Ha pasado más de 48 horas y el dolor sigue ahi, latente en los guantanameros. Ese día la noticia corrió como pólvora por toda esta ciudad: " Alfredo Velázquez fue encontrado muerto en su hogar " . No hizo falta saber más, no hizo falta decir quién era este hombre porque su obra toda se conocía no solo en Guantánamo, su ciudad natal, sino en toda Cuba y en el mundo por donde esparció su vuelo artístico como bailarín, coreógrafo y director de la Compañía Danza Libre.
Natural del Guirito, en la Ciudad Primada de Baracoa, su amor por la danza lo sedujo desde siempre, por ello, una especie de suerte lo llevó hasta Elfriedhe Mahler, aquella norteamericana que llegó a Guantánamo apasionada por la enseñanza artística.
Primer bailarín contemporáneo, primer solista folklórico, primer nivel
como coreógrafo contemporáneo, primer nivel como maestro contemporáneo y
segundo nivel como maestro folklórico, Alfredo creció en Danza Libre, desde esta Compañía se hizo grande, primero en calidad de alumno, luego como Maestro, eso fue para su casa Grande, un Maestro que no tenía más tiempo que para soñar con Danza Libre, con su Guantánamo, por eso, es imposible olvidar su
imagen junto a sus compañeros de labor en cada ensayo, en cada obra, en cada espacio que compartían.
Alfredo ha muerto, sin embargo, no puedo imaginarlo inerte porque seguirá preparando a sus condiscípulos, seguirá compartiendo con sus compañeros de otras compañías danzarias de Guantánamo, seguirá caminando por las calles del Guantánamo que lo vio crecer, entre sus amigos y seguirá sonriéndole
a la vida, a esa vida a la que dijo adiós para cabalgar hacia la eternidad que lo
inmortalizará por siempre a través de su danza.