Foto: cortesía de @Conversador59
Era Antonio Maceo el cubano más conocido en América Latina en la segunda mitad del siglo XIX, a él, aprendimos a verlo como una leyenda viva, como un dios de la guerra. En tanto Ernesto Che Guevara, médico, estadista e intelectual convertido en soldado guerrillero, conquistó la segunda mitad del siglo XX y se ha convertido en paradigma de millones de hombres y mujeres en todo el mundo.
En sus vidas breves pero intensas, hubo grandes retos y ambos progresaron por sus hazañas militares. Antonio, primogénito de los Maceo Grajales, era buen jinete y diestro en la esgrima del machete de defensa personal. Como guerrero incansable, participó en más de 600 acciones combativas, entre ellas alrededor de 200 combates de gran significado.
Tenía el Titán “tanta fuerza en la mente como en el brazo”, decía José Martí. Mientras el líder de la revolución Fidel Castro dijo de él: “Maceo es nuestro, su gloria y su memoria continuaremos honrándola de mil formas diferentes; su gloria y su memoria continuaremos honrándola en el trabajo, en las luchas, en el cumplimiento de nuestros deberes internacionalistas y fundamentalmente con nuestro patriotismo […]”
En todos los momentos culminantes de su vida Antonio Maceo descubrió un alma indomable, orientada fijamente en la dirección de lo que consideraba su deber. Por lo tanto, su temple natural, fue siempre el heroísmo, y su símbolo, el de la rebeldía cubana. Mientras, el Che, aquel joven que padecía de asma, despertaba admiración por su energía y el espíritu emprendedor que lo acompañó siempre, llevándolo a los 23 años a realizar un largo recorrido por Latinoamérica y posteriormente, a graduarse de médico. En México, se convierte en el médico de la expedición del Granma, nombrado por el líder indiscutible de la Revolución Cubana Fidel Castro Ruz.
Che significa revolución, cambio, intransigencia... Lo distinguió siempre su lealtad y un valor por momentos temerario. La Sierra, la Invasión, la Batalla de Santa Clara, fueron los escenarios de sus hazañas. Y ante los ojos de generaciones de cubanos que no lo conocimos, lo vemos levantando un muro, cortando caña, manejando una combinada, en un trabajo voluntario. Esas imágenes que dicen que el Che, era un hombre para todos los tiempos.
Conmovía su intachable ejemplo personal, su autoridad moral y su fe indestructible en la victoria. Ante quienes lo consideraron un aventurero, despuntaba aquel Quijote latinoamericano que salía a enfrentar molinos. Así era el Che, un ejemplo de heroísmo y honestidad que ha llegado a los jóvenes, trabajadores y campesinos que luchan por lograr una sociedad de justicia social.
La vida y el pensamiento de Antonio Maceo y de Ernesto Che Guevara, simboliza los más sagrados valores por los que luchamos. Y esta es la razón por la que hoy los dos cabalgan en un Rocinante del futuro y comparten la misma imagen: la bandera de la estrella solitaria, símbolo de las luchas y de la esperanza de los pueblos latinoamericanos.