en mi mente. No deja de ser satisfactorio para mí recordarlas, porque de otra forma no me explicaría por qué llegué a las convicciones que al fin y al cabo determinaron el curso de mi existencia.
No nací político, aunque desde muy niño observé hechos que, grabados en mi mente, me ayudaron a comprender las realidades del mundo.
En mi Birán natal, solo había dos instalaciones que no pertenecían a mi familia: el telégrafo y la escuelita pública. Allí me sentaban en la primera fila porque no había, ni podía haber, algo parecido a un círculo infantil. Forzosamente aprendí a leer y a escribir. En el año 1933, cuando no había cumplido todavía siete años, la maestra, que no recibía siquiera el sueldo que le debía el gobierno, pretextando la hipotética inteligencia del niño, me llevó para Santiago de Cuba, donde residía su familia, en una vivienda pobre y casi sin muebles, que se filtraba por todas partes cuando llovía. En aquella ciudad, no me enviaron siquiera a una escuela pública como la de Birán.
Después de muchos meses sin recibir clases, ni hacer algo como no fuera escuchar en un viejo piano la práctica de solfeo de la hermana de la maestra, profesora de música sin empleo; aprendí a sumar, restar, multiplicar y dividir, gracias a las tablas impresas en el forro rojo de una libreta que me entregaron para practicar la caligrafía, y que nadie dictó ni revisó nunca.
En la vieja casa donde inicialmente me albergaron, de una cantina que llevaban una vez al día, nos alimentábamos siete personas, entre ellas, la hermana y el padre de la maestra. Conocí el hambre creyendo que era apetito, con la punta de uno de los dientes del pequeño tenedor pescaba el último granito de arroz, y con hilo de coser arreglaba mis propios zapatos.
Al frente de la modesta casa de madera donde vivíamos, un Instituto de Bachillerato permanecía ocupado por el Ejército; vi soldados golpeando con las culatas de sus fusiles a otras personas. Podría escribir un libro con aquellos recuerdos. Fue la institución infantil a donde me condujo aquella humilde maestra, en una sociedad en la que el dinero reinaba de forma absoluta.
Mi familia había sido engañada, y yo ni siquiera podía percatarme de aquella situación; el engaño me hizo perder tiempo, pero me enseñó mucho sobre los factores que la determinaron. Después de varios episodios, cumplidos los ocho años, fui matriculado en enero de 1935 en el primer grado de una escuela de los Hermanos La Salle, muy próxima a la primera catedral que los conquistadores españoles habían erigido en Cuba. Otro rico y nuevo aprendizaje comenzaba.
Ingresé en aquella escuela como alumno externo, residía en una nueva vivienda, muy próximo a la mencionada anteriormente, a donde se mudó la profesora de música, hermana de la maestra de Birán. Llegamos a ser tres hermanos los que vivíamos con aquella familia: Angelita, Ramón y yo, por cada uno de los cuales se pagaba una pensión. El padre de ellas había muerto el año anterior. Ya no existía hambre física, aunque seguí todavía un tiempo obligado a repasar hasta el cansancio las conocidas reglas aritméticas. Aún así, yo estaba harto de aquella casa y me rebelé de manera consciente por primera vez en mi vida; rehusé comer algunos vegetales desabridos que a veces me imponían y rompí todas las normas de educación formal, sagradas en aquella casa de familia de exquisita cultura francesa, adquirida en la propia Santiago de Cuba. En la familia se había insertado el cónsul de Haití, por la vía del matrimonio. Pero tan insoportable se volvió mi rebelión que me enviaron de cabeza como interno a la escuela. Me habían amenazado con eso más de una vez para imponerme disciplina; no sabían que era precisamente lo que yo quería. Lo que para otros niños era duro, para mí significaba la libertad. ¡Si nunca me llevaron ni siquiera a un cine! Disfrutaría de las delicias de un alumno interno. Fue el primer premio que recibí en mi vida. Estaba feliz.
Mis problemas desde entonces serían otros. Había llegado a Santiago con dos años de adelanto, y entré a la escuela de los Hermanos La Salle con unos de retraso. Cursé fácilmente el primero y segundo grados. Aquel centro era una maravilla. Como norma íbamos a Birán tres veces al año: Navidad, Semana Santa y vacaciones de verano, donde Ramón y yo éramos totalmente libres.
Del tercer grado en la escuela La Salle pasé al quinto como premio por mis notas, así recuperé el tiempo perdido. Durante el primer trimestre todo iba bien: buenas notas y excelentes relaciones con los nuevos compañeros de clases. Recibía el boletín blanco que se daba cada semana a los alumnos por conducta correcta, con los problemas normales de cualquier discípulo. Sucedió entonces un percance con uno de los miembros de la congregación, inspector de los alumnos internos.
La escuela disponía de un amplio terreno al otro lado de la bahía de Santiago, llamado Renté. Era un lugar de retiro y descanso de la congregación. Allí llevaban a los alumnos internos los jueves y domingos, días en que no se realizaba actividad escolar. Había un buen campo deportivo. Además, hacía deportes, nadaba, pescaba, exploraba. No lejos de la entrada de la bahía se observaban los rastros de la Batalla Naval de Santiago, en forma de grandes proyectiles que adornaban la entrada de las edificaciones. Un domingo después del regreso, tuve un pleito intrascendente con otro de los alumnos internos cuando viajábamos en la lancha El Cateto, de Renté al muelle de Santiago. Apenas llegamos a la escuela terminamos de zanjarlo; debido a ello, aquel autoritario hermano de la orden religiosa me golpeó en la cara con las manos abiertas y con toda la fuerza de sus brazos. Era una persona joven y fuerte. Quedé aturdido, con los golpes zumbándome en los oídos. Antes, me había llamado aparte, ya casi de noche. No me dejó siquiera explicar. En el largo corredor por donde me llevó nadie nos veía. Transcurridas dos o tres semanas, intentó de nuevo humillarme con un pequeño coscorrón en la cabeza por hablar en filas. En esa segunda ocasión yo iba entre los primeros al salir del desayuno porque los discípulos tratábamos siempre de ocupar un primer lugar en las filas, para jugar con pelotas de goma, un rato antes de las clases. Un pan con mantequilla que llevaba en la mano, otra costumbre de los alumnos cuando salíamos del comedor después de ingerir precipitadamente los primeros alimentos del día, se lo lancé al rostro al inspector, y luego lo embestí con manos y pies de tal forma, delante de los alumnos internos y externos, que su autoridad y sus métodos abusivos quedaron muy desprestigiados. Fue un hecho que se recordó en esa escuela durante bastante tiempo.
Yo tenía entonces 11 años, y me acuerdo bien de sus nombres. No deseo, sin embargo, repetirlos. De él no supe nada, desde hace más de 70 años. No le guardo rencor. Del alumno que motivó el incidente, conocí muchos años después del triunfo revolucionario, que mantuvo una conducta intachable y seria.
Sin embargo, el hecho tuvo consecuencias para mí. El incidente había ocurrido semanas antes de la Navidad, en que tendríamos dos semanas y media de vacaciones. Él seguía como inspector, y yo como alumno; ambos nos ignorábamos totalmente. Por elemental dignidad mi conducta fue intachable. Al venir nuestros padres a buscarnos, evidentemente citados por ellos, les ocultaron la verdad, acusaron a mis dos hermanos y a mí de pésimo comportamiento. "Sus tres hijos, son los tres bandidos más grandes que pasaron por esta escuela", le dijeron a mi padre. Lo supe por lo que contó entristecido a otros agricultores amigos que a fines de año lo visitaban. Raúl tenía apenas seis años, Ramón siempre se caracterizó por su bondad, y yo no era un bandido.
Trabajo me costó que me enviaran de nuevo a Santiago para estudiar; Ramón y Raúl, que nada tenían que ver con el problema, permanecieron el resto de ese curso en Birán. Me matricularon en enero de 1938 como alumno externo en el Colegio Dolores, regido por la Orden de los Jesuitas, mucho más exigente y rigurosa en materia de estudios, pero más de clase alta y rica que su rival de los Hermanos La Salle.
En esta ocasión me tocó residir en la casa de un comerciante español amigo de mi padre; allí, desde luego, no pasé ningún tipo de penuria material, pero en aquella casa, donde residí hasta finalizar el quinto grado, era un extraño.
Al inicio del verano, Angelita, la hermana mayor, llegó también a esa casa con el propósito de preparar su ingreso en el bachillerato. Para darle clases se contrató a una profesora negra, quien se guiaba por un enorme libro donde estaba el contenido de la materia a impartir para el examen de ingreso. Yo asistía a sus clases. Era la mejor profesora y, quizás, una de las mejores personas que conocí en mi vida. Se le ocurrió la idea de que estudiara a la vez el material de ingreso y el primer año del bachillerato, con el fin de examinarme tan pronto alcanzara la edad pertinente para el ingreso en el bachillerato, un año después. Despertó en mí un enorme interés por el estudio. Habría sido la única razón por la que estaba dispuesto a soportar la casa del comerciante español en ese período vacacional, tras finalizar el quinto grado como externo en Dolores.
Enfermé a fines de ese verano, y estuve ingresado alrededor de tres meses en el hospital de la Colonia Española de Santiago de Cuba. No hubo vacaciones de verano ese año. En aquel hospital mutualista, por dos pesos mensuales, equivalentes a dos dólares, una persona tenía derecho a los servicios médicos. Muy pocos, sin embargo, podían cubrir ese gasto. Me habían operado del apéndice, y a los 10 días la herida externa se infestó. Hubo que olvidarse de los planes de estudio concebidos por la profesora. A fines de ese mismo año, 1938, los tres hermanos nos volvimos a reunir, como alumnos internos en el Colegio Dolores.
En el sexto grado, con varias semanas de clases perdidas, debí esforzarme para ponerme al día. Una etapa nueva se iniciaba. Profundizaba los conocimientos en Geografía, Astronomía, Aritmética, Historia, Gramática e Inglés.
Se me ocurrió escribirle una carta al presidente de los Estados Unidos, Franklin Delano Roosevelt, que con su silla de ruedas, su tono de voz y su rostro amable despertaba mis simpatías. Gran expectación, una mañana las autoridades en la escuela anunciaron el gran suceso: "Fidel se cartea con el presidente de los Estados Unidos".
Roosevelt había respondido mi carta. Eso creíamos. Lo que llegó fue realmente una comunicación de la embajada informando que la habían recibido, dando las gracias. ¡Qué gran hombre, ya teníamos un amigo: el presidente de los Estados Unidos! A pesar de todo lo que aprendí después, y tal vez por ello, pienso que Franklin Delano Roosevelt, quien luchó contra la adversidad personal y adoptó una posición correcta frente al fascismo, no era capaz de ordenar el asesinato de un adversario, y por lo que se conoce de él, es muy probable que no hubiese lanzado las bombas atómicas contra dos ciudades indefensas de Japón ni desatado la Guerra Fría, dos hechos absolutamente innecesarios y torpes.
En aquel colegio de la rancia burguesía en la provincia mayor y más oriental de Cuba, había más rigor académico y disciplina que en La Salle. Eran jesuitas, casi en su totalidad de origen español, ungidos como sacerdotes en una etapa avanzada de su formación, en la que debían ejercer como miembros de la Orden en alguna tarea o responsabilidad. El prefecto de la escuela era el Padre García, un hombre recto, pero amable y accesible que compartía con los alumnos.
Mis vacaciones, mientras transité desde el primer grado de primaria hasta el último de bachillerato, fueron siempre en Birán, zona de llanos, mesetas y alturas de hasta casi 1 000 metros, bosques naturales, pinares, corrientes y pozas de agua; allí conocí de cerca la naturaleza, y fui libre de los controles que me imponían en las escuelas, las casas de las familias donde me alojé en Santiago o en la mía de Birán; aunque siempre defendido por mi madre y con la tutela tolerante de mi padre, a medida que era ya estudiante con más de seis grados, y por ello disfrutaba de creciente prestigio en la familia.
Pero este no es el lugar para hablar del tema, solo el mínimo indispensable para comprender el asunto que abordo en este libro.
Del Colegio Dolores, yo mismo tomé la decisión de trasladarme al Colegio Belén, en la capital de Cuba. Allí, a la inversa de lo que ocurrió en el Colegio La Salle de Santiago de Cuba, el responsable más directo de los alumnos internos -más de 100-, el Padre Llorente, no era una persona autoritaria, y lejos de ser un enemigo se convirtió en un amigo. Español de nacimiento, como casi todos los jesuitas de aquel colegio, estaba en la etapa previa a la investidura como sacerdote. Un hermano suyo, mayor que él, ejercía el sacerdocio entre los esquimales de Alaska, y bajo el título de En el país de los eternos hielos, escribía narraciones sobre la vida, las costumbres y las actividades de aquel pueblo indoamericano en una naturaleza virgen, que a los alumnos nos llenaba de asombro.
