La cárcel yanqui en Guantánamo: Diez años de violación de derechos humanos
Hoy el campo de detención de Guantánamo, ubicado dentro de la base ilegal que el gobierno de los Estados Unidos mantiene en la bahía homónima de Cuba, cumple diez años, a pesar del reclamo universal de clausura y la promesa electoral de cerrarlo, realizada por el presidente Barack Obama en noviembre de 2008, antes de llegar a la Casa Blanca.
Ha pasado una década y aún el mundo no sale de su asombro debido a las cruentas imágenes de los llamados por Washington, sospechosos de terrorismo, y que hoy permanecen encerrados en el enclave militar, donde por demás, se violan los más elementales derechos humanos.
Fue aquel 11 de enero de 2002 cuando llegaron a la base naval yanqui unos 20 prisioneros, llegaban encapuchados, esposados y vestidos con un mono naranja. Todavía en el enclave existen 171 hombres, de un total de 779 que pasaron por la prisión en la última década, de ellos, cerca de la mitad son yemeníes, otros de Afganistán, Argelia y Arabia Saudita.
A partir de ese momento, la cárcel yanqui de Guantánamo se convirtió en símbolo de los peores excesos de Estados Unidos en su llamada "guerra contra el terrorismo", lanzada contra Al Qaeda poco después de los ataques del 11 de septiembre de 2001 contra Nueva York y Washington.
Sin dudas, amigos lectores, el centro de detenciones que Estados Unidos mantiene ilegalmente en Guantánamo, con una extensión de 117,5 kilómetros, constituye hoy una vergüenza para el mundo y ha devenido en símbolo de 10 años de fallos de la administración de Obama en cuanto al respeto a los derechos humanos.
Celia: Delicadeza, amor, intransigencia...
No importa que hayan pasado 30 años de su desaparición física. Fue aquel mediodía del 11 de enero de 1980 cuando todas las emisoras radiales y televisivas de Cuba daban la noticia: Celia Sánchez Manduley – la Celia de todos los cubanos - había fallecido.
El sufrimiento y la incertidumbre se apoderaron de muchos. Lógica tenacidad de quienes veían apagarse a la mujer portadora del nombre que encontramos hoy en hospitales, museos, escuelas, en niñas que juegan en los parques, o en aguerridas mujeres que recuerdan a la Norma de la clandestinidad, pero a la que su pueblo eternizó como Celia.
Con la mariposa, su flor favorita engalanando su cabello, la manzanillera se nos presenta delicada y tierna. Fue la primera mujer guerrillera en la Sierra Maestra, portadora de un fuerte carácter, una mezcla de intranquilidad y ternura, razones que necesariamente la convirtieron en una de las personalidades más fascinantes de la historia de Cuba.
Latido perenne en el quehacer incesante del pueblo, revolucionaria cabal, Celia Sánchez, la combatiente del llano y de la Sierra, fue la principal promotora de la creación del pelotón femenino "Mariana Grajales" y siempre reclamó su lugar con la dulzura que caracterizaba a aquella mujer de inquieto caminar.
Más que la heroína, era enormemente humana, sufría desilusiones amorosas y fumaba mucho, empataba un cigarro con otro y tomaba bastante café, si a esto se le denomina defectos, entonces ella los tenía. Sin embargo, sus virtudes hicieron que éstos, no salieran a la luz, por que lo que sí hay que acentuar es su gran amor a la Revolución e infinita lealtad a Fidel.
Quienes jamás la conocieron, podían suponerla una mujer frágil, pero al revelarla, se percataron de su intrepidez, sus nobles sentimientos, valor y audacia. Celia participó en los preparativos del desembarco del Granma en la provincia de Oriente y allí organizó a los campesinos de la zona en busca de apoyo para los expedicionarios.
Su modestia e implacable exigencia, decían de su nobleza hacia Fidel y a la defensa de los principios éticos e ideológicos de nuestra Revolución, su Revolución. Todo ello hubiera alcanzado para concebir la imagen de la quien jamás abandonó su gracia y acento campesinos de gente humilde.
