Cuando el 3 de diciembre del 2011 en la Cumbre fundacional de la CELAC en Caracas, el General
de Ejército Raúl Castro Ruz en la
Cumbre expresó: “La Comunidad de Estados
Latinoamericanos y Caribeños es nuestra obra más preciada.
Simbólicamente, consolida el concepto de una región unida y soberana,
comprometida con un destino común“, no estaba lejos de pensar que nacía la
concreción de los sueños de una región que permaneció dormida durante años a la
espera de su momento.
Sin embargo, hoy nuevos retos y esperanzas van tomados de la mano en un nuevo proyecto regional cuyo baluarte obedece de la sapiencia con la que las 33 naciones independientes situadas en lo que definió José Martí como Nuestra América: “los pueblos que se extienden al sur del Río Bravo hasta la Patagonia”.
Sin embargo, hoy nuevos retos y esperanzas van tomados de la mano en un nuevo proyecto regional cuyo baluarte obedece de la sapiencia con la que las 33 naciones independientes situadas en lo que definió José Martí como Nuestra América: “los pueblos que se extienden al sur del Río Bravo hasta la Patagonia”.
La Comunidad de Estados Latinoamericanos y
Caribeños (Celac), es una organización regional intergubernamental que
reúne a los países de América Latina y el Caribe,
sin la injerencia de Estados Unidos y Canadá. Nace en 2011 en Caracas,
Venezuela, de la unión del Grupo de Río y la Cumbre de América Latina y el Caribe sobre
Integración y Desarrollo (CALC), conocida Cumbre de la Unidad.
Hecho institucional más importante en América Latina y el Caribe en el último siglo, la Celac, fue creada para impulsar la integración bajo nuevas formas de solidaridad y colaboración, en aras de propiciar el multilateralismo, el intercambio y las estrategias para enfrentar la pobreza y la crisis económica en la región y constituye es además, un instrumento para aunar voluntades, resolver diferencias y cooperar por el bien de la región.
Hecho institucional más importante en América Latina y el Caribe en el último siglo, la Celac, fue creada para impulsar la integración bajo nuevas formas de solidaridad y colaboración, en aras de propiciar el multilateralismo, el intercambio y las estrategias para enfrentar la pobreza y la crisis económica en la región y constituye es además, un instrumento para aunar voluntades, resolver diferencias y cooperar por el bien de la región.
La Celac no es más que la realización
de los sueños de unidad, justicia y soberanía de los grandes hombres y mujeres
de estas tierras. Y esta es la premisa que regirá en la II Cumbre a
desarrollarse desde el 25 y hasta el 29 de enero en La Habana, Cuba, un espacio
que no quedará en la historia como un encuentro más entre líderes
políticos, sino el contexto internacional para que se consolide el concepto de
región articulada, reconocible y comprometida con un destino común.
Por la
erradicación del hambre y la pobreza, es el lema que preside la II Cumbre de la Celac donde los ministros
intercambiaron experiencias en torno a los programas elaborados por los
diferentes países en materia de educación, salud y alimentación propuestas para
que sean establecidos en los 33 Estados.
Aún La Celac es un joven proyecto de integración y unidad, sin embargo, sigue
avanzando hacia perspectivas comunes entre sus miembros, con la mirada puesta
en los problemas que verdaderamente desgarran a Nuestra América y se
perfecciona como un elemento de unificación para bienestar de los pueblos
en la búsqueda de la verdadera independencia.
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