Llorente había sido sanitario en la Guerra Civil Española; él contaba la dramática historia de los prisioneros fusilados al concluir aquella contienda. Su tarea, junto a otros que hacían la misma función, era certificar que estaban muertos antes de proceder a darles sepultura. El Padre Llorente no hablaba de política, ni recuerdo haberlo escuchado nunca opinar sobre el tema. Era un jesuita orgulloso de su orden religiosa. Estimulaba las actividades que ponían a prueba el espíritu de sacrificio y el carácter de sus alumnos. Ambos estuvimos planificando una cacería de cocodrilos en la Ciénaga de Zapata, donde había miles de ellos; y en 1945, durante las últimas vacaciones de verano, organizamos un plan para escalar el Turquino. La goleta que debía llevarnos por mar, desde Santiago de Cuba hasta Ocujal, no pudo arrancar en toda la noche y no había otro camino. Hubo que suspender el plan. Recuerdo que llevaba una de las escopetas automáticas calibre 12 que tomé de mi casa. ¡Cómo me habría ayudado más tarde aquella excursión cuando me convertí en combatiente guerrillero, cuyo reducto principal radicaba precisamente en esa zona!
Al graduarme de bachiller en Letras, a los 18 años, era deportista, explorador, escalador de montañas, bastante aficionado a las armas -cuyo uso aprendí con las de mi padre-, y buen estudiante de las materias impartidas en el colegio donde estudiaba.
Me designaron el mejor atleta de la escuela el año que me gradué, y jefe de los exploradores con el más alto grado otorgado allí. Mi madre se sintió complacida con los aplausos de todos los asistentes aquella noche de la graduación. Por primera vez en su vida se había confeccionado un traje de gala para ir a una ceremonia. Ella fue una de las personas que más me ayudó en el propósito de estudiar.
En el anuario de la escuela, correspondiente al curso en que me gradué, aparece una foto mía con las siguientes palabras:
Fidel Castro (1942-1945). Se distinguió en todas las asignaturas relacionadas con las letras. Excelencia y congregante, fue un verdadero atleta, defendiendo siempre con valor y orgullo la bandera del colegio. Ha sabido ganarse la admiración y el cariño de todos. Cursará la carrera de Derecho y no dudamos que llenará con páginas brillantes el libro de su vida. Fidel tiene madera y no faltará el artista.
En realidad, debo decir que yo era mejor en Matemática que en Gramática. La encontraba más lógica, más exacta. Estudié Derecho porque discutía mucho, y todos afirmaban que yo iba a ser abogado. No tuve orientación vocacional.
El hecho real es que las escuelas de élite lanzaban a la calle oleadas de bachilleres carentes de conocimientos políticos elementales. Sobre un tema fundamental como la historia de la humanidad, nos narraban en primer lugar las consabidas aventuras bélicas de nuestra especie, desde la época de los persas hasta la Segunda Guerra Mundial, historias que tanto cautivan a niños y jóvenes varones.
El negocio de la producción y venta de juguetes de guerra hoy día es casi tan grande como el comercio de armas. Del sistema social que conduce a tales locuras y a las propias guerras no se nos enseñó una palabra.
Nos ilustraban sobre la historia de Grecia y Roma, pero civilizaciones tan antiguas como las de India y China, apenas se mencionaban, como no fuese para contarnos las aventuras bélicas de Alejandro Magno y los viajes de Marco Polo. Sin ambos países, hoy resulta imposible escribir la historia. No podría siquiera soñarse que nos hablaran entonces de las civilizaciones maya y aimara-quechua, del colonialismo y del imperialismo.
Cuando me gradué de bachiller en Letras, no existía más que una universidad, la de La Habana, a ella íbamos a parar los estudiantes con nuestra ausencia de conocimientos políticos. Salvo excepciones, casi todos los alumnos procedían de familias de la pequeña burguesía, que afanosamente deseaban mejor destino para sus hijos. Pocos pertenecían a la clase alta, y casi ninguno a los sectores pobres de la sociedad. Muchos de los de familia pudiente realizaban sus estudios superiores en los Estados Unidos, si es que no lo hacían desde el bachillerato. No se trataba de culpabilidades individuales, era una herencia de clase. La incorporación de la gran mayoría de los estudiantes universitarios a la Revolución en Cuba, es una prueba del valor de la educación y la conciencia en el ser humano.
Quizás algunas cosas de las hasta aquí referidas ayuden a comprender lo que vino después.
No asistí a la universidad desde el primer día, pues rechazaba las humillantes prácticas de las llamadas novatadas, consistentes en rapar a la fuerza a los recién llegados. Pedí que me pelaran bien bajito para identificarme como alumno nuevo.
Después de resolver el complejo problema del alojamiento, me fui al estadio universitario, buscando cómo incorporarme a los deportes. Había básquet, pelota, campo y pista, todo lo que me gustaba. Trabajo me costó liberarme del compromiso con el manager de básquet de Belén. Hacía tiempo había acordado proseguir como discípulo suyo en ese deporte, pero él era entrenador de un club aristocrático. Le expliqué que no podía ser estudiante de la universidad y jugar en otro equipo contra esta. No entendió y rompí con él. Comencé a entrenar en el equipo universitario de básquet. También la escuela reclamó que jugara pelota por mi facultad y le dije que sí.
Los líderes de la facultad de Derecho solicitaron que fuera candidato a delegado por una asignatura, y no tuve objeción.
Me veía obligado a realizar muchas cosas en un día, y residía en un reparto distante, donde Lidia, la hermana mayor por parte de padre, siempre atenta y afectuosa con nosotros, decidió vivir al trasladarse de Santiago de Cuba a La Habana cuando inicié mis estudios universitarios.
Un día descubrí que no me alcanzaba el tiempo ni para respirar. Sacrifiqué los deportes y decidí cumplir la tarea que me solicitaron los líderes de la escuela. Luché duro por obtener la representación, como delegado, de la asignatura de Antropología, lo cual requería especial esfuerzo. En la tarea me enfrentaba a un antiguo cuadro, para quien un cargo en la dirección de la escuela significaba una profesión política. Así comenzó mi actividad en esa esfera.
No había imaginado hasta qué punto la politiquería, la simulación y las mentiras prevalecían en nuestro país. Pero no lo supe desde el primer día. Cuando se realizó la elección, obtuve más de cinco votos por cada uno del adversario, y pude contribuir así al triunfo de los candidatos de nuestra tendencia en otras asignaturas. Fue de esa forma como, en pocos meses, por el número de votos obtenidos, me convertí en el representante de los estudiantes del primer curso, en una de las escuelas más numerosas de la Universidad de La Habana. Ello me otorgó determinada importancia, pero era muy pronto. No tenía siquiera idea de los intereses que se movían alrededor de aquella Universidad.
A medida que me familiarizaba con ella, iba conociendo también su rica historia. Había sido una de las primeras fundadas en la época de las colonias. Las ilustres personalidades de la cultura y la ciencia eran recordadas en figuras de bronce y mármol a las que se rendía tributo, o al bautizar con sus nombres las plazas, edificios e instituciones universitarias.
Especial admiración se sentía por los ocho estudiantes de Medicina, fusilados el 27 de noviembre de 1871 por los voluntarios españoles, al ser acusados de profanar la tumba de un periodista reaccionario que servía al régimen colonial, un hecho que según se comprobó después, ni siquiera ocurrió.
Junto a mi escuela, un pequeño parque llamado Lídice -aldea checoslovaca donde los nazis perpetraron una atroz matanza-, añadía elementos de internacionalismo.
Los nombres de Martí, Maceo, Céspedes, Agramonte y otros, aparecían por todas partes y suscitaban la admiración y el interés de muchos de nosotros, sin que importara su origen social. No era la atmósfera que se respiraba en la escuela privada de élite donde estudié el bachillerato, cuyos profesores procedían y se educaban en España, donde se engendró parte importante de nuestra cultura, pero también la esclavitud y el coloniaje.
En esa etapa, después de las elecciones del 44, el país era presidido por un profesor de Fisiología, que emergió de la universidad en los años 30, cuando en medio de la gran crisis económica mundial, fue derrocada la tiranía de Machado, y se creó, por breves meses, un gobierno provisional revolucionario. En aquel proceso, dentro del marco de una independencia limitada por la Enmienda Platt, los estudiantes, junto a la combativa clase obrera cubana y el pueblo en general, desempeñaron un papel fundamental. El profesor de Fisiología, Ramón Grau San Martín, fue designado presidente del gobierno en 1933. Un joven revolucionario antimperialista, Antonio Guiteras, representante de otras fuerzas populares, designado ministro de Gobernación, fue la figura más destacada de aquellos meses, por las medidas valientes y antimperialistas que adoptó.
Fulgencio Batista, procedente del sector militar revolucionario de los sargentos y soldados profesionales, ascendido a jefe del Ejército, captado más tarde por los sectores reaccionarios y la propia embajada de los Estados Unidos, derrocó aquel gobierno radical que duró apenas 100 días.
En la caída de Gerardo Machado había sido decisiva la clase obrera. La huelga general revolucionaria, organizada fundamentalmente por el pequeño partido de los comunistas, bajo la dirección brillante y vibrante del poeta revolucionario Rubén Martínez Villena, inició la batalla por el derrocamiento de la tiranía de Machado. Conviene recordarlo porque la idea de una huelga general revolucionaria estuvo asociada a nuestra posterior lucha, desde el ataque al cuartel Moncada. Fue el arma fundamental utilizada tras la ofensiva final exitosa del Ejército Rebelde, que lo condujo a la victoria total del pueblo el 1ro. de enero de 1959.
En los años 40 había emergido con fuerza el anticomunismo, la siembra de reflejos y el control de las mentes a través de los medios de comunicación masiva. Se habían creado las bases para el dominio militar y político del mundo. Muy poco quedaba ya en nuestra alta casa de estudios del espíritu revolucionario de los años 30.
El partido creado por el profesor, que lo llevó a la presidencia en virtud de pasadas glorias, tomó el nombre que utilizó Martí para organizar la última Guerra de Independencia: Partido Revolucionario Cubano, al que añadieron el calificativo de "Auténtico".
Cuando los escándalos comenzaron a estallar por todas partes, un senador prestigioso de ese mismo partido, Eduardo Chibás, encabezó la denuncia al gobierno. Era de cuna rica, pero incuestionablemente honrado, algo no habitual en los partidos tradicionales de Cuba. Disponía de media hora cada domingo, a las 8:00 de la noche, en la emisora radial más oída de toda la nación. Fue el primer caso en nuestra patria de la promoción inusitada que podía significar ese medio de divulgación masiva. Se conocía su nombre en todos los rincones del país. No existía todavía en Cuba la televisión. De ese modo, a pesar del analfabetismo reinante, surgió un movimiento político de potencial masividad entre los trabajadores de la ciudad y el campo, los profesionales y la pequeña burguesía.
Entre los obreros industriales más avanzados e intelectuales destacados, las ideas marxistas se abrían paso con más facilidad. Rubén Martínez Villena murió joven, víctima de la tuberculosis, poco tiempo después de su más gloriosa obra, el derrocamiento de la tiranía machadista. Quedaron sus poemas, que continúan recordándose y repitiéndose. Pero los prejuicios anticomunistas, emanados siempre de los sectores privilegiados y dominantes de la sociedad cubana, continuaron multiplicándose, desde los días brillantes en que Julio Antonio Mella creó la FEU (Federación Estudiantil Universitaria), y junto a Baliño -compañero de José Martí en su lucha por la independencia- fundó el primer Partido Comunista de Cuba.
El gobierno corrupto de Grau San Martín era caótico, irresponsable, cínico. Le interesaba controlar la universidad y los escasos institutos públicos donde se estudiaba el bachillerato. Su instrumento fundamental no era la represión, sino la corrupción. La universidad dependía de los fondos del Estado.
Un sujeto sin escrúpulo resultó designado ministro de Educación. Muchos millones de dólares fueron malversados. Nada parecido a un programa de alfabetización se llevó a cabo.
La reforma agraria y otras medidas promulgadas por la Constitución de 1940 pasaron al olvido. Batista se había marchado del país repleto de dinero para residir en la Florida. Dejó en Cuba a las Fuerzas Armadas llenas de ascensos y privilegios, y a un número no desdeñable de seguidores directamente beneficiados con cargos de elección en el Congreso, los municipios, y empleos en el aparato burocrático de instituciones sociales y empresas privadas.
