El 19 de julio de 1964 se abría otro capítulo de la historia de las agresiones desde la ilegal base naval de los Estados Unidos en Guantánamo. Ese día, disparos procedentes del enclave militar, quitaron la vida al el joven soldado guardafronteras Ramón López Peña, mientras cumplía con su deber.
Aquella tarde como en otras ocasiones, los soldados estaban molestos por la actitud ecuánime que mostraban nuestros combatientes del otro lado de la cerca. Los marines yanquis ofendían verbalmente y en tono amenazador a los guardafronteras, rastrillaban sus armas y apuntaban hacia las postas cubanas.
El reloj marcaba las 7:07 de la noche, cuando la soldadesca imperial disparaba una ráfaga contra los miembros de la Brigada de la Frontera. Ante los sorpresivos disparos y el intento de refugiarse en la trinchera, Ramón López Peña es herido de gravedad. Había sido baleado y caminaba tambaleándose, se derrumba el joven. “Marines, hijos de puta, me han matado”. Fueron sus últimas palabras.
El odio de los violentos soldados norteamericanos contra la Revolución Cubana cobraba una nueva víctima. Ramón se convertía desde ese momento en el primer mártir de esa unidad de las FAR, ejemplar entre ejemplares y punta de vanguardia del sistema defensivo cubano: La Brigada de la Frontera, Orden Antonio Maceo.
Más de 50 mil pobladores enunciaron durante su sepelio el rechazo ante el brutal crimen del imperio norteamericano. En la ceremonia fúnebre, el General de Ejército entregaba a Andrés, padre de Ramón, el carnet que lo reconocía como el primer militante de la Unión de Jóvenes Comunistas en las FAR, en tanto expresaba en su acalorado discurso: “!Que viva la paz, pero con los fusiles, cañones y tanques bien engrasados”!
Ramón López Peña había nacido en Puerto Padre, provincia de Las Tunas, en el año 1946. Era el mayor de sus hermanos y desde temprana edad se incorporó a las labores agrícolas para ayudar a la familia. Con solo 15 años se alista a las Milicias Nacionales Revolucionarias y luego a las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), donde por su buena conducta en la División 50, en Mangos de Baraguá, gana el acceso a pertenecer al Batallón Fronterizo de Guantánamo donde se convirtió en su primera víctima.
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