En horas de la madrugada del 1 de abril de 1895,
llegaba a Cuba por playa Duaba en Baracoa, la goleta Honor, donde
viajaban 23 patriotas cubanos, entre ellos los Generales Antonio y José
Maceo y Flor Crombet, tres de los más prestigiosos jefes del Ejército
Libertador.
La
goleta había partido desde Puerto Limón a bordo del vapor Adirondack,
el que hizo una escala en Jamaica el 27 de marzo y dos días después
terminaban el viaje en Fortune Island, en las Bahamas, donde gestionan y
consiguen la goleta Honor para continuar viaje, el 30, rumbo a la
Patria donde fuerzas mambisas (insurrectos que combatían al colonialismo
español) combaten por la independencia.
“Tenemos
Honor, tenemos Fortuna, nos falta Patria”. Así expresó el Silverio
Sánchez Figueras, uno de los expedicionarios de la Goleta Honor, aquel
30 de marzo de 1895, al zarpar desde la isla Fortuna, en Bahamas, donde
consiguen la goleta Honor y continúan viaje rumbo a Cuba, donde fuerzas
mambisas combatían por la independencia.
La
Goleta Honor había partido de Puerto Limón, Costa Rica, y luego desde
Isla Fortuna, Bahamas. Al pisar suelo patrio, conocen por el campesino
Santos Rodríguez Jaime que se encuentran a unas 200 varas de Baracoa,
en una playa donde al decir de un historiador llegan las olas con una
blanda caricia de espumas que empapa la arena prieta.
Los
expedicionarios poiseían sólo 11 rifles y unos pocos revólveres y
machetes. Muy pronto reciben su bautizo de fuego al enfrentarse a una
compañía de infantería española que cede ante el empuje de los cubanos y
se retira presurosa hacia la villa de Baracoa, en Guantánamo, donde se
da a conocer la presencia de las fuerzas mambisas.
La
primera misión de los expedicionarios, era contactar con los
insurrectos del territorio guantanamero, al frente de quienes estaba el mayor general Pedro Agustín Pérez.
La acción debía materializar el plan organizado por José Martí de traer
a Cuba a los principales jefes militares e incorporarse a la Guerra
Necesaria que comenzara el 24 de febrero de ese propio año.
Consciente
estaba Antonio Maceo de lo que representaba su figura para los bravos
orientales. Entonces orienta a Félix Ruenes, quien se le une en la
primera jornada, que retorne a la jurisdicción de Baracoa e le imprima
más vigor a las hostilidades, con la finalidad de distraer a las fuerzas
españolas. Los baracoenses se le incorporan y al conocer la noticia,
Ruenes grita: ¡Llegó Maceo, se salvó la Revolución!, ¡Viva Cuba Libre!.
Esto no fue más que una invitación a enfrentar al colonialismo español.
Pero
la asechanza es cruel. Las guerrillas de Yateras son feroces y Antonio
Maceo lamenta la separación de su hermano José y otros patriotas, así
como la dolorosa muerte de otros compañeros, entre ellos la del General
Flor Crombet.
No obstante a estas adversidades, el Titán de Bronce
llega al Valle de Guantánamo y se incorpora a las fuerzas de Periquito
Pérez, con lo que da a la guerra iniciada por Martí en febrero del 95,
el brío que solo una figura como la suya podía conseguir.
A
119 años del histórico acontecimiento, el ejemplo de Antonio Maceo,
Máximo Gómez, José Martí y todos los otros patriotas se multiplica entre
los guantanameros, quienes cada año renden homenaje a quienes llegaron
en la goleta Honor para dar a la Patria la ansiada libertad que llegara
el primero de enero de 1959.
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