Lo peor de todo fue el lastre pseudorrevolucionario que llegó al poder en Cuba junto con Grau San Martín. Eran gente que de una u otra forma habían sido antimachadistas y antibatistianos. Se consideraban, por tanto, revolucionarios. Al peor grupo de estos le asignaron cargos importantes en la policía represiva, como el Buró de Investigaciones, la Secreta, la Motorizada y otros cuerpos de esa institución. Se mantuvieron los tribunales de urgencia, con la facultad de arrestar a un ciudadano sin derecho alguno a la libertad provisional. En fin, todo el aparato represivo de Batista permaneció inalterable.
Con distintos nombres surgieron una serie de organizaciones formadas por personas que tuvieron relaciones con Guiteras y otros prestigiosos líderes de la lucha contra Machado y Batista. En las filas de aquella pseudorrevolución existían personas serias y valientes, consideradas a sí mismas como revolucionarias, una idea y un título que siempre atrajeron en Cuba a los jóvenes. Los órganos de prensa les asignaban con todo rigor ese calificativo, cuando en realidad lo transcurrido era una dramática etapa de revolución frustrada. No había programa social serio, y menos aún objetivos que condujeran a la independencia del país. El único programa verdaderamente revolucionario y antimperialista era el del partido fundado por Mella y Baliño, y luego dirigido por Rubén Martínez Villena. Este joven y valioso líder, lleno de pasión, proclamó en un poema: "Hace falta una carga para matar bribones, /para acabar la obra de las revoluciones (…)". Pero el Partido Comunista de Cuba estaba aislado.
Entre los muchos miles de estudiantes de la universidad que conocí, el número de antimperialistas conscientes y comunistas militantes no pasaban de 50 ó 60, del total de matriculados, que ascendían a más de 12 000. Yo mismo, un entusiasta de las protestas contra aquel gobierno, me sentía impulsado por otros valores que más adelante comprendí que estaban todavía distantes de la conciencia revolucionaria que adquirí después.
Eran miles los estudiantes que repudiaban la corrupción reinante, los abusos de poder y los males de la sociedad. Muy pocos pertenecían a la alta burguesía. Las veces que tuvimos necesidad de salir a la calle, no vacilaron en hacerlo.
Nuestra universidad sostenía relaciones con los exilados dominicanos en lucha contra Trujillo, con quienes se solidarizaba plenamente. También los puertorriqueños que demandaban la independencia, bajo la dirección de Pedro Albizu Campos, contaban con su apoyo. Eran elementos de una conciencia internacionalista presentes entre nuestros jóvenes, y que también me movían entonces a mí, a quien habían asignado la presidencia del Comité Pro Democracia Dominicana y el Comité Pro Independencia de Puerto Rico.
Una etapa de mis estudios universitarios ayudaría a comprender lo que allí viví. Cuando inicié el segundo año de la carrera, en 1946, conocía mucho más de nuestra universidad y nuestro país. Nadie tuvo que invitarme a participar en las elecciones de la escuela de Derecho. Yo mismo persuadí a un estudiante activo e inteligente, Baudilio Castellanos, que iniciaba su carrera, para que se postulara por la misma asignatura que yo lo había hecho el año anterior. Lo conocía bien porque éramos de la misma zona oriental; él había estudiado el bachillerato en una escuela regida por religiosos protestantes. Su padre era farmacéutico en el pequeño poblado del central Marcané, propiedad de una transnacional norteamericana, a cuatro kilómetros de mi casa en Birán.
Seleccionamos entre los estudiantes del primer curso a los más activos y entusiastas para integrar la candidatura. Contaba con el apoyo total del segundo curso, donde los adversarios ni siquiera pudieron nuclear alumnos suficientes para formar una candidatura contra mí. Aplicamos la misma línea del año anterior y, en las elecciones, nuestra tendencia obtuvo una aplastante victoria. Contábamos ya con amplia mayoría entre los estudiantes de la escuela de Derecho, y podíamos decidir quién sería el presidente de los estudiantes de la facultad, una de las más numerosas de la Universidad de La Habana. Los del quinto y último año no eran muchos, los del cuarto se correspondían con el año en que el bachillerato se elevó de cuatro a cinco años, y eran muy pocos los que habían ingresado en ese curso. No teníamos la mayoría de los delegados, pero sí la inmensa mayoría de los estudiantes.
En ese tiempo entramos en contacto con el Partido Ortodoxo y, también, con militantes de la Juventud Comunista, como Raúl Valdés Vivó, Alfredo Guevara y otros. Conocí a Flavio Bravo, una persona inteligente y capaz, que dirigía a la Juventud Comunista de Cuba.
Pude dejar las cosas como estaban y esperar un año más. Al fin y al cabo mis relaciones no eran malas con los delegados de los cursos superiores, políticamente neutros. Pero pudo más en mí el espíritu competitivo y quizás la autosuficiencia y la vanidad que suele acompañar a muchos jóvenes, aún en nuestra época.
Esto no significa que yo habría tenido una nueva oportunidad para esperar un tercer curso normal. Los compromisos ya contraídos me llevaron por otros caminos. Pero antes debo señalar que viví los mayores peligros de perder la vida con apenas 20 años, sin provecho alguno para la causa verdaderamente noble que descubrí después.
De hecho, nuestra actividad y fuerza llamaron prematuramente la atención de los dueños de la única universidad del país. Nuestro alto centro de estudios había adquirido especial importancia por su raíz histórica y su papel dentro de la república disminuida, que nació de la imposición de la Enmienda Platt a la nación cubana cuando se liberó de España. La nueva presidencia de la Federación de Estudiantes Universitarios estaba por decidirse, ya que el anterior presidente había pasado a ocupar un alto cargo en el gobierno de Grau.
Dado mi carácter rebelde, le hice frente al poderoso grupo que controlaba la universidad. Así pasaron días, en realidad semanas, sin otra compañía que la solidaridad de mis compañeros de primero y segundo cursos de la escuela de Derecho. Hubo ocasiones en que salí de la universidad escoltado por grupos de estudiantes que se apretaban alrededor de mí. Pero yo, a pesar de eso, iba todos los días a las clases y las actividades, hasta que un día declararon que no me permitirían entrar más a ese recinto.
He contado alguna vez que, al día siguiente, un domingo, me fui a una playa con la novia, y acostado boca abajo lloré porque estaba decidido a desafiar aquella prohibición, y comprendía lo que ello significaba. Sabía que el enemigo había llegado al límite de su tolerancia. En mi mente quijotesca no cabía otra alternativa que desafiar la amenaza. Podía obtener un arma, y la llevaría conmigo.
Un amigo militante del Partido Ortodoxo, al que conocí porque le gustaban los deportes y visitaba con frecuencia la universidad, me contaba las experiencias del enfrentamiento a las dictaduras de Machado y Batista, conversaba mucho conmigo, y conocía nuestras luchas, al tener noticias de la situación creada, y la decisión adoptada por mí, movió cielo y tierra para evitar lo peor.
Después de esto tuvieron lugar innumerables sucesos que he narrado en distintas oportunidades, y no deseo añadir a lo que aquí expongo, ya de por sí extenso; pero siento la necesidad de expresar que desde entonces estuve decidido a todo y empuñé un arma. Las experiencias de mi vida universitaria me sirvieron para la larga y difícil lucha que emprendería poco tiempo después como martiano y revolucionario cubano. Mi pensamiento maduró aceleradamente. Apenas transcurridos tres años de mi graduación, asaltaba con mis compañeros de ideal la segunda plaza militar del país. Fue el reinicio de la insurrección armada del pueblo de Cuba por su plena independencia y por la república de justicia soñada por nuestro Héroe Nacional José Martí.
Tras el triunfo del 1ro. de enero, conocidos e incansables historiadores, encabezados por Pedro Álvarez Tabío, y gracias a la iniciativa de Celia Sánchez, que estuvo presente y cumplió importantes misiones en la defensa de aquel baluarte revolucionario, recorrieron cada rincón de la Sierra Maestra, donde se desarrollaron los acontecimientos, y recogieron información fresca de las personas en cada vivienda y lugar donde estuvimos, archivando datos sin los cuales nadie y, por supuesto, tampoco yo, podría responsabilizarse con cada detalle que da total veracidad a lo que aquí expongo.
Por otro lado, solo alguien que fuera conductor y jefe de aquella fuerza de combatientes bisoños podría responsabilizarse con una historia rigurosa de los acontecimientos en los 74 días de combate, en que desesperadamente los revolucionarios logramos destrozar los planes de las Fuerzas Armadas de entonces, asesoradas y equipadas por los Estados Unidos, y convertimos lo imposible en posible. No existe otra forma de honrar a los caídos en aquella gesta. De una contienda así no teníamos antecedentes en nuestra patria. Las gloriosas luchas por la independencia habían concluido casi medio siglo antes. Las armas, las comunicaciones, eran todas muy diferentes en otra época; no existían los tanques, los aviones, las bombas de hasta 500 kilogramos de TNT. Fue necesario comenzar de cero. Disponía ya desde que me gradué de bachiller, y a pesar de mi origen, de una concepción marxista-leninista de nuestra sociedad y una convicción profunda de la justicia.
De la excelente prosa del historiador Álvarez Tabío recogí lo mejor y depuré lo innecesario. El cartógrafo Otto Hernández Garcini, expertos militares y diseñadores elaboraron, por su parte, los mapas que contiene este libro, donde tales planos se requerían para el análisis del tema por los profesionales de las armas. Aún faltaría por explicar cómo, después de la última ofensiva enemiga que quebró el espinazo de la tiranía, al decir del Che, de la Sierra Maestra trasladamos al llano nuestras concepciones de lucha, y en solo cinco meses destrozamos la fuerza total de 100 000 hombres armados que defendían al régimen y les ocupamos todas las armas.
Este libro, La Victoria Estratégica, es el preámbulo de ese otro, aún sin escribir, sobre la rápida y contundente contraofensiva rebelde que nos llevó a las puertas de Santiago de Cuba y al triunfo definitivo de la Revolución Cubana.
Dudé sobre el nombre que le pondría a esta narración, no sabía si llamarla "La última ofensiva de Batista" o "Cómo 300 derrotaron a 10 000″, que parece un cuento de Las mil y una noches. Me veo obligado, por ello, a incluir una pequeña autobiografía de la primera etapa de mi vida, sin la cual no se comprendería su sentido. No deseaba esperar que se publicaran un día las respuestas a incontables preguntas que me hicieran sobre la niñez, la adolescencia y la juventud, etapas que me convirtieron en revolucionario y combatiente armado.
Nací el 13 de agosto de 1926. El asalto al cuartel Moncada de Santiago de Cuba, el 26 de julio de 1953, se produjo tres años después que me gradué en la Universidad de La Habana. Fue nuestro primer enfrentamiento militar con el Ejército de Cuba, al servicio de la tiranía del general Fulgencio Batista.
La institución armada en Cuba, creada por los Estados Unidos después de su intervención en la isla durante la segunda Guerra de Independencia, iniciada por José Martí en 1895, era un instrumento de las empresas norteamericanas, y la alta burguesía cubana.
La gran crisis económica desatada en los Estados Unidos, durante los primeros años de la década de 1930, implicó altos niveles de sacrificio para nuestro país, al que los acuerdos comerciales impuestos por aquella potencia hicieron totalmente dependiente de los productos de su industria y de su agricultura desarrolladas. La capacidad adquisitiva del azúcar se había reducido casi a cero. No éramos independientes ni teníamos derecho al desarrollo. Difícilmente podían darse peores condiciones en un país de América Latina.
A medida que el poder del imperio crecía hasta convertirse en la más poderosa potencia mundial, hacer una Revolución en Cuba se tornaba una tarea bien difícil. Unos pocos hombres fuimos capaces de soñarla, pero nadie podría atribuirse méritos individuales en una proeza que fue mezcla de ideas, hechos y sacrificios de muchas personas, a lo largo de muchos años, en muchas partes del mundo.
Con esos ingredientes se pudo conquistar la independencia plena de Cuba, y una revolución social que ha resistido con honor más de 50 años de agresiones y el bloqueo de los Estados Unidos.
En mi caso concreto, sin duda por puro azar, a esta altura de la vida puedo ofrecer testimonio de hechos que, si tiene algún valor para las nuevas generaciones, se debe al esfuerzo de investigadores rigurosos y serios, cuyo trabajo durante decenas de años, reunió datos que me ayudaron a reconstruir gran parte del contenido de este libro, al que decidí poner el título La Victoria Estratégica.
Las circunstancias que me llevaron a tales acciones bélicas las guardo imborrablemente en mi mente. No deja de ser satisfactorio para mí recordarlas, porque de otra forma no me explicaría por qué llegué a las convicciones que al fin y al cabo determinaron el curso de mi existencia.
