Camilo se robó su propio nombre para dárselo a la Revolución


Que importa hayan pasado los años, ya suman 51 , los hombres como él, marcan un hito en la historia y están presentes en la obra de su pueblo al enfrentar día a día el peligro frente a los enemigos.Y es que Camilo Cienfuegos Gorriarán, el hombre de la eterna sonrisa, vive con nosotros, en la primera línea de combate.

Es mito, leyenda y realidad. Tenía dos corazones: uno para la Patria y otro para el amor. Buen conocedor de sus hazañas militares, a Camilo Cienfuegos,lo acompañaba siempre la eterna sonrisa debajo del inseparable sombrero alón. Portador de un tremendo un carisma para dejar una huella inquebrantable entre los que lo conocieron, el Héroe de Yaguajay, fue en suma, uno de los hombres más queridos entre las tropas y los pobladores.

Modelo insuperable de combatiente y de vanguardia. Surgido del pueblo, disfrutaba de una convicción y poder seductor tan inmenso, que logró atrapar en sus madejas al argentino Ernesto Che Guevara, marcando una amistad tan profunda, que con el tiempo quedaría convertida en una epopeya.

Después del triunfo de la Revolución, Camilo alcanzó una intensidad sorprendente. Cuando el desleal Hubert Matos atentó contra la Revolución y hubo de frenársele, viajó a Camagüey y totalmente desarmado detuvo al traidor. Regresó a La Habana el 25 de octubre, y participó en el acto del día siguiente, para repudiar las acciones de los imperialistas y en apoyo a la Revolución. Entonces habló al pueblo.

El 27 viajó a Camagüey con el propósito de retornar hacia la capital la tarde del 28 hacia La Habana, pero nunca llegó a su destino. El avión en que viajaba su avión desapareció y nos dejó privados para siempre, del dueño de aquella sonrisa amplia y el sombrero alón. Nos despojó de un revolucionario de pies a cabeza, de un hombre de 27 años de edad, justo cuando la Revolución comenzaba la dura y decisiva etapa de su batalla frontal contra el imperialismo yanki y la contrarrevolución interna.

Nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro dijo de él que "no tenía la cultura de los libros, pero sí la inteligencia natural del pueblo". Para Vilma Espín Guillois, era la historia pura. Sólo hay que leer su nombre: Camilo Cienfuegos. Fue un héroe de cien fuegos. Buscó el horizonte en el ánima del fusil y el beso en los ojos de las mujeres, como el que va a morir temprano. En otras palabras: Camilo se robó su propio nombre para dárselo a la Revolución.

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