Para medir la dimensión de esta intachable mujer, bastan las palabras de Armando Hart Dávalos, cuando dijo: “ Será imposible escribir la historia de Fidel Castro, sin reflejar a la vez la vida de Celia Sánchez Manduley, a quien la calificó como "La más hermosa y autóctona flor de la Revolución"
Ha pasado más de tres décadas y la heroína de la Sierra y del Llano sigue entre nosotros, el aroma de aquella flor silvestre, hacendosa como una hormiga, no dejamos de verla en todas las mujeres cubanas, artistas, diputadas, periodistas, doctoras, contructoras..., porque expresa lo autóctono de la mujer delicada, bromista, sencilla, comprometida e intransigente con las ideas de justicia e igualdad social.
Julio Antonio Mella: Muero por la Revolución
El 10 de enero de 1929, cerca de las 10 de la noche, la fotógrafa Tina Modotti y el revolucionario cubano Julio Antonio Mella escucharon a su espalda el primer disparo, se dirigían hacia el departamento que compartían en la ciudad de México. Entonces se detuvieron y escucharon el tiroteo.
La activa mujer divisó el olor a pólvora, en tanto, el joven se soltaba de su brazo y corriendo, cruzaba hacia la acera opuesta. Se desplomó al suelo. Tina lo alcanzó y arrodillada junto a él, escuchó: ''Magriñat tiene que ver en esto... Muero por la revolución". Eran las dos de la madrugada del día 11 y con solo 26 años de edad, decía adiós a la vida Julio Antonio Mella.
El 25 de marzo de 1903 nace quien a la postre sería una de las figuras más avanzadas en el pensamiento político latinoamericano de inicios del siglo XX y líder comprometido con la defensa de los ideales más puros del pueblo cubano: Julio Antonio Mella.
La Universidad de La Habana y sus aulas, fueron su primer campo de batalla y si bien desde ese escenario emprendió la vida política, no fue este sitio el único terreno donde dejó su huella como organizador y guía. Importantes responsabilidades vincularían definitivamente al joven quehacer revolucionario y justo es en ese espacio estudiantil donde inició su lucha política, cuando en el año 1922 estalló la reforma universitaria en Cuba.
Las ideas de Mella, trascendieron los marcos del recinto universitario y entonces se vincula a la Liga Antiimperialista de las Américas, importante instrumento de lucha en ese momento histórico y del que se convierte en fundador en 1925.
Su incesante crítica a los males sociales engendrados por el dictador Gerardo Machado y la corrupción administrativa de su gobierno, condicionaron su expulsión de la Universidad de La Habana. Por ello, buscó refugio en México, y desde allí, persistió en su actividad política, de esta manera se convierte en miembro del Comité Ejecutivo de la Liga de las Américas y del Partido Comunista de ese país.
Movido por el concepto de que todo tiempo futuro debe ser mejor y fiel a los preceptos martianos, la acción luchadora de Julio Antonio Mella despertó multitudes y sumó voluntades en el camino hacia una sociedad justa.
Y esta es la razón por la que el legado político del impetuoso hombre a quien no pudieron silenciar su ejemplo en las aulas universitarias, en talleres, fábricas, perdura en generaciones de cubanos que, años más tarde llevaron a cabo la gesta que llevó a Cuba a la plena soberanía.
“¿Voy bien, Camilo? - Vas bien, Fidel “ : Una frase, una entrañable amistad
El 8 de enero de 1959, el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, al frente de su columna guerrillera “José Martí”, penetraba por la puerta principal del campamento de Columbia, sede del Estado Mayor General del Ejército recién derrotado.
Allí, el líder de la Rveolución Cubana encontraba entonces una tropa amilanada, pues sus generales fugitivos de la justicia, escaparon en su mayoría hacia los Estados Unidos, donde encontraron asilo junto a sus encubridores, políticos corruptos de la tiranía batistiana.
No hubo ni un solo insulto contra el rendido, tampoco una sola frase que lesionara la dignidad de aquellos soldados y oficiales que le escuchaban. La entereza de Fidel Castro, desde los días en que fuera juzgado por los sucesos del Moncada, le dio el prestigio necesario para distinguir entre los uniformados que sirvieron a una causa injusta y los que vivían con sus manos manchadas de sangre.