No nací político, aunque desde muy niño observé hechos que, grabados en mi mente, me ayudaron a comprender las realidades del mundo.
En mi Birán natal, solo había dos instalaciones que no pertenecían a mi familia: el telégrafo y la escuelita pública. Allí me sentaban en la primera fila porque no había, ni podía haber, algo parecido a un círculo infantil. Forzosamente aprendí a leer y a escribir. En el año 1933, cuando no había cumplido todavía siete años, la maestra, que no recibía siquiera el sueldo que le debía el gobierno, pretextando la hipotética inteligencia del niño, me llevó para Santiago de Cuba, donde residía su familia, en una vivienda pobre y casi sin muebles, que se filtraba por todas partes cuando llovía. En aquella ciudad, no me enviaron siquiera a una escuela pública como la de Birán.
Después de muchos meses sin recibir clases, ni hacer algo como no fuera escuchar en un viejo piano la práctica de solfeo de la hermana de la maestra, profesora de música sin empleo; aprendí a sumar, restar, multiplicar y dividir, gracias a las tablas impresas en el forro rojo de una libreta que me entregaron para practicar la caligrafía, y que nadie dictó ni revisó nunca.
En la vieja casa donde inicialmente me albergaron, de una cantina que llevaban una vez al día, nos alimentábamos siete personas, entre ellas, la hermana y el padre de la maestra. Conocí el hambre creyendo que era apetito, con la punta de uno de los dientes del pequeño tenedor pescaba el último granito de arroz, y con hilo de coser arreglaba mis propios zapatos.
Al frente de la modesta casa de madera donde vivíamos, un Instituto de Bachillerato permanecía ocupado por el Ejército; vi soldados golpeando con las culatas de sus fusiles a otras personas. Podría escribir un libro con aquellos recuerdos. Fue la institución infantil a donde me condujo aquella humilde maestra, en una sociedad en la que el dinero reinaba de forma absoluta.
Mi familia había sido engañada, y yo ni siquiera podía percatarme de aquella situación; el engaño me hizo perder tiempo, pero me enseñó mucho sobre los factores que la determinaron. Después de varios episodios, cumplidos los ocho años, fui matriculado en enero de 1935 en el primer grado de una escuela de los Hermanos La Salle, muy próxima a la primera catedral que los conquistadores españoles habían erigido en Cuba. Otro rico y nuevo aprendizaje comenzaba.
Ingresé en aquella escuela como alumno externo, residía en una nueva vivienda, muy próximo a la mencionada anteriormente, a donde se mudó la profesora de música, hermana de la maestra de Birán. Llegamos a ser tres hermanos los que vivíamos con aquella familia: Angelita, Ramón y yo, por cada uno de los cuales se pagaba una pensión. El padre de ellas había muerto el año anterior. Ya no existía hambre física, aunque seguí todavía un tiempo obligado a repasar hasta el cansancio las conocidas reglas aritméticas. Aún así, yo estaba harto de aquella casa y me rebelé de manera consciente por primera vez en mi vida; rehusé comer algunos vegetales desabridos que a veces me imponían y rompí todas las normas de educación formal, sagradas en aquella casa de familia de exquisita cultura francesa, adquirida en la propia Santiago de Cuba. En la familia se había insertado el cónsul de Haití, por la vía del matrimonio. Pero tan insoportable se volvió mi rebelión que me enviaron de cabeza como interno a la escuela. Me habían amenazado con eso más de una vez para imponerme disciplina; no sabían que era precisamente lo que yo quería. Lo que para otros niños era duro, para mí significaba la libertad. ¡Si nunca me llevaron ni siquiera a un cine! Disfrutaría de las delicias de un alumno interno. Fue el primer premio que recibí en mi vida. Estaba feliz.
Mis problemas desde entonces serían otros. Había llegado a Santiago con dos años de adelanto, y entré a la escuela de los Hermanos La Salle con unos de retraso. Cursé fácilmente el primero y segundo grados. Aquel centro era una maravilla. Como norma íbamos a Birán tres veces al año: Navidad, Semana Santa y vacaciones de verano, donde Ramón y yo éramos totalmente libres.
Del tercer grado en la escuela La Salle pasé al quinto como premio por mis notas, así recuperé el tiempo perdido. Durante el primer trimestre todo iba bien: buenas notas y excelentes relaciones con los nuevos compañeros de clases. Recibía el boletín blanco que se daba cada semana a los alumnos por conducta correcta, con los problemas normales de cualquier discípulo. Sucedió entonces un percance con uno de los miembros de la congregación, inspector de los alumnos internos.
La escuela disponía de un amplio terreno al otro lado de la bahía de Santiago, llamado Renté. Era un lugar de retiro y descanso de la congregación. Allí llevaban a los alumnos internos los jueves y domingos, días en que no se realizaba actividad escolar. Había un buen campo deportivo. Además, hacía deportes, nadaba, pescaba, exploraba. No lejos de la entrada de la bahía se observaban los rastros de la Batalla Naval de Santiago, en forma de grandes proyectiles que adornaban la entrada de las edificaciones. Un domingo después del regreso, tuve un pleito intrascendente con otro de los alumnos internos cuando viajábamos en la lancha El Cateto, de Renté al muelle de Santiago. Apenas llegamos a la escuela terminamos de zanjarlo; debido a ello, aquel autoritario hermano de la orden religiosa me golpeó en la cara con las manos abiertas y con toda la fuerza de sus brazos. Era una persona joven y fuerte. Quedé aturdido, con los golpes zumbándome en los oídos. Antes, me había llamado aparte, ya casi de noche. No me dejó siquiera explicar. En el largo corredor por donde me llevó nadie nos veía. Transcurridas dos o tres semanas, intentó de nuevo humillarme con un pequeño coscorrón en la cabeza por hablar en filas. En esa segunda ocasión yo iba entre los primeros al salir del desayuno porque los discípulos tratábamos siempre de ocupar un primer lugar en las filas, para jugar con pelotas de goma, un rato antes de las clases. Un pan con mantequilla que llevaba en la mano, otra costumbre de los alumnos cuando salíamos del comedor después de ingerir precipitadamente los primeros alimentos del día, se lo lancé al rostro al inspector, y luego lo embestí con manos y pies de tal forma, delante de los alumnos internos y externos, que su autoridad y sus métodos abusivos quedaron muy desprestigiados. Fue un hecho que se recordó en esa escuela durante bastante tiempo.
Yo tenía entonces 11 años, y me acuerdo bien de sus nombres. No deseo, sin embargo, repetirlos. De él no supe nada, desde hace más de 70 años. No le guardo rencor. Del alumno que motivó el incidente, conocí muchos años después del triunfo revolucionario, que mantuvo una conducta intachable y seria.
Sin embargo, el hecho tuvo consecuencias para mí. El incidente había ocurrido semanas antes de la Navidad, en que tendríamos dos semanas y media de vacaciones. Él seguía como inspector, y yo como alumno; ambos nos ignorábamos totalmente. Por elemental dignidad mi conducta fue intachable. Al venir nuestros padres a buscarnos, evidentemente citados por ellos, les ocultaron la verdad, acusaron a mis dos hermanos y a mí de pésimo comportamiento. "Sus tres hijos, son los tres bandidos más grandes que pasaron por esta escuela", le dijeron a mi padre. Lo supe por lo que contó entristecido a otros agricultores amigos que a fines de año lo visitaban. Raúl tenía apenas seis años, Ramón siempre se caracterizó por su bondad, y yo no era un bandido.
Trabajo me costó que me enviaran de nuevo a Santiago para estudiar; Ramón y Raúl, que nada tenían que ver con el problema, permanecieron el resto de ese curso en Birán. Me matricularon en enero de 1938 como alumno externo en el Colegio Dolores, regido por la Orden de los Jesuitas, mucho más exigente y rigurosa en materia de estudios, pero más de clase alta y rica que su rival de los Hermanos La Salle.
En esta ocasión me tocó residir en la casa de un comerciante español amigo de mi padre; allí, desde luego, no pasé ningún tipo de penuria material, pero en aquella casa, donde residí hasta finalizar el quinto grado, era un extraño.
Al inicio del verano, Angelita, la hermana mayor, llegó también a esa casa con el propósito de preparar su ingreso en el bachillerato. Para darle clases se contrató a una profesora negra, quien se guiaba por un enorme libro donde estaba el contenido de la materia a impartir para el examen de ingreso. Yo asistía a sus clases. Era la mejor profesora y, quizás, una de las mejores personas que conocí en mi vida. Se le ocurrió la idea de que estudiara a la vez el material de ingreso y el primer año del bachillerato, con el fin de examinarme tan pronto alcanzara la edad pertinente para el ingreso en el bachillerato, un año después. Despertó en mí un enorme interés por el estudio. Habría sido la única razón por la que estaba dispuesto a soportar la casa del comerciante español en ese período vacacional, tras finalizar el quinto grado como externo en Dolores.
Enfermé a fines de ese verano, y estuve ingresado alrededor de tres meses en el hospital de la Colonia Española de Santiago de Cuba. No hubo vacaciones de verano ese año. En aquel hospital mutualista, por dos pesos mensuales, equivalentes a dos dólares, una persona tenía derecho a los servicios médicos. Muy pocos, sin embargo, podían cubrir ese gasto. Me habían operado del apéndice, y a los 10 días la herida externa se infestó. Hubo que olvidarse de los planes de estudio concebidos por la profesora. A fines de ese mismo año, 1938, los tres hermanos nos volvimos a reunir, como alumnos internos en el Colegio Dolores.
En el sexto grado, con varias semanas de clases perdidas, debí esforzarme para ponerme al día. Una etapa nueva se iniciaba. Profundizaba los conocimientos en Geografía, Astronomía, Aritmética, Historia, Gramática e Inglés.
Se me ocurrió escribirle una carta al presidente de los Estados Unidos, Franklin Delano Roosevelt, que con su silla de ruedas, su tono de voz y su rostro amable despertaba mis simpatías. Gran expectación, una mañana las autoridades en la escuela anunciaron el gran suceso: "Fidel se cartea con el presidente de los Estados Unidos".
Roosevelt había respondido mi carta. Eso creíamos. Lo que llegó fue realmente una comunicación de la embajada informando que la habían recibido, dando las gracias. ¡Qué gran hombre, ya teníamos un amigo: el presidente de los Estados Unidos! A pesar de todo lo que aprendí después, y tal vez por ello, pienso que Franklin Delano Roosevelt, quien luchó contra la adversidad personal y adoptó una posición correcta frente al fascismo, no era capaz de ordenar el asesinato de un adversario, y por lo que se conoce de él, es muy probable que no hubiese lanzado las bombas atómicas contra dos ciudades indefensas de Japón ni desatado la Guerra Fría, dos hechos absolutamente innecesarios y torpes.
En aquel colegio de la rancia burguesía en la provincia mayor y más oriental de Cuba, había más rigor académico y disciplina que en La Salle. Eran jesuitas, casi en su totalidad de origen español, ungidos como sacerdotes en una etapa avanzada de su formación, en la que debían ejercer como miembros de la Orden en alguna tarea o responsabilidad. El prefecto de la escuela era el Padre García, un hombre recto, pero amable y accesible que compartía con los alumnos.
Mis vacaciones, mientras transité desde el primer grado de primaria hasta el último de bachillerato, fueron siempre en Birán, zona de llanos, mesetas y alturas de hasta casi 1 000 metros, bosques naturales, pinares, corrientes y pozas de agua; allí conocí de cerca la naturaleza, y fui libre de los controles que me imponían en las escuelas, las casas de las familias donde me alojé en Santiago o en la mía de Birán; aunque siempre defendido por mi madre y con la tutela tolerante de mi padre, a medida que era ya estudiante con más de seis grados, y por ello disfrutaba de creciente prestigio en la familia.
Pero este no es el lugar para hablar del tema, solo el mínimo indispensable para comprender el asunto que abordo en este libro.
Del Colegio Dolores, yo mismo tomé la decisión de trasladarme al Colegio Belén, en la capital de Cuba. Allí, a la inversa de lo que ocurrió en el Colegio La Salle de Santiago de Cuba, el responsable más directo de los alumnos internos -más de 100-, el Padre Llorente, no era una persona autoritaria, y lejos de ser un enemigo se convirtió en un amigo. Español de nacimiento, como casi todos los jesuitas de aquel colegio, estaba en la etapa previa a la investidura como sacerdote. Un hermano suyo, mayor que él, ejercía el sacerdocio entre los esquimales de Alaska, y bajo el título de En el país de los eternos hielos, escribía narraciones sobre la vida, las costumbres y las actividades de aquel pueblo indoamericano en una naturaleza virgen, que a los alumnos nos llenaba de asombro.
Llorente había sido sanitario en la Guerra Civil Española; él contaba la dramática historia de los prisioneros fusilados al concluir aquella contienda. Su tarea, junto a otros que hacían la misma función, era certificar que estaban muertos antes de proceder a darles sepultura. El Padre Llorente no hablaba de política, ni recuerdo haberlo escuchado nunca opinar sobre el tema. Era un jesuita orgulloso de su orden religiosa. Estimulaba las actividades que ponían a prueba el espíritu de sacrificio y el carácter de sus alumnos. Ambos estuvimos planificando una cacería de cocodrilos en la Ciénaga de Zapata, donde había miles de ellos; y en 1945, durante las últimas vacaciones de verano, organizamos un plan para escalar el Turquino. La goleta que debía llevarnos por mar, desde Santiago de Cuba hasta Ocujal, no pudo arrancar en toda la noche y no había otro camino. Hubo que suspender el plan. Recuerdo que llevaba una de las escopetas automáticas calibre 12 que tomé de mi casa. ¡Cómo me habría ayudado más tarde aquella excursión cuando me convertí en combatiente guerrillero, cuyo reducto principal radicaba precisamente en esa zona!
Al graduarme de bachiller en Letras, a los 18 años, era deportista, explorador, escalador de montañas, bastante aficionado a las armas -cuyo uso aprendí con las de mi padre-, y buen estudiante de las materias impartidas en el colegio donde estudiaba.
Me designaron el mejor atleta de la escuela el año que me gradué, y jefe de los exploradores con el más alto grado otorgado allí. Mi madre se sintió complacida con los aplausos de todos los asistentes aquella noche de la graduación. Por primera vez en su vida se había confeccionado un traje de gala para ir a una ceremonia. Ella fue una de las personas que más me ayudó en el propósito de estudiar.
En el anuario de la escuela, correspondiente al curso en que me gradué, aparece una foto mía con las siguientes palabras:
Fidel Castro (1942-1945). Se distinguió en todas las asignaturas relacionadas con las letras. Excelencia y congregante, fue un verdadero atleta, defendiendo siempre con valor y orgullo la bandera del colegio. Ha sabido ganarse la admiración y el cariño de todos. Cursará la carrera de Derecho y no dudamos que llenará con páginas brillantes el libro de su vida. Fidel tiene madera y no faltará el artista.
En realidad, debo decir que yo era mejor en Matemática que en Gramática. La encontraba más lógica, más exacta. Estudié Derecho porque discutía mucho, y todos afirmaban que yo iba a ser abogado. No tuve orientación vocacional.
El hecho real es que las escuelas de élite lanzaban a la calle oleadas de bachilleres carentes de conocimientos políticos elementales. Sobre un tema fundamental como la historia de la humanidad, nos narraban en primer lugar las consabidas aventuras bélicas de nuestra especie, desde la época de los persas hasta la Segunda Guerra Mundial, historias que tanto cautivan a niños y jóvenes varones.
El negocio de la producción y venta de juguetes de guerra hoy día es casi tan grande como el comercio de armas. Del sistema social que conduce a tales locuras y a las propias guerras no se nos enseñó una palabra.
Nos ilustraban sobre la historia de Grecia y Roma, pero civilizaciones tan antiguas como las de India y China, apenas se mencionaban, como no fuese para contarnos las aventuras bélicas de Alejandro Magno y los viajes de Marco Polo. Sin ambos países, hoy resulta imposible escribir la historia. No podría siquiera soñarse que nos hablaran entonces de las civilizaciones maya y aimara-quechua, del colonialismo y del imperialismo.
Cuando me gradué de bachiller en Letras, no existía más que una universidad, la de La Habana, a ella íbamos a parar los estudiantes con nuestra ausencia de conocimientos políticos. Salvo excepciones, casi todos los alumnos procedían de familias de la pequeña burguesía, que afanosamente deseaban mejor destino para sus hijos. Pocos pertenecían a la clase alta, y casi ninguno a los sectores pobres de la sociedad. Muchos de los de familia pudiente realizaban sus estudios superiores en los Estados Unidos, si es que no lo hacían desde el bachillerato. No se trataba de culpabilidades individuales, era una herencia de clase. La incorporación de la gran mayoría de los estudiantes universitarios a la Revolución en Cuba, es una prueba del valor de la educación y la conciencia en el ser humano.
Quizás algunas cosas de las hasta aquí referidas ayuden a comprender lo que vino después.
No asistí a la universidad desde el primer día, pues rechazaba las humillantes prácticas de las llamadas novatadas, consistentes en rapar a la fuerza a los recién llegados. Pedí que me pelaran bien bajito para identificarme como alumno nuevo.
Después de resolver el complejo problema del alojamiento, me fui al estadio universitario, buscando cómo incorporarme a los deportes. Había básquet, pelota, campo y pista, todo lo que me gustaba. Trabajo me costó liberarme del compromiso con el manager de básquet de Belén. Hacía tiempo había acordado proseguir como discípulo suyo en ese deporte, pero él era entrenador de un club aristocrático. Le expliqué que no podía ser estudiante de la universidad y jugar en otro equipo contra esta. No entendió y rompí con él. Comencé a entrenar en el equipo universitario de básquet. También la escuela reclamó que jugara pelota por mi facultad y le dije que sí.
Los líderes de la facultad de Derecho solicitaron que fuera candidato a delegado por una asignatura, y no tuve objeción.
Me veía obligado a realizar muchas cosas en un día, y residía en un reparto distante, donde Lidia, la hermana mayor por parte de padre, siempre atenta y afectuosa con nosotros, decidió vivir al trasladarse de Santiago de Cuba a La Habana cuando inicié mis estudios universitarios.
Un día descubrí que no me alcanzaba el tiempo ni para respirar. Sacrifiqué los deportes y decidí cumplir la tarea que me solicitaron los líderes de la escuela. Luché duro por obtener la representación, como delegado, de la asignatura de Antropología, lo cual requería especial esfuerzo. En la tarea me enfrentaba a un antiguo cuadro, para quien un cargo en la dirección de la escuela significaba una profesión política. Así comenzó mi actividad en esa esfera.
No había imaginado hasta qué punto la politiquería, la simulación y las mentiras prevalecían en nuestro país. Pero no lo supe desde el primer día. Cuando se realizó la elección, obtuve más de cinco votos por cada uno del adversario, y pude contribuir así al triunfo de los candidatos de nuestra tendencia en otras asignaturas. Fue de esa forma como, en pocos meses, por el número de votos obtenidos, me convertí en el representante de los estudiantes del primer curso, en una de las escuelas más numerosas de la Universidad de La Habana. Ello me otorgó determinada importancia, pero era muy pronto. No tenía siquiera idea de los intereses que se movían alrededor de aquella Universidad.
A medida que me familiarizaba con ella, iba conociendo también su rica historia. Había sido una de las primeras fundadas en la época de las colonias. Las ilustres personalidades de la cultura y la ciencia eran recordadas en figuras de bronce y mármol a las que se rendía tributo, o al bautizar con sus nombres las plazas, edificios e instituciones universitarias.
Especial admiración se sentía por los ocho estudiantes de Medicina, fusilados el 27 de noviembre de 1871 por los voluntarios españoles, al ser acusados de profanar la tumba de un periodista reaccionario que servía al régimen colonial, un hecho que según se comprobó después, ni siquiera ocurrió.
Junto a mi escuela, un pequeño parque llamado Lídice -aldea checoslovaca donde los nazis perpetraron una atroz matanza-, añadía elementos de internacionalismo.
Los nombres de Martí, Maceo, Céspedes, Agramonte y otros, aparecían por todas partes y suscitaban la admiración y el interés de muchos de nosotros, sin que importara su origen social. No era la atmósfera que se respiraba en la escuela privada de élite donde estudié el bachillerato, cuyos profesores procedían y se educaban en España, donde se engendró parte importante de nuestra cultura, pero también la esclavitud y el coloniaje.
En esa etapa, después de las elecciones del 44, el país era presidido por un profesor de Fisiología, que emergió de la universidad en los años 30, cuando en medio de la gran crisis económica mundial, fue derrocada la tiranía de Machado, y se creó, por breves meses, un gobierno provisional revolucionario. En aquel proceso, dentro del marco de una independencia limitada por la Enmienda Platt, los estudiantes, junto a la combativa clase obrera cubana y el pueblo en general, desempeñaron un papel fundamental. El profesor de Fisiología, Ramón Grau San Martín, fue designado presidente del gobierno en 1933. Un joven revolucionario antimperialista, Antonio Guiteras, representante de otras fuerzas populares, designado ministro de Gobernación, fue la figura más destacada de aquellos meses, por las medidas valientes y antimperialistas que adoptó.
Fulgencio Batista, procedente del sector militar revolucionario de los sargentos y soldados profesionales, ascendido a jefe del Ejército, captado más tarde por los sectores reaccionarios y la propia embajada de los Estados Unidos, derrocó aquel gobierno radical que duró apenas 100 días.
En la caída de Gerardo Machado había sido decisiva la clase obrera. La huelga general revolucionaria, organizada fundamentalmente por el pequeño partido de los comunistas, bajo la dirección brillante y vibrante del poeta revolucionario Rubén Martínez Villena, inició la batalla por el derrocamiento de la tiranía de Machado. Conviene recordarlo porque la idea de una huelga general revolucionaria estuvo asociada a nuestra posterior lucha, desde el ataque al cuartel Moncada. Fue el arma fundamental utilizada tras la ofensiva final exitosa del Ejército Rebelde, que lo condujo a la victoria total del pueblo el 1ro. de enero de 1959.
En los años 40 había emergido con fuerza el anticomunismo, la siembra de reflejos y el control de las mentes a través de los medios de comunicación masiva. Se habían creado las bases para el dominio militar y político del mundo. Muy poco quedaba ya en nuestra alta casa de estudios del espíritu revolucionario de los años 30.
El partido creado por el profesor, que lo llevó a la presidencia en virtud de pasadas glorias, tomó el nombre que utilizó Martí para organizar la última Guerra de Independencia: Partido Revolucionario Cubano, al que añadieron el calificativo de "Auténtico".
Cuando los escándalos comenzaron a estallar por todas partes, un senador prestigioso de ese mismo partido, Eduardo Chibás, encabezó la denuncia al gobierno. Era de cuna rica, pero incuestionablemente honrado, algo no habitual en los partidos tradicionales de Cuba. Disponía de media hora cada domingo, a las 8:00 de la noche, en la emisora radial más oída de toda la nación. Fue el primer caso en nuestra patria de la promoción inusitada que podía significar ese medio de divulgación masiva. Se conocía su nombre en todos los rincones del país. No existía todavía en Cuba la televisión. De ese modo, a pesar del analfabetismo reinante, surgió un movimiento político de potencial masividad entre los trabajadores de la ciudad y el campo, los profesionales y la pequeña burguesía.
Entre los obreros industriales más avanzados e intelectuales destacados, las ideas marxistas se abrían paso con más facilidad. Rubén Martínez Villena murió joven, víctima de la tuberculosis, poco tiempo después de su más gloriosa obra, el derrocamiento de la tiranía machadista. Quedaron sus poemas, que continúan recordándose y repitiéndose. Pero los prejuicios anticomunistas, emanados siempre de los sectores privilegiados y dominantes de la sociedad cubana, continuaron multiplicándose, desde los días brillantes en que Julio Antonio Mella creó la FEU (Federación Estudiantil Universitaria), y junto a Baliño -compañero de José Martí en su lucha por la independencia- fundó el primer Partido Comunista de Cuba.
El gobierno corrupto de Grau San Martín era caótico, irresponsable, cínico. Le interesaba controlar la universidad y los escasos institutos públicos donde se estudiaba el bachillerato. Su instrumento fundamental no era la represión, sino la corrupción. La universidad dependía de los fondos del Estado.
Un sujeto sin escrúpulo resultó designado ministro de Educación. Muchos millones de dólares fueron malversados. Nada parecido a un programa de alfabetización se llevó a cabo.
La reforma agraria y otras medidas promulgadas por la Constitución de 1940 pasaron al olvido. Batista se había marchado del país repleto de dinero para residir en la Florida. Dejó en Cuba a las Fuerzas Armadas llenas de ascensos y privilegios, y a un número no desdeñable de seguidores directamente beneficiados con cargos de elección en el Congreso, los municipios, y empleos en el aparato burocrático de instituciones sociales y empresas privadas.