“Creo que es momento decisivo de nuestra historia: la tiranía ha sido derrocada. La alegría es inmensa. Y sin embargo, queda mucho por hacer todavía. Expresó en un momento de su discurso el Comandante. “No nos engañemos creyendo que en lo adelante todo será fácil, quizás en lo adelante, todo sea más difícil” decir la verdad es deber de todo revolucionario”, prosiguió.
Y para resaltar el papel fundamental del pueblo en la victoria contra la dictadura de Fulgencio Batista, enfatizó el líder: “Lo primero es advertir al pueblo, porque hablándole al pueblo podemos ahorrar sangre, porque aquí, antes de tirar un tiro, hay que llamar mil veces al pueblo y hablarle para que, sin tiros, resuelva los problemas”.
“(…) la opinión pública tiene una fuerza y una influencia extraordinaria (…) En la época de la dictadura la opinión pública no es nada, pero en la época de la libertad la opinión pública lo es todo, y los fusiles se tienen que doblegar y arrodillar ante la opinión pública”. Sin dejar de mirar a su pueblo, al culminar esta frase, Fidel volvió su rostro hacia Camilo Cienfuegos y le pregunta con una sonrisa plena de confianza: “¿Voy bien, Camilo? -Vas bien, Fidel, le respondió el Héroe de Yaguajay.
En ese momento quedaba sellada la expresión que enalteció para la Historia de Cuba la entrañable amistad entre el Héroe de Yaguajay y Fidel Castro. La pregunta “¿Voy bien, Camilo?, era en ese momento la interrogante que se le hiciera al brillante estratega guerrillero, al hombre que merecía la total confianza de Fidel.
Cuba: Todo un pueblo de verde olivo
Ese día jamás podrá olvidarse. El 8 de enero de 1959, quienes acudieron a recibir la Caravana de la Libertad en La Habana, experimentaron el extraordinario júbilo popular una vez conquistada la victoria del Ejército Rebelde, contra la sanguinaria dictadura de Fulgencio Batista.
Con Fidel Castro al frente, la Caravana de los barbudos entraba a La Habana. Risas, saludos, gritos de ¡Viva! barbas, fusiles y melenas, brazaletes… cientos de banderas cubanas y del Movimiento 26 de Julio ondeaban con la brisa invernal de ese día de victoria.
Presentes lágrimas de emoción y evocación por quienes no pudieron ver el triunfo del Ejército Rebelde. Allí también, estaba el sonar de las sirenas de los barcos anclados en el puerto y replicaban las campanas de las iglesias. El ruido las bocinas de los autos inundaban la ciudad y junto a los silbatos de las fábricas, entonces fueron disparadas 21 salvas por la Marina de Guerra. En los parques y balcones agitadas manos de hombres, mujeres, ancianos, niños, de todo un pueblo de verde olivo.
Cual símbolo de la Paz, las palomas volaban augurando otro porvenir para la Patria y acompañaban el recibimiento de la columna guerrillera. Simbólicamente, una de ellas se posó en el hombro de Fidel cuando hablaba al pueblo: “Una de las ansias mayores de la nación, consecuencia de los horrores padecidos, por la represión y por la guerra, era el ansia de paz, de paz con libertad, de paz con justicia, y de paz con derechos”…
En otro momento de la alocución del líder de la Revolución Cubana en la Ciudad Escolar Libertad, antes cuartel Columbia, expresó su gran confianza en las masas, y dijo: “Si a mí me preguntaran qué tropa prefiero mandar, yo diría: prefiero mandar al pueblo, porque el pueblo es invencible.
“ Y el pueblo fue quien ganó esta guerra - prosiguió el Comandante- , porque nosotros no teníamos tanques, nosotros no teníamos aviones, nosotros no teníamos cañones, nosotros no teníamos academias militares, nosotros no teníamos campos de reclutamiento y de entrenamiento (…) ” “El pueblo, el pueblo ganó la guerra. Esta guerra no la ganó nadie más que el pueblo.”
Ha pasado más de medio siglo de Revolución y estas históricas palabras han devenido en símbolo y se han hecho realidad. El pueblo de Cuba sigue demostrando al mundo su capacidad de resistir y vencer con la misma unidad, entereza y confianza en el futuro de aquel 8 de enero de 1959.
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