Lo peor de todo fue el lastre pseudorrevolucionario que llegó al poder en Cuba junto con Grau San Martín. Eran gente que de una u otra forma habían sido antimachadistas y antibatistianos. Se consideraban, por tanto, revolucionarios. Al peor grupo de estos le asignaron cargos importantes en la policía represiva, como el Buró de Investigaciones, la Secreta, la Motorizada y otros cuerpos de esa institución. Se mantuvieron los tribunales de urgencia, con la facultad de arrestar a un ciudadano sin derecho alguno a la libertad provisional. En fin, todo el aparato represivo de Batista permaneció inalterable.
Con distintos nombres surgieron una serie de organizaciones formadas por personas que tuvieron relaciones con Guiteras y otros prestigiosos líderes de la lucha contra Machado y Batista. En las filas de aquella pseudorrevolución existían personas serias y valientes, consideradas a sí mismas como revolucionarias, una idea y un título que siempre atrajeron en Cuba a los jóvenes. Los órganos de prensa les asignaban con todo rigor ese calificativo, cuando en realidad lo transcurrido era una dramática etapa de revolución frustrada. No había programa social serio, y menos aún objetivos que condujeran a la independencia del país. El único programa verdaderamente revolucionario y antimperialista era el del partido fundado por Mella y Baliño, y luego dirigido por Rubén Martínez Villena. Este joven y valioso líder, lleno de pasión, proclamó en un poema: "Hace falta una carga para matar bribones, /para acabar la obra de las revoluciones (…)". Pero el Partido Comunista de Cuba estaba aislado.
Entre los muchos miles de estudiantes de la universidad que conocí, el número de antimperialistas conscientes y comunistas militantes no pasaban de 50 ó 60, del total de matriculados, que ascendían a más de 12 000. Yo mismo, un entusiasta de las protestas contra aquel gobierno, me sentía impulsado por otros valores que más adelante comprendí que estaban todavía distantes de la conciencia revolucionaria que adquirí después.
Eran miles los estudiantes que repudiaban la corrupción reinante, los abusos de poder y los males de la sociedad. Muy pocos pertenecían a la alta burguesía. Las veces que tuvimos necesidad de salir a la calle, no vacilaron en hacerlo.
Nuestra universidad sostenía relaciones con los exilados dominicanos en lucha contra Trujillo, con quienes se solidarizaba plenamente. También los puertorriqueños que demandaban la independencia, bajo la dirección de Pedro Albizu Campos, contaban con su apoyo. Eran elementos de una conciencia internacionalista presentes entre nuestros jóvenes, y que también me movían entonces a mí, a quien habían asignado la presidencia del Comité Pro Democracia Dominicana y el Comité Pro Independencia de Puerto Rico.
Una etapa de mis estudios universitarios ayudaría a comprender lo que allí viví. Cuando inicié el segundo año de la carrera, en 1946, conocía mucho más de nuestra universidad y nuestro país. Nadie tuvo que invitarme a participar en las elecciones de la escuela de Derecho. Yo mismo persuadí a un estudiante activo e inteligente, Baudilio Castellanos, que iniciaba su carrera, para que se postulara por la misma asignatura que yo lo había hecho el año anterior. Lo conocía bien porque éramos de la misma zona oriental; él había estudiado el bachillerato en una escuela regida por religiosos protestantes. Su padre era farmacéutico en el pequeño poblado del central Marcané, propiedad de una transnacional norteamericana, a cuatro kilómetros de mi casa en Birán.
Seleccionamos entre los estudiantes del primer curso a los más activos y entusiastas para integrar la candidatura. Contaba con el apoyo total del segundo curso, donde los adversarios ni siquiera pudieron nuclear alumnos suficientes para formar una candidatura contra mí. Aplicamos la misma línea del año anterior y, en las elecciones, nuestra tendencia obtuvo una aplastante victoria. Contábamos ya con amplia mayoría entre los estudiantes de la escuela de Derecho, y podíamos decidir quién sería el presidente de los estudiantes de la facultad, una de las más numerosas de la Universidad de La Habana. Los del quinto y último año no eran muchos, los del cuarto se correspondían con el año en que el bachillerato se elevó de cuatro a cinco años, y eran muy pocos los que habían ingresado en ese curso. No teníamos la mayoría de los delegados, pero sí la inmensa mayoría de los estudiantes.
En ese tiempo entramos en contacto con el Partido Ortodoxo y, también, con militantes de la Juventud Comunista, como Raúl Valdés Vivó, Alfredo Guevara y otros. Conocí a Flavio Bravo, una persona inteligente y capaz, que dirigía a la Juventud Comunista de Cuba.
Pude dejar las cosas como estaban y esperar un año más. Al fin y al cabo mis relaciones no eran malas con los delegados de los cursos superiores, políticamente neutros. Pero pudo más en mí el espíritu competitivo y quizás la autosuficiencia y la vanidad que suele acompañar a muchos jóvenes, aún en nuestra época.
Esto no significa que yo habría tenido una nueva oportunidad para esperar un tercer curso normal. Los compromisos ya contraídos me llevaron por otros caminos. Pero antes debo señalar que viví los mayores peligros de perder la vida con apenas 20 años, sin provecho alguno para la causa verdaderamente noble que descubrí después.
De hecho, nuestra actividad y fuerza llamaron prematuramente la atención de los dueños de la única universidad del país. Nuestro alto centro de estudios había adquirido especial importancia por su raíz histórica y su papel dentro de la república disminuida, que nació de la imposición de la Enmienda Platt a la nación cubana cuando se liberó de España. La nueva presidencia de la Federación de Estudiantes Universitarios estaba por decidirse, ya que el anterior presidente había pasado a ocupar un alto cargo en el gobierno de Grau.
Dado mi carácter rebelde, le hice frente al poderoso grupo que controlaba la universidad. Así pasaron días, en realidad semanas, sin otra compañía que la solidaridad de mis compañeros de primero y segundo cursos de la escuela de Derecho. Hubo ocasiones en que salí de la universidad escoltado por grupos de estudiantes que se apretaban alrededor de mí. Pero yo, a pesar de eso, iba todos los días a las clases y las actividades, hasta que un día declararon que no me permitirían entrar más a ese recinto.
He contado alguna vez que, al día siguiente, un domingo, me fui a una playa con la novia, y acostado boca abajo lloré porque estaba decidido a desafiar aquella prohibición, y comprendía lo que ello significaba. Sabía que el enemigo había llegado al límite de su tolerancia. En mi mente quijotesca no cabía otra alternativa que desafiar la amenaza. Podía obtener un arma, y la llevaría conmigo.
Un amigo militante del Partido Ortodoxo, al que conocí porque le gustaban los deportes y visitaba con frecuencia la universidad, me contaba las experiencias del enfrentamiento a las dictaduras de Machado y Batista, conversaba mucho conmigo, y conocía nuestras luchas, al tener noticias de la situación creada, y la decisión adoptada por mí, movió cielo y tierra para evitar lo peor.
Después de esto tuvieron lugar innumerables sucesos que he narrado en distintas oportunidades, y no deseo añadir a lo que aquí expongo, ya de por sí extenso; pero siento la necesidad de expresar que desde entonces estuve decidido a todo y empuñé un arma. Las experiencias de mi vida universitaria me sirvieron para la larga y difícil lucha que emprendería poco tiempo después como martiano y revolucionario cubano. Mi pensamiento maduró aceleradamente. Apenas transcurridos tres años de mi graduación, asaltaba con mis compañeros de ideal la segunda plaza militar del país. Fue el reinicio de la insurrección armada del pueblo de Cuba por su plena independencia y por la república de justicia soñada por nuestro Héroe Nacional José Martí.
Tras el triunfo del 1ro. de enero, conocidos e incansables historiadores, encabezados por Pedro Álvarez Tabío, y gracias a la iniciativa de Celia Sánchez, que estuvo presente y cumplió importantes misiones en la defensa de aquel baluarte revolucionario, recorrieron cada rincón de la Sierra Maestra, donde se desarrollaron los acontecimientos, y recogieron información fresca de las personas en cada vivienda y lugar donde estuvimos, archivando datos sin los cuales nadie y, por supuesto, tampoco yo, podría responsabilizarse con cada detalle que da total veracidad a lo que aquí expongo.
Por otro lado, solo alguien que fuera conductor y jefe de aquella fuerza de combatientes bisoños podría responsabilizarse con una historia rigurosa de los acontecimientos en los 74 días de combate, en que desesperadamente los revolucionarios logramos destrozar los planes de las Fuerzas Armadas de entonces, asesoradas y equipadas por los Estados Unidos, y convertimos lo imposible en posible. No existe otra forma de honrar a los caídos en aquella gesta. De una contienda así no teníamos antecedentes en nuestra patria. Las gloriosas luchas por la independencia habían concluido casi medio siglo antes. Las armas, las comunicaciones, eran todas muy diferentes en otra época; no existían los tanques, los aviones, las bombas de hasta 500 kilogramos de TNT. Fue necesario comenzar de cero. Disponía ya desde que me gradué de bachiller, y a pesar de mi origen, de una concepción marxista-leninista de nuestra sociedad y una convicción profunda de la justicia.
De la excelente prosa del historiador Álvarez Tabío recogí lo mejor y depuré lo innecesario. El cartógrafo Otto Hernández Garcini, expertos militares y diseñadores elaboraron, por su parte, los mapas que contiene este libro, donde tales planos se requerían para el análisis del tema por los profesionales de las armas. Aún faltaría por explicar cómo, después de la última ofensiva enemiga que quebró el espinazo de la tiranía, al decir del Che, de la Sierra Maestra trasladamos al llano nuestras concepciones de lucha, y en solo cinco meses destrozamos la fuerza total de 100 000 hombres armados que defendían al régimen y les ocupamos todas las armas.
Este libro, La Victoria Estratégica, es el preámbulo de ese otro, aún sin escribir, sobre la rápida y contundente contraofensiva rebelde que nos llevó a las puertas de Santiago de Cuba y al triunfo definitivo de la Revolución Cubana.
Reflexiones del compañero Fidel: Emplazamiento al Presidente de Estados Unidos
Hace varios días se publicó un artículo que contenía realmente muchos hechos relacionados con el derrame petrolero que tuvo lugar hace 105 días.
El Presidente Obama había autorizado dicha perforación confiando en la capacidad de la tecnología moderna para la producción de petróleo, que él deseaba disponer en abundancia y liberar a Estados Unidos de la dependencia de los suministros exteriores de ese vital producto para la civilización actual. Su excesivo consumo ya había suscitado la protesta enérgica de los ambientalistas.
Ni siquiera George W. Bush se había atrevido a dar ese paso, dadas las amargas experiencias sufridas en Alaska con un tanquero que transportaba petróleo extraído allí.
Se había producido el accidente en la búsqueda del producto que se necesita desesperadamente en la sociedad consumista, que las nuevas generaciones heredaron de las que la precedieron, con la diferencia de que ahora todo marcha a velocidad jamás imaginada.
Científicos y defensores del medio ambiente han expuesto teorías relacionadas con catástrofes que ocurrieron en cientos de millones de años con las llamadas enormes burbujas de metano, causantes de gigantescos tsunamis que barrieron gran parte del planeta que, con vientos y olas que alcanzaron dos veces la velocidad del sonido y olas de 1 500 metros de altura, liquidaron el 96 por ciento de las especies vivas.
Expresaban el temor de que en el Golfo de México, que por alguna causa cósmica es la región del planeta donde la roca cársica nos separa de la enorme capa de metano, sea perforada en la desesperada búsqueda de petróleo con los modernísimos equipos de tecnología que hoy se dispone.
Con motivo del derrame de la British Petroleum, las agencias de noticias informan que:
“…el gobierno federal [de EE.UU.] ha advertido que se mantengan alejados del epicentro de las operaciones con la amenaza de 40.000 dólares por cada infracción y la posibilidad de arrestos por delitos mayores.
“…La EPA [Agencia de control ambiental de EE.UU.] ha señalado oficialmente que la Plataforma Nº 1 libera metano, benceno, sulfuro de hidrógeno y otros gases tóxicos. Los trabajadores sobre el terreno ahora usan medios avanzados de protección que incluyen máscaras de gas de última tecnología suministradas por los militares.”
Hechos de enorme trascendencia se están produciendo con inusitada frecuencia.
El primero y más inmediato es el riesgo de una guerra nuclear después del hundimiento del sofisticado buque insignia Cheonan, que según el gobierno de Surcorea se debió al torpedo de un submarino de factura soviética -ambos fabricados hace más de 50 años-, mientras otras fuentes comunican la única causa posible y no detectable: una mina que hicieron colocar los servicios de inteligencia de Estados Unidos en el casco del Cheonan. De inmediato se culpó al Gobierno de la República Popular Democrática de Corea.
A este extraño suceso se sumó, días después, la Resolución 1929 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, ordenando la inspección de los buques mercantes iraníes en un plazo no mayor de 90 días.
El segundo, que en parte ya está produciendo sus efectos demoledores, ha sido el progresivo avance del cambio climático, cuyos efectos son aún peores, dando lugar a la denuncia del documental “Home” elaborado por Yann Arthus-Bertrand con la participación de los ecologistas más prestigiosos del mundo; y ahora, el derrame petrolero en el Golfo de México, a pocas millas de nuestra Patria, que genera todo tipo de preocupaciones.
El 20 de julio, un despacho de la agencia noticiosa EFE se refiere a las declaraciones del ya conocido almirante Thad Allen, coordinador y responsable para la lucha contra el vertido de petróleo en el Golfo de México, quien “indicó que autorizó a British Petroleum, propietaria del pozo y responsable del derrame, a que continúe 24 horas más las pruebas que efectúa para determinar la solidez de la estructura ‘Macondo’ tras la instalación hace 10 días de una nueva campana de contención”.
“Según los datos oficiales, hay cerca de 27 000 pozos abandonados en el lecho marino del Golfo…”
“Cuando se cumplen 92 días del accidente en la plataforma de BP, la principal preocupación del Gobierno de EE.UU. es que la estructura subterránea del pozo esté dañada y que el crudo se filtre a través de las rocas y acabe fluyendo en múltiples puntos del suelo marino.”
Es la primera vez que una declaración oficial habla del temor a que el petróleo comience a manar de los pozos que ya no son productivos.
Los lectores que se interesan por el tema van entresacando lo sensacionalista de los datos científicos. Para mí hay hechos que no tienen explicación satisfactoria. ¿Por qué el Almirante Allen declaró que “la principal preocupación del Gobierno es que la estructura subterránea del pozo esté dañada y que el crudo se filtre a través de las rocas y acabe fluyendo en múltiples puntos del suelo marino”? ¿Por qué la British Petroleum declaró que no se le puede culpar del crudo que brotó a 15 kilómetros del pozo accidentado?
Habría que esperar otros 15 días que tardaría en perforarse el pozo auxiliar, que tiene una trayectoria casi paralela al que originó el derrame, a una distancia de menos de 5 metros el uno del otro, según opina el grupo cubano que analiza el problema. Mientras tanto, debemos esperar como niños bien educados.
Si se confía tanto en el pozo paralelo, ¿por qué no se aplicó antes esa medida? ¿Qué haremos después si esa medida fracasa como ha ocurrido con todas las demás?
En intercambio reciente que sostuve con una persona sumamente bien informada de los detalles del accidente, debido a intereses de su país, conocí que por las características y la situación alrededor del pozo, no existe allí, en ese caso, el riesgo de una emanación del metano.
El día 23 de julio no aparece noticia alguna sobre el problema.
El 24, la agencia DPA afirma que “un prominente científico estadounidense acusó a la petrolera británica BP de sobornar a expertos que investigan la marea negra en el Golfo de México para retrasar la publicación de datos, según denunció a la cadena televisiva BBC”, pero no relaciona esa inmoralidad con daño alguno en la estructura del fondo marino y las emanaciones de petróleo y los niveles inusuales de metano.
El 26 de julio, los principales medios de prensa de Londres ¬-BBC, Sunday Times, Sunday Telegraph y otros- informaron que “en junta de directorio” de la British Petroleum “decidirían hoy la salida del presidente ejecutivo” -Tony Hayward- “por el mal manejo que tuvo frente al derrame de petróleo en el Golfo de México”.
Por su parte Notimex y El Universal, de México, publican que en la British Petroleum “…no ha sido tomada una decisión sobre cambios entre sus ejecutivos, y agrega que una junta de su directorio está prevista para esta misma tarde.”
El día 27 las agencias de noticias informaban que el Presidente Ejecutivo de BP había sido despedido.
Julio 28. Doce despachos cablegráficos y 14 países, entre ellos Estados Unidos y varios de sus más importantes aliados, formularon declaraciones embarazosas por la divulgación, por parte de la organización Wikileaks, de documentos secretos sobre la guerra en Afganistán. Aunque “Barack Obama, admitió que se encuentra ‘preocupado’ por la filtración, [...] señaló que las informaciones son antiguas y no contienen nada nuevo.”
Fue una declaración cínica.
“El fundador de WikiLeaks, Julián Assange, dijo que los documentos son evidencia de crímenes de guerra cometidos por las fuerzas estadounidenses.”
Tan certeramente lo evidenciaron que han conmovido hasta los cimientos la secretividad norteamericana. En ellas se habla de “muertes de civiles de las que nunca se informó públicamente”. Ha creado conflictos entre las partes involucradas en esas atrocidades.
Sobre los riesgos de gas metano emanando de los pozos que no están en producción, silencio total.
Julio 29. Un despacho de la AFP informa lo nunca imaginado: Osama Bin Laden era un hombre de los servicios de inteligencia de Estados Unidos: “…Osama Bin Laden aparece en los informes secretos publicados por Wikileaks como un agente activo, presente y adulado por sus hombres en la zona afgano-paquistana.”
Se conocía que, en la lucha de los afganos contra la ocupación soviética de Afganistán, Osama cooperó con Estados Unidos, pero el mundo suponía que en su lucha contra la invasión extranjera aceptó el apoyo de Estados Unidos y la OTAN como una necesidad y que, ya liberado el país, rechazaba la injerencia extranjera, creando la organización Al Qaeda para combatir a Estados Unidos.
Muchos países, Cuba entre ellos, condenan sus métodos terroristas que no excluyen la muerte de incontables víctimas inocentes.
Cuál no sería ahora la sorpresa de la opinión mundial al conocer que Al Qaeda era una creación del gobierno de ese país.
Fue la justificación para la guerra contra los talibanes en Afganistán y uno de los motivos, entre otros, para la posterior invasión y ocupación de Iraq por las fuerzas militares de Estados Unidos. Dos países donde han muerto miles de jóvenes norteamericanos y gran número de ellos han sido mutilados. Entre ambos, más de ciento cincuenta mil soldados norteamericanos están comprometidos por tiempo indefinido, y junto a ellos, los integrantes de las unidades de la organización belicista OTAN, y otros aliados como Australia y Corea del Sur.
El 29 de julio se publicó la foto de un joven norteamericano de 22 años, Bradley Manning, analista de inteligencia, quien filtró al sitio Web Wikileaks 240 mil documentos clasificados. No se ha pronunciado sobre su culpabilidad o inocencia. No podrán tocarle sin embargo un pelo. Los integrantes de Wikileaks han jurado hacer conocer la verdad al mundo.
Con fecha 30 de julio, el teólogo brasileño Frei Betto publicó un artículo titulado “Grito de la tierra, clamor de los pueblos”.
Dos párrafos expresan la esencia de su contenido. ”Los antiguos griegos ya lo habían notado: Gaya, la Tierra, es un organismo vivo. Y somos fruto de ella, engendrados en 13,700 millones de años de evolución. Sin embargo en los últimos 200 años no supimos cuidar de ella sino que la convertimos en mercancía, de la que se espera obtener el máximo lucro.”
“Hoy están amenazadas todas las formas de vida en el planeta, incluso la humana (2/3 de la población mundial sobreviven por debajo de la línea de pobreza) y la misma Tierra. Evitar la anticipación del Apocalipsis exige cuestionar los mitos de la modernidad -como mercado, desarrollo, Estado uninacional-, todos ellos basados en la razón instrumental.”
Por su parte, ese mismo día la AFP publica: “La República Popular China ‘desaprueba las sanciones unilaterales’ adoptadas por la Unión Europea contra Irán, declaró hoy el portavoz de la cancillería china, Jiang Yu”.
Del mismo modo, Rusia protestó con energía la condena de las sanciones de esa región estrechamente aliada con Estados Unidos.
El 30 de julio, un despacho de la AFP informa que el Ministro de Defensa de Israel declaró: “Las sanciones que la ONU impuso a Irán [...] no lo harán suspender sus actividades de enriquecimiento de uranio en busca de la bomba atómica”.
El 1º de agosto un cable de la AFP informa que “Alto jefe militar de los Guardianes de la Revolución advirtió hoy a EE.UU. contra un eventual ataque contra Irán.”
“Israel no descartó una acción militar contra Irán para detener su programa nuclear.”
“La comunidad internacional, encabezada por Washington, intensificó recientemente su presión sobre Irán, acusado de buscar dotarse del arma nuclear con un encubierto programa nuclear civil.”
“Las afirmaciones de Javani precedieron una declaración del jefe del Estado Mayor Conjunto estadounidense, Michael Mullen, que aseguró este domingo que un Plan de ataque de Estados Unidos contra Irán está previsto para impedir a Teherán dotarse del arma nuclear.”
El 2 de agosto, un despacho noticioso de la AFP de contenido similar al de las demás agencias de noticias informó:
“‘Tengo que viajar en septiembre a Nueva York para participar en la Asamblea General de Naciones Unidas. Estoy dispuesto a sentarme con Obama, cara a cara, de hombre a hombre, para hablar libremente de cuestiones mundiales ante los medios de comunicación para encontrar la mejor solución’, afirmó Ahmadinejad durante un discurso difundido por la televisión estatal.”
“Pero el presidente Ahmadinejad advirtió de que el diálogo deberá estar basado en el respeto mutuo.
“‘Si creen que pueden agitar un bastón y decirnos que debemos aceptar todo lo que dicen, esto no ocurrirá’, añadió. Las potencias occidentales ‘no entienden que las cosas han cambiado en el mundo’, añadió.”
“‘Ustedes respaldan a un país que cuenta con cientos de bombas atómicas pero dicen que quieren detener a Irán, que podría eventualmente tenerla un día…’”
Los iraníes han declarado que dispararán cien cohetes contra cada uno de los barcos de Estados Unidos e Israel que bloquean a Irán, tan pronto registren un mercante iraní.
De modo que, cuando Obama dé la orden de cumplir la Resolución del Consejo de Seguridad, estará decretando el hundimiento de todos los buques de guerra norteamericanos en aquella zona.
A ningún Presidente de Estados Unidos le ha caído encima tan dramática decisión. Debió preverlo.
En esta ocasión me dirijo por primera vez en la vida al Presidente de Estados Unidos Barack Obama:
Usted debe saber que en sus manos está ofrecer a la humanidad la única posibilidad real de paz. Sólo en una ocasión podrá usted hacer uso de sus prerrogativas al dar la orden de disparar.
Es posible que después, a partir de esta traumática experiencia, se encuentren soluciones que no nos conduzcan otra vez a esta apocalíptica situación. Todos en su país, incluso sus peores adversarios de izquierda o de derecha, con seguridad se lo agradecerán, y también el pueblo de Estados Unidos, que no es en absoluto culpable de la situación creada.
Le solicito se digne a escuchar esta apelación que en nombre del pueblo de Cuba le transmito.
Comprendo que no puede esperarse, ni usted daría nunca, una respuesta rápida. Piénselo bien, consulte a sus especialistas, pídales opinión sobre el asunto a sus más poderosos aliados y adversarios internacionales.
No me interesan honores ni glorias. ¡Hágalo!
El mundo podrá liberarse realmente de las armas nucleares y también de las convencionales.
La peor de todas las variantes será la guerra nuclear, que es ya virtualmente inevitable.
¡EVÍTELA!
Fidel Castro Ruz
Agosto 3 de 2010
6 y 00 p.m.
El Presidente Obama había autorizado dicha perforación confiando en la capacidad de la tecnología moderna para la producción de petróleo, que él deseaba disponer en abundancia y liberar a Estados Unidos de la dependencia de los suministros exteriores de ese vital producto para la civilización actual. Su excesivo consumo ya había suscitado la protesta enérgica de los ambientalistas.
Ni siquiera George W. Bush se había atrevido a dar ese paso, dadas las amargas experiencias sufridas en Alaska con un tanquero que transportaba petróleo extraído allí.
Se había producido el accidente en la búsqueda del producto que se necesita desesperadamente en la sociedad consumista, que las nuevas generaciones heredaron de las que la precedieron, con la diferencia de que ahora todo marcha a velocidad jamás imaginada.
Científicos y defensores del medio ambiente han expuesto teorías relacionadas con catástrofes que ocurrieron en cientos de millones de años con las llamadas enormes burbujas de metano, causantes de gigantescos tsunamis que barrieron gran parte del planeta que, con vientos y olas que alcanzaron dos veces la velocidad del sonido y olas de 1 500 metros de altura, liquidaron el 96 por ciento de las especies vivas.
Expresaban el temor de que en el Golfo de México, que por alguna causa cósmica es la región del planeta donde la roca cársica nos separa de la enorme capa de metano, sea perforada en la desesperada búsqueda de petróleo con los modernísimos equipos de tecnología que hoy se dispone.
Con motivo del derrame de la British Petroleum, las agencias de noticias informan que:
“…el gobierno federal [de EE.UU.] ha advertido que se mantengan alejados del epicentro de las operaciones con la amenaza de 40.000 dólares por cada infracción y la posibilidad de arrestos por delitos mayores.
“…La EPA [Agencia de control ambiental de EE.UU.] ha señalado oficialmente que la Plataforma Nº 1 libera metano, benceno, sulfuro de hidrógeno y otros gases tóxicos. Los trabajadores sobre el terreno ahora usan medios avanzados de protección que incluyen máscaras de gas de última tecnología suministradas por los militares.”
Hechos de enorme trascendencia se están produciendo con inusitada frecuencia.
El primero y más inmediato es el riesgo de una guerra nuclear después del hundimiento del sofisticado buque insignia Cheonan, que según el gobierno de Surcorea se debió al torpedo de un submarino de factura soviética -ambos fabricados hace más de 50 años-, mientras otras fuentes comunican la única causa posible y no detectable: una mina que hicieron colocar los servicios de inteligencia de Estados Unidos en el casco del Cheonan. De inmediato se culpó al Gobierno de la República Popular Democrática de Corea.
A este extraño suceso se sumó, días después, la Resolución 1929 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, ordenando la inspección de los buques mercantes iraníes en un plazo no mayor de 90 días.
El segundo, que en parte ya está produciendo sus efectos demoledores, ha sido el progresivo avance del cambio climático, cuyos efectos son aún peores, dando lugar a la denuncia del documental “Home” elaborado por Yann Arthus-Bertrand con la participación de los ecologistas más prestigiosos del mundo; y ahora, el derrame petrolero en el Golfo de México, a pocas millas de nuestra Patria, que genera todo tipo de preocupaciones.
El 20 de julio, un despacho de la agencia noticiosa EFE se refiere a las declaraciones del ya conocido almirante Thad Allen, coordinador y responsable para la lucha contra el vertido de petróleo en el Golfo de México, quien “indicó que autorizó a British Petroleum, propietaria del pozo y responsable del derrame, a que continúe 24 horas más las pruebas que efectúa para determinar la solidez de la estructura ‘Macondo’ tras la instalación hace 10 días de una nueva campana de contención”.
“Según los datos oficiales, hay cerca de 27 000 pozos abandonados en el lecho marino del Golfo…”
“Cuando se cumplen 92 días del accidente en la plataforma de BP, la principal preocupación del Gobierno de EE.UU. es que la estructura subterránea del pozo esté dañada y que el crudo se filtre a través de las rocas y acabe fluyendo en múltiples puntos del suelo marino.”
Es la primera vez que una declaración oficial habla del temor a que el petróleo comience a manar de los pozos que ya no son productivos.
Los lectores que se interesan por el tema van entresacando lo sensacionalista de los datos científicos. Para mí hay hechos que no tienen explicación satisfactoria. ¿Por qué el Almirante Allen declaró que “la principal preocupación del Gobierno es que la estructura subterránea del pozo esté dañada y que el crudo se filtre a través de las rocas y acabe fluyendo en múltiples puntos del suelo marino”? ¿Por qué la British Petroleum declaró que no se le puede culpar del crudo que brotó a 15 kilómetros del pozo accidentado?
Habría que esperar otros 15 días que tardaría en perforarse el pozo auxiliar, que tiene una trayectoria casi paralela al que originó el derrame, a una distancia de menos de 5 metros el uno del otro, según opina el grupo cubano que analiza el problema. Mientras tanto, debemos esperar como niños bien educados.
Si se confía tanto en el pozo paralelo, ¿por qué no se aplicó antes esa medida? ¿Qué haremos después si esa medida fracasa como ha ocurrido con todas las demás?
En intercambio reciente que sostuve con una persona sumamente bien informada de los detalles del accidente, debido a intereses de su país, conocí que por las características y la situación alrededor del pozo, no existe allí, en ese caso, el riesgo de una emanación del metano.
El día 23 de julio no aparece noticia alguna sobre el problema.
El 24, la agencia DPA afirma que “un prominente científico estadounidense acusó a la petrolera británica BP de sobornar a expertos que investigan la marea negra en el Golfo de México para retrasar la publicación de datos, según denunció a la cadena televisiva BBC”, pero no relaciona esa inmoralidad con daño alguno en la estructura del fondo marino y las emanaciones de petróleo y los niveles inusuales de metano.
El 26 de julio, los principales medios de prensa de Londres ¬-BBC, Sunday Times, Sunday Telegraph y otros- informaron que “en junta de directorio” de la British Petroleum “decidirían hoy la salida del presidente ejecutivo” -Tony Hayward- “por el mal manejo que tuvo frente al derrame de petróleo en el Golfo de México”.
Por su parte Notimex y El Universal, de México, publican que en la British Petroleum “…no ha sido tomada una decisión sobre cambios entre sus ejecutivos, y agrega que una junta de su directorio está prevista para esta misma tarde.”
El día 27 las agencias de noticias informaban que el Presidente Ejecutivo de BP había sido despedido.
Julio 28. Doce despachos cablegráficos y 14 países, entre ellos Estados Unidos y varios de sus más importantes aliados, formularon declaraciones embarazosas por la divulgación, por parte de la organización Wikileaks, de documentos secretos sobre la guerra en Afganistán. Aunque “Barack Obama, admitió que se encuentra ‘preocupado’ por la filtración, [...] señaló que las informaciones son antiguas y no contienen nada nuevo.”
Fue una declaración cínica.
“El fundador de WikiLeaks, Julián Assange, dijo que los documentos son evidencia de crímenes de guerra cometidos por las fuerzas estadounidenses.”
Tan certeramente lo evidenciaron que han conmovido hasta los cimientos la secretividad norteamericana. En ellas se habla de “muertes de civiles de las que nunca se informó públicamente”. Ha creado conflictos entre las partes involucradas en esas atrocidades.
Sobre los riesgos de gas metano emanando de los pozos que no están en producción, silencio total.
Julio 29. Un despacho de la AFP informa lo nunca imaginado: Osama Bin Laden era un hombre de los servicios de inteligencia de Estados Unidos: “…Osama Bin Laden aparece en los informes secretos publicados por Wikileaks como un agente activo, presente y adulado por sus hombres en la zona afgano-paquistana.”
Se conocía que, en la lucha de los afganos contra la ocupación soviética de Afganistán, Osama cooperó con Estados Unidos, pero el mundo suponía que en su lucha contra la invasión extranjera aceptó el apoyo de Estados Unidos y la OTAN como una necesidad y que, ya liberado el país, rechazaba la injerencia extranjera, creando la organización Al Qaeda para combatir a Estados Unidos.
Muchos países, Cuba entre ellos, condenan sus métodos terroristas que no excluyen la muerte de incontables víctimas inocentes.
Cuál no sería ahora la sorpresa de la opinión mundial al conocer que Al Qaeda era una creación del gobierno de ese país.
Fue la justificación para la guerra contra los talibanes en Afganistán y uno de los motivos, entre otros, para la posterior invasión y ocupación de Iraq por las fuerzas militares de Estados Unidos. Dos países donde han muerto miles de jóvenes norteamericanos y gran número de ellos han sido mutilados. Entre ambos, más de ciento cincuenta mil soldados norteamericanos están comprometidos por tiempo indefinido, y junto a ellos, los integrantes de las unidades de la organización belicista OTAN, y otros aliados como Australia y Corea del Sur.
El 29 de julio se publicó la foto de un joven norteamericano de 22 años, Bradley Manning, analista de inteligencia, quien filtró al sitio Web Wikileaks 240 mil documentos clasificados. No se ha pronunciado sobre su culpabilidad o inocencia. No podrán tocarle sin embargo un pelo. Los integrantes de Wikileaks han jurado hacer conocer la verdad al mundo.
Con fecha 30 de julio, el teólogo brasileño Frei Betto publicó un artículo titulado “Grito de la tierra, clamor de los pueblos”.
Dos párrafos expresan la esencia de su contenido. ”Los antiguos griegos ya lo habían notado: Gaya, la Tierra, es un organismo vivo. Y somos fruto de ella, engendrados en 13,700 millones de años de evolución. Sin embargo en los últimos 200 años no supimos cuidar de ella sino que la convertimos en mercancía, de la que se espera obtener el máximo lucro.”
“Hoy están amenazadas todas las formas de vida en el planeta, incluso la humana (2/3 de la población mundial sobreviven por debajo de la línea de pobreza) y la misma Tierra. Evitar la anticipación del Apocalipsis exige cuestionar los mitos de la modernidad -como mercado, desarrollo, Estado uninacional-, todos ellos basados en la razón instrumental.”
Por su parte, ese mismo día la AFP publica: “La República Popular China ‘desaprueba las sanciones unilaterales’ adoptadas por la Unión Europea contra Irán, declaró hoy el portavoz de la cancillería china, Jiang Yu”.
Del mismo modo, Rusia protestó con energía la condena de las sanciones de esa región estrechamente aliada con Estados Unidos.
El 30 de julio, un despacho de la AFP informa que el Ministro de Defensa de Israel declaró: “Las sanciones que la ONU impuso a Irán [...] no lo harán suspender sus actividades de enriquecimiento de uranio en busca de la bomba atómica”.
El 1º de agosto un cable de la AFP informa que “Alto jefe militar de los Guardianes de la Revolución advirtió hoy a EE.UU. contra un eventual ataque contra Irán.”
“Israel no descartó una acción militar contra Irán para detener su programa nuclear.”
“La comunidad internacional, encabezada por Washington, intensificó recientemente su presión sobre Irán, acusado de buscar dotarse del arma nuclear con un encubierto programa nuclear civil.”
“Las afirmaciones de Javani precedieron una declaración del jefe del Estado Mayor Conjunto estadounidense, Michael Mullen, que aseguró este domingo que un Plan de ataque de Estados Unidos contra Irán está previsto para impedir a Teherán dotarse del arma nuclear.”
El 2 de agosto, un despacho noticioso de la AFP de contenido similar al de las demás agencias de noticias informó:
“‘Tengo que viajar en septiembre a Nueva York para participar en la Asamblea General de Naciones Unidas. Estoy dispuesto a sentarme con Obama, cara a cara, de hombre a hombre, para hablar libremente de cuestiones mundiales ante los medios de comunicación para encontrar la mejor solución’, afirmó Ahmadinejad durante un discurso difundido por la televisión estatal.”
“Pero el presidente Ahmadinejad advirtió de que el diálogo deberá estar basado en el respeto mutuo.
“‘Si creen que pueden agitar un bastón y decirnos que debemos aceptar todo lo que dicen, esto no ocurrirá’, añadió. Las potencias occidentales ‘no entienden que las cosas han cambiado en el mundo’, añadió.”
“‘Ustedes respaldan a un país que cuenta con cientos de bombas atómicas pero dicen que quieren detener a Irán, que podría eventualmente tenerla un día…’”
Los iraníes han declarado que dispararán cien cohetes contra cada uno de los barcos de Estados Unidos e Israel que bloquean a Irán, tan pronto registren un mercante iraní.
De modo que, cuando Obama dé la orden de cumplir la Resolución del Consejo de Seguridad, estará decretando el hundimiento de todos los buques de guerra norteamericanos en aquella zona.
A ningún Presidente de Estados Unidos le ha caído encima tan dramática decisión. Debió preverlo.
En esta ocasión me dirijo por primera vez en la vida al Presidente de Estados Unidos Barack Obama:
Usted debe saber que en sus manos está ofrecer a la humanidad la única posibilidad real de paz. Sólo en una ocasión podrá usted hacer uso de sus prerrogativas al dar la orden de disparar.
Es posible que después, a partir de esta traumática experiencia, se encuentren soluciones que no nos conduzcan otra vez a esta apocalíptica situación. Todos en su país, incluso sus peores adversarios de izquierda o de derecha, con seguridad se lo agradecerán, y también el pueblo de Estados Unidos, que no es en absoluto culpable de la situación creada.
Le solicito se digne a escuchar esta apelación que en nombre del pueblo de Cuba le transmito.
Comprendo que no puede esperarse, ni usted daría nunca, una respuesta rápida. Piénselo bien, consulte a sus especialistas, pídales opinión sobre el asunto a sus más poderosos aliados y adversarios internacionales.
No me interesan honores ni glorias. ¡Hágalo!
El mundo podrá liberarse realmente de las armas nucleares y también de las convencionales.
La peor de todas las variantes será la guerra nuclear, que es ya virtualmente inevitable.
¡EVÍTELA!
Fidel Castro Ruz
Agosto 3 de 2010
6 y 00 p.m.
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